Casado sorprende a casi todos

Entrevisto a José Ignacio Echániz, porque tengo interés de conocer de primera mano la opinión de una de las personas más cercanas al núcleo duro de Pablo Casado tras su campanazo en la moción de censura de Santiago Abascal. No en vano es su portavoz adjunto en el Congreso, nombrado tras la destitución de Cayetana Álvarez de Toledo,  y seguramente de los pocos que no estaría sorprendido por el vibrante discurso de su líder (el mejor que ha tenido el Partido Popular, me apunta) que le aleja de Vox en una decidida apuesta por ocupar el centro político. “España no se construye desde los extremos. Podemos y Vox han hecho de espejo.  Hay un hueco en el centro y es la apuesta de Casado”, me razona el diputado por Guadalajara, 40 años de militancia desde que presidió las Nuevas Generaciones cuando era concejal, y buen conocedor de la provincia aunque ahora resida en Madrid.  

Admite que en este viraje al centro a él no le importaría un proceso de confluencia con Ciudadanos, como el que hizo José María Aznar con los restos de AP y el clan democristiano de Óscar Alzaga, Luis de Grandes y compañía, porque fue decisivo para que  se pudiera ganar por primera vez a la izquierda. Para rebajar un poco el suflé, le recuerdo que con los números en la mano nada ha cambiado, comparte conmigo que Pedro Sánchez ha salido reforzado de la censura cuando pasaba por un momento muy difícil, y me da una respuesta inteligente: “No vamos a condicionar nuestra política de hoy en función de ese escenario posterior”.

José Ignacio Echániz

En ese sentido, Pablo Casado ha elegido para su desmarque con Vox el mejor momento posible: aunque comparte gobiernos con el partido de Abascal, quedan casi tres años para las elecciones autonómicas, y aunque a buen seguro Vox les mandará algún recadito para hacer notar su disgusto, lo que no van a hacer es poner una moción de censura para que gobierne un socialista. Así que por este lado, tranquilidad.  Ahora bien, a medida que se vayan acercando unas elecciones generales (yo las veo muy lejanas, Frankeintein resiste por conveniencia),  y según vengan las encuestas a lo mejor el centro-derecha tiene que decidir si quiere ser una alternativa real de Gobierno o se conforma con las gabelas de estar en la oposición, como le ocurrió al Partido Socialista tras perder a su líder histórico. También sucedía en Guadalajara hasta que la tortilla dio la vuelta por completo, y el PSOE no sólo se convertía en el partido hegemónico de la provincia sino que el PP pasaba a la tercera posición en las generales, superado por una derecha populista sin implantación en la provincia y con un candidato paraca al que no conoce nadie.  “Cosas veredes amigo Sancho  que faran fablar las piedras»,  más en estos tiempos en que  la ideología de algunos políticos se resumen en un tuit, y luego pasa lo que pasa, que les dan todo el tiempo del mundo para exponer su programa en el Congreso, y  se descubre que el candidato Abascal se descuelga con un mitin inasumible para alguien con pretensión de gobierno, que en su calentura cuestiona la esencia de la propia Unión Europea, esa misma que va a impedir que España caiga en default y vigila nuestras libertades ante cualquier tentación totalitaria, como se ha visto con la fallida reforma del Consejo General del Poder Judicial . Tuvo Abascal la oportunidad de hablar ante España y al final se creyó que todavía seguía en el mitin de Vistalegre.

Pero sí, este es el mismo partido que arrebató al PP el liderazgo de la derecha en las últimas elecciones Generales en Guadalajara, asunto que se tapó bien tapadito, porque entonces no tocaba, los congresos provinciales  se supone serán dentro de unos meses, y me razona que para entonces  defenderá  una candidatura renovada, pero de integración, que sea capaz de desarrollar las tareas del PP cara al futuro y de  recuperar electoral y socialmente la posición de liderazgo en la provincia de Guadalajara que siempre tuvo.

En eso está Echániz, que además me dejó claro que él no forma parte de  ninguna operación de sucesión de Guarinos, porque tiene otras ocupaciones junto a Casado en el Congreso, y porque “sinceramente creo que debe ser una persona de otra generación posterior a la mía”. Para tal misión cree que la cantera del PP de Guadalajara es buena y que hay muchos posibles candidatos. Yo le respondo que no veo tantos, pero le deseo que a él y a todos sus compañeros del partido Santa Lucía les conserve la vista cuando llegue ese momento, porque una derecha moderada es necesaria, con la socialdemocracia de siempre, para que España y Guadalajara no se fracturen todavía más y se busquen acuerdos trasversales en el momento más delicado desde la Transición. Él remacha que Casado está en esa línea, aunque no este PSOE de Sánchez. “El país solo avanza cuando se hacen pactos de carácter trasversal que afectan a cuestiones importantes.. Las cosas de comer, para entendernos. Son acuerdos que exigen mayorías superiores a los doscientos diputados y que solo se pueden hacer entre las dos fuerzas mayoritarias. Las pequeñas fuerzas te pueden ayudar a sacar una Ley, pero no son soporte para una legislatura”..

Lo dice el portavoz adjunto del PP en el Congreso. Y suena bien. Esto es lo que hay.

Montesquieu en la hoguera

Acabe mi último post con esta premonición al hilo de la deriva autoritaria que la pata populista del Gobierno está logrando extender sobre el ejecutivo de Sánchez: “Estos acabarán echando a la hoguera a Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, por ilustrado y liberal. Y no tardando”.    

Al día siguiente de publicar este post conocimos que los grupos Socialista y Podemos anunciaban la presentación de una proposición de Ley para cambiar el sistema de designación del órgano de Gobierno de los jueces, que a su vez es el que interviene en los nombramientos del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional. Los detalles los pueden encontrar en este fino artículo del abogado Javier de Irízar, así que me limitaré a señalar que lo que se pretende con esta maniobra  es cambiar la mayoría cualificada que hoy se emplea en la elección del citado Consejo por la mayoría simple. O dicho de otra manera: que el Poder Ejecutivo pueda controlar al Poder Judicial por una mayoría similar a la empleada para aprobar los cambios en el hábitat de la grulla en los parques nacionales. Teniendo en cuenta que el gobierno del Estado es elegido en segunda vuelta por mayoría simple, aunque sea en la actual versión Frankeintein, nos encontraríamos con que, en España, una frágil mayoría parlamentaria, como la actual, podría acabar okupando los tres poderes del Estado hasta quedar recudidos a las cenizas, como nuestro aristócrata ilustrado Charles Louis de Secondat. En Europa, están preocupados hasta el punto de que la portavoz del gobierno europeo hizo algo muy poco habitual: dar un toque público al gobierno español, como hizo anteriormente con los gobiernos populistas de Polonia y Hungría, por un asunto similar. Analicen cómo diascurre nuestra evolución: de estar con González y Kohl liderando la construcción de Europa a viajar en el vagón de cola entre los gobiernos sospechosos de adulterar  sus valores democráticos, que emanan precisamente de esa separación entre los tres poderes.    

Lo que se pretende con esta maniobra  es cambiar la mayoría cualificada que hoy se emplea en la elección del citado Consejo por la mayoría simple. O dicho de otra manera: que el Poder Ejecutivo pueda controlar al Poder Judicial por una mayoría similar a la empleada para aprobar los cambios en el hábitat de la grulla en los parques nacionales.

Pedro Sánchez y Pablo Iglesias.

La prensa nacional atribuye esta atrabiliaria idea al vicepresidente Pablo Iglesias, que a su vez convenció a Sánchez de que era ésta la única forma de acabar con el bloqueo en la elección de los vocales por parte del  PP. El filibusterismo no es nuevo en este proceso de elección, y de él también participó el grupo Socialista en la etapa de Rajoy. El PP alega que no está dispuesto a dar una cuota judicial a un partido antisistema, como es Podemos; y el asunto no es baladí, porque si metemos al populismo de izquierdas en el Consejo de los jueces, ¿por qué no hacerlo con el populismo de derechas, que a fin de cuentas tiene más diputados en la actual Cámara baja? No es baladí recordar que en la mayoría de las renovaciones los nacionalistas catalanes y vascos tuvieron también su cuota judicial, junto a populares y socialistas, y ¡vaya si lo sacaron provecho! En ese sentido, Podemos y Vox no harían sino pedir el mismo trato que los nacionalistas.

