Sobre Ferias, cachivaches y “Gigantes”

Las Ferias de Guadalajara seguirán, un año más, como poco, apiñándose en el centro de Guadalajara, aunque para 2025 el Ayuntamiento no tendrá más remedio que coger el toro por los cuernos -ya que de fiestas estamos hablando- y tomar decisiones. Sucede que la parcela en la que se venían instalando la mayoría de las atracciones feriales no estará ya disponible, ya que la ha comprado una conocida empresa inmobiliaria, y en ella se pueden construir hasta 5 plantas y un total de 23.000 metros cuadrados, según aparece en la Ordenanza municipal que regula el Fuerte de San Francisco. No es un terreno para construir vivienda, sino que tiene un uso comercial y abarca opciones desde supermercados, almacenes hasta un uso residencial público que incluye hoteles o apartamentos turísticos. La nueva empresa ha pagado al Ministerio de Defensa por esa parcela 2,4 millones de euros, un precio asequible. Hay que recordar que Defensa se quedó con esta parcela (y otra más) en compensación por la venta de la antigua residencia militar de Las Cristinas para construir en ella el nuevo Campus de la Universidad de Alcalá de Henares (UAH) en Guadalajara. El Ministerio la ha revendido con plusvalías, con lo que ya no podrá servir de desahogo para las Ferias.

Si se decidiera por la ampliación del Ferial, para concentrar todo allí, en el entorno hay suficiente suelo para ello.

Por lo tanto, tiene un año el Ayuntamiento para decidir qué va a pasar con las Ferias, después de que la corporación de Ana Guarinos siguiera el complaciente modelo implantado por Sara Simón de concentrar cachivaches y festejos en el centro de Guadalajara, para así contentar a las peñas, que son el poder fáctico de la fiesta. A ello le ayudó esa parcela de 7.000 metros cuadrados y de la que el Ayuntamiento no podrá disponer en las Ferias de 2025. Ante esa tesitura, no les queda otra que buscar otra parcela municipal de quita y pon, más allá de Aguas Vivas, casi en Taracena, recuperar el recinto Ferial de Bris y Román, que ha sido relegado en los dos últimos años, o habilitar un nuevo campo Ferial. Ésta última opción la veo muy complicada, y debería ligarse a la modificación del Plan Municipal de Urbanismo (POM), pero es la más cara por lo que el Ayuntamiento necesitaría de la colaboración de la Junta de Comunidades y acometer un viario de acceso costoso y complejo. Complicadísimo. La ampliación del actual Ferial, ahora marginado, sí sería más viable, porque el suelo existe, y podría concentrar toda la actividad recreativa durante la semana grande; también las carpas de las peñas. Aunque volveremos con la tabarra de siempre de los que dicen que el Ferial Plaza está muy lejos (la misma crítica rancia que cuando barcas, el tren de la bruja y los coches de choque dejaron La Concordia a principios de los ochenta) y que es mejor okupar los parques de Guadalajara cada año, con los daños consiguientes, como se ha hecho en las ediciones de 2022 (Rojo) y 2023, 2024 (Guarinos). El cortoplacismo manda y desde hace tiempo no se lleva ordenar urbanísticamente la ciudad, con los debates ciudadanos necesarios cuando se trata de decisiones importantes. Y las Ferias lo son, pero enmarcadas en esa reforma del POM, si es la decisión que se toma, en lugar de aprobar un nuevo Plan de Urbanismo, que se debería haber abordado en la época de vacas gordas que vivió la ciudad.

LO DE LA MÚSICA, ¿CARO O BARATO?.- En la ciudad, el final del verano comienza a vislumbrarse a partir de la virgen de Agosto, y se nota hasta en las noticias locales. Esta semana los grupos políticos han polemizado sobre si serán asequibles o no las actuaciones musicales de las Ferias, que hasta la alcaldesa ha tenido que salir a dar explicaciones, cosa que debería hacer más habitualmente, porque una cosa es hablar a cualquier hora y hacerse fotos hasta con el Mangurrino (q.e.p.d) y otra taparse en los grandes temas. La explicación que ha dado la alcaldesa me parece verosímil, otra cosa es que la oposición quiera enredar, que para eso está. Guarinos ha ratificado que el Ayuntamiento no se va a gastar más de 383.000 euros en las actuaciones, y no los 840.000 euros a los que se refería la portavoz socialista, que es lo que contempla el contrato global. Lo que ha hecho este ayuntamiento es la fórmula habitual de ceder la contratación a una empresa, que son los que saben -cada vez que los políticos se ponen a contratar cantantes la palmamos- a cambio de una subvención máxima, en este caso de 383.000 euros, que es la red de seguridad con que opera la empresa, para a partir de ahí ganar más dinero, si hay éxito de público, con lo que ese propio fijo podría reducirse al Ayuntamiento. Nada nuevo bajo el sol, otra cosa es que el coste de los conciertos sea mucho u poco, como dicen mis amigos gallegos.  Personalmente, 20 euros para ver a Melendi (los empadronados) o 10 con el Mago de Hoz, me parece un precio razonable, como cualquiera lo puede comprobar por internet, pero lo que discrepo es que el contribuyente en general al que no le gusta esta música tenga que financiarla, como ha pasado en un año electoral. Créanme cuando les digo que nada es gratis y que cada vez que una institución pública presume de regalar o subvencionar algo, antes ha vaciado nuestros bolsillos. O genera déficit; que pagarán nuestros nietos.   

Y ya que escribimos de música, dejar constancia de que esperaba más del regreso del Festival Gigante a Guadalajara y del cartel que han presentado. El Gigante nació en Guadalajara, se fue a Alcalá de Henares -donde le aseguraban un fijo mayor- cuando estaba creciendo y ha vuelto años después sin mayores explicaciones de su organización, como sucedió cuando se fue. La oposición dice que el Ayuntamiento se va a gastar 250.000 con la subvención, sin que todavía haya una cifra oficial, y si es así entiendo que podrían haber abrochado más el cartel con grupos top como Arde Bogotá, Viva Suecia o Vetusta Morla, por citar solo tres, para dar lustre al regreso. Pero esto es lo que hay. Un Gigante pequeño.

Imagen parcial de la explanada urbanizada en la que se instalaba el recinto Ferial hasta 2022 y que tiene espacio suficiente para el Gigante y los conciertos de Ferias, sin necesidad de maltratar las pistas deportivas de la Fuente de la Niña. /GUDiario.

