23-J: Un resultado endiablado

El resultado del 23J, esas extrañas elecciones que siguieron al 28-M por la decisión inopinada de Pedro Sánchez, nos ha dejado una victoria amarga del PP de Feijóo y una salida parlamentaria terriblemente endiablada, hasta el punto de que es muy probable que vayamos a una repetición electoral para navidades. Así, habremos pasado del verano azul y el voto desde la playa a las navidades blancas con villancicos para animar la campaña electoral. Una alegría indescriptible, por tanto.

Vayamos por partes. ¿Qué pensarán en Europa si la clave de bóveda de una investidura de Sánchez es un tipo, Carles Puigdemont, que está reclamado por la Justicia española por haber intentado dar un golpe de estado? No quiero ni pensarlo, por no hablar de un presidente rotatorio de la UE que va a ser un presidente en funciones, sin ninguna garantía de que vuelva a ser elegido.

Esto es lo que han dejado los electores a nuestros principales partidos:

Feijóo y Vox.- El PP ha ganado las elecciones, a pesar de una mala campaña electoral, pero es una victoria amarga porque se esperaba un resultado en torno a los 150 escaños, que restarían poder negociador a Vox y que todavía los sondeos realizados en la jornada de reflexión (no eran israelitas a pie de urna) así lo pronosticaban. El PP de Feijóo ha ganado 47 escaños y 3 millones de votos sobre el PP de Pablo Casado, y así lo ponía en valor el presidente popular esta noche desde el balcón de Génova, mientras que un grupo de militantes del partido gritaban “Ayuso, Ayuso”. Feijóo seguro que tomó nota y ya sabe que no va a tener una segunda oportunidad, si no logra formar gobierno y hay repetición de elecciones en diciembre y no las gana. La sombra de Ayuso, de rojo pasión esta noche, es alargada. Feijóo tenía motivos para estar moderadamente satisfecho y ya nos avanzó que como candidato con más escaños intentará formar gobierno para lo que iniciará un diálogo con el PSOE. Le ha pedido a Sánchez que no lo bloquee porque sería la primera vez que un candidato que es el más votado no consigue formar gobierno. Pero él sabe que con Sánchez enfrente antes pactará con el diablo que con el PP, porque a fin de cuentas eso es el sanchismo. La España del constitucionalismo, la que nos ha traído un mayor nivel de prosperidad, con la desmemoria ya no vende o vende menos. Feijóo puede aspirar en una futura investidura  a recibir los votos de los diputados del PP, Vox (no será fácil), Coalición Canaria (el PP da soporte al gobierno canario) y los navarros UPN, pero entre todos solo llegan a 171, por lo que les faltarían 5 para la mayoría absoluta.  Cualquier diálogo con el PNV estando Vox de por medio está condenado al fracaso.

Sánchez y el PSOE.- El sanchismo ha sobrevivido, esa es la noticia, porque la izquierda no le ha pasado factura por sus coaliciones Frankenstein y sus cambios de opinión, como él dice: sus «rectificaciones». El PSOE gana 2 escaños, se queda en 122, y a buen seguro que empezará a negociar un Frankestein 2.0 más complicado que el primero.  PSOE y Sumar solo suman 153 escaños, a años luz de la mayoría absoluta, que es 176, por lo que a buen seguro que comenzará negociando con los soberanistas de ERC, Bildu y el PNV, que le pedirán un paso adelante en el reconocimiento de la autodeterminación para el País Vasco y Cataluña y la amnistía para los políticos del 1-0, lo que no es posible sin saltarse a la torera la Constitución. Pero Sánchez les intentará enredar con las mesas de negociación y los referendums consultivos; y puede que los acabe convenciendo ante la amenaza de una investidura de Feijóo con Abascal. Aun así, entre todos los citados, más el BNG gallego, solo llegarían a 172 escaños, a cuatro de la mayoría absoluta. Y ahí llegamos al esperpento: las cuentas no le salen a Sánchez si no mete en el fregado al partido del fugado Puigdemont, con lo que cualquier pacto requeriría de un proceso de blanqueo, aunque el fugado a Waterloo ya lo ha advertido: no haremos presidente a Sánchez por nada, por lo que la cosa se pone complicada porque ningún presidente puede poner por escrito algo que no está en su mano, sino en la Constitución española, que todavía no ha sido derogada y atribuye la soberanía al conjunto del pueblo español. Sánchez tendría la posibilidad de iniciar un diálogo a la alemana con Feijóo, pero no está en sus genes. En Ferraz le gritaban “No pasarán”, como si fuera Largo Caballero, refiriéndose al “bloque involucionista”, como Sánchez llamó a PP y Vox, así que esta película ya le hemos visto con el “no es no” de protagonista. “Somos muchos los que queremos que España siga avanzando”, gritó ante su militancia, y todo hace suponer que entre ellos estarán Bildu, ERC y el PNV, pero no tanto Feijóo. Me gustó que en la calle de Ferraz se vieran algunas banderas españolas, lo que no es frecuente en los mítines de Sánchez, pero este demostró poco estilo democrático al no felicitar a Feijóo por su triunfo electoral. Al menos no gritó “Ayuso, Ayuso”.  