Por lo tanto, el bloqueo no es fácil de resolver, ciertamente. Una solución habría sido aceptar la propuesta de Ciudadanos y permitir que fueran los propios jueces los que eligieran el consejo y acabar con las cuotas judiciales.  

Así las cosas, la única fórmula no traumática y que no nos avergüence ante las democracias europeas es volver al espíritu de la Constitución; o como escribió Javier de Irízar en este diario: “Tal vez sería el momento de tener la grandeza de elegir a personas de gran prestigio e independencia aceptadas por todos, y abandonar el sistema de cuotas, pero por desgracia no parece ser la voluntad de nadie, ahora”.

¿No habría entre los miles de juristas españoles que podrían formar parte del Consejo  una docena de ellos, reconocidos por su prestigio profesional y su independencia, que pudieran hacer este trabajo a satisfacción de todos, como nos marca la Constitución?

La respuesta es evidente, sí los hay.

Claro está, si lo que queremos es que nada cambie, que todo siga, y que entre PSOE  y PP se repartan el gobierno de los jueces, con algún nacionalista como invitado a la mesa, el Gobierno tiene un problema más grande que un queso de Padania, porque las mayorías han cambiado y en esta política frentista, que se fomenta, nadie quiere llegar a acuerdos.

¿No habría entre los miles de juristas españoles que podrían formar parte del Consejo  una docena de ellos, reconocidos por su prestigio profesional y su independencia, que pudieran hacer este trabajo a satisfacción de todos, como nos marca la Constitución?

Lo que me parece  inaceptable es que ante el bloqueo,  la solución sea recortar todavía más la independencia del poder judicial y que se convierta en un apéndice del Ejecutivo. Como se preguntaba el diputado regional de Ciudadanos por Guadalajara, Alejandro Ruiz: “Qué van a hacer los dirigentes del PSOE y Podemos cuando no tengan la mayoría?, ¿o es que piensan que van a gobernar mil años». 

Mil años, no, ni lo logró la España imperial de Felipe II o la Unión Soviética. Pero algunos menos, sí. Es lo que sucede con las dictaduras, que no están sometidas a elecciones libres ni al control de un poder judicial independiente y así pueden durar años y años, como los Castro en Cuba, el gordito ese de los cohetes en Corea del Norte, o el tal Maduro en la arruinada Venezuela, de la que se ha convertido en presidente perpetuo tras liquidar la división de poderes y privatizar su policía y el ejército.

¡Menos mal que, en España, la pandemia y esta pulsión autoritaria que anida en el Gobierno nos ha cogido integrados en Europa! ¡La que se podría haber liado, otra vez!

La única solución: volver al espíritu de la Constitución y a sus consensos trasversales, también en la elección del Consejo del Poder Judicial, y apagar la pira en cuyo poste estos nuevos inquisidores de lo “progre” han atado al barón de  Montesquieu.

Esto es lo que hay, amigos.

El sainete de Madrid

Nos habían reclamado desde la Organización Mundial de la Salud «liderazgo, medidas claras y estudiar lo que está pasando» y estas dos primadonnas contrariadas que son Pedro Sánchez e Isabel Díaz Ayuso nos montan un sainete de Jardiel que ha acabado por volver loco al personal y ridiculizar la imagen del Estado Español ante nuestros socios comunitarios, que no olvidemos son los que van a poner los 140.000 millones del ala para impulsar la nueva economía.

A estas alturas cada vez hay más españoles que hemos perdido la capacidad de indignación ante el permanente espectáculo que nos está dando la peor y más sectaria generación de políticos desde la aprobación de la Constitución de 1978, esa que algunos quieren enterrar, y vamos directamente al diván del psiquiatra a reconocerlo: «doctor, yo es que ni me enfado, solo me deprimo ante lo que veo». Porque son ellos, los sánchez y las ayusos de las 17 taifas nacionales, los que tienen la misión no solo de gestionar las sucesivas olas que vengan del coronavirus hasta que haya una vacuna efectiva, sino también sacarnos de la peor situación económica de toda la UE, a la que su mala gestión nos ha conducido. ¿No es para deprimirse?

Es de sainete: Sánchez fue avisado por numerosos juristas de que la restricción de movilidad es un derecho fundamental que solo puede ser restringido por el estado de Alarma, y con Ayuso se produjo la gran paradoja: cuando el Tribunal Superior Madrileño le dio la razón, no había posibilidad de confinamiento, al minuto tuvo que salir pidiendo a los madrileños ¡que no se fueran de puente el Fin de Semana!

¿Y cómo reacciona el pueblo soberano ante la confusión que crean nuestros gobernantes? Pues no haciéndolos caso, ni cuanto aparentemente dicen cosas que parecen sensatas. Solo hay que ver cómo están los pueblos de la provincia en este fin de semana para sospechar que todos los madrileños y oriundos que la abarrotan no pueden proceder solo de los municipios no confinados en la vecina comunidad. Han perdido la autoridad, porque como nos enseña el derecho romano: solo ostenta la auctoritas aquella personalidad o institución, que tiene capacidad moral para emitir una opinión cualificada sobre una decisión.

Pedro Sánchez e Iasabel Ayuso/ EFE.

Sánchez y Ayuso escenificaron, rodeados de banderas, una especie de tratado de  Brétigny, ese pacto entre reyes  para permitir una tregua de nueve años en la Guerra de los Cien Años, pero en contra de lo que sucedió entonces  con Eduardo III de Inglaterra y Juan III de Francia no estalló la paz y con ella un periodo de  reconstrucción europea. Nuestros susodichos no fueron capaces de acordar unos criterios comunes y todo han sido reproches. El señor de La Moncloa ha proclamado, él que no recomendó el uso de la mascarilla hasta que estábamos de virus hasta las orejas, que no podían quedarse «de brazos cruzados» ante la situación «preocupante» en la región; y la Princesa del castillo, ¡horror!, que tenemos un problema jurídico como un queso de bola y esto es un lío de muerte. Es de sainete: Sánchez fue avisado por numerosos juristas de que la restricción de movilidad es un derecho fundamental que solo puede ser restringido por el estado de Alarma, pero lo ignoró paladinamente; y Ayuso centró todo el debate en lo jurídico, como si estuviera en unos juegos de debate de la Facultad de Derecho, con lo que se produjo la gran paradoja: cuando el Tribunal Superior Madrileño le dio la razón, no había posibilidad de confinamiento, al minuto tuvo que salir pidiendo a los madrileños ¡que no se tomaran el puente del Pilar y se quedaran en casa! ¿Pero estos se llaman políticos? En la antigua Grecia les habrían mandado el copón con la cicuta.

Ante la falta de ese liderazgo y medidas claras que nos reclaman desde la OMS, hemos judicializado la pandemia, y eso es un fracaso de la Política. Amén de una ralentización de sus decisiones. La Sección Primera de la Sala Contencioso-administrativo del Tribunal Superior de Justicia de Aragón ha dictaminado que no se autoriza el confinamiento perimetral en la localidad zaragozana de La Almunia de Goña Godina para frenar la expansión de la covid-19 por un argumento similar. Y los jueces se han visto obligados a puntualizar que no están diciendo -expresan en su auto- que la gravedad de la crisis no pueda justificar la adopción de esta u otra medida igualmente grave, «como tampoco tenemos motivos para cuestionar, objetivamente, la oportunidad o incluso la necesidad de la medida en un momento». Pero lo que no entienden  los miembros de la Sala es que la medida «tenga acomodo en el régimen normativo ordinario de sanidad y salud públicas al día de hoy», una «seria duda», que reconocen, les obliga a descartar la cobertura legal del confinamiento solicitado por el Ejecutivo aragonés.

Ante la falta de ese liderazgo y medidas claras que nos reclaman desde la OMS, hemos judicializado la pandemia, y eso es un fracaso de la Política. Amén de una ralentización de sus decisiones.

Eso es lo que pasa cuando los consensos mínimos, como sería actuar frente a una pandemia, decaen ante la lucha partidista y los políticos se olvidan que cualquier medida en una democracia debe estar ajustada a Derecho. ¡Pero qué nos podemos esperar de un gobierno en el que un vicepresidente populista y su entorno arremete sin piedad contra un juez tan acreditado como García-Castellón, porque le ha pedido al Supremo que se le investigue, y vea en ello ¡hasta una conspiración de la judicatura contra el Gobierno de España!