PD.- Sigo reivindicando en el desierto que es impresentable que cada vez que llega el Gigante y luego los conciertos de Ferias haya que maltratar las caras pistas de la Fuente de la Niña, que paga el contribuyente de la capital,  donde se entrenan -entre otros- los olímpicos de Iván Pedroso, el hispano-cubano y cerebro del exitoso laboratorio del triple salto en Guadalajara. No veo ninguna necesidad de cerrar durante casi un mes la actividad deportiva en los campos de la Fuente de la Niña, que se construyeron con ese fin, cuando hay una gran explanada pavimentada en el recinto Ferial, que en los últimos años no se ha utilizado para el fin que se construyó, las grandes atracciones, por el trasiego populista que hemos comentado. Y está disponible: hay espacio suficiente, el piso es liso y está urbanizado. Arriba les pongo la foto, que es bastante elocuente.        

Un golpe irreparable a la España constitucional

Fue en 2015 cuando Mariano Rajoy, presidente del Gobierno de España, recibió el órdago del presidente de la Generalitat, Artur Mas, en uno de sus frecuentes visitas a La Moncloa. Llevaba desde el 2010 planteándolo, pero el gallego le daba largas y mareaba la perdiz, hasta que Mas le chantajeó: o nos concedes salir de la caja común y aceptas un concierto similar al vasco y navarro o abandonaremos la vía autonomista por la independencia. Y así nació el Procés. Que nos ha maltraído hasta hoy.

Nueve años después, otro presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, recibió la misma propuesta del presidente de la Generalitat de turno: y esta vez dijo que sí; y por toda explicación acusó al Partido Popular de no haber sabido resolver la situación cuando ellos gobernaban. Él, aparentemente, lo ha hecho: ha aceptado las exigencias de los separatistas (“ha pedido el carnet de ERC”, en feliz expresión de Ignacio Varela, el factótum de la campaña Por el Cambio en 1982) y asunto arreglado. A Sánchez no le importa que hace tres días su ministra de Hacienda, María Jesús Montero, dijera que otro concierto fiscal no era de recibo (“hay que tener los pies en el suelo”) o que no figure en ningún programa electoral socialista o sea directamente contrario a las resoluciones y congresos del Partido Socialista Obrero Español que fundó Pablo Iglesias. Tampoco le importa que atente contra el principio de solidaridad entre regiones, recogido en el artículo 2º de la Constitución. O que en la práctica Sánchez haya aceptado un modelo confederal entre Cataluña y España, que tampoco está en la Constitución, porque Cataluña tendrá con España una relación bilateral, de estado a estado, y  podrá a partir de ahora gestionar todos los tributos que recaude en su territorio, dejando mortalmente tocada esa caja común a la que solo aportarán fondos -hasta que se harten- tres comunidades españolas: Madrid, Baleares y Comunidad Valenciana. El resto recibe los beneficios de la solidaridad, que ahora este pacto Gobierno-ERC va a dinamitar. Y con él lo poco que va quedando de ese espíritu unitario de la Constitución del 78, desde que Sánchez llegó al poder con el apoyo de los separatistas y con el ánimo de dejarla en las raspas.

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Page antes de comenzar, hoy, su declaración institucional a la que acudió con una rosa en la mano, símbolo del PSOE desde el Congreso de Suresnes.

Lo único que no ha calculado Sánchez es que, esta vez, ha jugado con las cosas de comer y se le van a sublevar los suyos. Porque hasta el más simple sabe que si Cataluña (el 19% del PIB español) deja de aportar a la financiación común,  su región va a recibir inevitablemente menos fondos de solidaridad, y el hospital de Guadalajara tardará más en acabarse y equiparse. Y por ello, el presidente socialista Emiliano García-Page ha puesto pie en pared y le ha advertido que “hasta aquí hemos llegado” y que este pacto “ni le representa”, “ni le vincula”. Y ha avanzado a modo de aviso: este planteamiento «no tiene posibilidad ninguna de prosperar en el Congreso, no va a salir adelante en el Congreso. No va a salir adelante. Que no se engañe». Page no aclaró en su mensaje institucional si “ese no va a salir adelante” sería porque los socios del Gobierno no lo respaldarían, empezando por el celoso Puigdemont, o porque esta vez habría diputados en las filas del PSOE que no estarían dispuestos a traicionar a su electorado, del que no tienen mandato para votar este disparate. Como hoy nos advierte el conocido catedrático de Derecho Constitucional, Roberto Blanco Valdés, “aceptar un trato tan desigual constituye una pavorosa irresponsabilidad” y es un premio a quienes en lugar de colaborar no hacen otra cosa que boicotear el funcionamiento del Estado y horadar sus cimientos con la intención de derribarlo. Vayan estos ejemplos: el pacto no solo recoge una Hacienda para Cataluña, con su propia Agencia Tributaria, sino que atornilla, además, la hoja de ruta del separatismo catalán en lo que ellos  llaman proceso de desconexión con el Estado Español, al garantizar la expansión de las embajadas de Cataluña por el mundo; acepta la existencia de un “conflicto político” entre Cataluña y España que deberá ser resuelto en la mesa de negociación y “refrendado por la ciudadanía”; expulsa definitivamente al idioma común del sistema educativo catalán, incluyendo las extraescolares,  a pesar de la sentencia del Supremo para que se imparta al menos el 25% de las clases en castellano; y abre la puerta a la vieja aspiración del separatismo sobre las selecciones catalanas, porque si hay algo que no soporta un independentista es ver a España quedando campeona de Europa y del Mundo con un equipo en el que haya vascos y catalanes.      

Es mentira, señor presidente del Gobierno, mi estimado Chamberlain,  que con este acuerdo el Procés esté liquidado. Todo lo contrario. Si finalmente Salvador Illa es investido presidente de la Generalitat  será revestido con el traje del soberanismo catalán y con una hoja de ruta incompatible con un partido socialista que pretende representar a todo el territorio español.  

“Los indultos, la reforma del código penal para bajar las penas de malversación y la amnistía, todo va en contra de lo prometido a la ciudadanía. Los guionistas son los mismos: los independentistas. Siendo grave todo lo anterior esto rebasa todos los límites porque afecta a la vida real y práctica de la gente y es donde se retrata cualquier partido político», sentenció hoy  el socialista Page en su declaración institucional. Y lo peor de todo es que tiene razón, y que pase lo que pase quien lo va a pagar caro es España y el deseo de igualdad entre todos sus territorios. Porque como se teme Blanco Valdés, lo que ahora perdamos va a ser irreversible, porque la idea de que una mayoría alternativa a la actual recuperaría lo que frívolamente podríamos perder es de una pasmosa ingenuidad: Illa pasará, pero la solidaridad fiscal de los catalanes con el resto de españoles es para siempre, porque si algo nos enseña la historia ya significativa de nuestro estado autonómico es que todos los poderes y competencias que se trasfieren a las Autonomías se entregan sin posibilidad de retorno. Y eso los separatistas lo tienen descontado. Este disparate será para toda la vida, lo que dejaría a España como un estado tan desvertebrado como en la I República de los cantones. Y un estado que no funciona y no tiene medios para que su pueblo prospere acaba deshaciéndose como un azucarillo en el café. Esto es lo que hay.       

