La declaración de Parque Natural para el Alto Tajo, de la que se cumplen 20 años, tardó mucho en llegar. Se empezó a hablar de ella en los años setenta y cuando en la Diputación existía la Institución Provincial Marqués de Santillana, que ejerció un papel eficaz como engarce entre la Diputación y la sociedad civil de Guadalajara, del que hoy se carece, la sección de Medio Ambiente que abanderaba el montañero y escritor Jesús García Perdices (q.e.p.d.), lo llegó a plantear con gran emotividad. En la primera legislatura, cuando toda la corporación era de Unión de Centro Democrático (UCD) estuvo en un tris de ser solicitado, pero en el Señorío de Molina no lo vieron claro y se aplazó. José María Bris, que nos distingue con sus colaboraciones para este digital, lo podría contar en alguna de ellas con más detalle.
Fue una pena, porque tras ese fracaso hubo que esperar veinte años para que el Alto Tajo fuera declarado Parque Natural. El parque cuenta con 105.721 hectáreas, más otras 68.824 hectáreas de zona periférica de protección y comprendiendo ambas zonas partes o totalidades de hasta 35 términos municipales de la provincia de Guadalajara y 2 de la provincia de Cuenca. Aunque se manejó que una parte del parque tuviera la declaración de Nacional, se descartó para evitar líos (como decía Salva Toquero, lo mejor suele ser es enemigo de lo bueno) por más que tuviera condiciones para aspirar a ese máximo título del que disfrutan los quince parajes españoles más valiosos, entre ellos los castellano-manchegos de Las Tablas de Daimiel y el de Cabañeros, al que Bono salvó de convertirse en un campo de tiro. La declaración de parque Nacional es más restrictiva en cuanto a los usos compatibles y no hay que olvidar que en el Alto Tajo hay una explotación minera de caolín.
Por lo que el presidente regional Emiliano García-Page avanzó su última visita a Molina de Aragón y al santuario de la Virgen de la Hoz, parece que la idea del gobierno regional es que la parte mollar del parque, esos cañones y farallones que dan escolta al río desde Peralejos de las Truchas hasta más allá de Zaorejas, pudieran formar parte del Parque Nacional, manteniéndose la declaración de Parque Natural para el resto, como hasta ahora. Los últimos veinte años han demostrado que es perfectamente compatible la protección del Medio Ambiente con ciertos usos agrícolas, cinegéticos, forestales y ganaderos, que fueron propios de la comarca, sin que suponga un impedimento la declaración de Protección, como sospechaban los diputados de UCD hace cuarenta años. Eso sí, presas y centrales eléctricas, no gracias.
Por entonces el turismo rural no dejaba de ser una actividad tan limitada como emergente, y no se veía los beneficios que un parque natural podría traer a la comarca.
En 2020 es palmario que el turismo en el Alto Tajo debe ser la actividad económica con mayores posibilidades de crecimiento (sostenible) de la comarca, en algunas localidades lo es ya; y hay experiencias más recientes como el Geoparque muy interesantes. Por lo que, en principio, que una parte del actual parque Natural se pueda convertir en Nacional es un fabuloso reclamo publicitario que bien aprovechado debe contribuir a dinamizar la comarca.
Por eso nos habría gustado que el consejero de Desarrollo Sostenible, el azudense José Luis Escudero, nos hubiera dado más detalles sobre qué se pretende con este paso, a qué áreas va a afectar y por qué, y si la Junta perdería entonces la gestión de ese espacio más protegido, dado que los parque Nacionales todavía son competencia del Estado. ¿O podría haber novedades? En su gabinete de prensa nos dicen que el asunto está todavía por madurar, así que tendremos que esperar a que el titular, el “Alto Tajo, parque Nacional” se haga realidad. Esto es lo que hay, de momento, que no es mucho.