Rajoy, por patriotismo, debe dimitir

El poliédrico PNV, que ayer apoyaba el presupuesto del PP y hoy ha decantado la balanza de la moción de censura en favor de Pedro Sánchez, ha actuado con un gran rigor. A los nacionalistas, que tienen como fin último la independencia de los territorios que representan, lo último que les interesa es un gobierno fuerte al frente del Estado. El que sea. Lo que quieren son gobiernos débiles con los que se pueda negociar en condiciones de superioridad, bien sea un pedazo de la tarta del presupuesto anual, como ha hecho Rajoy con el PNV –más de 500 millones del ala- o a más largo plazo alguna solución legal para que esa independencia sea posible, para lo cual habría que reformar  la Constitución; o traicionarla. Nada que reprochar por tanto a los nacionalistas por su colaboración a que el parlamento español  pueda elegir al gobierno más débil de la historia de la democracia, porque con 85 diputados sobre los 350 que conforman el Congreso estaríamos ante el gobierno menos respaldado  desde la aprobación de la Constitución. Y un gobierno sin posibilidad de legislar no es un gobierno.

Sánchez  ha sido capaz con su tacticismo paciente de aormar una mayoría frankenstein , como diría Rubalcaba,  para echar a Rajoy, pero ni por lo más remoto ha conseguido agrupar en torno a él a una mayoría parlamentaria que le permita tener una agenda política que sea convalidada por las Cortes (Congreso y Senado, esta última cámara controlada por el PP). Aunque él no quiera verlo, partidos que han apoyado la censura por puro tacticismo, como Podemos o los nacionalistas, pasarán al día siguiente a la oposición en la que se juntarán con PP y Ciudadanos es una psicodélica cama redonda. Sánchez va a estar más solo que la una, como decimos en Castilla, y eso no puede ser síntoma de nada bueno para España.

Mariano Rajoy ha hecho hoy un excelente discurso, es un orador parlamentario mucho mejor que Sánchez, pero al mismo tiempo ha evidenciado que no se ha enterado nada de lo que supone la sentencia sobre la Gurtel, al margen de que en lo estrictamemte jurídico es obvio que el fallo todavía no es firme al caber el correspondiente recurso. Rajoy no ha querido ver que Gurtel ha sido la gran gota que ha culminado el vaso de la corrupción que golpea al PP, que tiene antecedentes en procesos por todos conocidos, y lo que es peor: hay un horizonte penal por las piezas separadas del caso Gurtel, o en sumarios como el de Lezo o la Púnica que tienen muy mala pinta. Y la opinión pública ha dictado sentencia, como anticipan los sondeos.

En este sentido, el discurso de Mariano Rajoy alertando sobre un gobierno débil, que inevitablemente traería inestabilidad a España, respaldado por fuerzas políticas que buscan romperla, y partidos populistas que cuestionan principios esenciales sobre los que pivota la unidad europea,  tienen serio fundamento.

Pero si ese peligro existe, y la moción de censura de Pedro Sánchez busca fundamentalmente servir a los intereses de Pedro Sánchez, no tanto a los del PSOE, que acabará cargando con sus resultados, Mariano Rajoy lo tiene fácil: dimita antes de que se vote, la moción de censura decaerá, y deje la posibilidad a cualquier fuerza parlamentaria de formar una mayoría que le garantice la elección de un presidente,  por mayoría simple, para poder gobernar como Dios manda. Y si nadie lo logra, en seis meses tendremos nuevas elecciones; y el pueblo español tendrá otra vez voz en esta crisis. Que ahora asiste atónito al debate.

Dimitir, ahora, antes de que se vote, y cerrar el paso a un gobierno disparatado, porque disparate es querer gobernar media legislatura  habiendo perdido las elecciones,  con un grupo parlamentario de 85 diputados, es lo más patriótico que puede hacer el señor Rajoy.

Si no lo hace, como le sucede a Sánchez, Rajoy  habrá puesto sus intereses personales por encima de los de España. Amén de que  lo acabará pagando su partido, aunque esto es lo que menos nos importa. Pero hay que ser miope para no verlo y a qué partidos beneficia un gobierno débil, sometido al chantaje de los enemigos del Estado. De España.

Bienvenidos a la política italiana, pero hecha por españoles. Que Dios nos asista. Esto es lo que hay.

 

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