Sánchez ya no suma/ Los encierros

Pedro Sánchez sumó justamente ahora, hace un año, un 23 de julio, y se puso a bailar frente a Ferraz con una eufórica María Jesús Montero, por seguir de ministra, mientras anunciaba urbi et orbi: “Somos más”.   Entre los Frankenstein de ese lado del muro había más votos que en el otro, el de la fachosfera, y en un principio le salieron las cuentas para ser presidente. Después de una delirante negociación en Ginebra con el fugado Puigdemont, trocó los 7 votos de Junts a cambio de una amnistía que hasta ayer había sido calificada de “anticonstitucional” por la citada pareja de baile durante la campaña. Pero Sánchez tragó y aceptó dejar impune el “golpe de Estado” -la calificación es del Tribunal Supremo en su recurso ante el Tribunal Constitucional- a cambio de un “pacto de legislatura”, anunció el negociador Santos Cerdán, que el martes ya se vio que no era tal. Y no será porque Puigdemont no se lo había advertido: en Ginebra solo se negoció la investidura de Sánchez a cambio de la Amnistía y ahora lo que quiere Puigdemont es volver a Cataluña como Presidente de la Generalitat. Y cuando lo consiga lo siguiente será el referéndum de Autodeterminación. A Puigdemont y a su tropa le importa un bledo Sánchez, el progresismo, los Presupuestos de España y la estabilidad de su gobierno. Es Sánchez el que echó mal las cuentas esa noche del 23 de julio al sumar a Junts en su parte del muro. Una situación que ha creado un gobierno estéril, incapaz de producir ley alguna al margen de la Amnistía y que cuando le traicionan sus socios echa la culpa a Feijóo, quien ya le había advertido de que no contara con él cuando esto sucediera.

Sánchez ya sabe que no hay agua en su lado del muro. El problema para España es que tampoco la hay en el otro, tan disoluto como entre los socios del Gobierno. Y ante esa tesitura solo tiene dos opciones: hacer un butrón en el muro y llegar a acuerdos con el centro-derecha de Feijóo, lo que no está en su ADN frentista, o repartir nuevas cartas (de la baraja) y convocar elecciones antes de fin de año. Podrá seguir en La Moncloa, porque ya sabe que Feijóo nunca ganará una moción de censura con la actual composición parlamentaria, pero desde esta semana ya tiene acreditado que tampoco él podría superar una moción de confianza. Así que ante los graves problemas que tiene España, un estado al que sus aliados se empeñan en dejar en los huesos y sin recursos, cuanto antes se ponga a contar, mejor para todos. Esto es lo que hay.

Una imagen actual de la Calle Mayor, donde quieren que pase el encierro./GUDiario.

¿TOROS POR LA CALLE MAYOR?.- Me sorprende que el Grupo Socialista vaya a pedir en una moción un cambio en el recorrido del encierro para meter la manada por la Calle Mayor, pero no tanto por la propuesta en sí, que el equipo de Gobierno está dispuesto a estudiar, sino porque para llevar un cambio tan radical al pleno hay que tener las cosas muy estudiadas. Por ejemplo: ¿dónde pondríamos los corrales? ¿Cuánto costaría asegurar con tableros el comercio de la Calle Mayor? Hay que recordar que en el primer recorrido del encierro de Guadalajara, los corrales estaban en un patio, que ya no existe, del antiguo Instituto de Previsión -hoy Seguridad Social- y era pequeño y destartalado. Pero los toros que allí se encerraban eran novillos y erales despuntados, nada que ver con los actuales toros de lidia que se sueltan en las corridas de la Feria. Una asociación taurina habla de instalar unos corrales en el Mercado de abastos, corrales que podrían ser visitables.Desde ahí saldría el encierro hasta coger la Calle Mayor, el Jardinillo y Santo Domingo hasta enlazar con el actual recorrido a la altura de San Ginés. Una propuesta atractiva, pero que necesitaría conocer de su proyecto técnico y el coste para ser valorada.

El recorrido del encierro es mejorable en su primer tramo, eso es seguro, y como ex corredor a mí también me pone ver los toros por la calle Mayor, como los veo por Mercaderes o Estafeta en Pamplona, pero a los que nos gusta el encierro de Guadalajara y peleamos por él hace muchos años, tenemos muy claro que el avance más importante que ha tenido es que se suelten los toros de las corridas y se haga con la seguridad suficiente. Para ello, se necesitan corrales adecuados y apartados -ahora están en el parque de Bejanque y valieron un dinero- por lo que sería una temeridad abrazar propuestas populistas, pero sin valorar su coste económico y los riesgos sobre un encierro consolidado, pero que no necesita de aventuras en los tiempos hostiles en que vivimos. Bastante nos ha costado que los toreros que vienen a la Feria de Guadalajara lo acepten, porque Guadalajara no es Pamplona donde reciben las mejores bolsas de España. Así que bien está el debate sobre cualquier propuesta de mejora, pero dénse los pasos con prudencia y solo tras conocer los estudios técnicos correspondientes y el coste de los mismos .

Antes de que sea demasiado tarde

En Guadalajara hay dos edificios públicos que se pueden salvar antes de que sea demasiado tarde. Pero necesitan de mucha gestión, cooperación e inteligencia política, algo que precisamente no abunda en nuestros días.

Me estoy refiriendo al antiguo edificio de los Juzgados, en la plaza de Beladíez, y a la vieja Casa de Correos y Telégrafos, en teniente Figueroa. El primero de ellos es del organismo autónomo de Correos, lleva años cerrado y todavía no ha entrado en proceso de ruina, pero acabará llegando. Y sería una pena, porque el conjunto del edificio, con una vistosa fachada de ladrillo es sólido y merece ser conservado en el acerbo urbano de la ciudad. Recuerdo que el actual diputado del PP y ex alcalde de Guadalajara, Antonio Román, dijo que “lo tenía hablado” con el presidente de Correos, pero la iniciativa no ha despegado.

Edificio de la vieja Casa de Correos y Telégrafos, en teniente Figueroa. Pertenece al organismo autónomo de Correos, lleva años cerrado y todavía no ha entrado en proceso de ruina, pero acabará llegando. Foto:GUDiario.

El otro edificio es la sede de los antiguos Juzgados de Guadalajara y que en un primer uso fue de la antigua Organización Sindical, pero llegó la democracia, los sindicatos verticales desaparecieron, y se estrenó como edificio para la judicatura. Ahora, los Juzgados se han trasladado al nuevo edificio junto al GEO y la administración del Estado no lo ha dado ninguna utilidad, aunque inicialmente se dijo que podría haber servido para Subdelegación del Gobierno, que ahora está de alquiler (?) por Aguas Vivas mientras se ejecutan las obras en el inmueble del antiguo Gobierno Civil.