Cataluña ha salvado a Sánchez del estropicio que le auguraban los sondeos, por mor de un PSC que allí ocupa un espacio político que se confunde con el nacionalismo y al que incluso le ha robado más de un voto.

Vox y Abascal.- El partido ultranacionalista de la derecha radical sacó 33 escaños, 19 menos que en 2019 y en todos los pactos es irrelevante o tóxico. Se puede decir que ha cedido en torno al 35% de un electorado que Feijóo lo ha devuelto al PP, aunque tampoco se puede despreciarlos, como hacen algunos, porque todavía conserva más de 3 millones de votos  y 33 escaños. Un suelo muy sólido. Abascal encendió a la concurrencia en esta noche electoral advirtiéndonos de una segunda investidura de Sánchez apoyado en el “comunismo, el separatismo golpista y el terrorismo” y felicitó irónicamente a Feijóo porque ahora podrá pactar con el PSOE, que “es lo que siempre ha querido”. Abascal concluyó con la épica que tanto le gusta: “estamos preparados para resistir y para una repetición electoral”. Que será lo más probable.

Sumar y Yolanda restan.- La comparecencia de la lideresa de Sumar, acompañada de la jefa orgánica de Podemos, Ione Belarra, pareció la del partido que había ganado las elecciones por mayoría absoluta. Tal fue el festejo y la algarabía que se vivió. Pero cuando esta mañana despierte Yolanda y vea los resultados, comprobará que Sumar no solo no ha sumado sino que resta. En 2019 Podemos y sus confluencias llegaron a los 38 diputados, ahora la formación neocomunista, liderada por Yolanda Díaz, se ha quedado en 31. No da para tanta fiesta.

Vamos a tener un verano movidito, al que seguirá un otoño oscuro y en el que muchos se seguirán mesando los cabellos por la ley electoral que tenemos, que alienta el poder de los extremos, y permite que un prófugo de la justicia se pueda convertir en el eje de la gobernabilidad en España, el país que quiere destruir. Pero esto es lo que hay.

EN GUADALAJARA SE HA  REPETIDO  EL 1-1-1, es decir, un reparto de los tres diputados entre PP, PSOE y Vox, que hace tres meses era el resultado que me parecía más probable, aunque viendo el impulso que cogió el PP, ahora lo puedo calificar de sorprendente. Los populares han tenido un gran avance, pues han sumado 20.545 votos más que en 2019, han desecho el sorpasso que les hizo Vox y han recuperado con creces la condición de partido más votado en la provincia, pero todavía le han faltado 2.975 votos para recuperar ese segundo escaño. El PSOE ha sumado 5.017 votos más que en 2019, lo que no parecía una tarea fácil, y ha tenido mejor resultado en los pueblos pequeños que en los grandes.

En la capital, el PP vuelve a ser el más votado, con cerca del 40%, casi 3.000 votos más que el PSOE, una gran mejora sobre las municipales. En la industrial Azuqueca, la «derecha involucionista» en palabras de Sánchez, ha sacado más votos que la izquierda del «progreso y el avance». Para analizar con detalle. En Sigüenza, el PP es la primera fuerza, después de caer por mayoría absoluta en las municipales. Caso distinto a Molina de Aragón, donde el PSOE confirma su resultado en las municipales y en el Señorío en general. Vox, después de una semana horribilis, y con un mal candidato en Guadalajara, ha sumado casi 27.000 votos en esta provincia, rozando el 20% de los sufragios, que el PP no ha logrado atraer a posiciones más moderadas, un porcentaje demasiado alto como para despreciarlo. Sumar apenas suma el 9%, un porcentaje muy pobre, y que además deja una crisis en Podemos Guadalajara, cuyos dirigentes han tomado las de Villadiego.            

