La encuesta del CIS, una patada en el tablero de la política española

Tengo escrito que no me fío de la encuestas hasta que las elecciones están a la vuelta de la esquina, pero al mismo tiempo añado que las que se hacen bien sí marcan lo que los sociólogos llaman tendencia, que es algo así como el retrato en directo de la sociedad en un momento determinado. Y lo que se aprecia en la fotografía realizada por el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) en la semana entre el 1 y 13 de octubre es que el PP tiene una patina oscura sobre un señor triste con barbas, que en el PSOE hay un joven  agraciado que abanica la niebla  y aparenta que quiere salir de ella, mientras el ángulo más lumioso está todavía más hacia la izquierda y desde el que  otro  joven con coleta sonríe como si hubiera vendido todo su género en el mercado y en vista del éxito podría subastar hasta la furgoneta de carga.

Las encuestas son eso, anatomía de un instante, como diría Javier Cercas, y habrá algunos que pongan excusas al empedrado, porque ese sondeo (2.469 encuestas en 245 municipios y 48 provincias) coincidió con el escándalo de las tarjetas negras-negrísimas de Caja Madrid -¿pero de verdad alguien se cree que en la caja de Blesa y Rato habían acampado los hermanos Dalton y a ninguno de los demás chiringos financieros  se les pasó por la cabeza semejantes utilidades para su plástico B?-, pero la actualidad para los partidos mayoritarios parece gobernada por la Ley de Murhy, y yo creo que la desafección y el cabreo general habría sido peor tras conocerse la trama que se montó el tal Granados para llegar a fin de mes con sus cuates. ¡Para habernos matao si preguntan entonces a la señora Aurelia tras un intermedio del Wyoming!

Tan fea era la meada de la perrita, que hasta se filtraron los resultados principales para que a ningún ministro le diera un ictus al saber que el gabinete en pleno había suspendido y que la intención de voto directo a su partido, es decir, todos aquellos héroes que estaban dispuestos a reconocer que votarían al PP  solo sumaban ya el 11,47%, más de dos  por debajo de ese 14,3% que había admitido que votaría al PSOE de Pedro Sánchez, y seis puntos menos de aquellos que gozosamente proclamaron que lo harían por el joven Pablo Iglesias para llevarnos directamente al paraíso, y además  gratis, porque como en la Cataluña de Mas, todo ha quedado pagado. Tan disparatado había salido el sondeo a la pregunta espontánea: “dígame a qué partido votaría hoy si hubiera eleccciones”, que el CIS ha tenido que llamar a Chicote y a toda su banda de intrigantes cocineros para llegar a la siguiente conclusión: como en este país, la gente miente más que habla a los encuestadores, y alguno se cree  que confesar que van a votar a populares y socialistas le llevará directamente al infierno de lo políticamente incorrecto, pues ha habido que hacer la siguiente traducción demoscópica:  El PP seguiría siendo el más votado con el 27,3% de los votos, el PSOE alcanzaría el 23,9% y los de Podemos, sin apenas cocina, llegarían al 22,5%,  con lo que nos quedaría un parlamento sin mayorías absolutas,  y a expensas de una coalición a la alemana entre PP y PSOE, bendecida por la inteligencia político-financiera de Europa, o un experimento de frente amplio izquierdista de previsibles consecuencias. Pero no avancemos tanto y vayamos por partes, dijo Jack el destripador en esta hora incierta de España, con un peligroso regusto por el escapismo y la aventura.

¿Por qué cae el PP? Porque si bien ha cumplido  con la política de ajuste que marca Alemania, con esa manera tremenda de hacer las cosas que tienen  los alemanes cuando creen tener razón, y es un dato objetivo que España ha salido de la recesión, se  ha empezado a crear empleo y los analistas avanzan que vamos a crecer más que los grandes países europeos que no se  han tomado en serio lo de las reformas (especialmente Francia e Italia), pues a la gente corriente y moliente no le da por leer el Expansión, sigue viviendo más bien jodida y no se ha enterado de la buena nueva. Y así lo evidencia el sondeo: el 82% juzga la situación económica de España como “mala o muy mala”, pero lo peor viene a continuación. A pesar esos  indicadores macroecnómicos  que nos dicen que ya se está produciendo un cambio  de tendencia, pues  los tíos de la encuesta del CIS no se creen nada, que se deben llamar todos (santo) Tomás, y van y dicen el 70% que dentro de un año la economía española va a estar igual o peor,  y solo hay un 20% de optimistas dispuestos mirar el futuro con cierta alegría y no dejarse vencer por el abatimiento . Ahí está la clave del descenso del PP, sus líderes  carecen de credibilidad para comunicar lo más positivo de su gestión,  que han controlado  la sangría financiera y con la reforma laboral se han sentado las  bases para la recuperación del empleo, que ya se empieza a notar, aunque todavía revestido de gran precariedad.  Y especialmente señalado es el presidente Rajoy, que recibe la peor valoración de todos los líderes nacionales, con el 2,31%, por debajo de Pedro Sánchez con el 3,85% y Cayo Lara el 3,48%.  Obama ha sacado a Estados Unidos de la crisis con menos bajas que en Europa, ha llevado el paro por debajo del 7%  y en cambio ha perdido las elecciones parciales con los republicanos, que todavía querían más marcha y menos intervencionismo; todo lo contrario que en España. ¿Así,  qué puede suceder con Rajoy, que se ha saltado las rayas rojas para llegar a fin de mes y que reconoce que “prometí bajar los impuestos y los estoy subiendo”? Rajoy pensaba que la recuperación iba a ser más percentible cuando se celebren las elecciones– ¿en diciembre de 2015?–, y todo parece indicar que según el  FMI, la OCDE, el Eurostar y el oráculo de Davos, así será, pero los sondeos dicen que a Rajoy no le creen a no ser que los indicadores de la economía española los publique el Marca y se analicen en un  debate de la Sexta un día que no vaya Pablo Iglesias, lo que va a ser difícil como no sea a las cinco de la madrugada.