Ambos inmuebles tienen una dotación como uso administrativo, pero ninguno de ellos ofrece interés alguno para la administración del Estado. Así que cualquier salida llevaría consigo un acuerdo con el Ayuntamiento para que lo declarara uso residencial. Caso contrario, llevaría a un irremediable proceso de ruina, previo a la vandalización de ambos inmuebles. Esa es la realidad que les espera.

Sede de los antiguos Juzgados de Guadalajara. Ahora, los Juzgados se han trasladado al nuevo edificio junto al GEO y la administración del Estado no lo ha dado ninguna utilidad, aunque inicialmente se dijo que podría servir para acoger la Subdelegación del Gobierno. Foto: GUDiario.

Administración del Estado y Ayuntamiento deben ganarse el sueldo y evitarlo, y las oportunidades las pintan calvas. Guadalajara necesita imperiosamente vivienda para jóvenes y máxime cuando se va a inaugurar en los próximos años un nuevo Campus Universitario en las Cristinas. ¿Dónde van a vivir esos jóvenes? Uno de esos edificios podría convertirse en residencia de estudiantes, con la colaboración de la Universidad de Alcalá, la Junta de Comunidades y el Ayuntamiento. Dejando el otro para vivienda protegida de iniciativa público-privada que ayudara a cubrir el déficit residencial actualmente existente en el casco. Les invito a leer este artículo publicado recientemente en Guadalajara Diario en el que constructores y arquitectos describen un panorama bastante inquietante de una ciudad, que está entre las primera de España en cuanto a expectativas de crecimiento demográfico, por la inmigración, pero que actualmente se distingue porque no hay suelo para construir, ni mano de obra suficiente porque la que había se está pasando a la logística. Deficiencias de nuestro precario y obsoleto mercado de trabajo. Ante este panorama, dejar que estos dos edificios singulares entren en un proceso de ruina con la necesidad de vivienda nueva que hay en el casco histórico, sería un fracaso que Guadalajara no se lo puede permitir. Pero esto es lo que hay.    

La Amnistía, una broma comparada con esto

La Ley de Amnistía que el gobierno de Sánchez aprobó para asegurarse el apoyo de los separatistas catalanes a su investidura, generó tensiones en la familia socialista fuera de Cataluña, País Vasco y Navarra (Page anunció que lo va a recurrir al Constitucional, como lo han hecho otras comunidades, pero estas del PP) aunque nada del conflicto desencadenado por la Amnistía sería comparable a la que se podría liar en comunidades como Castilla-La Mancha y otras desheredadas del sistema de financiación autonómica, si Sánchez se pliega a las condiciones que le quiere imponer ERC para apoyar la investidura de Salvador Illa a la Presidencia  de la Generalitat.

Lo de la Amnistía pertenece al mundo de los valores democráticos, la ética y la pretendida igualdad entre los españoles, es decir pura filosofía para Pumpido y los inventores del derecho creativo, pero las demandas del separatismo catalán presentadas a Sánchez en este punto afectan de lleno a las cosas de comer de las autonomías y ya sabemos que con el pan no se juega. Así, conocemos por la actual líder de ERC, la fugada Marta Rovira, que conseguir un concierto económico similar al vasco o al navarro “no es un capricho sino una necesidad” para Cataluña, por lo que lo puso como primer punto de la negociación con el Gobierno, no el derecho de autodeterminación (que relega al segundo lugar) ya que lo que toca ahora es salir de “un régimen común que lastra a Cataluña”, sentenciando: “Es una cuestión de voluntad política”. El reto para Sánchez es mayor que el que tuvo que afrontar con el trágala de la Amnistía, porque como le ha avisado todo el mundo un concierto económico para Cataluña, por su peso tres veces superior al País Vasco, significaría la quiebra del sistema de financiación Autonómica y un golpe mortal al Estado de las Autonomías previsto por la Constitución. Un sistema que en la actualidad tiene a cuatro autonomías infrafinanciadas (Castilla-La Mancha, Comunidad Valenciana, Murcia y Andalucía) y que les ha llevado a tener que engordar la deuda para poder costear sus necesidades. Es cierto que Cataluña tiene una deuda de 87.253 millones (el 31,10% del PIB), porque financia servicios que no tienen otras comunidades (por no hablar de extravagancias como las embajadas, una televisión pública con media docena de canales o la promoción de la lengua catalana en el sur de Francia), pero todavía es más sangrante que autonomías que no se permiten esos lujos estén endeudadas hasta el cuello para poder pagar su sanidad o la educación. Castilla-La Mancha, con una deuda de 16.163 millones (un 31% del PIB) sufre un sistema de financiación que no contempla la España vaciada y sus mayores gastos para poder cubrir un territorio despoblado, por lo que Page ya ha advertido que eso de la financiación singular “sería un precio demasiado caro por mantener un puesto”.  Ni que decir tiene qué podrían decir regiones como la Comunidad Valenciana (con un 42% de deuda sobre el PIB), si la solución para los problemas de Illa y Sánchez es retirar a Cataluña del sistema de financiación común. O qué podría responder Madrid (con apenas un 12% de deuda) y que se convertiría en la gran financiadora del sistema.

No, se ponga como se ponga Sánchez, un concierto económico con Cataluña sería peor para España que la independencia misma de aquella región; y como Rovira, Puigdemont y toda la tropa saben, por eso, ahora, la prioridad no es seguir con el Procés, sino lograr de Sánchez una financiación “singular”; o lo que es sencilla y llanamente: “la búsqueda de privilegios y cualquiera que sea progresista tiene que luchar contra los privilegios, no ampararlos”, por emplear las palabras que dijo Page.

Sánchez no va a tener más remedio que parar, aquí y ahora, porque esta vez no le van a dejar las Autonomías no “singulares” ir más allá; y si ello significa que hay que ir a elecciones en Cataluña y Generales en el resto de España, no le quedan más cartas en la manga. Pues esto es lo que hay. Viene un otoño más que caliente.  

En la foto, Page y Sánchez, juntos pero no revueltos, en la inauguración del hub logístico en Albacete. A la derecha, con chaqueta roja, la delegada del Gobierno en Castilla-La Mancha, Milagros Tolón, que muchos consideran la alternativa sanchista para el PSOE regional. Foto: JJCCM.

