Pedro Sánchez sumó justamente ahora, hace un año, un 23 de julio, y se puso a bailar frente a Ferraz con una eufórica María Jesús Montero, por seguir de ministra, mientras anunciaba urbi et orbi: “Somos más”. Entre los Frankenstein de ese lado del muro había más votos que en el otro, el de la fachosfera, y en un principio le salieron las cuentas para ser presidente. Después de una delirante negociación en Ginebra con el fugado Puigdemont, trocó los 7 votos de Junts a cambio de una amnistía que hasta ayer había sido calificada de “anticonstitucional” por la citada pareja de baile durante la campaña. Pero Sánchez tragó y aceptó dejar impune el “golpe de Estado” -la calificación es del Tribunal Supremo en su recurso ante el Tribunal Constitucional- a cambio de un “pacto de legislatura”, anunció el negociador Santos Cerdán, que el martes ya se vio que no era tal. Y no será porque Puigdemont no se lo había advertido: en Ginebra solo se negoció la investidura de Sánchez a cambio de la Amnistía y ahora lo que quiere Puigdemont es volver a Cataluña como Presidente de la Generalitat. Y cuando lo consiga lo siguiente será el referéndum de Autodeterminación. A Puigdemont y a su tropa le importa un bledo Sánchez, el progresismo, los Presupuestos de España y la estabilidad de su gobierno. Es Sánchez el que echó mal las cuentas esa noche del 23 de julio al sumar a Junts en su parte del muro. Una situación que ha creado un gobierno estéril, incapaz de producir ley alguna al margen de la Amnistía y que cuando le traicionan sus socios echa la culpa a Feijóo, quien ya le había advertido de que no contara con él cuando esto sucediera.
Sánchez ya sabe que no hay agua en su lado del muro. El problema para España es que tampoco la hay en el otro, tan disoluto como entre los socios del Gobierno. Y ante esa tesitura solo tiene dos opciones: hacer un butrón en el muro y llegar a acuerdos con el centro-derecha de Feijóo, lo que no está en su ADN frentista, o repartir nuevas cartas (de la baraja) y convocar elecciones antes de fin de año. Podrá seguir en La Moncloa, porque ya sabe que Feijóo nunca ganará una moción de censura con la actual composición parlamentaria, pero desde esta semana ya tiene acreditado que tampoco él podría superar una moción de confianza. Así que ante los graves problemas que tiene España, un estado al que sus aliados se empeñan en dejar en los huesos y sin recursos, cuanto antes se ponga a contar, mejor para todos. Esto es lo que hay.
¿TOROS POR LA CALLE MAYOR?.- Me sorprende que el Grupo Socialista vaya a pedir en una moción un cambio en el recorrido del encierro para meter la manada por la Calle Mayor, pero no tanto por la propuesta en sí, que el equipo de Gobierno está dispuesto a estudiar, sino porque para llevar un cambio tan radical al pleno hay que tener las cosas muy estudiadas. Por ejemplo: ¿dónde pondríamos los corrales? ¿Cuánto costaría asegurar con tableros el comercio de la Calle Mayor? Hay que recordar que en el primer recorrido del encierro de Guadalajara, los corrales estaban en un patio, que ya no existe, del antiguo Instituto de Previsión -hoy Seguridad Social- y era pequeño y destartalado. Pero los toros que allí se encerraban eran novillos y erales despuntados, nada que ver con los actuales toros de lidia que se sueltan en las corridas de la Feria. Una asociación taurina habla de instalar unos corrales en el Mercado de abastos, corrales que podrían ser visitables.Desde ahí saldría el encierro hasta coger la Calle Mayor, el Jardinillo y Santo Domingo hasta enlazar con el actual recorrido a la altura de San Ginés. Una propuesta atractiva, pero que necesitaría conocer de su proyecto técnico y el coste para ser valorada.
El recorrido del encierro es mejorable en su primer tramo, eso es seguro, y como ex corredor a mí también me pone ver los toros por la calle Mayor, como los veo por Mercaderes o Estafeta en Pamplona, pero a los que nos gusta el encierro de Guadalajara y peleamos por él hace muchos años, tenemos muy claro que el avance más importante que ha tenido es que se suelten los toros de las corridas y se haga con la seguridad suficiente. Para ello, se necesitan corrales adecuados y apartados -ahora están en el parque de Bejanque y valieron un dinero- por lo que sería una temeridad abrazar propuestas populistas, pero sin valorar su coste económico y los riesgos sobre un encierro consolidado, pero que no necesita de aventuras en los tiempos hostiles en que vivimos. Bastante nos ha costado que los toreros que vienen a la Feria de Guadalajara lo acepten, porque Guadalajara no es Pamplona donde reciben las mejores bolsas de España. Así que bien está el debate sobre cualquier propuesta de mejora, pero dénse los pasos con prudencia y solo tras conocer los estudios técnicos correspondientes y el coste de los mismos .