Un gobierno que se tambalea (para empezar)

El transfuguismo es uno de los defectos nunca resuelto en la democracia española por su sistema electoral. En la misma Guadalajara hemos tenido sonoros casos, entre los que recuerdo -aunque hay muchos más- la fuga de un concejal del Centro Democrático y Social (CDS), Paco Sáez,  y que posibilitó el fracaso de la moción de censura que encabezó José María Bris en el Ayuntamiento de Guadalajara; está el caso Planelles que se fue de un PSOE en crisis y pactó con el PP, y luego fracasó cuando se presentó como independiente; o el lío que se formó en Diputación cuando casi medio grupo Popular terminó fuera de ese partido por una discusión sobre quién debería ser el portavoz en la Casa Palacio. Sabemos por tanto del efecto nocivo del transfuguismo sobre nuestras instituciones, pero lo que no había visto hasta ahora, después de más de cuarenta años de profesión, es la tipología del tránsfuga sobrevenido, que incluso antes de tomar posesión ya te está advirtiendo que puede acabar en el grupo de no adscritos, por discrepancias con la dirección de su partido, como sucede con la edil de Vox, Eva Henche. Esta mujer, ha reconocido en declaraciones a Efe que ya se lo ha trasladado al Comité Ejecutivo Provincial de Vox y que esta decisión se tomará en función de lo que la contesten y se tomen las medidas oportunas contra el “enchufismo y la asignación de asientos”. Porque ella lleva mucho tiempo en Vox trabajando por unos valores sin cobrar un duro, para que ahora vengan otros a repartirse asientos. El asunto tiene mala pinta – y pasa a menudo con los partidos nuevos-, porque ya el presidente nacional de Vox, Santiago Abascal, advirtió que el partido no aceptará “chantajes” de la edil y la conminó a no secuestrar la voluntad de sus votantes. Tiene razón Abascal en este segundo reproche, Eva Henche si llega a ser concejal de Guadalajara es porque fue en una lista cerrada de Vox, no por méritos propios. Pero Abascal también sabe, y yo así se lo traslado a mis lectores, que hay suficiente jurisprudencia en los tribunales como para que la susodicha pueda tomar posesión efectiva de su asiento y de su condición de concejal, por mucho que este partido pueda luego recurrirlo en los tribunales. Que lo hará.

Por de pronto, es legítimo preguntarse: ¿Está en peligro la mayoría absoluta de PP y Vox en el Ayuntamiento de Guadalajara? Y la consiguiente respuesta es que sí lo está, porque una concejal no adscrita, por mucho que no represente a nadie, en una corporación de 25 escaños, con 12 en poder de la oposición de izquierdas, se convertiría en el fiel de la balanza y en la edil de oro con el que el equipo de Gobierno no tendría más remedio que pactar los presupuestos y la política esencial de la legislatura. Es decir, tendría un poder de decisión superior a cualquier otro concejal y pondría en entredicho el primer argumento para defender que no gobierne la lista más votada. Que es la estabilidad que facilita un gobierno PP y Vox, porque ha perdido al edil que abrocha esa mayoría absoluta. Por no hablar de que durante la legislatura estaría sobrevolando ante cualquier crisis la moción de censura, sencillamente porque dan los números. Otra cosa es que si Rubalcaba bautizó como pacto Frankenstein a las alianzas que formó Pedro Sánchez para llegar al Gobierno, con la moción de censura contra Rajoy, aquí estaríamos ante un Frankenstein al cubo, porque incluiría una edil ultraconservadora fugada de Vox, 11 concejales del PSOE supuestamente socialdemócratas y 1 edil de un grupo municipalista de izquierda que milita en el hemisferio woke y con ideas lo más opuestas al ideario de Vox que se puede despachar. La deriva anunciada por la concejala nos llevaría a un escenario apasionante para los periodistas, pero reconozco que sería un descalzaperros para el Ayuntamiento de Guadalajara, porque necesitaría pactar los asuntos de cada pleno con la edil tránsfuga o exponerse a no sacar su programa adelante, lo que acabarían pagando en las urnas.  

Guarinos y Toquero muestran el acuerdo al que llegaron PP y Vox para gobernar Guadalajara y del que amenaza con bajarse una futura edil de Vox./Archivo

Por tanto, tiene motivos Ana Guarinos de estar inquieta, porque su gobierno recién estrenado ya se tambalea y tiene una multiconcejalía asignada a Vox, vacante, después de la dimisión no explicada de María del Sagrario Muñoz, con una retahíla de competencias sin responsable político, apunten: Familia y Servicios Sociales; Infancia y centros de atención a la Infancia; adolescencia; mayores; migraciones; diversidad funcional y asuntos con las Confesiones Religiosas. El asunto no puede ser más enrevesado, incluso para una alcaldesa tan veterana como Ana Guarinos: ¿cómo va a dar responsabilidades a una nueva edil, si esta va por libre, porque no forma parte de los partidos que componen el pacto de su investidura? Imposible de los imposibles.       

