Emiliano García-Page ha ganado por mayoría absoluta las elecciones autonómicas en Castilla-La Mancha y con una diferencia que no se esperaba ni el más optimista entre sus leales: 19 escaños, 2 por encima de la mayoría absoluta, que está en 17. Si bien es verdad que el Partido Socialista sacó todavía más escaños en 1987, 1991, 1989, 2003 (con José Bono) y 2007 (con José María Barreda) entonces al PSOE le beneficiada el bipartidismo, como fuerza hegemónica, con lo que los resultados de Page tienen tanto mérito o más que algunos de los comicios citados.
Es cierto que la ola que Pedro Sánchez ha impulsado en toda España en favor de su partido llega también a Castilla-La Mancha, pero como sucede también en Extremadura tiene factores endógenos. Mientras en ambas regiones con Page y Sánchez Vara el PSOE no depende de nadie, en Aragón, Castilla y León, Murcia, Navarra, Asturias, Baleares y Canarias necesita de los pactos para gobernar y es fácil que algunos de estos gobiernos se decanten para el PP, Coalición Canaria o Navarra Suma.
Punto y aparte merece la Comunidad de Madrid, donde la división de Podemos contribuyó a que por los pelos PP, CS y Vox puedan conquistar el Ayuntamiento y retener la Comunidad. Madrid es la joya de la corona de estas elecciones, tal es así que Pablo Casado se agarró a ella como un clavo ardiendo en la noche electoral, porque de haber perdido allí su liderazgo estaría en peligro.
Así que Page y Fernández Vara son los grandes triunfadores del PSOE en las Autonómicas, dos presidentes críticos con Sánchez en sus relaciones con Cataluña, y que saben que en ambas comunidades la cuestión nacional es determinante. Por ello los mítines de Page estaban sembrados de banderas españolas. Ahora han ido de la mano y les ha ido bien a los tres, pero eso no tapa las diferencias.
En Castilla-La Mancha, Ciudadanos entra por primera vez en las Cortes con 4 diputados (saca representación en todas las provincias menos en Cuenca), pero sus votos no serán determinantes. Podemos pierde los dos diputados que tenía, por sus divisiones internas, pero también por lo insustancial de su presencia en el gobierno de Page. Llegaron a tener una consejería específica con una pila de gente para realizar un Plan de Garantías Ciudadanas y no fueron capaces de sacarlo adelante.
En Guadalajara, el PSOE saca su mejor resultado en unas Autonómicas, porque nunca ha tenido dos escaños se diferencia con el PP, en una provincia -no lo olvidemos-, que dio la victoria electoral a los populares en 2011, y que Cospedal no lo supo agradecer en sus inversiones. Es por tanto un éxito también de la organización provincial que lidera Pablo Bellido, y que con el respaldo de Page va a tener paz interna para afrontar la legislatura. Los sanchistas de primera hora, como Magdalena Valerio o José Luis Blanco (este último se anota un éxito rotundo en Azuqueca) tienen suficiente trabajo como para estar enredando. Como bien evocaba Bellido en la noche electoral, “siete años atrás no gobernábamos nada, hoy lo gobernamos casi todo”. Este hecho bien cierto debería servir al PSOE no para regodearse en la victoria, sino para aprender que en política los ciclos siempre vuelven y muchas veces se precipitan los cambios cuando el gobierno se ejercita con sectarismo y soberbia. Que se lo pregunten al PP, que hace siete años gobernaba España, Castilla-La Mancha, la Diputación, el Ayuntamiento de Guadalajara y la mayoría de los municipios de la provincia.
El éxito electoral del PSOE tiene en Guadalajara un sabor agridulce, porque si bien vuelve a ser el partido con más concejales en la capital, la suma no le da a Alberto Rojo para formar un gobierno de izquierdas con Podemos y Aike. El futuro de los ayuntamientos de Guadalajara, Albacete y Cuenca está en manos de Ciudadanos, que se enfrenta a la decisión más difícil de su historia como partido. Tendrá que decidir si seguirá los pasos que en Madrid ha desvelado, un pacto a tres bandas con PP y Vox, en el que los populares son los más votados. O pactar con el PSOE, y ejercer de partido bisagra, lo que dejaría a los populares y a Vox todo el espacio para la oposición desde el centro-derecha. Es cierto que Ciudadanos ha mejorado resultados en casi todos los lugares, pero no ha logrado hacer el sorpasso al PP, lo que es un serio inconveniente a la hora de los posibles pactos. En Castilla-La Mancha, además, al sacar el PSOE la mayoría absoluta , Page no tiene nada que ofrecerle a cambio de que no voten a alcaldes populares en las tres capitales citadas.
En Guadalajara, y a pesar de la ola socialista, la suma del centro y la derecha (PP, CS y Vox) reune más votos que la izquierda (PSOE, UP y Aike): 21.515 por 20.404. Otro dato a tener en cuenta que juega a favor de un posible tripartito. Como también favorece al PSOE que al ser el partido más votado, Alberto Rojo sería elegido alcalde solo con que Ciudadanos se abstuviera.
Falta por ver por tanto cuál es la estrategia de CS y si esta se decidirá en el marco local y autonómico o mediante una estrategia nacional, que sería lo más normal para evitar cosas raras. Porque de esta manera, Ciudadanos podría pedir al PP la Alcaldía de Madrid, un suponer, y a cambio prestar su apoyo en alcaldías como la de Guadalajara donde han quedado muy retrasos respecto a los populares. Ya lo hemos visto en otras épocas con el CDS. Lo que no acabo de entender es que si finalmente hay pacto entre PP, CS y Vox por la Alcaldía tuviera que dar un paso a un lado Antonio Román, cuando los datos nos dicen que ha servido de freno a la caída de su partido y cuenta con un refrendo popular mayor que cualquier otro candidato del PP. ¿O es que alguien pretende que con 3 concejales se puede ser alcalde de Guadalajara y reeditar la operación Blanca Calvo y sus delirantes consecuencias durante el año que vivimos peligrosamente ?
La conclusión más evidente, después de lo ocurrido en Castilla-La Mancha y en España, es que con la fragmentación del centro y la derecha tanto Sánchez como Page carecen de alternativa; y eso no es bueno para el sistema, aunque lo tocaremos otro día.
El resultado en la provincia es un descalabro para el PP y un motivo para la reflexión interna en el seno de este partido. No vale con decir que la “ola nacional” nos ha ahogado, como se excusa Núñez, o que no estamos en tiempo de Congresos, como sugiere Guarinos. El PP ha tenido el peor resultado desde que se unió con UCD en tiempos de José María Bris, y lo único que le salva de la debacle es que Ciudadanos sigue estando muy lejos de disputarle el liderazgo del centro-derecha. Pero la realidad es que, hoy en día, ni uno ni otro son alternativa y que Vox, con su populismo de derechas, ha alejado al centro-derecha como opción de gobierno en la Junta(no ha obtenido ni un escaño) y que los electores que no sean de izquierdas se estarán preguntando si ese camino lleva a alguna parte.
Estas elecciones locales y autonómicas tendrán también (es de suponer) consecuencias en la política nacional. Desde hoy, el PSOE de Pedro Sánchez es más fuerte al haber sido capaz el absorber el voto de izquierdas en gran parte por demérito de Podemos y sus confluencias (pierden 70 escaños entre todas las autonomías) , que no han sido solventes a la hora de gobernar y se han pasado la legislatura peleados entre ellos. Tras el 26-M no veo yo a Pablo Iglesias dictando la política del Gobierno de Sánchez y si entra en La Moncloa supongo que será de ficus. Esto es lo que hay.