El éxito de Unionistas de Salamanca Club de Fútbol en la Copa del Rey, ha puesto de actualidad a este curioso exponente de lo que podría definirse como Fútbol Popular y que alguna concomitancia tiene con nuestro Deportivo Guadalajara.
Unionistas nace en agosto de 2013 de la mano de siete socios de la Unión Deportiva Salamanca, el histórico equipo de la ciudad del Tormes y que los que peinamos canas lo recordamos jugando en la Primera División. Como otros equipos, el club se convirtió en Sociedad Anónima Deportiva (SAD) con la nueva legislación deportiva, pero la gestión de los sucesivos propietarios, entre ellos importantes empresarios de la ciudad, no tuvo éxito y cinco meses antes de la fundación de Unionistas, la UDS desaparece enterrada en deudas.
En Guadalajara, el camino fue distinto, pero no tan diferente. El histórico Club Deportivo Guadalajara -fundado en 1947- sobrevivió en un principio a su transformación en Sociedad Anónima de la mano de un histórico jugador y presidente, Juanjo Laso, que mantuvo las esencias alcarreñas mientras gestionó el club. Pero no se asentó con la propiedad y la ya SAD terminó por controlarla el grupo de empresas de un ex jugador y empresario de éxito, Germán Retuerta. Germán había subido como la espuma durante el periodo de la burbuja inmobiliaria con las ventas de piscinas para chalets y cayó con estrépito con la crisis financiera que afloró en 2008 tras el crash de Madoff y las hipotecas subprime, y que en España tuvo mayor incidencia porque la burbuja financiera era más grande que en otros países debido a un factor endógeno: el desplome de las cajas de ahorro, vinculadas al poder político. Hasta el crash, la gestión de Germán y su familia fue en líneas generales muy satisfactoria: el equipo subió a Segunda B, allí se consolidó y en el año 2011 ascendió a Segunda División tras una fase de ascenso heroica, dirigido por un gran Carlos Terrazas y tras ganar en Miranda de Ebro. Las dos temporadas en Segunda División forman parte del mayor éxito de la historia del club, hasta que todo se vino abajo con el descenso administrativo de 2013. Javier Tebas tenía ganas de sentar un precedente ante la huida hacia delante de algunos clubes y no encontró mejor chivo expiatorio que devolver al Guadalajara a Segunda B, por una fraudulenta ampliación de capital, tal y como ratificaron los tribunales. Germán acabó pagando con creces el error, pero es que además coincidió con el hundimiento de sus propias empresas, derivada de la crisis inmobiliaria y de la dificultad para ampliar el capital, que en esos años ya no ponía nadie. La peripecia en Segunda B comenzó bien, pues se jugó otra fase de ascenso en 2015, pero acabó en 2016 con el equipo dirigido por el exótico David Vidal en Tercera División; otra vez. Y de allí directo al concurso de acreedores (antes suspensión de pagos).
La UD Salamanca pasó por la misma peripecia y su SAD acabó liquidada por las deudas. Y de esos escombros surgió Unionistas, de la mano de esos antiguos socios de la UD, que solo tenían una cosa clara. En su capital no entraría nunca un fondo de inversión y para ello el club sería gestionado como los clubes anteriores a las SAD: un socio, un voto. Al no tener capital inicial, Unionistas empezó en la última división del fútbol provincial en 2014 y fue escalando categorías hasta terminar en 2021 en Primera RFEF (la tercera división del fútbol español), junto a equipos históricos como el Deportivo La Coruña o la Cultural Leonesa. Unionistas tiene en la actualidad 4.895 socios y no puede admitir más porque es la capacidad máxima del estadio municipal donde juegan, el Reina Sofía.
Mientras en Salamanca prefirieron empezar de cero, desde la tercera regional y enterrar la vieja UD, con todo el dolor que ello suponía, en Guadalajara optamos por mantener el nombre del Deportivo a toda costa, aunque fuera vendiendo su propiedad a oscuros fondos de inversión ajenos a esta provincia con tal de que estuvieran dispuestos a sacar a la SAD del concurso de acreedores y poner el capital suficiente para mantener al equipo, por lo menos en Tercera División. Era lo más heroico, pero también lo más complicado, seguro que más que la decisión de Unionistas de empezar sin deudas, aunque fuera en la Liga Provincial de Salamanca.
Hasta hace apenas unos días, creíamos que había merecido la pena salvar la marca Deportivo Guadalajara -aunque su histórico escudo de Alvarfáñez de Minaya se quedó por el camino, sin más explicaciones-; no en vano, con esta propiedad y el esfuerzo de la dirección deportiva que lidera Carlos Ávila, habían conseguido ascender al equipo a Segunda RFEF y se habían potenciado los equipos de cantera, masculinos y femeninos. Pero todo amenaza con venirse abajo desde que conocimos que la ministra de Seguridad de Argentina, Patricia Bullrich, citara expresamente a las dos empresas que tienen la mayoría del capital de la SAD deportivista, por estar supuestamente relacionadas con las operaciones de blanqueo de un cartel narco. Confieso que ese día sentí un escalofrío al leer Deportivo Guadalajara y en la misma línea al grupo narco conocido como Los Narigones; y de este impacto no saldrá la afición hasta que la justicia argentina no exonere a esas empresas por completo.
Mientras tanto, siento envidia de Unionistas, que hoy juega la Copa del Rey contra el Barcelona, y que serán todo lo modestos que ustedes quieran, pero sus 4.895 socios son plenamente soberanos del destino del club. Y por ello siento una sana envidia. Mientras tanto, el Deportivo no ha ganado un partido desde que se conoció la noticia de marras, y ya no es lo peor que haya que modificar objetivos y conformarnos con no descender, sino que esta historia judicial se acabe enredando y estemos como cuando esos siete socios de la UD Salamanca decidieron fundar Unionistas tras la liquidación por quiebra de su histórico club. Ojalá no lleguemos a eso, pero de momento esto es lo que hay.