¿Cuál es ahora la esperanza del PP? Pues por lo que dicen que dice Arriola, viene a a ser algo así como que el temor a la inestabilidad que podría traer una organización como Podemos, peleada con todo el establisment Europeo y sus instituciones, sacará  de la cama a los más apáticos, pero que consideran que los experimentos mejor con gaseosa. En el PP, me reconoce un barón regional,  dan por perdido el voto más joven, el sector más castigado por la crisis, pero confían en que los más maduros y los pensionistas les saquen de este atolladero.  Y su objetivo es que ese 27,5% se convierta como poco en un 38%, lo que les permitiría gobernar en minoría como hizo UCD.  ¿Posible? Pues dependerá mucho de ese 19,5% que no sabe lo que va a votar (otro 15,7% afirma que no votará) y entre los que puede haber un nicho importante de electores críticos que respaldaron a Rajoy en 2011.

¿Y en el PSOE? Pues la encuesta no es para tirar cohetes, pero sí es un balón de oxígeno para su lider, Pedro Sánchez, porque por primera vez parece que el partido  toca suelo y sube casi tres puntos respecto al anterior sondeo del CIS. Eso sí, Podemos le pisa los talones y amenaza con convertirse en la primera fuerza de la izquierda española, una situación que sería inédita en Europa, salvo en Grecia, el único país donde  la izquierda no está liderarada por socialdemócratas.

¿Cómo se explica el éxito de Podemos, un partido que no solo quiere cambiar al gobierno sino el sistema? Nunca ningún partido en España ha tenido un crecimiento tan meteórico.  Es un fénómeno nuevo , porque nuevo es que un líder se abra camino en una tertulia de televisión, y que se presente a unas elecciones con su foto. Ese 17,6% del voto directo, que es una barbaridad, indica que sus seguidores están firmemente convencidos en lo que representa Podemos, y no tienen miedo a decirlo públicamente. Iglesias, un gran polemista que ha tenido a mucho insolvente enfrente, ha sabido recoger como nadie el cabreo general que hay en el país por los recortes y la disminución del poder adquisitivo de una  mayoría,  no sólo de la izquierda más ideológica, sino muy especialmente por la proletarización de esas clases medias, que han perdido su trabajo o lo han encontrado a costa de convertirse  en seiscientoseuristas u ochocientoseuristas. Estos desheredados de la crisis han llegado a la conclusión de que apenas nada tienen que perder, de que los partidos mayoritarios ya no les defienden y han encontrado en Iglesias el perfecto símbolo para patear el trasero de los corruptos, de los banqueros sin escrúpulos y de los políticos acomodados. De momento, vienen subidos en la cresta de la ola, porque no han gobernado y por lo tanto no se les puede responsabilizar de nada. Pero pronto tendrán que hacer frente a las contradicciones de toda fuerza política. Aunque para ello, primero hay que presentar un programa, del que todavía carecen, salvo una colección de utopías izquierdistas colgadas del aire, que quedan muy bien en las tertulias en donde se vende humo gratis.  Pero aquí están, con el 22,5% de los votos, y el que no les tome en serio es que no sale a la calle.

De momento, ya se han merendado   a Izquierda Unida (4,8% en intenciòn de voto), que no siendo menos neocomunistas que el grupo de profesores universitario de Iglesias, se han visto lastrados por líderes como Cayo Lara, que sí lo parece, y suena a viejo y fracasado, claro. Y apunto lo de comunista, porque apenas un 2,3% de los encuestados se reconoce como tal en la encuesta del CIS. Y claro, aquí hay algo que no cuadra, pero no me negarán que cuando usted está hasta el gorro de casi todo, no han tenido la intención de romper la vajilla de la suegra.

UpyD se desinfla,  y me temo que gran responsabilidad de ello la tiene su líder carismática. Lo de Sosa Wagner, un tipo muy por encima de la media de la política española,   y el proceso frustrado sobre  la propuesta de convergencia con Ciudadanos evidencia de que la bisagra empieza a chirriar y yo no sé si será suficiente con el tres en uno.

Esto es lo que hay, pura incertidumbre, tanta que en la política española lo que pueda pasar en una semana –del 9 de noviembre ya hablaremos el 10–entra en el género de la ciencia ficción.

Coda: Viene hoy Cospedal y el ministro Soria a Guadalajara a un acto en la fábrica de Airis, expectación entre los periodistas por un día cargado de noticias, y con mucho que explicar por parte del PP y de su gobierno a la generalidad del pueblo español y a sus electores en particular, y nos encontramos con un discurso institucional sin preguntas. Me temo que siguen sin entender nada.Y si es así, esto solo puede ir a peor.

 

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