P.D. Me alegra comprobar que Page se ha puesto las pilas en este asunto y sea claro al reivindicar no solo una nueva financiación autonómica que no perjudique a su comunidad, sino que además pida que «se incluya al PP y a todas las administraciones posibles». Pero tal vez lo más importante es que lo ha hecho en un acto celebrado en Albacete con Sánchez delante, quien a estas alturas debe decidir si acepta el chantaje de los separatistas catalanes para seguir en La Moncloa, quienes le reclaman sacar a Cataluña de la financiación común y dotarla de un concierto económico «singular». Es inaceptable que la finaciación sea la moneda de cambio con la que se pretende atraer el respaldo del independentismo al Gobierno central, dijo Page ante la cara de Sánchez, recordándole que «las cuentas nacionales del país sólo pueden hacerse en términos nacionales, porque la riqueza es imposible trocearla».
Sánchez, que parece está moviendo los hilos por si tiene que poner un candidato afín en el próximo Congreso del PSOE de Castilla-La Mancha (Page no ha confirmado si se presentará), no hizo ninguna alusión al respecto y se limitó a saludar cordialmente al presidente castellano-manchego para la foto.

Un gran desafío para la Guadalajara que viene

La provincia de Guadalajara afronta un inmenso desafío para el segundo cuarto de siglo que está a punto de iniciarse. Las estimaciones del INE sobre crecimiento de la población (2024-2039) nos devela que Guadalajara estará entre las cinco provincias de España con mayor crecimiento, siendo el suyo el más alto de Castilla-La Mancha, ligeramente por encima de Toledo; mientras que el resto de la región se mueven muy poco hacia arriba.  Todo esto es debido a que Madrid actúa como locomotora del crecimiento y son las provincias de su entorno las que más se benefician de ello. El mapa de España presenta una proyección de población muy desigual. Se aprecia claramente que todo el corredor costero que va desde Gerona hasta Málaga (se frena en Cádiz)  apunta a un alto crecimiento poblacional, mientras que en el interior solo resiste  con nota Madrid y su área de influencia; y un poco Zaragoza y las capitales vasco-navarras. Extremadura, noroeste de Castilla y León, Asturias y Lugo presentan una preocupante decadencia, con saldos negativos.

Gráfico elaborado por PORCENTUAL

En lo tocante a Guadalajara, hasta 2039 podríamos crecer en torno al 25%, empujados por esa cercanía a Madrid, que es buena en términos de dinamización de la economía pero que plantea también sus problemas. Así sucede con la vivienda, porque son cada vez más los madrileños que allí laboran y que tienen su domicilio en Guadalajara, atraídos por sus mejores precios. Solo hay que pasarse por las inmobiliarias para comprobar que la oferta de vivienda está en retroceso, tanto en venta como en alquiler, mientras que la demanda va en aumento por parte de esos nuevos vecinos que llegan a la provincia. Asuntos como el nuevo Plan de Urbanismo de Guadalajara, que debería haberse iniciado en la legislatura anterior, no se pueden retrasar por más tiempo, porque estamos hablando de unos trámites que durarán dos mandatos municipales; y requieren tanto de prolijos estudios técnicos como de la participación ciudadana. Y habrá que abordar muchas cosas, por ejemplo:  ¿Es inevitable que una vez que la expansión ha llegado hasta las puertas de Taracena, por la Ronda Norte, no habrá más remedio que habilitar también para usos residenciales el margen derecho de la A-2, desde el Ferial Plaza hasta más allá del Hospital,  e integrar este nudo de comunicaciones en la ciudad, como ha hecho Alcalá de Henares saltando la A-2 hacia los Espartales? Por algún despacho ministerial estará el proyecto de la variante de la A-2 para salvar Guadalajara, que un gobierno como este, poco amigo de las infraestructuras, difícilmente acometerá.

 Después de que la ciudad ha consumido los nuevos desarrollos que el primer ayuntamiento democrático de Javier Irízar inició con Aguas Vivas, nos llega otra época en que el municipio necesita viajar con luces largas y no solo preocuparse de la gestión diaria. Es el reto del actual ayuntamiento.

Es extraordinariamente importante subrayar que esas previsiones de crecimiento que el INE adjudica a la provincia de Guadalajara (en 2028 pasaremos la barrera de los 300.000 vecinos y se ganará un 21,7% de población) no descansa sobre su población nativa (los de Guadalajara de toda la vida han decidido no tener apenas descendencia) sino en el aporte de la inmigración, que en Guadalajara será mayor a la media española. En 2024, los residentes extranjeros son el 20% de la población total (en España es el 18,1%) pero este porcentaje aumentará de forma exponencial hasta llegar al 30,3% en 2039, uno de los índices más altos de toda Europa y que supera a los de países, como Francia, con una larga tradición de acogida de inmigrantes. Lo positivo para nuestra economía es que entre esa inmigración hay un alto porcentaje del tramo de edades laboralmente activas (entre 25-44 años), lo que asegura un crecimiento sostenible y una mano de obra que no tendrán otros territorios. En ese escenario crecerá el PIB provincial y el consumo, lo que redundará positivamente en el comercio y los servicios. Eso sí, siempre que esos inmigrantes puedan trabajar legalmente y aportar con su trabajo a la sociedad de acogida, porque si ese flujo migratorio no va acompañado de una incorporación al mercado de trabajo, tendremos un problema social muy importante. Ese es el gran desafío para la Guadalajara que viene, aunque no el único. Los nuevos vecinos se incorporan a una sociedad europea que tiene unos valores democráticos y una libertad personal a preservar más allá de cualquier creencia religiosa o de costumbres. Sin integración habrá conflicto.

Por último, la sociedad que viene, que ya está aquí, plantea la necesidad de establecer una discusión pública sin prejuicios sobre las implicaciones a largo plazo para las sociedades envejecidas en términos de integración, ajuste del mercado laboral y poder mantener la protección social. Esto es lo que hay; y esto lo que habrá. La cifra de inmigración en Guadalajara se mantendrá, según los cálculos del INE, por encima de los 5.000 inmigrantes hasta el año 2030. Después iniciará un leve descenso.

10 años cumpliendo con su trabajo; ni más, ni menos

Este miércoles 19 de junio se cumple el 10º Aniversario del reinado de Felipe VI. Y lo mejor que se puede decir de él es que los ha cumplido con estricto cumplimiento de sus obligaciones institucionales; ni más, ni menos.

No fue fácil el acceso al trono de Felipe VI porque su proclamación fue adelantada inteligentemente, con el consenso de los dos principales partidos (¡no quiero pensar cómo habría acabado la misma historia de producirse, ahora, con el país polarizado y dividido por un muro!) tras el desbarre de su predecesor en su vida privada. El nuevo rey no solo no lo ocultó sino que lo puso sobre la mesa, aludiendo a que “los principios morales y éticos nos obligan a todos sin excepción; y están por encima de cualquier consideración, de la naturaleza que sea, incluso de las personas o familiares”.  

Foto: Casa Real.

