Las puñeteras elecciones Europeas y Pedro J.

Las elecciones Europeas son unas elecciones muy puñeteras, porque los electores no se las llegan a tomar en serio. Motivos tienen para ello, porque el Parlamento Europeo no es una expresión pura de la soberanía popular europea, con capacidad para elegir, controlar y deponer al poder Ejecutivo –que en Europa es bicéfalo: la Comisión y los gobiernos nacionales– y aunque cada vez que llegan  unas Europeas a los políticos se les llena la boca hablando sobre lo importante que son para todos nosotros, pues al final no cuela. ¿Qué sucede entonces? Que el elector europeo –salvo el ultranacionalista y antieuropeo militante—se dedica a experimentar siguiendo el refrán de “los experimentos, mejor con gaseosa”  y se permite lujos que no se concedería en otras elecciones más cercanas.

Tengo la impresión de que el PP puede salir mal parado de esta tentación “tocanarices” que tradicionalmente ha penalizado a los partidos gobernantes en las Europeas. Está en el ambiente. El electorado popular más o menos reconoce que el gobierno Rajoy ha tenido algunos éxitos en eso que llamamos política macroeconómica –control del déficit y de la prima de riesgo, fundamentalmente- que ha salvado a España de una intervención a la griega, pero también sabe que ha sido a costa de enormes sacrificios: el poder adquisitivo del español medio ha descendido como nunca desde la Transición, por un lado por la congelación de los sueldos en los funcionarios, las bajadas de las nóminas de los asalariados en no pocas empresas privadas y el deterioro general de los beneficios en los autónomos y pequeños empresarios. Sesudos estudios de institutos, organismos y cabezas de huevo de todo pelaje lo que nos develan es que en España se ha producido una proletarización acelerada de las clases medias españolas, el principal  granero de voto de todo partido moderado de centro-derecha, a lo que ha ayudado lo suyo la disciplina presupuestaria que ha aplicado el “socialista” Cristobal Montoro –se lo acabo de oír a Esperanza Aguirre—a base de haber protagonizado la mayor subida de impuestos desde la Transición, que se ha extendido a muchos ayuntamientos y autonomías gobernados por los populares, también en Guadalajara. Todo ello se ha justificado por los chicos de Montoro como medidas necesarias para asegurar la sostenibilidad del sistema –nóminas,  servicios sociales básicos y pensiones—pero como los abusos en el gasto ordinario, el derroche e incluso la nómina de la función pública en España no deja de crecer, pues la proletarizada clientela del partido del Gobierno todavía sigue sin notar dónde están los beneficios a tanto recorte y sacrificio, y las Europeas  aparecen en el horizonte como una ocasión propicia para desquitarse, pero sin causar demasiado destrozo, que en este caso sería votar directamente al PSOE o a IU.

Los sondeos que hemos conocido nos indican que el PSOE tiene opciones de ganar la Europeas, no es descartable, pero aunque así sucediera no sería porque los socialistas recuperaran votos sino porque es el PP el que los pierde de dos maneras: por la abstención, que puede llegar al 50 por ciento del censo, o por el voto de “castigo” hacia formaciones como Ciudadanos, UPyD o Vox. La última encuesta realizada entre los lectores de Guadalajaradiario.es –insisto, no es un sondeo científico, pero no deja de marcar una tendencia–  tiene su miga. Además de anticipar una espesa sopa de letras en una provincia tradicionalmente  decantada hacia el bipartidismo (en las últimas Europeas entre PP y PSOE sumaron casi el 88% de los votos), los lectores que participaron en ella  han puesto en primer lugar de sus preferencias a los socialistas, aun perdiendo cuota respecto a las Europeas de 2009 –en las que el PSOE  obtuvo el 36% de los sufragios en Guadalajara–, aunque lo más sorprendente es el voto de castigo que recibe el PP, que nada menos reunió el 51,48% de los votos entonces en Guadalajara. Personalmente, no creo que al final el descontento hacia el PP cristalice en un voto de castigo tan alto en Guadalajara como indica  la encuesta, pero el que quiera saber adónde van los votos que históricamente han recibido los populares en Guadalajara no lo tienen difícil: en primer lugar a la abstención, y después a Vox, Ciudadanos y  algo menos a UPyD. No hay trasvase hacia la izquierda.

