Debo de confesar, aunque sea políticamente incorrecto, que soy aficionado a los toros. Puede que un aficionado un tanto antiguo, porque creo que los primero en la plaza es el toro, y desconfío por naturaleza de los taurinos, pero no soy de esos talibanes que van por ahí exigiendo prohibiciones, ahora de los toros, mañana ya veremos lo que se les ocurre. También reconozco que me gustan los encierros, que los he corrido en mis años mozos, y es obvio que son parte esencial de la popularización de las fiestas que se dio en nuestra ciudad en los primeros años de la democracia. No hacen falta más explicaciones.
Aclarado esto, ahora tengo que añadir que no quiero que el Ayuntamiento me pague los toros. Ni aunque sea un poquito. Ir a los toros a una plaza en donde hay una taquilla y una empresa que la explota, forma parte del ámbito privado, y no debería destinarse ni un solo euro público en su gestión. Y digo lo mismo de un concierto, como los que vienen a Guadalajara en Ferias. Los ayuntamientos «socialdemócratas» de este país, con sus subvenciones, han contaminado el mercado musical (y taurino) español, hasta el punto de que artistas y toreros cobran por encima de su caché, algo que sólo lo debería marcar el público y el mercado. ¿Cuándo debería cobrar Joaquín Sabina? ¿O Morante? Pues lo que el público asistente a sus conciertos esté dispuestos a pagar por ello. Pero si los ayuntamientos asumen una parte de ese caché, aunque sea en forma de pérdidas, artistas y toreros nunca sabrán de verdad cuál es su cotización. A eso se llama adulterar el mercado desde lo público. Y en Estados Unidos sería un delito.
No quiero que el Ayuntamiento me pague los toros; o la música. Lo digo a propósito de que este año nos vamos a gastar en Guadalajara unos 49.000 euros más en toros, al poner en el mismo paquete el montaje de los encierros y la Feria Taurina. ¿Por qué? Supongo que porque pensarán que así habrá más interés de las empresas en quedarse con la plaza para esta Feria. Atrás quedan otros tiempos en los que las empresas pagaban un canon por quedarse con la plaza y encima se hacían cargo del montaje de las talanqueras y de los toros de los encierros. Ahoya ya no solo no pagan por la plaza, sino que encima daremos a la empresa que venga 109.000 euros. Insisto: no sé si será ético. Pero desde luego estético no lo es. Y así lo entienden los lectores que están votando en la encuesta de GuadalajaraDiario.
Desconozco cuál será el futuro de la fiesta de los toros, porque son varias las amenazas que se ciernen sobre ella, pero estoy seguro de que no serán los antitaurinos los que la den la puntilla. Alterar artificialmente el precio de las cosas desde las instituciones, supuestamente para apoyarla, es una malísima solución. La fiesta de los toros no se tiene que apoyar en muletas públicas, porque luego llega la crisis, se retiran las muletas y se pega de bruces con el suelo. Y esto es lo que sucede ahora desde que los ayuntamientos dejaron de copatrocinar las corridas: el número de festejos ha bajado de forma espectacular.
No están ahora los ayuntamientos para financiar cachés de toreros, ni de músicos famosos. Que sea el público, es decir el mercado, el que ponga el precio. Y que el Ayuntamiento destine nuestro dinero a lo más urgente, a mejorar sus políticas de empleo y a reducir la presión fiscal, ese ADN liberal a decir de Esperanza Aguirre y que tan difícil es de encontrar en el actual equipo de gobierno.
P.D. Hay algunos que han metido en el mismo saco el aumento del gasto en el capítulo taurino (esos citados 109.000 euros), con los nuevos corrales. Estos nuevos corrales no son un gasto sino una inversión, ya que se amortizarán en cuatro años y permitirán manejar a los toros sin el peligro que se corría con los viejos de quita y pon. Cada cosa en su sitio.
Esto es lo que hay.