Estos acabarán echando a la hoguera a Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu, por ilustrado y liberal. Y no tardando.  

Un puñetero gobierno de taifas

Una de las preguntas que Pedro Sánchez no ha podido responder es por qué España ha sido el país con peores datos sobre la pandemia en la Unión Europea, lo que a su vez ha dado lugar al peor comportamiento de su economía con unas caídas del PIB y necesidades de financiación a costa de endeudarnos para varias generaciones, como no había ocurrido desde la Guerra Civil.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está analizando los factores por los que España es el país de la Unión Europea con más contagios sin saber qué está fallando, por lo que ha vuelto a reiterar su petición de liderazgo y medidas claras. Es decir, todo lo contrario de lo que está ocurriendo en Madrid, entre Ayuso y Sánchez, que se montaron un escenario de banderitas que recordaba a las capitulaciones alemanas en Versalles y que apenas sirvió para detener las hostilidades un día.

«La pandemia ha puesto en evidencia el mal funcionamiento de las propias estructuras del Estado y su coordinación con las comunidades autónomas, algo imperdonable en un estado de configuración federal y en el que competencias esenciales han sido transferidas a las autonomías.

Se ha querido culpabilizar al modo de vida mediterráneo y al comportamiento transgresor de algunos de nuestros jóvenes con ensanchar ese escenario de transmisión, pero hay también otros países que viven en nuestra misma cultura de calle y les ha ido mucho mejor.  La directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS, la asturiana María Neira,  ha señalado que ni el comportamiento de los jóvenes ni las numerosas relaciones intrafamiliares justifican la situación de la pandemia en España. Lo que no se compadece con ser el país que tiene las medidas más restrictivas en este momento en comparación con otros países de su entorno. Y así nos advierten que todas las medidas de higiene y distanciamiento y la realización de test, también los rápidos de antígenos, solo son eficaces si hay detrás «un cerebro humano» que interprete los datos y ha incidido en que la vigilancia epidemiológica siempre tiene que tener detrás una estrategia «casi militar”.  En España, no ha habido rastreadores militares hasta la segunda oleada, y en algunas regiones como Madrid la ausencia de rastreadores civiles fue especialmente notoria.

Pero es que, además, la pandemia ha puesto en evidencia el mal funcionamiento de las propias estructuras del Estado y su coordinación con las comunidades autónomas, algo imperdonable en un estado de configuración federal y en el que las competencias esenciales han sido transferidas a las autonomías. Así hemos podido comprobar que el ministerio de Sanidad, dirigido por un educadísimo filósofo, Salvador Illa, un tipo que difícilmente te puede caer mal, por sus modales, falló en la evaluación inicial de la pandemia, pero luego evidenció carecer de las capacidades necesarias para organizar la emergencia: desde la compra de material a la evaluación de lo que se nos venía encima. Y así descubrimos que ese comité técnico dirigido por el doctor Simón estaba formado por sus escasos colaboradores del ministerio, en contra de los que demandaban todos los colegios profesionales relacionados con la Sanidad sobre la formación de un verdadero comité de expertos multidisciplinar, como se ha hecho en otros países. Aquí, lo más que hicimos fue nombrar otra secretaria de Estado.    

La pandemia nos ha cuestionado mitos como que España tiene la mejor sanidad  del mundo, espejismo que expertos como Arturo Bris ya nos lo habían advertido en abril, y así ha quedado patente que la Atención Primaria empezó a degradarse tras la crisis financiera de 2008, porque no se han dotado las plantillas de un número suficiente de médicos y enfermeras a pesar de contar con magníficas facultades.  Pues bien, ese personal cualificado que tanto nos cuesta formar, lastrado por el sistema, acaba marchándose al Reino Unido, Francia y Alemania, porque allí sí encuentran trabajo y con sueldos muy superiores.  Pero no es solo la sanidad: cuando a los ministerios de Educación o de Universidad les ha tocado liderar han demostrado su incompetencia, que no se arregla regalando títulos ni dejando pasar de curso al que no demuestra una mínima capacidad de esfuerzo; y que se pagará con el tiempo.

«Sí, España necesita una comisión técnica que averigüe no sólo lo que está ocurriendo, como le han pedido a Pedro Sánchez los científicos españoles en revistas como “Lancet”, sino también mucha autocrítica y determinación para enderezar el funcionamiento de España como Estado ante una situación pandémica o cualquier otra emergencia grave»

Felepe González en el Foro de La Toja.

Sí, España necesita una comisión técnica que averigüe no sólo lo que está ocurriendo, como le han pedido a Pedro Sánchez los científicos españoles en revistas como “Lancet”, sino también mucha autocrítica y determinación para enderezar el  funcionamiento de España como Estado ante una situación pandémica o cualquier otra emergencia grave. No estamos a la altura. Ha tenido que ser otra vez Felipe González, quien sacara los colores al que todavía le quede un poco de vergüenza y pusiera el dedo en la llaga: «El sistema de gobernanza descentralizada del Estado tiene que estar habitualmente coordinada, no solo en épocas de crisis. Se ha confundido la descentralización con centrifugación del poder». «Y esto parece un puñetero gobierno de taifas. No, esto es mi competencia hasta que me veo desbordado y entonces es tu competencia. Pónganse de acuerdo por favor que no tenemos mucho tiempo que perder».   

La mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil la tiene que gestionar un gobierno en minoría, y con un Congreso Frankeinstein al que le preocupa más Franco que el coronavirus, la autodeterminación que la determinación por acabar con el Covid, y una oposición dividida que no encuentra su sitio al sol

La pandemia ha corroborado algo que ya sospechábamos. Los mecanismos de coordinación entre Estado y Autonomías o no existen o son ineficaces, y ante las emergencias aquí cada uno libra la guerra por su cuenta, bien sea en la compra de material hasta las medidas a adoptar, como si el virus entendiera de mapas autonómicos, y cuando llega a la “frontera” de Meco se queda parado. Esto parece un puñetero gobierno de taifas, a la vista está. Esto es lo que hay, no tenemos tiempo que perder, pero los que en sus manos está actuar parecen no enterarse.

La mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil la tiene que gestionar un gobierno en minoría, y con un Congreso Frankeinstein al que le preocupa más Franco que el coronavirus, la autodeterminación que la determinación por acabar con el Covid, y una oposición dividida que no encuentra su sitio al sol.  Por no hablar de una demostración permanente de sectarismo como no la habíamos conocido igual.

Con esta tropa, señor Conde, ¡qué podía salir mal!   

¿Un paso más de un camino hacia la ruptura?

España ha conocido un paso más de ese camino diseñado por el Gobierno y sus socios parlamentarios, que nos lleva directamente a la ruptura con el régimen de 1978, y con unos valores de moderación, tolerancia y reconciliación inspirados en la Transición, superadora de esas dos Españas cainitas y cerriles que nos dibujó Machado.  

Por primera vez desde que la entrega de despachos a los nuevos jueces se celebra en Barcelona, el Rey de España no ha podido presidir a la ceremonia por orden del Gobierno, desencadenando un gratuito enfrentamiento con el poder judicial. El presidente del Constitucional rehusó su presencia (confirmada); y luego, el del Tribunal Supremo y del CGPJ, Carlos Lesmes, tuvo la necesidad de recordar que la presencia del rey “va más allá de lo protocolario y adquiere una enorme dimensión constitucional y política”. El malestar se trasladó a todos los rincones del Estado, y así, en Castilla-La Mancha, el presidente de su Tribunal Superior, Vicente Rouco, manifestó su “decepción y preocupación” al subrayar que el papel del monarca, que «es un símbolo de la separación de poderes», y quien simboliza la unidad del Estado» y arbitra y modera el funcionamiento regular de sus instituciones». Hubo respuestas contundentes del socialismo presanchista, como la del presidente de  Aragón, Javier Lambán: “Manifiesto mi apoyo total a la Constitución y en consecuencia  a su expresión máxima, el Rey Don Felipe VI. Desestabilizar la monarquía constitucional es desestabilizar irresponsablemente la Constitución”. Otros más complacientes como García-Page intentaron buscar las inexplicables por inexplicadas razones del Gobierno: ha tenido como intención «proteger la figura de la Casa Real en un momento muy vertiginoso». Y fue la deslumbrante portavoz del PSOE en el Congreso, Adriana Lastra,  quien hizo el resumen perfecto al acusar de “sobredimensionar” la ausencia del Rey en ese acto de entrega, que concluyó con el revolucionario grito de “Viva el Rey”, lanzado sorpresivamente por un vocal del Consejo del Poder Judicial y contestado por gran parte de la concurrencia. Viva que aterrorizó al ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, cuyo comentario al respecto fue cazado por un micrófono abierto: “Se han pasado tres montañas”. Parafraseando a Lastra: ¡Pero qué mas da que el rey vaya a Barcelona o deje de ir, si el modelo al que (provisionalmente) vamos es el de un rey florero portátil  que se puede trasladar sin problemas de un sitio a otro, evitando siempre que moleste, como lo ha descrito Juan Manuel de Prada.

