La central José Cabrera, más conocida como Central de Zorita, aunque esté ubicada en término municipal de Almonacid de Zorita, no en la visigoda y calatrava de Zorita de los Canes, animó en gran medida a la economía de esa comarca alcarreña desde que se comenzó a construir en julio de 1965, y fue inaugurada por el Jefe del Estado, Francisco Franco, el 12 de diciembre de 1968, en una ceremonia más discreta de lo que cabían pensar para ser la primera central nuclear española, que eligió la tecnología americana de Westinghouse Electric para el diseño de su reactor, aunque tuvo una importante participación nacional. En la central alcarreña se formó la primera generación de ingenieros nucleares españoles, que luego han pasado por otras centrales, como la vecina de Trillo, la última en construirse y que si el gobierno y sus empresas propietarias así lo valoran estará en funcionamiento hasta 2035, aproximadamente. El reactor de agua a presión de la José Cabrera se desacopló a la red el 20 de abril de 2006, cumplido su periodo de vida útil de 35 años, al final funcionó tres más, y desde entonces en la instalación se ha desarrollado un complejo plan de desmantelamiento, que está en su última fase, y que ha mantenido una cierta actividad económica en la zona, también llamada a agotarse en poco tiempo.
Desmantelada la instalación nuclear, solo quedará en el perímetro que acogió a la central el Almacén Temporal Individual (ATI), donde enormes contenedores al aire libre guardan sine die los residuos de alta actividad que ha generado la central y que el Plan General de Residuos aprobado por el Congreso preveía almacenar temporalmente en un Almacén Temporal Centralizado (ATC), que se iba a construir en Villas de Cañas (Cuenca), hasta que el actual gobierno lo paralizó. Ahora habrá que realizar un nuevo Plan, que deberá decidir qué hacemos con esos residuos que tienen una vida activa del miles de años.
Nos alegraría que el entorno de la Alcarria baja sepa aprovecharlo, que municipios e instituciones alienten y apoyen los proyectos viables que surjan de la iniciativa privada y se impliquen en la colaboración público-privada, y que la era postnuclear de Zorita sea tan activa como la que ahora quedará atrás. Para los que están allí, resistiendo, y para los emprendedores que podrían estar interesados en vivir en una comarca maravillosa a la que, contrariando a Cela, la gente le dé la gana de ir.
Este última cuestión no es baladí para el asunto que hoy nos ocupa, y que es el futuro de la comarca en la era postnuclear, porque los municipios del entorno de la central -16 de Guadalajara y 2 de Cuenca- reciben ahora unas compensaciones por el almacenamiento de esos residuos, que se van a prolongar en el tiempo tras el parón de Villar de Cañas. Así que una noticia buena, que el dinero nuclear se estirará más de los previsto, y una no tan buena porque no deja de ser un engorro el mantenimiento de los residuos en la zona, sobre todo porque el Gobierno no tiene ni repajolera idea sobre qué hacer con ellos y cada gobierno que llega solo juega al oportunismo político con escaso sentido de Estado.
Pues bien, con estos antecedentes este martes se firmó un protocolo a cuatro bandas (Ministerio, Junta, FEMP y AMAC) que en un periodo de dos años deberá dar lugar a un convenio de rimbombante nombre, Convenio de Transición Justa de Zorita. Dicho Convenio desarrollará un plan de acción territorial para el mantenimiento y creación de actividad y empleo, a través del acompañamiento a sectores y colectivos en riesgo, en el territorio afectado por el cierre de la central nuclear de Zorita. Una iniciativa pionera en el entorno de una central nuclear española, y que en palabras de la ministra Ribera el objetivo es que los pueblos sigan teniendo oportunidades «a la puerta de su casa».
La música suena bien, pero que nadie piense que estamos en tiempos de la autarquía y que ninguna institución va a montar otra gran industria como la nuclear que genere empleo masivo. Podrá haber apoyo para unos o varios proyectos tractor, así lo llaman, que tiren del carro y en el que puedan estar implicados tanto la iniciativa pública como la privada, que impulsen la transformación a través de la innovación. De esos proyectos tractor podrían colgar iniciativas empresariales más pequeñas, de las que se puedan beneficiar los emprendedores.
Ya digo: la música suena bien, pero si mal no recuerdo también hubo por ahí un Plan Zorita que murió al poco tiempo de nacer, porque nos vino la crisis. La ventaja esta vez es que la crisis ya ha llegado, la estamos pasando y por primera vez vamos a tener unos fondos europeos para poner en marcha proyectos de esa nueva economía basada en energías renovables, cambio climático, turismo sostenible, economía circular, en suma. Proyectos todos ellos que este Convenio de Transición Justa quiere estimular. Esto es lo que hay; y no es poco.
Nos alegraría que el entorno de la Alcarria baja sepa aprovecharlo, que municipios e instituciones alienten y apoyen los proyectos viables que surjan de la iniciativa privada y se impliquen en la colaboración público-privada, y que la era postnuclear de Zorita sea tan activa como la que ahora quedará atrás. Para los que están allí, resistiendo, y para los emprendedores que podrían estar interesados en vivir en una comarca maravillosa a la que, contrariando a Cela, la gente le dé la gana de ir.