Los afiliados ponen a Lucas Castillo a pilotar el PP

Las primeras primarias en el PP de Guadalajara se resolvieron según los pronósticos. Lucas Castillo, el actual alcalde de Yunquera y portavoz del PP con Ana Guarinos, ha sido elegido presidente provincial del Partido Popular, o mejor dicho, será elegido para ese cargo en el XIV Congreso Provincial de los populares a celebrar el 10 de julio. Al Congreso solo irá la candidatura de Castillo, ya que no será necesaria la segunda vuelta entre los dos candidatos más votados por los afiliados al haber superado aquel el 50% de los votos.  Al final solo hubo dos candidaturas, pues Jaime Carnicero renunció a última hora del viernes, apelando a la unidad del partido,  según explicó, después de haber intentado por todos los medios el acercamiento de posiciones “hasta el último minuto, pero no lo he logrado”. Carnicero no recomendó públicamente su respaldo a ninguno de los dos candidatos, aunque teóricamente beneficiaba a la candidatura de Ana González. Aunque eso es la teoría, claro, porque al final la victoria de Lucas Castillo fue incontestable: reunió 398 votos válidos,  el 69,8% de los suifragios válidos, frente a 155 para la otra precandidata, Ana González, que sumó el 27,1%.

Algunos podrán decir que Lucas, además de ser el candidato de las bases, como se ha visto, también lo era del aparato de Ana Guarinos, que dirigió el partido con mano de hierro en tiempos de Cospedal. Pero si en aquella etapa haber sido señalado por Guarinos o Cospedal era suficiente para ganar un Congreso, no sucede lo mismo, ahora, en que se ha permitido a la militancia expresar sus preferencias en un voto secreto. Por ello, sería injusto regatear méritos a Lucas Castillo o hablar de él como un candidato interpuesto, porque tiene la legitimidad y autonomía, la autóritas que sólo lo dan las urnas, y es de imaginar que él lo sabrá utilizar para trazar el rumbo al PP de Guadalajara.

En la entrevista que le hizo este digital, le preguntamos qué había que hacer para recuperar el terreno perdido en Guadalajara, y Castillo respondió que “renovarse”; y añadió: “escuchar todavía más a la sociedad y hacer que nuestro proyecto lo sientan suyo. Hay que pisar la calle, atender a los guadalajareños y conocer qué provoca sus desvelos y cuáles son sus anhelos. Sus deseos, necesidades y temores deben de ser los nuestros”.  

La victoria de Castillo ha sido incontestable, no ha necesitado segunda vuelta, aunque ello no debería tapar que al Congreso se presentaron inicialmente tres candidaturas, que luego se quedaron en dos. Es decir, que no hubo posibilidad de acuerdo previo entre los tres precandidatos, por las circunstancias que fueran. Habrá que ver la lista que presenta Castillo al Congreso; suena que el secretario general sería  Alfonso Esteban, que relegó sus expectativas de ser presidente en beneficio de la opción de Lucas Castillo,  y veremos si el nuevo presidente está por la integración de todas las sensibilidades o por hacer tabla rasa a la vista de los resultados de las Primarias.

La historia nos dice que al PP le cuesta más que a otros partidos cerrar las heridas que dejan procesos congresuales no resueltos por consenso, y me estoy acordando de las elecciones en que Antonio Román -que apoyó a Carnicero y también dio un “me gusta” a la candidatura de Ana González- ganó a Luis Benito, como él mismo me ha reconocido más de una vez.

El panorama al que se va a enfrentar Lucas Castillo es todavía más complejo que el de Román cuando salió reelegido presidente. En el Congreso, en 2019, el PP fue superado por otro partido de la derecha, en este caso de la derecha populista, por primera vez en la historia de Guadalajara, perdiendo además su condición de primera fuerza en beneficio del PSOE, algo que solo se produjo en 1982 en el histórico triunfo de Felipe González.

Mi previsión es que el PP podrá resarcirse, en Guadalajara, de ese “sorpasso”, porque Sánchez y su propósito aventurero por liquidar el régimen del 78, sin saber qué España quiere alumbrar o con quién se va a aliar para montar esa segunda Transición que no sean los independentistas, le pasará factura en la meseta;  y así lo sugieren  los sondeos tras el triunfo de Ayuso en Madrid, que ha abierto un nuevo ciclo político.  Y aunque, en Guadalajara, Vox está resistiendo en los sondeos con cierta comodidad, las elecciones más complicadas para el PP no van a ser las Generales, sino las autonómicas y locales de 2023. Con las instituciones principales que manejan presupuestos en manos de los socialistas, las sinergias para el PSOE van a ser importantes; que además tienen en Page a un candidato potente mientras que el PP tiene a Núñez, que no es precisamente Ayuso en empatía popular.

Pero el PP tiene también, después de haber conseguido con éxito el relevo generacional en su presidencia, que renovar una militancia que se le ha hecho mayor, como se ha podido ver a la hora de las votaciones. No es solo un problema del PP, sino que afecta a la mayoría de los partidos, y sobre todo a los tradicionales, pero en el PP, al estar fuera de casi todas las instituciones les costará más. Ya se sabe.

Esto es lo que hay y algo más: en una cosa los populares tienen ventaja. El Corredor de Guadalajara, por su vinculación con Madrid, siempre ha anticipado los cambios que vienen.  Y esta vez no será la excepción.

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