¡Pero qué mas da que el rey vaya a Barcelona o deje de ir, si el modelo al que (provisionalmente) vamos es el de un rey florero portátil  que se puede trasladar sin problemas de un sitio a otro, evitando siempre que moleste, como lo ha descrito Juan Manuel de Prada.«

Page saludando al Rey en un acto en Toledo.

No se ha dado una explicación oficial al veto del Rey por el Gobierno, porque era impolítico descubrir la verdad: que con ello se estaba preparando el camino de los Presupuestos en una reeditada alianza Frankeinstein con los indepes catalanes y a los que se han sumado los filoetarras de Bildu para completar la fiesta. Y en ella, claro, no está invitado el Rey, porque constitucionalmente encarna la representación máxima del Estado y de la unidad de España.  No es por lo tanto baladí el vacío hacia un Rey cuyas funciones van más allá de lo protocolario, como los independentistas catalanes tuvieron ocasión de comprobar el 3 de octubre de 2017, al salir por televisión a defender  el orden constitucional que los, ahora, aliados de Sánchez e Iglesias querían quebrar. Por eso, el Rey molesta tanto: porque sí es un obstáculo para avanzar en el nuevo proceso constituyente que ha iniciado este gobierno. En el caso de Podemos, como se ha encargado de recordar hace unos días, hacia una república confederal en la que se reconozca la autodeterminación; y en lo tocante a Pedro Sánchez, el asunto es menos prosaico y solo tiene que ver a su mantenimiento en el poder por encima de otra consideración metafísica.

España ha presentado los peores números en Europa en la gestión de la pandemia, lo que ha llevado a un hundimiento de nuestra economía sin parangón en la UE. Pero en lugar de ponernos a ver cómo podemos salir de esta ruina de la manera menos mala, al Gobierno no se le ocurre otra cosa que provocar una crisis entre poderes del Estado y al ministro Garzón culpar de ello al Rey e imputarle que no está siendo neutral cuando el pobre no ha dicho ni Pamplona. Solo pretendía entregar unos despachos, como ha hecho siempre, en la segunda ciudad de España.

Sánchez lo sabe, y es su fuerza, que ninguna operación parlamentaria se puede hacer en contra de él, pero también que necesita socios para proseguir la legislatura, porque no puede estar eternamente con los presupuestos de Montoro, a quien ya debería haber condecorado con la Gran Cruz de Isabel la Católica (con perdón). Para lograrlo tiene dos opciones: reeditar la mayoría Frankeinstein que le aupó al Gobierno aliado con los soberanistas; o buscar el apoyo del PNV y Ciudadanos, en contra de la opinión de la bancada comunista del gobierno. En este sentido, la estrategia de Inés Arrimadas de aceptar negociar un posible acuerdo con un Gobierno tan distinto y distante de los principios liberales como éste, no es desde luego una cobarde traición: porque se necesita tener mucho coraje para aguantar las tarascadas que Iglesias le tira todos los días para que vuelva a la foto de Colón. Desactivado aritméticamente el centro-derecha por la división entre PP y Vox, cualquier alternativa constitucionalista a una mayoría rupturista que diera soporte al gobierno pasa por Arrimadas. A algunos les podrá gustar más o menos la operación, pero es lo único que se despacha con el parlamento actual. Aunque sea una misión (casi) imposible, porque según sostiene Albert Rivera en el libro que acaba de publicar, la estrategia de Sánchez en 2019 nunca pasó por el pacto de Ciudadanos y desde el minuto 1 tuvo la decisión de ir a una repetición electoral en lugar de pactar un gobierno con los centristas.  El error estratégico de Rivera fue no visualizar esa situación, y acudir a las elecciones como el hombre que impidió un gobierno de centro-izquierda, que era el más reclamado en las encuestas. Y lo pagó caro. Por ello Arrimadas debe poner las cartas sobre la mesa: Es Sánchez el que debe decidir si se apaña con el camino que marca la Constitución vigente, que concede al pueblo español la soberanía, o inicia otro de ruptura como le reclamarán sus asociados y en el que el rey es solamente ese florero de llevar y traer hasta que le sustituyan por un presidente de la República. Cuando se pueda. Como la independencia de Cataluña y País Vasco.

“Arrimadas debe jugar y poner las cartas sobre la mesa: Es Sánchez el que debe decidir si se apaña con el camino que marca la Constitución vigente, que concede al pueblo español la soberanía, o inicia otro de ruptura como le reclamarán sus asociados y en el que el rey es solamente ese florero de llevar y traer hasta que le sustituyan por un presidente de la República. Cuando se pueda. Como la independencia de Cataluña y País Vasco«

Esto es lo que hay. España ha presentado los peores números en Europa en la gestión de la pandemia, lo que ha llevado a un hundimiento de nuestra economía sin parangón en la UE. Pero en lugar de ponernos a ver cómo podemos salir de esta ruina de la manera menos mala, al Gobierno no se le ocurre otra cosa que provocar una crisis entre poderes del Estado y al ministro Garzón culpar de ello al Rey e imputarle que no está siendo neutral cuando el pobre no ha dicho ni Pamplona. Únicamente pretendía entregar unos despachos, como ha hecho siempre, en la segunda ciudad de España.

A Sánchez le toca retratarse sobre cuáles son sus verdaderas intenciones, y para ello la estrategia que está siguiendo Ciudadanos es la única posible al no existir en España una cultura de pacto entre las dos fuerzas mayoritarias.  A Arrimadas le estoy pidiendo que se meriende un sapo, pero esto es lo que hay. No se me ocurre otro camino que no nos conduzca a la liquidación de la etapa mas próspera y libre de España como nación. Y ahí puede estar el motivo para los que aspiran a desmantelarla en un proceso de ruptura. Primero hay que dejarla hecha unos zorros.      

La clave está en el Ferial

El Ayuntamiento de Guadalajara ha difundido los resultados de la encuesta sobre las Ferias coincidiendo con la reunión de lo que se ha llamado «Mesa por el Nuevo Modelo de Ferias y Fiestas de Guadalajara», que se supone saldrá de todo este proceso. Personalmente tuve ocasión de participar, como representante de la Asociación de la Prensa, en mesas similares, aunque con nombre menos pomposo y con resultados discretos. Cada uno daba su opinión sobre los que se podría mejorar del programa, pero nos atascábamos inevitablemente cuando había que abordar el asunto del Ferial, los locales y verbenas de peñas y los horarios fuera del fin de semana, ya que en Guadalajara hay una inmensa mayoría que trabaja en Ferias y tampoco se puede estar con el “carrito del helado” (ahora habría que hablar del pesado reggaetón) hasta que llegue el alba. Si por los representantes vecinales fuera, las peñas acabarían montando sus verbenas en el monte del Sotillo, y de hacer solo caso a los peñistas tendríamos verbenas sin limitaciones en cada plaza del casco urbano. Por ello, de esas mesas se sacaba poco en limpio y al final era el Ayuntamiento el que tenía que decidir, que para eso es el único a quien votamos.

«Las conclusiones de la encuesta nacen demasiado segmentadas y se centran fundamentalmente entre la población que tiene entre 19-45 años, que acaparan el 83,05 % de las respuestas; son por tanto las capas más jóvenes de la ciudad, quienes por edad están más cerca de las peñas y de la fiesta en la calle, y ello favorece que mayoritariamente quieran que ese nuevo modelo vuelva a su orígenes con peñas y verbenas dentro de la ciudad».

