En la entrevista que mantuve con el nuevo y flamante alcalde, Alberto Rojo, se apuntó a un tópico al decir que a él tampoco le gusta el modelo de Ferias y Fiestas, y como les suele ocurrir a todos, luego no aciertan a explicar cuál es su alternativa. Más allá del consabido “hay que hablar con todos”.
Yo sí defiendo el modelo de Ferias y Fiestas, porque básicamente es participativo y se vive en la calle. Un modelo que parte en lo esencial del que implantó Javier de Irízar en 1979 y que se sostiene en tres patas: buenos encierros (ahora con los toros de las corridas), peñas y fiesta en la calle (con verbenas potentes todos los días de Ferias). Con estos mimbres, se han ido tejiendo más cosas por las distintas corporaciones, pero en lo sustancial el modelo no ha cambiado. Unos podemos echar en falta espectáculos de calidad en el Buero Vallejo durante toda la semana de Ferias, aunque los programadores no son partidarios para que no haya competencia con otros actos que organiza el Ayuntamiento. Es una cuestión a estudiar. Cómo mejorar el desfile de carrozas, lo que no es fácil. Se pone el ejemplo de Azuqueca, pero allí hay toda una cultura en torno a las carrozas, que no existe en Guadalajara. Yo no veo a las peñas arriacenses trabajando en una carroza durante medio año. Otros hablan de poner los conciertos de Ferias gratis, pero eso no es posible por cuestión de seguridad, y además acabaría afectando al caché de los artistas.
¿Diálogo? Pues sí, claro, pero no nos engañemos. Si preguntas a las peñas te dirán que preferirían hacer sus verbenas en el caso antiguo y a todas horas, porque el Ferial es frío, alejado y triste. Pero si hablas con los vecinos colocarían estas verbenas en mitad del monte y no darían a las peñas ni un euro de subvención. ¡Se me olvidaba, luego están los políticos populistas que critican la calidad de nuestras Ferias y al mismo reclaman que se reduzca el presupuesto!
No tengo ninguna esperanza en que de ese diálogo ciudadano se saque nada en limpio, porque los intereses son contrapuestos. Y al final el equipo de gobierno tendrá que gobernar, que para eso están. Por ello, es razonable el criterio que han mantenido las últimas corporaciones de levantar la mano con los ruidos el fin de semana y ser más exigentes en el primer tramo de la Semana Grande. No se puede contentar a todos y en todo.
Lo que sí requiere un intenso debate es el Ferial. Hay tres opciones: mantenerlo como está (aunque evidentemente se queda pequeño); ampliarlo y habilitar una zona para conciertos; o hacer un Ferial nuevo en otro sitio de la ciudad, una idea que se manejó hace diez años y que encajaría con el Plan de Urbanismo que hay que revisar. No se engañen: ahí está el meollo de la cuestión. El nuevo modelo de Ferias sin romper con el original. ¿O es que alguien piensa que hay que acabar con los encierros y mandar a las peñas a las cavernas, como en la dictadura?
La decisión del Ferial va además conectada con el recinto de los conciertos y que este año nos puede jugar una mala pasada, con el campo de la Fuente de la Niña, recientemente reformado en su pista de atletismo y amenazado por Taburete, Marea y Melendi. Imaginé que el nuevo equipo de Gobierno iba a tirar por la solución más fácil, trasladar el concierto al Pedro Escartín, porque a las malas podría haber echado la culpa a los del PP si algo fallaba. Pero en cualquier caso el equipo de gobierno debe ser consciente de que la opción Fuente de la Niña es indeseable, como decía el antiguo portavoz socialista Daniel Jiménez, por lo que hay buscar una solución definitiva
Una sería aprovechar el amplio espacio que hay en el entorno del Pedro Escartín, sin necesidad de maltratar el césped del campo de fútbol, aunque para ello, como ocurre en el Sonorama, se requiere de una gran plataforma pavimentada. En Aranda de Duero el emplazamiento está en las afueras de la ciudad, no hay Ferial ni nada, y funciona bien. Para compensar, durante el día, programan conciertos en la plaza del pueblo.
Esa sería una solución. Aunque a mi entender lo mejor sería ampliar el Ferial lo que haga falta y dotarlo de una zona de conciertos y exposiciones al aire libre, lo que contribuiría a animar el recinto y que este fuera atractivo para todos, peñas incluidas.
Háganme caso: ese es el gran reto al que se enfrenta el nuevo gobierno municipal, y que no se resuelve con cambiar de sitio una verbena o en programar una carrera o un baile de zumba.
¿Serán capaces de afrontarlo, como lo hizo Irízar en 1979 cuando el gobernador le amenazó con mandarle los guardias si sacaba los novillos a la calle para el encierro?
Esto es lo que hay.