Mosaico de Año Nuevo

Dejamos atrás el año que más cambió el mundo después del final de la II Guerra Mundial. Es el año del Covid19, la pandemia que llegó a Europa a principios de 2020 y que por el momento ha dejado 1.958.844 casos confirmados en España, 26.282.179 casos en Europa y 83.715.617 casos en todo el mundo. En la provincia de Guadalajara, llegamos a esta tercera ola con 12.637 casos acumulado y 458 fallecidos oficiales. Las hospitalizaciones alcanzan los 54 pacientes en cama convencional, lo que nos sitúa una ocupación entre 10-15% y el peor dato está en la UCI, que llegó a tener 21 pacientes el 13 de noviembre, si bien ha bajado en los últimos días a 11, aunque esto supone una ocupación de la UCI superior al 25%, el porcentaje más alto de las provincias de la región. Lo más terrible, los fallecimientos: España alcanza los 51.078 decesos oficiales, aunque por el INE ya sabemos que pueden ser el doble, con 4.451 en Castilla-La Mancha y 458 en Guadalajara.  Y aun no sabemos cuál será la incidencia de las fiestas en la pandemia cuando pasen 10 días, con lo que las cifras todavía podrían dispararse más a no ser que el decepcionante ritmo de vacunación coja por fin una velocidad de crucero, esas 15.000 mil vacunas diarias a las que se refirió García-Page y que por ahora se reducen a 2.036 las vacunas que se han puesto hasta el momento en CLM, según cifras oficiales, aunque la consejería espera que se pondrán 12.000 durante esta semana.   

Estas son solo las cifras esenciales de una pandemia que va a marcar al mundo, a su economía y a las relaciones sociales durante decenios, y de la que por ahora se desconoce su origen y datos claves sobre su propagación por el ocultismo del régimen comunista chino. La abogada china Zhan Zhan, de 37 años, que viajó en marzo a Wuham para saber qué estaba pasando realmente y descubrió que las cifras que estaban dando la autoridades eran falsas, fue detenida en mayo y condenada a cuatro años de cárcel por denunciarlo. Ha pasado un año desde que el virus se empezó a propagar en China y ya nadie se cree que lo transmitió un tipo que se comió un pangolín o un murciélago infectado para desayunar. La Organización Mundial de la Salud (OMS), un organismo que ha demostrado con creces sus deficiencias, ni sabe ni contesta cuando la nueva superpotencia oriental está de por medio.

Illa se marcha en el descanso.- ¿Se imaginan que el entrenador de fútbol de un club de élite abandonara el banquillo en el descanso  y se marchara a un nuevo trabajo sin esperar siquiera a que acabara el partido? Pues bien, esto es lo que ha pasado con Salvador Illa, nuestro ministro de Sanidad, urgido por Pedro Sánchez  para encabezar la lista del PSC a las autonómicas catalanas y ser el potencial presidente de un futuro gobierno de coalición con el Podemos catalán y sus aliados parlamentarios de ERC. Las encuestas dan a Illa con mayores posibilidades que el bailarín Miquel Iceta, y para allá lo han mandado cuando la pandemia arrecia en su tercera oleada. Nos consta que Salvador Illa es una persona educada, que no insulta  y  con capacidad para lograr empatía con su interlocutor, cualidades de gran valor en una política tan radicalizada como la catalana,  pero con esta decisión Sánchez, una de dos, o minimiza su papel al frente del  ministerio  o es que al presidente del Gobierno le preocupa más tocar poder en la Generalitat que la dirección de la lucha contra el Covid19, ahora que ha endilgado el final de la gestión a las comunidades autónomas, porque no hay más votos que rascar.

Yo pediría el indulto.-  Yo estoy dispuesto a firmar al pie de una petición solicitando el indulto para los políticos golpistas en prisión en aras a rebajar la tensión en el Principado con una sola condición: que se cumpla con lo que el espíritu de la Ley establece para esa atrabiliaria prerrogativa del Gobierno: arrepentimiento sobre el mal causado y manifestación pública de que no volverán a incurrir en el mismo delito. De lo contrario,  «qué pasaría, qué responsabilidad, qué ridículo histórico no estarían haciendo un gobierno o un partido», se preguntó  días atrás el presidente de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page. Aunque la repercusión electoral  que un ridículo así tendría en la política interior de Castilla-La Mancha es el menor de los problemas para Sánchez. Como bien sabe el propio Page.

Gibraltar, más cerca.- Es asombroso que una colonia del Reino Unido llegue a tener una relación más estrecha con la Unión Europea después del Brexit que antes del desenganche de su metrópoli, como va a ocurrir con Gibraltar, territorio que ahora va a entrar en Schengen, la zona de libre circulación de la UE, en la que el peñón nunca había estado. Solucionar el contencioso gibraltareño con los parámetros de 1713 en que unos zoquetes de ministros españoles negociaron con el Reino Unido el Tratado de Utrech no parece que sea lo más inteligente. Ahora que los llanitos van a estar más integrados en la economía europea y española, y que el control de fronteras pertenecerá a España, no digo yo que vayan a salir envueltos en la bandera española. Pero el roce hace el cariño. Y si a Gibraltar le va bien, ¿por qué no a España?

El edficio de Maragato, más de veinte años afeando la plaza Mayor/GUDiario.

Maragato o las  pirámides de Gizewh.- La ruina del antiguo edificio donde estaba la pescadería Maragato, un nombre tan sonoro que es digno de llevar la firma de una franquicia de pescaderías, va camino de convertirse en nuestras pirámides de Gizewh. Todo en él es la historia de un fracaso colectivo. De los sucesivos ayuntamientos que no encontraron una solución imaginativa para despejar de nuestra plaza Mayor un paredón que parece un escombro del bombardeo de Sarajevo y estrecha además la Calle Mayor por un andamio que la invade desde hace más de dos décadas. Un fracaso de los sucesivos propietarios porque no supieron ejercer su función social de promotores de un solar vacío. Y de la mismísima justicia, que tardó un siglo en entender que los PAEs eran un instrumento válido para superar un litigio ciertamente complicado y al que nadie ha sabido hincar el diente. Esto es lo que hay. Un año más con la plaza Mayor en ruinas

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