El actual equipo de Gobierno entró pegando fuerte al actual modelo de Ferias, que en gran medida responde con las lógicas variaciones al que se estrenó en 1979 con la alcaldía de Javier de Irízar (peñas, encierros y fiesta en la calle), y esperamos expectantes a saber qué entienden ellos por un “nuevo modelo”. Para ayudar a su construcción han realizado una encuesta on line y presencial entre el vecindario, y la primera conclusión es que han participado válidamente en ella  2.125 empadronados, es decir, el 2,4% del censo municipal. Un universo pequeño para una ciudad de 85.871 habitantes, aunque particularmente no me extraña. Vivimos una sociedad poco vertebrada y nos cuesta mucho cualquier participación más allá de un “me gusta” en las redes sociales. Más me preocupa en cambio que las conclusiones de la encuesta nacen demasiado segmentadas y se centran fundamentalmente entre la población que tiene entre 19-45 años, que acaparan el 83,05 % de las respuestas; son por tanto las capas más jóvenes de la ciudad, quienes por edad están más cerca de las peñas y de la fiesta en la calle, y ello favorece que mayoritariamente quieran que ese nuevo modelo vuelva a su orígenes con peñas y verbenas dentro de la ciudad.

Hay una opinión mayoritaria, y bastante fundada, de que las Ferias de los últimos años han ido degenerando por la desvinculación entre esos dos emplazamientos en que ahora  se celebran, pero el Ayuntamiento deberá jugar un complicado equilibrio entre los jóvenes, que reclaman unas Ferias más animadas en la calle, con esa otra población de 46 años en adelante, que apenas ha participado en la encuesta (sólo el 16,91%), porque seguramente las Ferias sean la última de sus preocupaciones y lo que para unos es animación para otros es alboroto. En fin, lo que ha venido pasando desde 1979.

Por todo ello, la principal conclusión de la encuesta no deja de ser un túnel del tiempo hasta el modelo de fiestas anterior a la construcción del nuevo Ferial en la alcaldía de José María Bris, después de que su mantenimiento en la calle del Ferial, en pleno centro de la Guadalajara sur, hubiera provocado constantes conflictos con los vecinos. ¿Cuál sería la respuesta vecinal, ahora, si volvieran a concentrase dentro de la ciudad las veinte peñas oficiales, y las decenas que van por libre, como se postula mayoritariamente en la encuesta de marras?

El Ayuntamiento tiene dos soluciones, si quiere de verdad un nuevo modelo. Una es la ampliación del actual recinto, para que hubiera sitio para todo el mundo y se pudieran celebrar allí los conciertos y no tener que seguir machacando todos los años las pistas de la Fuente de la Niña. ¿Es posible esa solución y dinero para ello, con la colaboración de la Junta? Para eso están los técnicos. Y la iniciativa de los buenos políticos.

Por ahí no puede ir la solución si lo que pretende este Equipo de Gobierno, como dice su edil de Festejos, es “un modelo de consenso que ponga fin a la polémica”. Al reves: se recrudecería. Por todo ello, porque en la creación de cualquier nuevo modelo no hay soluciones milagrosas, porque cada  vecino tiene su propio modelo de fiestas, al Ayuntamiento le toca ser pragmático y favorecer el que moleste lo menos posible, porque al cien por cien no acertará con ninguno.

En ese sentido, la clave para poder progresar en un modelo de futuro, y no sólo limitarse a maquillar el actual, está en el recinto Ferial.  Como dicen casi unánimemente los encuestados, el recinto actual se ha quedado pequeño y no tiene espacio suficiente para las atracciones mecánicas, bares, peñas y actuaciones musicales.    

Pues bien, si esto es así el Ayuntamiento tiene dos soluciones, si quiere de verdad un nuevo modelo. Una es la ampliación del actual recinto, para que hubiera sitio para todo el mundo y se pudieran celebrar allí los conciertos y no tener que seguir machacando todos los años las pistas de la Fuente de la Niña. ¿Es posible esa solución y dinero para ello, con la colaboración de la Junta? Para eso están los técnicos. Y los políticos.

Si el informe y la disponibilidad de los terrenos circundantes comprometiera esta ampliación, al Ayuntamiento solo le queda promover un nuevo recinto Ferial y de conciertos, aprovechando la tramitación del nuevo Plan General de Urbanismo, aunque por mucho que busco sitios sobre un mapa de Guadalajara el asunto no va a ser fácil. En el margen derecho de la A-2, cualquier lugar estaría más lejos del actual Ferial; y tendría accesos muy complicados. Con lo que habría que mirar si queda algo suficientemente espacioso por Aguas Vivas.

Esto es lo que hay. Mantener en el tiempo sin ampliaciones el actual Ferial o retrotraernos a la Guadalajara de los años ochenta y devolver las peñas y sus verbenas a los parques de La Concordia, San Roque o Fuente de la Niña, recientemente reformados, no es solución que valga.

 Hacen falta gestores políticos de primer nivel. La clave está en el Ferial. En el nuevo recinto Ferial.                  

Madrid

Emiliano García-Page tuvo el pasado miércoles una desafortunada expresión, no tanto por el fondo sino por la forma, al denunciar que un 80% de los casos que nos han llegado «vivieron todos de la bomba radioactiva vírica que se plantó en Madrid”. No son  propio de Page estos arranques de populismo, y no acostumbra a sumarse a agrestes campañas fabricadas por los fontaneros de Ferraz, como la que últimamente han puesto en marcha contra el gobierno madrileño, con exageraciones tan descorteses como las que todo un portavoz del PSOE, y todo un alcalde de Valladolid, Oscar Puente, ha lanzado contra la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, poniendo en duda sus facultades mentales. Desde que el populismo ha elevado el insulto a argumento dialéctico estamos a un paso de que los maleducados unidos hagan de él una permanente exhibición de malos modos. ¡Yo lo advierto!

Por tanto, nadie puso una bomba vírica en Madrid, ni en ningún otro sitio, porque el virus «no entiende de fronteras» – la frase también es de Page-, y no debería ser aprovechado por el nacionalismo identitario para hacer propaganda, porque al final quedas desairado por la realidad, como le pasó a Torra cuando tuvo que gestionar esa pandemia que “Madrid” no había sabido. Además de algún error notorio sobre el que no hay que insistir hasta convertirnos en el país de Europa con más contagios por habitantes, es evidente que la movilidad de un país como el nuestro y la efusividad con la que se muestra en sus sensuales veranos mediterráneos ayuda poco a la contención de cualquier pandemia; y no digamos en grandes metrópolis que tienen un movimiento de pasajeros como solo hay tres o cuatro lugares en Europa. (Y hago un paréntesis para preguntarme cómo un familiar ha tenido que hacerse en horas un PCR para poder viajar de urgencia a Alemania, por motivos laborales, y en Barajas entran viajeros de medio mundo sin que les tomen ni la temperatura). Esto es también Madrid, ministro Ábalos.   

Pone Page el dedo en la llaga, aunque sea en trazo grueso, al hablar de la necesidad de coordinación de las comunidades limítrofes: “Nos irán bien o mal en función sobre todo de lo que se controle se descontrole Madrid”.

