Recientemente mi amigo y compañero del alma Jesús Orea se ocupaba de uno de los hechos más vergonzosos y que puso en evidencia la inanidad de la clase política que dice representar a esta provincia y a su comunidad autónoma. Cuando alguien me interpela sobre la influencia que tiene la prensa en las acciones de los poderes públicos, yo les respondo que cada vez menos, y en todo caso lo aprovecharán siempre que les interese a ellos. Confieso que el caso del que hoy hago reseña es uno de lo que más frustración me han producido entre los que me topado en mi ya larga carrera profesional, uno de esos ante los que te dan ganas de coger el portante y dedicarte a mejor vida, y no ofuscarse en la ingenuidad de pretender servir a los intereses generales de Guadalajara.
Jesús Orea, que todavía es capaz de indignarse por Guadalajara, se escandalizaba en su post por el triste final que han tenido los últimos restos del naufragio de la antigua Obra Social y Cultural (OBS) de la desaparecida, por reabsorción, Caja Guadalajara. Se refería a los cuadros propiedad de esa OBS que en un principio se guardaban en su mayoría en su antigua sede de la Virgen del Amparo, luego pasaron a Torre Guadalajara -casi vacía como el cerebro de algunos, precisa Orea-, de ahí a una nave azudense y finalmente nos hemos enterado por un reportaje en La Tribuna de Guadalajara que ahora están en un almacén de Sevilla, propiedad de la Fundación Cajasol, sin mayor gloria.
El post de Jesús me hacía recordar con pena una serie de artículos, bien documentados, que escribí ya en este digital sobre el expolio del patrimonio de esa Obra Social, que una vez fue orgullo de esta provincia, y terminó disuelto en la noche de los tiempo sin que en Guadalajara sus instituciones dijeran ni Pamplona. No voy a entrar en detalles, pero al pie de este post les dejo constancia del primer artículo de la serie (5.4.2013) en que hablé de que la citada fundación estaban empantanada. Un segundo (19.11-2014) en la que denuncié que Guadalajara ya había perdido 3,8 millones para Obra Social por los incumplimientos de Cajasol. Otro de 17.11.2014 en el que daba cuenta de que el último presidente de Caja Guadalajara, José Luis Ros, culpaba con un documento esclarecedor a Antonio Pulido, ex presidente de Caja Sol y mandamás de su Fundación, de incumplir los acuerdos a los que en su día se llegaron para la fusión por absorción de ambas cajas. Otro más de 25.3.15 en el que recogía la visita de Antonio Pulido a la Diputación de Guadalajara y en la que nadie le reprochó públicamente el incumplimiento de los acuerdos de fusión, y todos parecían conformes con que Pulido les hubiera devuelto el Retablo Arriacense, una de aquellas obras de la OBS, como si con ello se resolviera el problema.
Nadie parecía estar interesado en hincar el diente a esta pieza, el asunto se enterró hasta que el 12 de marzo de 2018 me llevé una sorpresa y el entonces diputado por el PP de Guadalajara, Ramón Aguirre, osaba dar una rueda de prensa en la que desempoló el incumplimiento del convenio entre las dos cajas. Y en el que pedía a Emiliano García Page “que despierte” y “tome la iniciativa” para que reclame “bien por la vía política o bien por la vía jurídica” el cumplimiento del convenio de integración de Caja de Guadalajara en CajaSol por el que se constituía la Fundación de Caja Guadalajara y se distribuyeran los recursos de su Obra Social. Unos recursos que Aguirre cifró en 15 millones de euros “que se deben a la provincia de Guadalajara y a los guadalajareños”. Bien es cierto que esta demanda de acción Aguirre se la debería haber exigido, además, a la ex presidenta de Castilla-La Mancha, María Dolores Cospedal, que seguía siendo la número 2 del PP nacional, o a las instituciones que gobernaba su partido en Guadalajara, ayuntamientos o la propia Diputación. Pero por algo se empieza. El diputado Aguirre había tenido al menos la valentía de Aguirre de retomar una antigua reivindicación que no había perseguido ninguna institución local, provincial y autonómica y recordaba que el 14 de abril de 2010 los gobiernos socialistas de Andalucía y de Castilla-La Mancha firmaron un convenio relativo a la absorción de Caja de Guadalajara por la andaluza CajaSol. Respaldándolo.
Aguirre siguió interesado por el asunto. Parecía que tenía algo. Yo le invité a escribir un artículo para que dejara constancia por escrito de sus avances, pero con el tiempo se desinfló. Pinchó en hueso. No había encontrado pista libre en su propio grupo parlamentario. Los acuerdos para la fusión y la continuidad de la Obra Social de Caja Sol, en la que se había integrado Caja Guadalajara, parecían esculpidos en piedra. Y los dos partidos mayoritarios, PSOE y PP, no querían enredos.¿Por qué? Misterio.
Así llegamos hasta el punto en que comienza el artículo de Jesús Orea. Lo recuerdo: «al absorber Caja Sol a la Caja de Guadalajara, una de las condiciones que se establecen en ese proceso -y que conocen y aprueban sus respectivas asambleas y tanto la Junta de Andalucía como la de Castilla-La Mancha- es que, con el patrimonio de la antigua obra de la caja guadalajareña y con el fin de mantener su actividad social y cultural, se cree una Fundación Caja de Guadalajara que, inicialmente, tendría una dotación de 5 millones de euros anuales durante los 3 primeros años de funcionamiento. Como es sabido, esa Fundación jamás llegó a constituirse, incumpliéndose así el acuerdo de fusión por absorción de Caja de Guadalajara con Cajasol, hecho que, a mi juicio, podría hacer hasta revisable la validez y eficacia del mismísimo acuerdo y, por supuesto, reclamable su cumplimiento ante las instancias judiciales que proceda». Ciertamente es así, alguien (persona física o institución) podría reclamar ante los Tribunales ese incumplimiento. Pero nadie lo hizo. Hasta hoy.
Y así nos encontramos con que una colección fundamentalmente conformada por pinturas de autores locales de la talla de Alejo Vera, Casto Plasencia, Regino Pradillo, Fermín Santos, Raúl Santos, Santos Viana, González Lamata, Fernández Molina, Antonio Burgos, Carlos Iznaola, José María Ortíz, etc., más otros nacionales que concurrían al Certamen de Pintura que convocaba Caja Guadalajara (ahora los bancos se dedican a otra cosa, ya saben) están depositados, entre ratones, en un almacén de Sevilla.
Propone Orea que una gran sala en el Museo de la Ciudad, con sede en El Fuerte, en la que se exhibieran de manera permanente los más destacados fondos artísticos de la OBS de Caja de Guadalajara, sería un buen destino para ellos. Yo añado que es lo mínimo que se puede pedir. Pero ya verán que ni aun eso conseguiremos.
Esto es lo que hay. ¡Qué triste! Guadalajara, esperando a nada y a nadie con una eterna sonrisa de resignación. ¿Verdad, Salva?
Pies de foto:
Superior: Antonio Pulido y José Luis Ros, en Guadalajara, mirando la fachada de Caja Guadalajara durante el proceso de fusión de las dos entidades que presidían. Archivo GD.
Inferior: El protocolo de fusión entre Cajasol y Caja Guadalajara reservaba dos plantas y el salón de actos para la Fundación Caja Guadalajara, que luego no se constituyó. Torre Guadalajara ahora pertenece a Caixabank, que la destina al alquiler. Foto: GD.
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