En este sentido, Felipe VI ha contribuido a consolidar una institución que pasaba tal vez su peor crisis en un país que no es Gran Bretaña y lo hizo sabiendo que su legitimidad se imbrica directamente en la Constitución de la democracia: “Nuestra Constitución es la culminación de un proceso que supone el mayor éxito político de la España contemporánea”. El Rey siempre ha sido leal a la Constitución y el más destacado servidor de ella, porque cuando fue necesario, como hizo su padre Juan Carlos aquel 23-F de 1981, salió en su defensa para evitar que fuera derogada ilegalmente. “Desde hace ya tiempo, determinadas autoridades de Cataluña, de una manera reiterada, consciente y deliberada, han venido incumpliendo la Constitución y su Estatuto”. En esos días críticos, Felipe VI fue el principal soporte de la Constitución y dio un paso más: supo liderar moralmente a la Nación con una energía y claridad a la que no llegaron el presidente del Gobierno (Mariano Rajoy) o el jefe de la oposición (Pedro Sánchez). Por tanto, no son gratuitos los desaires que ha sufrido desde entonces por las autoridades separatistas y sus tontos útiles cuando acude en visita oficial a Cataluña. El independentismo tiene muy claro que la Corona representa como ninguna otra institución la unidad de España, y que sin ella sus objetivos políticos son más fáciles de lograr. Por tanto, no esperen de ellos en este aniversario más que algún rebuzno, ahora que desde Frankenstein quieren iniciar un proceso confederal en la financiación de alguna Autonomía «singular», como paso previo a los referéndums de autodeterminación, se llamen como se llamen.

Felipe VI ha sabido asimilar con inteligencia los grandes retos por los que pasa España y lo demuestra cada vez que tiene ocasión, como en el último mensaje de Navidad en que llamó al pueblo español a “evitar que nunca el germen de la discordia se instale entre nosotros….Porque no nos lo podemos permitir”. El monarca sí ha estudiado nuestra historia, al contrario de otros que desoyen a Ruiz de Santayana quien nos advierte que “el hombre que no conoce su historia está condenado a repetirla”.  

Esto es lo que hay. El reinado de Felipe VI alcanza su 10º Aniversario, en los que el monarca ha cumplido con éxito su trabajo: ni más, ni menos. Ojalá que todos pudieran decir lo mismo.

Las Europeas a pie de tierra

Mi principal conclusión de estas elecciones Europeas celebradas en España es que se habló muy poco de Europa y demasiado de política nacional. Así, podemos decir que el PP de Feijóo cumplió parcialmente con el objetivo de ganar de nuevo al PSOE de Sánchez, y por más diferencia (2 escaños y 4,2 puntos), aunque el éxito no es completo porque hace pocos meses la distancia del PP estaba entorno a los 10 puntos y de haberla mantenido podría haber reclamado un adelanto electoral. Por su parte, Sánchez vuelve a perder ante el PP, pero se agarra a un suelo del 30,2%, pero eso no le dió para haber salido con Begoña al balcón de Ferraz.  Vox amplía su fuerza electoral, aunque no llega a los porcentajes de la derecha extrema en Alemania, Francia o Italia.

Europa: clara victoria del democristiano Partido Popular Europeo con 185 escaños, de los que el PP aporta 22, lo que aumentará la influencia en su grupo. El partido de Von der Leyen, la presidenta del Consejo, que repetirá, tendrá que pactar con socialistas (137 escaños) y liberales (80) para no caer en manos de la extrema derecha, que multiplica su influencia, pero todavía no es decisoria. Un motivo de reflexión para conservadores y liberales, que deben afinar sus políticas o en las siguientes elecciones perderán el liderazgo de la Unión ante los euroescépticos. A destacar el primer puesto de la derecha ultranacionalista de Le Pen, en Francia, que ha obligado a Macron a convocar elecciones anticipadas a la Asamblea Francesa, después de ser doblado en votos por el candidato ultra. En Alemania es sonrojante que los extremistas de AfD superen en votos a los socialdemócratas del canciller Scholtz. Esto viene bien al PSOE, en clave interna, porque a pesar de no ganar en España obtiene un buen resultado entre la socialdemocracia europea, que está de capa caída. Conclusión: las fuerzas europeístas resisten el embate de la derecha euroescéptica, que ha cambiado de estrategia. Ya no pide salir de Europa y se conforma con frenar el poder de su Comisión y del Parlamento Europeo, en beneficio de los estados miembros. Es decir: para atrás como el cangrejo.

España: el PP de Feijóo amplía su fuerza electoral al reducir 14,05 puntos con el PSOE sobre las últimas Europeas, aunque la mejora sobre las Generales de Julio es menor: apenas 1 punto.  La principal conclusión es que el crecimiento del PP es hacia el centro y todavía tiene posibilidad de cierta mejora, mientras que el PSOE de Sánchez ha logrado captar el electorado más a la izquierda, pero a costa de dejar en las raspas a Sumar y Podemos, que están en caída libre y nunca le van a aportar a este PSOE una mayoría de gobierno de izquierdas. El PSOE solo es el partido más votado en Barcelona, Tarragona, Navarra, Álava y Vizcaya, donde se ha convertido en un partido cuasi nacionalista, pero a costa de que perder a chorros votos en el resto de España: el PP ha teñido de azul el mapa. No sería extraño que Sánchez convoque elecciones, si le sale mal la investidura de Salvador Illa a quien no puede relegar a un papel residual después de ganar las elecciones. Los tres diputados del partido gamberro de Alvise Pérez (no tiene ni programa) son un voto de protesta de los que piensan que los partidos tradicionales están a lo suyo, a trincar,  y no les representan. Algo parecido pasó con Ruiz Mateos en 1987 y luego no tuvo más trascendencia.

Castilla-La Mancha: El PP ha ganado en las cinco provincias de la comunidad autónoma y en todas ha superado el 40% de los apoyos de los electores, excepto en Guadalajara donde ha conseguido el 37,18% de los votos. Los populares de Lucas Castillo tendrán que analizarlo con detalle, aunque no parece ajeno a que Vox sigue creciendo en la provincia, para desgracia del PP que no consigue capitalizar el voto útil. Estos resultados demuestran que el PSOE retiene Castilla-La Mancha gracias a la política centrista de Emiliano García-Page en la que se ven reflejados electores que no se terminan de reconocer en el candidato popular, Paco Núñez. Los resultados refuerzan a Page frente a los desbarres de Pedro Sánchez con los separatistas, que en Castilla-La Mancha tienen mala venta.