Madrids, paseo de La Castellana durante la alerta./EFE

Pone Page el dedo en la llaga, aunque sea en trazo grueso, al hablar de la necesidad de coordinación de las comunidades limítrofes: “Nos irán bien o mal en función sobre todo de lo que se controle se descontrole Madrid”. Bien lo sabe él desde que una mañana salió por la televisión defendiendo la continuidad de las clases en la región, a las pocas horas Madrid anunció que cerraba al día siguiente los colegios y de la capital salieron en estampida familiar enteras como en “Caravana hacia Oregón”, para pasar el confinamiento en sus segundas residencias de Castilla-La Mancha, porque muchos de ellos son originarios de estas tierras y en los años sesenta encontraron en Madrid un futuro que se les negaba en los yermos campos de Castilla. Sucedió entonces que Page tuvo que salir al día siguiente cerrando los colegios y diciendo Diego donde antes había dicho digo, y no hace falta ser epidemiólogo para colegir que esa falta de coordinación entre autonomías limítrofes contribuyó a expandir el virus en las dos mesetas castellanas. Por ello celebro que este lunes, al fin, sea la primera reunión de coordinación entre los presidentes de Madrid, Castilla-La Mancha y Castilla y León sobre cómo afrontar esta segunda ola de la pandemia. Los que peinamos canas recordamos que en tiempos de Gallardón, Bono y Lucas, se firmó con gran protocolo una suerte de organismo coordinador entre las tres comunidades castellanas que deberían trabajar en asuntos de interés común en materia de sanidad, educación, incendios, poblamiento, entre otros. De haberse aplicado, habría atajado las disfunciones reseñadas, pero tristemente el convenio apenas sobrevivió a la marcha de los fotógrafos. Ahí tienen un marco sobre el que trabajar en esa colaboración. Page también añadía el día de la bomba, que hay gente de Madrid que se está empadronado, ahora, en Castilla-La Mancha y que mañana ya nos están reclamando plaza escolar. No le digo yo que no, pero es todavía más frecuente que personas que ahora viven en Guadalajara o Toledo, especialmente, no están empadronados o solo empadronan a uno de los miembros de la pareja para no perder la sanidad madrileña. Esto hace un agujero a muchos ayuntamientos, que luego cobran del Estado en función de la población empadronada. Y no sucedería si no se hubieran desmantelado los instrumentos de colaboración entre las autonomías dando lugar a un turismo sanitario que es lo que preocupa a los renuentes a empadronarse. Ha tenido que venir la pandemia para que algunos se den cuenta de hasta dónde ha llegado el proceso de desmantelamiento del Estado Español, que se llevó por delante los ministerio de Educación, Sanidad, Universidades…

Ha tenido que venir la pandemia para que algunos se den cuenta de hasta dónde ha llegado el proceso de desmantelamiento del Estado Español, que se llevó por delante los ministerio de Educación, Sanidad, Universidades…

En apenas un día, Page matizó su discurso y se acomodó a ese perfil moderado y sensato, alejado del nacionalismo de campanario al que algunos líderes socialistas se han sumado sin rubor, como sucede con Francine Armengol en Baleares o María Chivite en Navarra. Si Page ha sido capaz de ganar por mayoría absoluta en una comunidad que meses después votó mayoritariamente PP y Vox, es por lo contrario. Y por ello es más reconocible en él ese discurso del jueves en el que propone que “todas las comunidades que abrazamos la Comunidad de Madrid y que la abrazamos, además, con cariño, estamos en el mismo barco”. Pues hagan lo contrario a lo que está de moda en esta España que los extremistas quieren llevar al proceso disgregador de la I República, y pongan en valor la unidad, la solidaridad y la coordinación.

¿Pero alguien se cree que Guadalajara estaría entre las provincias españolas que más han amentado su población en los últimos veinte años, o que seamos la provincia con menos paro de Castilla-La Mancha y la que tiene más expectativas de desarrollo, si estuviéramos en medio de un olivar de Jaén, con perdón, o si el  crecimiento de Madrid se hubiera frenado por la ineptitud de sus políticos, como en Cataluña?

Ciertamente, en Madrid los problemas de esta segunda ola se magnifican, pero de esta o salimos juntos o costará el doble. En provincias como Guadalajara sabemos de las sinergias que produce una comunidad como la  Madrid que, paradojas de la vida,  solo en el estado de las Autonomías fue capaz se superar el PIB de Cataluña, lo que demuestra las ventajas de una economía y una comunidad abierta al mundo en contraste con esa Cataluña cerrada a España, monolingüe e intervenida hasta la médula que nos han traído los nacionalistas. En tiempos de crisis y de oscuridad, afortunadamente nosotros, de vecinos, en el mismo valle del Henares que compartimos históricamente, tenemos a una comunidad puntera en Europa,  que ilumina riqueza y progreso más allá de sus fronteras y convertirse así en nuestra locomotora. Una comunidad que no le importa extender su universidad cisneriana más allá de sus límites territoriales; como a  sus vecinos no nos importa que nuestro agua del Sorbe garantice el desarrollo de Alcalá de Henares o el del Jarama alto complete el suministro del Canal de Isabel II. ¿Pero alguien se cree que Guadalajara estaría entre las provincias españolas que más han amentado su población en los últimos veinte años, o que seamos la provincia con menos paro de Castilla-La Mancha y la que tiene más expectativas de desarrollo, si estuviéramos en medio de un olivar de Jaén, con perdón, o si el  crecimiento de Madrid se hubiera frenado por la ineptitud de sus políticos, como en Cataluña?

Esto también es Madrid, la comunidad que no pregunta a nadie de dónde viene, qué religión profesa, si es liberal o conservador, cuál es su sexualidad, adónde va o en qué lengua debe rotular su negocio. Hasta el punto de que un madrileño puede nacer, como los de Bilbao, en cualquier sitio del mundo sin que a nadie le suene extraño. Pero si hasta su chotis más coreado, “Madrid”, lo hizo un mejicano, Agustín Lara:

Cuando llegues a Madrid, chulona mía

voy a hacerte emperatriz de Lavapiés;

y alfombrarte con claveles la Gran Vía,

y a bañarte con vinillo de Jerez.

Parafraseando a Humphrey Bogart en Casablanda, cuando las cosas se pongan difíciles, siempre nos quedará Madrid. Y bien que lo sabemos en Guadalajara. Esto es lo que hay.

Segunda ola

Proclamó el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, un día antes de salir de vacaciones a los paradores gubernamentales de Lanzarote y Doñana que de esta “salíamos más fuertes” y que la pandemia estaba controlada y casi vencida. Tampoco acertó en esto el señor presidente.

Cuando se acaban de cumplir los dos meses de esa tautología que el gobierno llama “nueva normalidad”, porque la normalidad no es ni vieja ni nueva, es sencillamente normalidad, es decir, todo lo contrario a lo que estamos viviendo.  Cuando Sánchez ha vuelto para descargar toda responsabilidad sobre las comunidades autónomas, porque él está en otras cosas como recomponer su mayoría Frankenstein en la que aspira incluir a Ciudadanos, con el veto de Pablo Iglesias, lo que nos ilustran los datos oficiales sobre el inicio de la pandemia es que ya estamos en el inicio de la segunda ola. Cuando se inició la nueva normalidad, en España había 246.272 contagiados y 28.323 fallecidos. Este viernes eran 439.286 contagiados y 29.011 los fallecidos.

Vemos por tanto que el verano ha disparado los contagios en casi doscientos mil casos más, lo que ha llevado a las comunidades autónomas a implementar medidas especiales en las localidades más afectadas (en Guadalajara, los municipios de Azuqueca y Marchamalo) frente a un virus que no se le ha tomado en serio, especialmente entre los jóvenes, poniendo de manifiesto la escasa pedagogía que las autoridades hicieron durante el estado de Alerta. Los aplausos taparon la dura realidad de los féretros con la complicidad de las grandes cadenas televisivas, muchos jóvenes creyeron que el covid-19 no era para tanto, o al menos que no iba con ellos, y a estos se les unieron esos iluminados negacionistas que surgen, siempre, ante hechos históricos incontrovertibles: el Holocausto, la llegada del hombre a la Luna, el cambio climático… Ya lo estamos pagando: la edad media de contagios tras los efluvios del verano ha bajado de 48 a 35 años, con un 60% de asintomáticos,  según nos apunta el instituto Carlos III.

Ciertamente, como apuntó Sánchez en su primera rueda de prensa postvacacional, la evaluación de la situación no es comparable a los primeros meses de la pandemia, pues a pesar de esos doscientos mil contagiados más la mortandad no ha subido exponencialmente, 688 fallecidos más (me resisto a escribir “solo 688 fallecidos” más como he oído por ahí), pero queda mucho otoño por pasar y hay que confiar en que se tomen las medidas necesarias  para que el sistema aguante, y no se ponga a los sanitarios otra vez al borde del precipicio, porque el ánimo no es ilimitado por la situación de la Asistencia Primaria.. Todo dependerá de cómo sea la evolución. Hasta el viernes la presión asistencial había subido del 5 al 6% y las camas ocupadas por pacientes Covid eran asumibles: 6.224 camas convencionales más 751 pacientes en UCIs. Por lo tanto, vemos  que esa escalada de contagios no está saturando los hospitales, pero por prudencia todos han hecho sus planes de contingencia para afrontar ese “otoño caliente”, que esta vez no solo va a ser político sino también sanitario y social cuando los ERTEs empiecen a acabarse

Salvasdor Illa y Fernqando Simón/EFE

«La pandemia ha sacado las costuras a los ministerios de Sanidad y Educación, demostrando que al carecer de la mayoría de las competencias habían perdido también su capacidad operativa para poder actual ante una emergencia como es ésta».

