Buscando a Cela en la Alcarria

Este libro que ahora presentamos es la segunda edición del que vio la luz en 1982, cuando España abría la ventana olímpica al mundo, y que escribí mano a mano con mi maestro y director en Flores y Abejas, Salvador Toquero, que  desde hace  nueve  años transita por los eternos paisajes del cielo. A su memoria se lo hemos dedicado, y aquí estamos intentando lidiar esto de la mejor manera posible.

Buscando a Cela en la Alcarria no se iba a llamar en principio así.  Salva y yo habíamos pensado en titularlo: “Tras la huella de 57 personajes”, que son todos los que aparecen en el Viaje a la Alcarria,   pero al final nos pareció que era más expresivo – y comercial, no lo negamos-, sacar a don Camilo a pasear por la portada. Aunque a Cela no le habían concedido todavía el Nobel, era uno de los escritores españoles vivos  más populares, y no solo por sus indudables méritos literarios, sino porque salía en televisión y participaba en alguna tertulia. En nuestro camino por aquella Alcarria de 1982 nos dimos cuenta de que él ya disfrutaba de la púrpura de la fama, circunstancia que nunca le desagradó.  Él siempre fue consciente de que literatura y popularidad favorecían  el éxito, y las ventas, y en ese sentido  Cela fue un adelantado de otros autores famosos

Buscando-CelaPensamos en ese título: “Tras la huella de 57 personajes”, porque como ya señalamos entonces queríamos  saber de la peripecia humana de los personajes del Viaje a la Alcarria.  Habían transcurrido  37 años desde que Cela recorriera, las veces que fuera, la Alcarria para escribir su libro con lo que –imaginamos—si tardábamos unos años más, había serio riesgo de perder la huella de algunos.  Y tengo que decir que en la mayoría de las ocasiones llegamos a tiempo. Pudimos charlar  presencialmente con los personajes del viaje de Cela, con otros lo hicimos por teléfono, y acabamos por  hacerlos nuestros.  Ahora que se conmemora el centenario de su nacimiento ya no sería posible.

Escribir una novela sobre los personajes del Viaje a la Alcarria, 37 años después, ofrecía también otra alternativa que nos apasionó. Cuando el mozo Cela decidió coger morral y venir a la Alcarria, “un país al que nadie le da la gana de ir”, tal y como advirtió a sus lectores, la Guerra civil española había terminado apenas hace 7 años y la rendición de la Alemania de Hitler era muy reciente: hacía un año.  Era una España y una Europa pobre y misérrima, marcada por la contienda,  que no podía escapar a un viaje costumbrista.

Por eso Cela tuvo que salir a los caminos de la Alcarria pertrechado de la correspondiente autorización, que le proporcionó el gobernador de entonces, y que sospechamos hubo por los menos un pueblo en el que no le dio la gana de mostrarla. Es uno de los capítulos más curiosos de nuestro libro. La aparición de algunos fotógrafos  alemanes y de un misterioso personaje que vivía alejado en Trillo, un año después de terminar la guerra, y que según supimos trabajó para la embajada alemana, nos hizo volar la imaginación. Pero ahí lo dejamos. Nuestra misión no era escribir un libro de investigación, sino una novela sobre los personajes del Viaje a la Alcarria y enmarcados en la Guadalajara de 1982.  Una España que vivía los primeros años de su joven democracia tras una compleja y laboriosa Transición para que este país dejara de ser una tierra de vencedores y vencidos. Porque las guerras civiles no las gana nadie; todas se pierden.

Tenemos que decir con satisfacción  que Buscando a Cela en la Alcarria nos fue bien. La Diputación nos ayudó comprando mil ejemplares, que fueron a su protocolo y a  las bibliotecas de la provincia, y el resto hasta 3.000 se vendió en las librerías o por correo, sorprendiéndonos los pedidos que recibimos desde distintas provincias de España y de universidades extranjeras ocupadas en el estudio de la trayectoria literaria de Cela.  Tal es el interés que despertaba la figura de Cela,  que entre Salva y yo comentamos que acabaría recibiendo el Nobel.  Se lo concedieron siete años después, en 1989, y lo más curioso: por entonces ya era vecino de la Alcarria, ya que tenía alquilado  un chalé en El Calvín;  y el dinero del premio le sirvió para comprarse  una casa de campo en la ribera del Henares  en la finca del Espinar.

El resto de los ejemplares los vendimos en actos promocionales que organizamos por la Alcarria.  Nos es obligado  reconocer que en la mayoría de los pueblos se nos dio muy bien. Así que la primera edición terminó agotándose hasta que 34 años después,  y  otra vez con el impulso de la Diputación, siempre atenta a la cultura de la provincia, vuelve a reeditarse el libro, coincidiendo con el centenario del nacimiento de Camilo José Cela, que  se va a celebrar con profusión de actividades. Esto nos permite varias cosas, a saber: corregir el libro y enmendar las erratas que se nos escaparon –más de la cuenta—entre la redacción y la imprenta. Permitir a Luis Barra, nuestro fotógrafo, imprimir con más calidad las fotos que utilizamos para la primera edición, e incluir algunas que se quedaron fuera por falta de espacio. Y para que nada falte, hemos recurrido otra vez a Antonio Burgos para realizar la portada. Un cuadro suyo realizado ex profeso sirvió de portada para la edición de 1982, y es tan bueno que Cela nos lo pidió para su museo. Y allí está, por Iria Flavia. Pocos pintores como Antonio Burgos saben plasmar el paisaje alcarreño con tanta maestría,  así que no podía haber segunda edición sin Burgos.

Y para completar la faena, el editor de esta segunda edición es un chaval que nos acompañó en el asiento trasero del coche en aquella primavera alcarreña de 1982, y que hoy se ha convertido en uno de los mejores diseñadores  que hay en nuestra provincia. Gracias Fernando Toquero por el esfuerzo, en nombre mío y el de de Salva, tu padre, que hoy estaría muy satisfecho sabiendo que el propósito que nos llevó a la carretera y a los pueblos del Viaje a la Alcarria  se vuelve a renovar  34 años después.

Aunque el tiempo ha borrado la huella viva de la mayoría  los personajes del libro de Cela,  y que acabaron siendo nuestros,  el  libro Viaje a la Alcarria está tan vivo como siempre. Y sigue siendo nuestro mejor escaparate  para un país, nuestra Alcarria, al que  la gente ya le está dando la gana de ir.  Ahora no hay fondas, como en 1946, pero sí una cada vez mejor  red de hoteles y casas rurales que tienen un inmejorable producto que vender: el del paisaje alcarreño, y el de sus habitantes, duros como es esta tierra,  que siguen esperando, a nada y a nadie, con una eterna sonrisa de resignación.

Nota del autor:  El contenido de este post forma parte del prólogo a la reedición del  libro Buscando a Cela en la Alcarria, escrito por Salvador Toquero y Santiago Barra en 1982, y que será presentado este miércoles, a las 19,30 horas en el salón Antonio Pérez del centro San José, con entrada libre.   

 

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