La convención de los Populares en Valladolid fue el primer mitin del PP a la Europeas, y allí Rajoy descubrió algunas de esas preocupaciones que señalamos.

El discurso contra el terrorismo fue contundente y apuntaba Vox, el partido de Ortega Lara y Vidal Quadras que ha salido a la derecha del PP y que todavía es pronto para evaluar su recorrido. Sigo sin entender muy bien con qué exactamente  discrepan de la política antiterrorista los que se han  marchado del PP a Vox, y los que siguen en el partido pero con la puerta entreabierta,  y me sigue pareciendo a mí que lo que ha faltado ha sido comunicación, algo de sensibilidad y seguramente que también liderazgo para explicar algunas cosas. Pero tan cierto es que ni ETA ha derrotado al Estado ni ha conseguido sus objetivos políticos –una república independiente y comunista—como que no ha entregado las armas ni ha pedido perdón a las víctimas.¡ Y duele, vaya que duele!

Rajoy apuntó a Ciudadanos, a UPyD y al PSOE al enfatizar en que el PP defiende la “innegociable unidad de España”. Pues sí, claro, pero no porque lo diga Rajoy, sino porque lo dice la Constitución que mayoritariamente votaron los españoles, y singularmente en Cataluña. El día que pregunten a los catalanes si se quieren marchar, también nos tienen que preguntar a nosotros si queremos que se vayan. El gobierno no tiene en este asunto del referéndum de Mas margen de maniobra, y lo único que nos podemos preguntar es si cabe algún tipo de conversación futura con el nacionalismo en base a una relación especial con Cataluña, al estilo de la de Baviera con Alemania. Pero con un tipo como Mas, que se quiere poner la Constitución de barretina, y ha montado este espectáculo peronista en mitad de una crisis  no hay nada que hablar. Que pase el siguiente.

Rajoy habló también de rebajar la presión fiscal, pero no le entendimos casi nada. Ni sabemos cómo, ni a qué tramos, ni cuándo. En fin, como siempre.

También buscó el cuerpo a cuerpo con Rubalcaba y algunos les extraña. A mí, nada. Es una manera de reconocer que las elecciones Europeas, que es lo que toca ahora, no están ganadas y que el secretario general del PSOE se llama Alfredo Pérez Rubalcaba. Así que se las tiene que ganar a él. Y si no lo hace, quien quedará tocado para la gran cita de 2015 es el propio Rajoy; y para  Rubalcaba sería como un chute de Red-Bull. Que le llevaría a presentarse a las Primarias. Aunque se equivocaría porque en él mucha gente sigue viendo a Zapatero.

P.D. Pedro J.  Ramírez tenía a casi toda la clase política en contra. Y al actual gobierno especialmente. Pero eso tampoco era nuevo para él. Los problemas de Pedro J., como los de cualquier director de periódico, empiezan cuando las pérdidas se suceden un ejercicio tras otro y ya no queda cemento para tapar las vías de agua. El principal accionista de su periódico, Rizzoli, había puesto hace pocos meses una ampliación de capital de 400 millones de euros y a cambio se encontraron con  un periódico que en los primeros nueves meses de 2013 ya estaba perdiendo 176 millones y encima estaba a tortas con el poder político. Demasiado incluso para un descomunal periodista como Pedro J., que con sus fallos  –y la teoría de la conspiración del 11-M no fue el único—nadie puede dejar de reconocer que su periódico ha publicado las exclusivas más trascendentales desde la Transición. Lo que menos me gusta de su destitución es que como escribió un ex presidente de la FAFE, González Urbaneja, con el despido de Pedro J. los periodistas vuelven a perder y los políticos ganan algo más de impunidad. Pero los números mandan. Los tres periódicos madrileños situados en el  espectro del centro-derecha pierden dinero—también El País, pero ocupa en solitario el centro-izquierda y eso le da grandes ventajas– y tras haber caído la publicidad y la difusión de la prensa en papel una media del 50% desde 2008 no hay tarta para todos. Con Pedro J. estas cosas ni se podían hablar. Ahora los editores lo volverán a intentar. Por si acaso, en su brillante y emotiva despedida ante la redacción, Pedro J. acabó recordando que el gran Indro Montanelli fundó Il Giornale a los 65 años. Y que él solo tiene 61.

Esto es lo que hay.

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