Queda pendiente por ver cómo influirá el comienzo del curso escolar en la pandemia. Nadie en su sano juicio ignora que ningún país desarrollado se puede permitirse el lujo de cerrar las escuelas hasta que todo pase, porque no se puede condenar a esa generación del Covid a un retraso en su formación y su capacidad de socializar, pero también porque los padres deben volver al trabajo y no podemos dejar otra vez a los abuelos al cuidado de los niños, con el riesgo que ello supone.  Sabiendo que todos los países de Europa tienen asumido que las clases presenciales son irrenunciables, causa perplejidad que, hasta anteayer, la ministra de Sanidad Isabel Celáa y el inefable Salvador Illa no se reunieran con sus colegas de las comunidades autónomas para aprobar medidas y recomendaciones, que por lo que se está viendo se pueden convertir en agua de borrajas. Cada comunidad autónoma tenía ya sus planes perfilados y en un país donde ya no hay restricciones a la movilidad vemos como hay prohibiciones que imperan en unas comunidades autónomas y en otras no. La pandemia ha sacado las costuras a los ministerios de Sanidad y Educación, demostrando que al carecer de la mayoría de las competencias habían perdido también su capacidad operativa para poder actual ante una emergencia como esta. ¿Verdad doctor Simón? ¿Para cuándo esa comisión de auténticos expertos que le reclaman las sociedades médicas?   El estado de las autonomías no puede ser incompatible con políticas nacionales que se deben dirigir desde los ministerios, aunque a Torra y a Urkullu no les guste.

«Queda también cómo encarar la crisis económica que nos ha traído la pandemia, la peor desde la Guerra Civil, y si un gobierno incapaz de aprobar un presupuesto desde que tomó posesión puede abordarla, en soledad, solo con el apoyo de neocomunistas y los independentistas, como quiere Iglesias «

Queda también cómo encarar la crisis económica que nos ha traído la pandemia, la peor desde la Guerra Civil, y si un gobierno incapaz de aprobar un presupuesto desde que tomó posesión puede abordarla, en soledad, solo con el apoyo de neocomunistas y los independentistas, como quiere Iglesias, unos taimados aliados que están en otra cosa: la deconstrucción constitucional del régimen de 1978 y alumbrar no sabemos muy bien qué España tienen en mente; aunque lo sospechamos. Tal vez ninguna.

Pero esto es material para otro post. De momento, esto es lo que hay. ¡Tela como llega el otoño!

La Okupación, una mancha que se extiende

¿Qué puede hacer un Ayuntamiento como el de Alovera para actuar contra la okupación de un edificio nuevo, propiedad de una entidad bancaria, y que ha traído consigo la proliferación de actividades delictivas, broncas entre clanes y el terror de los vecinos del barrio?

Pues lamentablemente, poco. Reforzar la vigilancia y esperar a que la Justicia actúe, casi siempre tarde y con escasa eficiencia por mor de una legislación que es complaciente con las okupaciones, hasta el punto de haberse convertido para las mafias en un trabajo. En Guadalajara hemos conocido como auténticos caraduras okupan un edificio y lo realquilan a inmigrantes sin papeles. En el mejor de los casos, se limitan a pasar un tiempo en la vivienda hasta que son desalojados, y aunque son condenados a pagar alguna multa y los desperfectos, luego es prácticamente imposible ejecutar la sentencia. ¡Vamos, que se van de rositas!

Para un barrio la okupación de una vivienda es una desgracia. De la noche a la mañana pierde valor el patrimonio  de los vecinos, porque nadie quiere convivir con okupas, aunque sea en chalets con piscina.  Viviendas tantas veces de gente trabajadora, que han sido pagadas con el esfuerzo de toda una vida, un patrimonio que unos desahogados ponen en peligro por que prefieren robar lo que no es suyo antes de trabajar duro para lograrlo. Algunos partidos políticos de extrema izquierda, consentidores con la situación, lo justifican porque pudiera haber en esas casas okupadas, las menos, personas vulnerables. No caigamos en la trampa:  el Estado y las administraciones públicas deben ayudar a los más vulnerables, y para eso están el  socorro de emergencia, que en algunos casos incluye el alquiler para acceder temporalmente a una vivienda social. Lo que nunca puede estar justificado es okupar una casa, y que sea el propietario el que se convierta en papá Estado y corra con  los gastos de la emergencia.

Vividenda okupada en Alovera

La Real Academia ha estado ágil al asumir la voz okupar, como “Tomar una vivienda o un local deshabitados e instalarse en ellos sin el consentimiento de su propietario”; un fenómeno que ha ido en aumento en los últimos años. Así, si en 2013 los cuerpos de Seguridad dieron cuenta de 7.739 casos en 2018 la cifra fue de 12.214, lo que supone un crecimiento del 58% en cinco años. Pero hay más, porque no todos los casos acaban en denuncia: el Instituto Cerdá decía en un estudio de 2018 que cada año son ocupados ilegalmente 87.000 inmuebles y otros 100.000 más lo son sin que medie denuncia porque se trata de propiedades sin custodia, normalmente de entidades financieras.

Es de ilusos pensar que esta deriva se puede corregir sin la reforma del Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal y otras leyes que se debatirían en el Congreso a partir de septiembre, por iniciativa de PP, Cs y Vox. ¿Qué pasará entonces? Pues que otra vez será Pedro Sánchez el que decida cómo se tramitan estas leyes , si se tramitan.

Estamos por lo tanto ante una actividad ilícita ascendente, que algunos partidos quieren meter mano antes de que se desborde, otros parecen dubitativos y los hay también conformes con la situación, porque en el fondo les cuesta reconocer  el derecho a poseer una vivienda privada, cada cual en la medida de sus posibilidades. Así, nos encontramos con debates en ayuntamientos, diputaciones o autonomías que están bien, para tomar conciencia del problema,  aunque sabiendo que cualquier medida que se tome resultará ineficaz si no hay una reforma legal superior. En las Cortes de Castilla-La Mancha, se aprobó días atrás una resolución en la que se proponía crear una fiscalía antiokupación con suficientes recursos para combatirla.  Y Nacho Hernando, el consejero de Fomento, se preguntaba cómo en Baleares el fiscal general emitió una instrucción para que las fuerzas de seguridad pudieran expulsar a los okupas de los inmuebles sin orden judicial, solo con la denuncia del propietario, sin que tenga que ir al juzgado, y por qué esto no puede extenderse al resto del territorio español. ¿Pero qué clase de unidad de doctrina es esta, señora Dolores Delgado, Fiscal General del Estado? 

Al final, cualquier iniciativa siempre tropezará con ese entarimado legal que favorece las okupaciones, por lo que es de ilusos pensar que esta deriva se puede corregir sin la reforma del Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal y otras leyes que se debatirían en el Congreso a partir de septiembre, por iniciativa de PP, Cs y Vox. ¿Qué pasará entonces? Pues que otra vez será Pedro Sánchez el que decida cómo se tramitan estas leyes, si en la línea de lo que reclaman estos grupos políticos o si prefiere edulcorarlas o directamente vetarlas, como quieren sus socios populistas de Podemos. Sánchez tendrá que retratarse y decidir si quiere continuar con el estado de cosas, por el que un número importante de okupaciones quedan impunes, por la saturación de los juzgados y por el retraso de las causas contra los okupas, ya que este delito prescribe ahora en 1 año, lo que da lugar a la impunidad y a la reincidencia del delincuente. Las propuestas de PP y Cs  también plantean acelerar al máximo los desahucios  -para que sean posibles en hasta 24 o 48 horas- o dar más poderes a las comunidades de propietarios para que puedan actuar directamente frente a los okupas cuando el propietario ( a menudo algún banco) se desentiende de su expulsión. Por no hablar, como decía en las Cortes regionales el diputado de CS, Alejandro Ruiz, de la situación “absolutamente surrealista” que se produce cuando los okupas se ven luego favorecidos por ayudas públicas con esos impuestos que pagamos los contribuyentes.  “Algunos se mantienen al margen de la ley para ocupar casas pero vuelven a la ley para apuntarse a cobrar subvenciones”, se lamentaba el diputado de Guadalajara.

