Vodevil populista

Esta semana hemos asistido a un vodevil cuyo teatro ha sido nada menos que nuestro Tribunal Supremo. Define la RAE el término vodevil: “comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco, que puede incluir números musicales y de variedades”. Menos las señorías del Supremo bailando el can-can, con Sánchez tomando apuntes a lo  Toulouse-Lautrec, para inmortalizar el momento y venderlo en los muelles del Sena, el resto de ingredientes están todos.

El Tribunal Supremo se comportó con frivolidad, porque teniendo un fallo que afecta a decenas miles de personas  la Sala de lo Contencioso del del TS se tiró a la piscina dictando una sentencia en favor de  los tenedores de la hipoteca sobre los bancos y comunidades autónomas en el Impuesto de AJD por las escrituras ante notario de las hipotecas.  Y como se monta el follón universal sobre qué repercusión podría tener el fallo en la cuenta de resultados los bancos o, lo que es peor, cómo demonios van a devolver las comunidades  autónomas los miles de millones devengados hasta ahora, pues nos encontramos con que el Supremo convoca un pleno para unificar doctrina. ¿Pero no habría que haberlo hecho al revés, señorías? ¡Primero unificar criterios, si la norma es tan mala que da tantas posibilidades de interpretación; y luego redactar las sentencias! Pues no, el pleno del Supremo se divide en dos y con frivolidad y alevosía dicta una resolución en sentido contrario al de la Sala, y ahora la mayoría (raspada), sostiene que el impuesto lo deben pagar los bancos y no los ciudadanos. Pero eso sí: les hace un inmenso favor a estos al no declarar la retroractividad de la sentencia. Si el Alto Tribunal hubiera fallado a favor del consumidor, cada hipotecado se podría haber ahorrado, de media, 1.455,28 euros, lo que supondría más del 50% de los gastos iniciales de este tipo de préstamos. ¿Se imaginan que el Supremo hubiera declarado la retroactividad de la medida, por lo menos de los últimos cuatro años?  ¿Cómo lo devuelven Page, Susana, Torra, Feijóo y compañía?

Es todo un vodevil de gran ligereza, porque cuando el presidente Sánchez ve que el Supremo se la deja botando, le falta tiempo para rematar a puerta y colarle un gol al alto tribunal para satisfacción de la grada fan. Mira que este impuesto lleva tiempo vigente, desde que Solbes se lo sacó de la manga para tapar agujeros en el último gobierno de Felipe González; pues bien: ahora se entera el señor Sánchez, que emulando al general Perón,  proclama ante miríadas de hipotecados expectantes ante el televisor  que va a sacar un decreto para corregir al Supremo y que sean los bancos los que se hagan cargos del impuesto. Pero eso sí: no será con  carácter retroactivo, así que los bancos tan contentos, porque el meollo de la cuestión estaba en la retroactividad, y el decreto de Sánchez (si  finalmente se llega a aprobar como Real Decreto, porque hay dudas de que sea constitucional al ser una medida fiscal), pues no deja de ser el chocolate del loro. Aunque Sánchez les advierte a los bancos que no repercutan el impuesto en los clientes, lo primero que harán las  entidades financieras es subir las hipotecas. No cabe más ligereza en el planteamiento del Gobierno.

Y el vodevil, por último, es también picante, porque ha tenido en ascuas a miles de personas que en las últimas semanas estaban pendientes de que el banco les aprobara la hipoteca y este lo demoraba hasta saber el pronunciamiento del Supremo. Ahora que ya sabemos por donde van lo tiros, el mercado hipotecario volverá a abrir, aunque un poco más caro para el contribuyente.  Y las comunidades podrán seguir cobrando su impuesto con un tipo que va desde el 1,5 en las  ocho comunidades con el impuesto más alto a los 0,5 del más bajo (País Vasco y Navarra, dos privilegiadas comunidades forales, y las ciudades autónomas de  Melilla y Ceuta). Castilla-La Mancha tiene el 1,3, cinco décimas menos que la vecina Madrid.

Esto es lo que hay: un vodevil en el que solo ha faltado incluir un número de variedades a la puerta del Supremo. ¡Con lo que cuesta dar prestigio a las instituciones del Estado y con qué poco un trabajo de años se puede ir al garete por la ligereza del Tribunal y la frivolidad  del Gobierno!

UNA CAJA DE BOMBAS.- ¿Se imaginan lo que hubiera ocurrido, con lo que está saliendo en el caso Villarejo, si Cospedal hubiera sido elegida en las Primarias del PP su Presidenta Nacional, y candidata por tanto a la Presidencia del Gobierno? ¿O lo que puede suceder con unas elecciones autonómicas y locales en puertas si la fonoteca del corrupto Villarejo sigue enlodazando la política nacional? ¿Quién mueve  y con qué intenciones los hilos de la marioneta, ahora que Villarejo está en prisión?  ¿Se puede ir a unas elecciones con un mínimo de sosiego cuando cualquier día  cualquiera puede estar  en la picota, como le ha sucedido a Cospedal por jugar con fuego?

El populismo, que aliado con el independentismo sedicente y sedicioso no pierde reo en socavar el prestigio de las instituciones del Estado (solo hay que navegar por las redes sociales para comprobarlo), ahora que nos acercamos al 40 aniversario de la Constitución puede estar satisfecho. ¡Vaya semanita que les hemos brindado! Pero esto es lo que hay.

 

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