Guadalajara: El PP da la vuelta a los resultados de 2019, donde el PSOE les arrebató su condición de primera fuerza. Los populares crecen 13,25 puntos sobre las últimas Europeas, pero solo 0.8 sobre las Generales. Los socialistas pierden 6,57 puntos sobre las Europeas y 3.38 puntos en comparación con las Generales, lo que denota un descenso de las expectativas de voto para este partido. Vox sigue creciendo 3,53 puntos y ha reunido el 14,45% de los sufragios, y eso que no ha logrado movilizar a todo su electorado potencial, como lo prueba que en la comparación con las Generales (su techo con el 19,25%) pierde 4,8 puntos. Sumar (4,14%) y Podemos (3,11%) caen en picado hasta el punto de que han sido rebasados por el partido ultrapopulista de derechas La Fiesta, que ha sumado nada menos que 6.750 apoyos en Guadalajara (más de uno habría ido a Vox), lo que equivale al 6,52% de los votos. Para que la política institucional se lo haga mirar. Al PP le ha salido más competencia con la Fiesta, aunque su victoria es rotunda en nuestra provincia: ha ganado en 28 municipios mayores de mil habitantes y el PSOE es primera fuerza en 6: Azuqueca, Fontanar, Marchamalo, Molina de Aragón, El Pozo de Guadalajara y Trijueque.

Capital: Mientras el PSOE resiste en su feudo de Azuqueca, se desfonda en la capital si lo comparamos con las Europeas de 2019, porque los socialistas pierden 15 puntos. En la comparativa con las Generales, el progreso del PP es más modesto, apenas 1 punto: del 39,64% de los votos al 40,71%. Los socialistas tuvieron el 33,76% en las Generales y en las Europeas bajan hasta el 29,06, lo que parece una tendencia a la baja. Vox es la tercera fuerza, a pesar de que caen 3 puntos sobre las Generales en las que el partido de Abascal sumó 16,95% y ahora solo el 13,16%. Y Sumar cada vez suma menos: baja del 7,57% al 3,70%. Con estos resultados la composición del Ayuntamiento de la capital sería muy parecida a la actual. Un total de 1.986 electores (el 5,67%) se apuntaron en la capital a la Fiesta de Alvise Pérez, que se convierte así en la cuarta fuerza de Guadalajara. También para hacérselo mirar. Pero esto es lo que hay.

Unas elecciones más importantes de lo que parecen

El domingo 9 de junio se celebran las elecciones al Parlamento Europeo para elegir a 720 diputados, 15 más que en las anteriores elecciones europeas. El Brexit ha liberado los diputados que se asignaban al Reino Unido y que pasarán a engrosar la cuota del resto de países. España es el cuarto estado que más representantes elige: un total de 76.

Tradicionalmente ha habido despreocupación sobre estas elecciones, también en España. Se han celebrado 8 y en tres ocasiones fueron convocadas en solitario. En todas ellas la participación cayó por debajo del 50%, un 10% menos que en 2019 cuando coincidieron con las municipales y autonómicas.

Con todos sus defectos, la historia de la Unión Europea se ha correspondido con un ciclo virtuoso de Europa. Compuesta por 27 miembros desde la entrada en vigor del Tratado de Maastrich en 1993, ha respondido al primer objetivo de sus padres fundadores, los alemanes Shuman y Adenauer, que al finalizar la II Guerra Mundial entendieron que la mejor forma de luchar contra el ultranacionalismo, que está en el origen de las dos guerras mundiales, era crear un espacio económico común en el que se conciliaran los intereses de todos los estados y frenara cualquier disputa territorial. Pero ese primitivo Mercado Común fue también un compromiso con la democracia liberal, la separación de poderes  y el Estado de Derecho, que se ha ido reglamentando con las incorporaciones de nuevos miembros y que a su vez debían participar de esos valores democráticos desarrollados por la jurisprudencia europea. Todo ello ha contribuido a que el continente europeo haya conocido el periodo más largo de su historia contemporánea y el de mayor estabilidad económica. Solo voy a poner un ejemplo: piensen lo que habría sido de un país como España en 2020 cuando por la pandemia vio como caía su PIB un 11,3% anual, el mayor desplome de toda la UE por la estructura de nuestro sector productivo. Habríamos asistido a sucesivas devaluaciones de la moneda y problemas financieros en nuestro sistema bancario – sin auxilio del Banco Central Europeo-, que podría haber acabado con la democracia española, como la hiperinflación de la República de Weimar alentó el desarrollo del nacionalsocialismo en Alemania.

Foto: Parlamento Europeo

Europa supo actuar como escudo ante la crisis y conviene recordarlo cuando desde los extremos se cuestionan principios básicos de la Unión y como alternativa se proponen recetas populistas y demagógicas envueltas en el rancio nacionalismo que nos llevó al desastre en los años treinta. Cierto es que la UE tiene grandes desafíos por delante y que el desacierto en el enfoque de algunas de sus políticas -estoy pensando en la inmigración ilegal, el incierto futuro de los jóvenes, el campo y el medio rural, la vivienda y el urbanismo o el fundamentalismo woke a la hora de abordar el cambio climático y la Agenda 2030- están dando munición a la extrema derecha euroescéptica que, de llegar a triunfar en Alemania o Francia, pondría en aprietos el progreso de la Unión: y riesgo hay en estas elecciones.

Pero esta vez Europa se juega algo más que en elecciones anteriores. Porque la invasión de Ucrania por la Rusia imperial de Putin es una amenaza para la Europa libre, porque “no hacer nada no es una opción; Ucrania no puede perder esta guerra y la UE no puede mirar hacia otro lado”, como dice el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Estamos ante un gran desafío en medio de un caos geopolítico global, que a buen seguro exigirá una nueva ampliación para acabar de unificar Europa. Y los euroescépticos nunca lo harán.

El mundo está pasando de un sistema con una hiperpotencia a otro multipolar, con China como nueva potencia, y en el que Europa necesitará un encaje especial y aprender a volar sola, especialmente en lo militar. Una más que probable victoria de Trump ante la decadencia del candidato demócrata nos va a dejar una América menos trasversal y más aislada en lo político y económico,  que ya no estará por la labor de defender la libertad en Europa ante la agresión rusa. (Pocas cosas me han impresionado más que la visita al cementerio militar de Omaha junto a las playas de Normandía; y lo que ello significó. De esa gesta se cumple esta semana 80 años cuando miles de jovenes americanos desembarcaron para liberar a los europeos de la peste nacionalista, en afortunada expresión de Jorge Bustos. Pagaron un alto precio por ello y no puede ser en vano).

Los gestores habituales de la Unión Europea, conservadores, liberales y socialdemócratas, que han sido los ganadores históricos de las elecciones, van a tener esta vez más competencia, porque el populismo se ha aprovechado de los errores antes apuntados para meter su cuña ultranacionalista y euroescéptica. Y  en la medida de que esa cuña sea más grande más posibilidad hay de que la toxicidad avance en las instituciones europeas poniendo en jaque a las políticas de cohesión -como sucede en España con los nacionalistas-  de las que hemos podido disfrutar en Europa. Los mayores recuerdan cómo era España en 1986, cuando ingresamos en la UE. Pero Europa ha seguido haciendo ese trabajo solidario y que ha permitido que la renta per cápita de los países que participaron en la última ampliación, en 2004, haya pasado del 55% del PIB europeo al 80%. Un avance que sería incompatible con los que en naciones como España se quieren bajar de las políticas de solidaridad y cohesión, para lo que demandan un régimen fiscal especial.