Pedro Sánchez/EFE

O Sánchez toma medidas y deja de hacer caso a los populistas también en esto o la okupación se le va de las manos. ¿Total, para qué voy a trabajar, pagar una hipoteca y cumplir con mis obligaciones fiscales como ciudadano cuando es más fácil  pegar una patada en la puerta que acudir a una inmobiliaria?     

Esto es lo que hay,  y sobre lo que tendrá que decidir el presidente Sánchez cuando termine sus vacaciones en Lanzarote en una casa que el rey de Jordania regaló a Don Juan Carlos y que supongo tendrá la vigilancia suficiente para que nadie la ocupe. Aunque si lo hiciera, y fuera de un particular, bastaría con que nadie se diera cuenta en las primeras 24 horas, cambiase la cerradura y enchufe la luz a una farola para que pudiera estar tumbado en una hamaca entre uno, dos o tres años, dependiendo de la agilidad del juzgado, sin que vaya a recibir más que una multa, que tampoco pagará porque se declarará insolvente.

O Sánchez toma medidas y deja de hacer caso a los populistas también en esto o la okupación se les va de las manos. ¿Total, para qué voy a trabajar, pagar una hipoteca y cumplir con mis obligaciones fiscales como ciudadano cuando es más fácil  pegar una patada en la puerta?      

La clave de bóveda y el exilio de Don Juan Carlos

Las elecciones municipales que el 14 de abril de 1931 ganaron las candidaturas republicanas en las grandes ciudades, dieron paso a la proclamación de la II República. El rey Alfonso XIII renunció a la resistencia armada que de boquilla algunos consejeros le sugerían y tras despedirse del servicio en palacio se marchó a la estación de Atocha, camino del exilio, sin que los grandes de España se atrevieran a despedirlo, solo un avejentado Conde de Romanones, diputado por Guadalajara, que precisamente fue el que con su pragmatismo habitual le dijo en el último consejo de Ministros que no veía otra solución que su salida de España.  Don Alfonso se plegó a la dura realidad y dijo aquella frase que quedó para la historia: “Por mí no se verterá una gota de sangre. Si el bien de España exige que me vaya, lo haré sin vacilaciones». El 28 de febrero de 1941, el rey destronado fallecía en Roma, ciudad en la que había nacido el 5 de enero de 1938 su nieto Juan Carlos.

“Este Juan Carlos camino del exilio es el mismo que pilotó la Transición y trajo las libertades a España al entregar al pueblo español absolutamente todos los poderes del Estado que le había entregado el dictador Franco”.

Don Juan Carlos, firmando la carta de renuncia a la Corona/ Casa Real.

No hubo la menor representación en la marcha de España de su nieto, el rey Emérito Juan Carlos I, comunicada por la mañana en la web de la Casa Real, ni sabemos todavía cómo se llevó a cabo. Su marcha era el segundo cortafuegos que el rey Felipe VI había dispuesto, alentado por el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras fracasar el primero. La retirada de la asignación al Emérito y la renuncia a la herencia por parte de Felipe VI.  Por entonces, el Rey ya había tomado la decisión de no aceptar el chantaje de Corinna, que a través de un caro despacho de abogados londinense le ofrecía un pacto para no seguir con las revelaciones, como demuestran las cartas publicadas por El Mundo y otros medios de comunicación.   

La situación no podía ser más dura en lo personal, porque para no dañar otra vez a la institución, y a España, otro Borbón salía camino del exilio, aunque sea temporal, como antes lo hizo su abuelo Alfonso y con él su padre, Don Juan, Conde de Barcelona. En una España donde escándalos de mayor calado, porque llevaron consigo la institucionalización de la corrupción, como con la familia Pujol, o el robo directo de los presupuestos públicos, el rey Felipe pone el listón muy alto, mandando al exilio temporal a su padre, aunque todavía no está acusado de delito alguno, y por lo que sabemos lo que se investiga son irregularidades de tipo fiscal al no haber declarado donaciones y negocios opacos que mantenía en fondos manejados por testaferros.   

“En una España donde escándalos de mayor calado, porque llevaron consigo la institucionalización de la corrupción, como con la familia Pujol, o el robo directo de los presupuestos públicos, el rey Felipe pone el listón muy alto, mandando al exilio temporal a su padre, aunque todavía no está acusado de delito alguno”

El comportamiento privado de D. Juan Carlos es injustificable e indigno de la más alta jefatura del Estado. En esto no puede haber disculpas. Ni tan siquiera que la Casa Real gaste veinte veces menos que la televisión de Cataluña o que carezca de propiedades, como Isabel II, que es la más rica del Reino Unido. Sí cabe preguntarse cómo la propia Casa Real, con ilustres servidores públicos a su servicio, no atajaron esas conductas desde el inicio, y cómo mirar para otro lado por parte de gobiernos y medios de comunicación solo ha valido para hacer la bola más grande. Habrá que reflexionar y tal vez legislar sobre ello.   

Y dicho esto, hay que añadir, también, que este Juan Carlos I camino de su exilio temporal, “guiado por el convencimiento de prestar el mejor servicio a los españoles”– confiesa en su carta-, es el mismo que pilotó la Transición y trajo las libertades a España al entregar al pueblo español absolutamente todos los poderes del Estado que le había entregado el dictador Franco. Si hoy España es infinitamente más libre y más próspera que entonces, a pesar de la pandemia y su deficiente gestión, en parte se lo debemos a Don Juan Carlos. Y si un 23 de Febrero, un siniestro teniente coronel de la Guardia Civil, que entró pegando tiros en el Congreso, no consiguió que el golpe fuera a mayores, también se lo debemos al rey que había entonces, porque no se equivocó de bando.

Pedro Sánchez en su última rueda de prensa/EFE

Lamentablemente esta situación, que el Estado y sus instituciones empiezan a encauzar, está siendo aprovechada por los revolucionarios de pandereta para introducir un debate ridículo entre monarquía y república, impensable en los países con monarquías en el norte de Europa, cuando España está inmersa en la mayor crisis sanitaria y económica desde el restablecimiento de la democracia. A no ser que lo que se pretenda es distraer la atención es de una irresponsabilidad manifiesta, que añade más inestabilidad a la imagen de España, el país de Europa que más tocado sale de la pandemia. Ahora bien, si aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, lo que se pretende es eliminar esa clave de bóveda de la Constitución del 78, que es la monarquía parlamentaria, y alentar otro conflicto civil, como en los años treinta, han elegido muy bien su objetivo. Hasta el presidente del Gobierno, tan tibio otras veces en su relación con el Rey, ha tenido que salir al ruedo y aclarar que «lo que se juzga no son instituciones, se juzga a personas»; o reivindicar por una vez el papel del PSOE de González al reconocer: «Nosotros sí somos arquitectos de la Constitución, y por eso reivindico el pacto constitucional, donde una de las claves de bóveda es la monarquía», ha admitido.     

“¿Con qué Sánchez nos quedamos, con este que defiende las instituciones del Estado y la legalidad, o con aquel que pacta con los que quieren acabar, por derribo, no mediante la reforma previstas, con esa Constitución que proclama la unidad de España y garantiza las libertades y el Estado de Derecho, del que emanan?”

Con esa declaración deberíamos quedarnos tranquilos de que nadie en el Gobierno quiera aprovechar esta triple crisis, política, sanitaria y económica, la Tormenta Perfecta escribía en mi anterior post, para socavar los cimientos de la Constitución y seguir una estrategia de derribo de una de esas claves de bóveda. Pero si echamos una vista al interior del Gabinete, y vemos al populista de su vicepresidente compartiendo discurso con los independentistas, nos asaltan las dudas. ¿Con qué Sánchez nos quedamos, con el que defiende las instituciones del Estado y la legalidad, o con el que pacta con los que quieren acabar, por derribo, no mediante la reforma previstas, con la Constitución que proclama la unidad de España y garantiza las libertades y el Estado de Derecho, del que emanan?

Esto es lo que hay. Sánchez se ha ido con buenas palabras, de vacaciones, a una residencia que otro monarca de Oriente regaló al rey Juan Carlos y que inmediatamente  pasó al Patrimonio del Estado, solo que desconfiamos de la estrategia que él e Iván Redondo nos traerán para abordar un curso político y económico sumido en la más absoluta incertidumbre, y que solo se puede encarar recuperando los valores de la Transición y el patriotismo constitucional.  

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