Un puñetero gobierno de taifas

Una de las preguntas que Pedro Sánchez no ha podido responder es por qué España ha sido el país con peores datos sobre la pandemia en la Unión Europea, lo que a su vez ha dado lugar al peor comportamiento de su economía con unas caídas del PIB y necesidades de financiación a costa de endeudarnos para varias generaciones, como no había ocurrido desde la Guerra Civil.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) está analizando los factores por los que España es el país de la Unión Europea con más contagios sin saber qué está fallando, por lo que ha vuelto a reiterar su petición de liderazgo y medidas claras. Es decir, todo lo contrario de lo que está ocurriendo en Madrid, entre Ayuso y Sánchez, que se montaron un escenario de banderitas que recordaba a las capitulaciones alemanas en Versalles y que apenas sirvió para detener las hostilidades un día.

«La pandemia ha puesto en evidencia el mal funcionamiento de las propias estructuras del Estado y su coordinación con las comunidades autónomas, algo imperdonable en un estado de configuración federal y en el que competencias esenciales han sido transferidas a las autonomías.

Se ha querido culpabilizar al modo de vida mediterráneo y al comportamiento transgresor de algunos de nuestros jóvenes con ensanchar ese escenario de transmisión, pero hay también otros países que viven en nuestra misma cultura de calle y les ha ido mucho mejor.  La directora de Salud Pública y Medioambiente de la OMS, la asturiana María Neira,  ha señalado que ni el comportamiento de los jóvenes ni las numerosas relaciones intrafamiliares justifican la situación de la pandemia en España. Lo que no se compadece con ser el país que tiene las medidas más restrictivas en este momento en comparación con otros países de su entorno. Y así nos advierten que todas las medidas de higiene y distanciamiento y la realización de test, también los rápidos de antígenos, solo son eficaces si hay detrás «un cerebro humano» que interprete los datos y ha incidido en que la vigilancia epidemiológica siempre tiene que tener detrás una estrategia «casi militar”.  En España, no ha habido rastreadores militares hasta la segunda oleada, y en algunas regiones como Madrid la ausencia de rastreadores civiles fue especialmente notoria.

Pero es que, además, la pandemia ha puesto en evidencia el mal funcionamiento de las propias estructuras del Estado y su coordinación con las comunidades autónomas, algo imperdonable en un estado de configuración federal y en el que las competencias esenciales han sido transferidas a las autonomías. Así hemos podido comprobar que el ministerio de Sanidad, dirigido por un educadísimo filósofo, Salvador Illa, un tipo que difícilmente te puede caer mal, por sus modales, falló en la evaluación inicial de la pandemia, pero luego evidenció carecer de las capacidades necesarias para organizar la emergencia: desde la compra de material a la evaluación de lo que se nos venía encima. Y así descubrimos que ese comité técnico dirigido por el doctor Simón estaba formado por sus escasos colaboradores del ministerio, en contra de los que demandaban todos los colegios profesionales relacionados con la Sanidad sobre la formación de un verdadero comité de expertos multidisciplinar, como se ha hecho en otros países. Aquí, lo más que hicimos fue nombrar otra secretaria de Estado.    

La pandemia nos ha cuestionado mitos como que España tiene la mejor sanidad  del mundo, espejismo que expertos como Arturo Bris ya nos lo habían advertido en abril, y así ha quedado patente que la Atención Primaria empezó a degradarse tras la crisis financiera de 2008, porque no se han dotado las plantillas de un número suficiente de médicos y enfermeras a pesar de contar con magníficas facultades.  Pues bien, ese personal cualificado que tanto nos cuesta formar, lastrado por el sistema, acaba marchándose al Reino Unido, Francia y Alemania, porque allí sí encuentran trabajo y con sueldos muy superiores.  Pero no es solo la sanidad: cuando a los ministerios de Educación o de Universidad les ha tocado liderar han demostrado su incompetencia, que no se arregla regalando títulos ni dejando pasar de curso al que no demuestra una mínima capacidad de esfuerzo; y que se pagará con el tiempo.

«Sí, España necesita una comisión técnica que averigüe no sólo lo que está ocurriendo, como le han pedido a Pedro Sánchez los científicos españoles en revistas como “Lancet”, sino también mucha autocrítica y determinación para enderezar el funcionamiento de España como Estado ante una situación pandémica o cualquier otra emergencia grave»

Felepe González en el Foro de La Toja.

Sí, España necesita una comisión técnica que averigüe no sólo lo que está ocurriendo, como le han pedido a Pedro Sánchez los científicos españoles en revistas como “Lancet”, sino también mucha autocrítica y determinación para enderezar el  funcionamiento de España como Estado ante una situación pandémica o cualquier otra emergencia grave. No estamos a la altura. Ha tenido que ser otra vez Felipe González, quien sacara los colores al que todavía le quede un poco de vergüenza y pusiera el dedo en la llaga: «El sistema de gobernanza descentralizada del Estado tiene que estar habitualmente coordinada, no solo en épocas de crisis. Se ha confundido la descentralización con centrifugación del poder». «Y esto parece un puñetero gobierno de taifas. No, esto es mi competencia hasta que me veo desbordado y entonces es tu competencia. Pónganse de acuerdo por favor que no tenemos mucho tiempo que perder».   

La mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil la tiene que gestionar un gobierno en minoría, y con un Congreso Frankeinstein al que le preocupa más Franco que el coronavirus, la autodeterminación que la determinación por acabar con el Covid, y una oposición dividida que no encuentra su sitio al sol

La pandemia ha corroborado algo que ya sospechábamos. Los mecanismos de coordinación entre Estado y Autonomías o no existen o son ineficaces, y ante las emergencias aquí cada uno libra la guerra por su cuenta, bien sea en la compra de material hasta las medidas a adoptar, como si el virus entendiera de mapas autonómicos, y cuando llega a la “frontera” de Meco se queda parado. Esto parece un puñetero gobierno de taifas, a la vista está. Esto es lo que hay, no tenemos tiempo que perder, pero los que en sus manos está actuar parecen no enterarse.

La mayor crisis sanitaria y económica desde la Guerra Civil la tiene que gestionar un gobierno en minoría, y con un Congreso Frankeinstein al que le preocupa más Franco que el coronavirus, la autodeterminación que la determinación por acabar con el Covid, y una oposición dividida que no encuentra su sitio al sol.  Por no hablar de una demostración permanente de sectarismo como no la habíamos conocido igual.

Con esta tropa, señor Conde, ¡qué podía salir mal!   

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