Pero siendo todo lo anterior lo más importante, cada elección Europea es un test para la política interior de los estados miembros, por lo que cada elector tiene también que tener esto en cuenta. Esto es lo que hay, pero esas cuentas en clave nacional, local y regional las echaremos en el próximo post.

¿Y el Madrid qué; otra vez campeón de Europa?

Se cumplen 30 años del famoso anuncio de Mitsubishi Montero en la sierra del Ocejón. La historia la ha contado muy bien Rafael Fernández en este digital, así como la secuela que inteligentemente hizo de ella el único hipermercado que había entonces en Guadalajara. «Gelco, lo nuestro», ¿se acuerdan?

El anuncio de la agencia de publicidad Alta Definición lo tenía todo. Menos el actor que debía interpretar al lugareño que intentaba conversar en vano con un tipo llegado de la ciudad a un pueblo remoto en el que se había parado el tiempo. Mientras comía compulsivamente unas judías de toda la vida, el paisano le preguntaba por personajes del momento como Ruiz Mateos, el ministro de Economía Miguel Boyer ( ¡que te pego, leche!)e Isabel Preisler y remataba con la pregunta sobre lo que opinaría Franco -fallecido hace 19 años, entonces- sobre aquel revoltijo. El diálogo terminaba con la pregunta:¿Y el Madrid qué; otra vez campeón de Europa? Y ante la negativa del urbanita devora judías, el lugareño se extrañaba:”¿no?”, llegando a la conclusión de que grandes cambios se habían producido en España, sin él saberlo,  porque el Madrid parece que no era ya campeón de Europa.

El lugareño era el abuelo Jesús –Jesús García Velasco– que se convirtió en actor de pura casualidad. El abuelo Jesús había sido contratado por la productora para llevar sus cabras hasta una taina de pizarra negra que estaba en el camino del puerto de La Quesera. Durante el anuncio debían aparecer las cabras en escena y si era posible alguna de ellas subiéndose al tejado de pizarra. El abuelo hizo su trabajo una y otra vez hasta el aburrimiento, pero al director del anuncio no acababa de convencerle el actor profesional que hacía de pastor y pretendía hablar con el viajero que se atrevía a llegar-con un Mitsubishi Montero, claro- hasta aquel recóndito lugar. El abuelo había destacado durante el rodaje por su gracejo y la voz aflautada, así que el director le preguntó si sería capaz de repetir el diálogo que había escuchado repetidamente durante el rodaje. Y el abuelo Jesús le contestó que sí. Apenas les costó varias tomas más y el anuncio se terminó con un actor improvisado, un cabrero de Majaelrayo, que interpretó su papel con una pasmosa naturalidad.  Todo un éxito para la productora y para la marca japonesa, que apenas salía junto a la taina al final del anuncio, como aparece en esta fotografía que yo recreé años después en el mismo lugar.

La taina donde se rodó el anuncio del Montero, en una recreación posterior. Foto: S. Barra

El abuelo Jesús no tenía ni idea de fútbol, un deporte que se practicaba en las ciudades y que en el mundo rural no existía -allí se jugaba al frontón y en Majaelrayo, como en la sierra del Ocejón, a los bolos castellanos, con una cancha que afortunadamente se conserva-; y apenas se seguía, porque la televisión -que daba partidos de Pascuas a Ramos- tardó en llegar a nuestras serranías. Pero eso no fue óbice para que el avispado locutor deportivo José Ramón de la Morena se empeñara en meterle en su programa nocturno, normalmente a deshoras, desde luego no para hablar de fútbol sino de las cosas de su pueblo y de la vida rural en general. A José Ramón, de corazón Atlético, le había hecho gracia el personaje del abuelo Jesús, él que presumía de ser de pueblo -aunque Brunete, comparado con Majaelrayo era Nueva York- y sospecho que algo de gracia le hacía también recordar que el Madrid ya no era campeón de Europa, porque llevaba 28 años fracasando en su empeño de reverdecer viejos laurales. Estas apariciones del abuelo Jesús en el programa de José Ramón fueron posibles gracias a la pericia de otro locutor de raza, Juan Solo, que se tenía que ir con la unidad móvil de la Ser para establecer la conexión, por carreteras a menudo salpicadas por la nieve y el hielo para apenas cinco minutos de intervención. Eran tiempos en los que no existían los quantum y había que sudar tinta china para tener un directo decente, como bien sabían los pioneros de la radio de Guadalajara que, para mí, siempre serán los mejores. Únicos.

 La última copa de Europa se ganó en 1966, con el Madrid ye-ye de Amancio, Pirri, Velázquez y compañía, en un equipo del que solo quedaba Paco Gento de aquel glorioso grupo que, comandado por Di Stéfano, ganó las primeras cinco copas de Europa entre 1956 y 1960. Al Madrid le tomó el relevo el gran Benfica de Eusebio (2 copas) y luego el gran Milán de Gianni Rivera (1) y el Inter de Helenio Herrera (2), hasta que de nuevo ese Madrid ye-ye formado solo por españoles lograba en 1966 levantar otra copa de Europa ante el Partizán. Fueron copas en blanco y negro, como se encargaba de recordar el antimadridismo sociológico,  y hasta tal punto estábamos obsesionados con la Copa de Europa que ya ni celebrábamos las 8 ligas que se consiguieron con Muñoz en la década de los sesenta o las 5 consecutivas que logró con la gorra la Quinta del Buitre, posiblemente el mejor equipo de españoles que yo he conocido, pero que no tuvo suerte en la copa de Europa y no pudo quitarse ese estigma. Cuando el gran Barcelona de Cruyff se llevó en los 90 cuatro ligas consecutivas nos dimos cuenta de nuestro error, producto de la mejor y peor virtud del madridismo: solo vale ganar y nos deprimimos con la derrota.

Esto es lo que hay. Vuelve a llegar la primavera, el olor del jazmín revienta entre las tapias y como ha ocurrido ocho veces desde 1997, con Florentino Pérez en la sala de máquinas, el Madrid vuelve a disputar, este sábado, en Wembley, una final de Copa de Europa.  Hasta entonces no podré contestar a la pregunta del abuelo Jesús sobre si el Madrid es otra vez campeón de Europa, porque con un alemán de por medio, mejor no fiarse. Pero seguro que lo va a pelear; hasta el final.     

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