García-Page pide tiempo muerto

Emiliano García-Page esperará a la celebración del 16 al 19 de junio del 39 Congreso Federal  para decidir si se presenta o no a su reelección como secretario general del PSOE de Castilla-La Mancha. Si al final optase por la retirada, cumpliendo el  órdago que se marcó en un desesperado apoyo a la fallida candidatura susanista,  significaría que  García-Page no no volvería a ser el candidato del PSOE a las siguientes elecciones autonómicas en 2019; o incluso antes. Porque no olvidemos que tanto Page como Rajoy tienen en sus manos ese botón nuclear, que se llama elecciones anticipadas, y que podrían activar ante un bloqueo parlamentario, una moción de censura con posibilidades, o en el caso del presidente de Castilla-La Mancha, si Podemos no se aviene a renegociar unos presupuestos que ya había pactado en su estructura fundamental con su gobierno.

Tiene razón García-Page al decir que estamos ante una decisión de estrategia política, no en poner un cero más en esta u otra partida. Aunque yo añado, una estrategia que ahora se juega a tres o cuatro bandas,  no solo en el palacio de Fuensalida y la sede regional de Podemos, también  con Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, que no van a renunciar a meter cuchara. ¿Un pacto del nuevo PSOE de Sánchez con Podemos para dar estabilidad a los gobiernos de Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura y Asturias a cambio de la entrada de la izquierda radical  en sus respectivos gobiernos?

¿Se imaginan que llegamos a agosto y no hay ni intención en Podemos de pactar los presupuestos en CLM? ¿Hasta cuándo podría seguir un gobierno regional al que después del verano ya no le valdría la cantinela de seguir echando la culpa a Podemos de que no puede cumplir con lo prometido ante la sociedad de Castilla-La Mancha? ¿Hasta cuándo hay que esperar para poner en marcha cuestiones tan necesarias como el nuevo campus de Guadalajara,  la construcción de un nuevo hospital, que va a paso de tortuga, los nuevos accesos…? ¿Hasta qué punto a García-Page no le quedarán ganas de dejarlo todo, y dimitir,  o pero aun,  de apretar el botón nuclear, convocar elecciones y que venga aquí Pedro Sánchez o su primo el de Albacete?

Ahora, García-Page ha pedido tiempo muerto hasta el Congreso para ver por dónde va tirar el partido  de Sánchez en su particular regreso corso hacia la dirección del PSOE, pero no le va a sobrar. Porque inmediatamente llegarán los congresos regionales y finalmente los provinciales.

Varias son las cosas que deberá valorar Page.

La primera, las intenciones del nuevo secretario general hacia su continuidad al frente del PSOE de Castilla-La Mancha, porque si es tan tajante como lo fue portavoz de su plataforma en Guadalajara, francamente para este viaje…

Lo segundo, la opinión del PSOE de Castilla-La Mancha, porque una cosa es elegir entre Pedro y Susana, y otra en designar al mejor candidato para disputar a Cospedal, se supone,  la presidencia de la Junta en 2019. En ese sentido, el Partido Socialista no tiene, ni de lejos, a nadie con las posibilidades de éxito García-Page, y eso será algo a lo que Sánchez, por poca sintonía que tenga con el toledano, deberá valorar. Porque a fin de cuentas, como dijo García-Page en su mensaje urbi et orbe del martes desde el palacio de Fuensalida, la crisis de unidad del PSOE se produce por una crisis de votos, porque Sánchez perdió dos elecciones consecutivas, y cada vez con menos escaños, y de no haber permitido gobernar a Rajoy con su famosa abstención, los sondeos avanzaban un resultado todavía peor para los socialistas, y habrían sido superados por el Podemos de Iglesias en el liderazgo de la izquierda española. Una respuesta sencilla al monotema sanchista durante la campaña, pero que la candidata Susana Díaz no supo defender con solvencia en el debate a tres con Sánchez y Patxi López, y en el que la presidenta andaluza cometió errores de tal calado que a buen seguro se estudiarán en los  manuales de comunicación  política.

Por último, queda las reflexión personal del propio interesado sobre el papel que él quiera jugar en este partido socialista de Sánchez, porque con su victoria en las primarias ha puesto patas arriba la estructura tradicional de lo que siempre ha sido el Partido Socialista. Sánchez buscó una relación directa con las bases, sin intermediarios, un modelo que inevitablemente favorece el populismo (Rajoy no sería el líder del PP con este sistema, sino alguien mucho más a su derecha), porque lo aleja de su electorado transversal, y en el que el papel territorial de los barones y los contrapoderes que siempre se han dado en el comité federal va a quedar abrasado por ese nuevo liderazgo con aires asamblearios.

Hasta ahora, casi todo en Sanchez es un misterio, porque su izquierdismo está por concretar, aunque hay algunas declaraciones de intenciones que seguirán dividiendo  al PSOE. Una de ellas es el carácter plurinacional de España, y su pacto con populistas y nacionalistas, un debate que hasta ahora es puramente nominalista, porque cualquier cambio constitucional en este sentido requeriría del apoyo del PP y Ciudadanos, pero que ilustra una preocupación de la que habló el presidente de Castilla-La Mancha, y que yo quiero aquí subrayar. Porque va a tener gran importancia en lo que decida.   “El independentismo tiene planteamientos egoístas. La defensa de la unidad de España se explica más que nada por la defensa de la igualdad entre los españoles. No soy ni nacionalista ni plurinacionalista. Para mí esto es determinante. Vivo lo de Cataluña con preocupación y confío en que haya cordura”.

Garcia-Page no asume este discurso nacionalista, y ya no tanto porque sea un españolazo de Toledo, sino porque “no podemos romper el concepto de igualdad de oportunidades;Castilla-La Mancha se juega mucho en el debate de Cataluña”, sentenció.  Y en eso estamos, el nacionalismo y el cachondeo ese de vincularlo a una simple cuestión de identidad cultural, no tiene consecuencias prácticas, el problema viene cuando tras él lo que se esconde es que las comunidades más ricas quieren destinar menos recursos a la cohesión y la solidaridad territorial de España, lo que  Castilla-La Mancha no se puede permitir. Porque sin la cohesión que aportan los fondos nacionales y europeos, dos tercios de las comunidades españolas no serían viables, o lo serían cada vez mas desiguales en sanidad, educación, bienestar social…

Eso es lo que se esconde tras el barroco lenguaje nacionalista, y claro, García-Page lo sabe. ¿También Pedro Sánchez?

Hablar de lo que pueda ocurrir en la provincia con Bellido, Jiménez, Valerio o Esteban es ciencia ficción, mientras Page no resuelva su dilema.

Pero que  nadie lo olvide. La autóritas que las primarias le han dado a Sánchez vale hasta la próxima cita electoral, como muy bien saben los socialistas franceses. Y ni un segundo más. Esto es lo que hay.

 

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