Cuando ya llevamos más de un mes desde que empezará el curso en los Institutos, el 14 de septiembre, la anormalidad y la improvisación siguen instaladas en la actividad educativa de Castilla-La Mancha. Unas doscientas plazas de profesores todavía están sin cubrir, lo que ha traído el caos a algunas aulas, como describían los padres de alumnos del IESO de Brihuega, uno de los colegios más afectados, con un tercio de las plazas vacantes: “Todo esto provoca que el alumnado pase gran parte de su jornada escolar sin recibir docencia, perdiendo horas lectivas y, por tanto, el retraso en el temario», se quejaban estos padres, quienes lamentaban que se esté dificultando el buen funcionamiento del centro, la atención individualizada del alumno y la adquisición de conocimientos en el proceso de aprendizaje.
Este problema se quiso resolver por parte de la Consejería de Educación con un acto público celebrado en Toledo el 11 de octubre, que resultó un fracaso. A pesar de que desde la Consejería se había convocado personalmente a los profesores que se encontraban en listas, para asignarlos una plaza, en la mayoría de los casos ni siquiera se presentaron. Y así sucedió que de 721 interinos a quienes se ofertaron 237 plazas vacantes, solo se adjudicaron 33.
Es evidente que algo falla en el sistema. El pacto que los sindicatos lograron sobre los interinos permite que los docentes puedan rechazar las plazas que se les oferta con lo que la Consejería tiene dificultades para maniobrar. Y en este caso se unió, además, que la Consejería no había testado lo que hay detrás de esas bolsas de interinos, hasta el punto de que ha tenido que hacer otra convocatoria, el viernes 20 de octubre, en la que se intentará realizar esas doscientas adjudicaciones que faltan a través de bolsas extraordinarias. En estas bolsas se han podido inscribir los licenciados que tengan además del antiguo CAP o el Master de Didáctica. Y la Junta ya ha anunciado que no habrá exámenes y que se elegirá de entre todos los presentados a los que tengan el mejor expediente académico. Y a partir de ahí, Felpeto cruzará los dedos.
Hay que hacer constar que este problema de falta de interinos se ha agravado este año, dado que al reducir el horario de los maestros y profesores al suprimirse la llamada “tasa Cospedal”, hacen falta más profesores para hacer el mismo trabajo. Cuando alegremente se proclama que hemos acabado con los recortes de Cospedal, la Consejería debería haberlo previsto, porque habrá conseguido congraciarse con los profesores, pero a costa de enfadar a los padres. A todo habría que ampliar un nuevo factor, que recojo de una información del CSIF. Castilla-La Mancha es la comunidad autonómica con el porcentaje más alto de jornadas parciales (42,3 por ciento) de toda España, lo que provocaría que muchos aspirantes a interinos decidan renunciar a las plazas vacantes debido a la precariedad laboral que se genera, con sueldos y cotizaciones a la seguridad social bajas y enormes dificultades para vivir fuera del domicilio habitual. Esta situación afectaría especialmente a una provincia como Guadalajara por la dispersión de la población. Además, los interinos a media jornada que imparten materias como Lengua, Matemáticas o Inglés han de acudir al centro de trabajo al menos cuatro días a la semana, dedicación que contrasta con el salario recibido.
Ya con carácter más general, toda esta problemática se agrava por los recortes sufridos desde que empezó la crisis en las convocatorias para cubrir las plazas por el único método, con sus defectos, que garantiza la equidad, el mérito y la capacidad. Me estoy refiriendo a las oposiciones. La contratación de profesores interinos debería ser el último recurso de la administración, para tapar los huecos que se producen tras el correspondiente concurso. Pero como en los últimos años se han restringido al máximo la convocatoria de oposiciones o las administraciones autonómicas han sido cicateras en cuanto al número de plazas, nos encontramos que hay institutos, como el de Brihuega, que tienen un tercio de la plantilla a cubrir mediante bolsas extraordinarias de interinos. Así, desde luego, no se mejora la calidad de la enseñanza, ni se avanza en el fracaso escolar, como se acredita que Castilla-La Mancha esté en el vagón de cola de las autonomías españolas. Algo se está haciendo mal en la educación de esta región, y desde hace mucho tiempo.
Y si no lo digo reviento: siento añoranza hacia a esos cuerpos nacionales de funcionarios de la administración del Estado, que siguiendo el modelo de francés, parecían tener estos problemas más controlados. Parece obvio que una única bolsa era más fácil de gestionar por el Estado que ahora diecisiete, desde que la Educación pasó a ser competencia de las comunidades autónomas. Y seguramente también más efectiva para evitar que en algunas regiones de España se esté falseando la historia que se da en los colegios para alentar el odio a España. Si ya es tarde para recuperar las transferencias en Educación, no debería serlo para que el Estado reforzara el control y la inspección sobre los contenidos que se imparten en los centros que se pagan con el dinero de todos y para aumentar el número de horas lectivas comunes en toda España. Aquellas lluvias trajeron estos lodos, pero hoy toca preguntarse cómo en Castilla-La Mancha pueden faltar unas doscientas plazas por cubrir cuando llevamos más de un mes de curso en los institutos.
Tengo al consejero de Educación, Ángel Felpeto, al que García-Page pidió “socorro” cuando ya estaba jubilado, por un político serio y dialogante. Pero en este caso le ha pillado el toro, y debería tomar nota. Porque esto es lo que hay. Doscientas plazas sin cubrir.