Sin lugar a dudas que la noticia más importante publicada por Guadalajara Diario en lo que llevamos de verano no han sido el regreso de las fiestas de los pueblos -aunque necesarias eran para el reequilibrio de las cabezas- ni los importantes incendios sufridos en nuestra provincia -que pudieron haber llegado a mayores si no fuera por el gran trabajo llevado a cabo por las fuerzas de extinción-, para un servidor la gran noticia es que los nacimientos en la provincia de Guadalajara siguen a la baja y eso sucede a pesar de que el crecimiento poblacional de Guadalajara está entre los más altos de España en las últimas d´écadas, según el INE.
La noticia nos decía que en Guadalajara siguen naciendo de media 4 niños al día y que ha habido 773 nacimientos. El problema es que son 117 menos que en junio del año pasado y las cifras son aún peores si las comparamos con 2019 porque son 232 niños menos. Esta progresiva despoblación es también acusada por Castilla-La Mancha, que solo aguantó los nacimientos por niños concebidos en los primeres meses de la pandemia.
Solo la natalidad en los primeros meses de la pandemia frenaron el desplome los nacimientos.Foto: JCCM/Archivo GUDiario.
La primera conclusión que extraemos es que ese aumento poblacional que se ha dado en nuestra provincia en las últimas decádas, por el efecto de la inmigración relacionada con la logística, y que en gran medida ha cambiado el perfil de la sociedad alcarreña, antaño sustentada por una clase media que nació con el crecimiento industrial en los 70-80, tampoco es suficiente para garantizar lo que llamamos tasa de reposición.
Este retrato no es mejor que la radiografía que nos ha dejado el INE en toda España, ya que durante el primer semestre de 2022, nacieron la misma cantidad de niños que en el primer semestre de 2021, considerando que son las peores cifras desde 1941. Como corolario, España presenta una de las tasas de de fecundidad más bajas del mundo, apenas 1,19 hijos por mujer y, por tanto, muy lejos de la tasa de repoblación poblacional de 2,1 hijos por mujer.
Ante este panorama, destacados economistas como Juan Ramón Rallo están recordando al ministro Escrivá, responsable de la Seguridad Social, que su modelo de sostenibilidad de las pensiones confiaba en que a largo plazo la tendencia alcista se mantendría, de modo que la tasa de fecundidad pasaría a ser de 1,6 hijos por mujer en 2030 y de 1,8 en 2040, y en una dinámica de incremento. ¿Cómo va a compensar el desajuste?
Esto es lo que hay: de cara a los próximos comicios, además de la consabida política de tuits en las redes sociales, es necesaria una explicación más larga en la que nos propongan qué medidas tienen pensado adoptar corporaciones locales, autonomías y Estado, para estimular la natalidad en España. Como ejemplo, ya tienen algunos modelos del norte de Europa en los que inspirarse. Pero si solo vamos al populismo de la subvención a corto plazo y otras bagatelas, acabaremos teniendo un problema estructural irresoluble. Como el icerberg del Titanic, que lo vieron cuando ya estaba encima. Esto es lo que hay.