Imagino cómo debió sentirse el sábado Santiago Abascal en Guadalajara cuando vino para pedir el voto por ese tercer diputado que su partido se está disputando con el PP, que solo tiene asegurado 1, como el PSOE, y se encontró metido en este incendio. No me gustaría haber estado a su lado. Y la media sonrisa que dibujó Feijóo cuando el domingo vino a Guadalajara a enseñar que es necesario pasar de los juegos adolescentes a la política para adultos. Aunque dé menos titulares.

P.D. Esta semana horribilis de Vox en Guadalajara se inicia cuando se rubrican y publican -¡en medio de una campaña electoral, qué ocurrencias¡-los nombramientos del equipo de asesores que tendrá el equipo de Gobierno. Es un trago ante la opinión pública por el que pasan todos los equipos de Gobierno, porque es personal de confianza que dicen necesitar para que funcione su maquinaria, pero que en elecciones es munición de grueso calibre, si va acompañado de polémica interna. Fernando Toquero era uno de estos asesores. Conozco a Fernando, es un hombre de la cultura en todas sus ramas, experto en comunicación cultural, con titulaciones suficientes en el mundo del diseño y la creatividad, además de ello es una gran persona y un tipo honesto, y podría certificar ante cualquiera, como jefe suyo que fui, que es un profesional perfectamente idóneo para ocupar un puesto de coordinador de la concejalía de Cultura. Solo hay un caso en que esa idoneidad no se cumpliría, a mi juicio: si ese nombramiento se hiciera por iniciativa de un hermano suyo. Quiero también comprender a ese hermano que quiere tener a su lado a un tipo competente, que le va a resolver los problemas sin crearle ninguno, que lleva a Guadalajara en el corazón, pero por ser nuevos les digo que en política no se puede regalar la trompeta al pregonero. Y en eso hay que seguir el dicho romano que se adjudicó a la mujer del César. Entiendo por tanto la renuncia, que ayudará a  rebajar la tensión interna en Vox,  aunque en el mandato anterior también hubo hermanos asesorando a tenientes de alcalde, y que milagrosamente han sobrevivido a la extinción de los dinosaurios. Pero esto es lo que hay.    

Feijóo sale impulsado por el debate

En La Moncloa se esperaba con mucho interés el resultado del debate entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, y no dudaban de que podía ser el impulso para la remontada del presidente. Confiaban en las buenas maneras de Sánchez, que se había manejado bien en los cara a cara celebrados en el Senado, pero olvidaron que en ellos el presidente jugó con ventaja porque tenía tiempo ilimitado para exponer frente al tiempo tasado del senador Feijóo.

Por ello, vimos a un Sánchez que salió al debate muy confiado en su superioridad, como si el Estudiantes jugara ante un equipo de pueblo, y se le notó con el desdén que trató al adversario desde el minuto 1. Su táctica era interrumpirle continuamente diciendo que los datos económicos de Feijóo eran mentira, sin más, pero sin precisar en qué estaba mintiendo. En realidad, se trataba de datos macroecómicos, que son interpretables dependiendo de cómo los cojas, y me estoy refiriendo al empleo, el PIB, al crecimiento económico o al aumento del déficit y la deuda, que Sánchez achacó a la guerra de Ucrania o al gasto extra durante la pandemia.

Feijóo en su última visita a Guadalajara junto con el cabeza de lista, Antonio Román.

Feijóo pronto se dio cuenta de que las intervenciones explicativas con Sánchez no son posibles, por las interrupciones, y aceptó bajar al barro y jugar el partido en el terreno  que le proponía el presidente del Gobierno.  Y ahí es donde sorprendió incluso a los suyos, porque se fajó bien en el cuerpo a cuerpo, aunque el presidente le dio muchas facilidades. Se hablara de lo que se hablara, Sánchez empleaba como único argumento que el PP es lo mismo que Vox, con lo que el gallego ejercía como tal, se iba por las ramas sobre su relación postelectoral  con la derecha extrema, pero acababa recordando a Sánchez que él no está en condiciones de dar lecciones a nadie después de haber pactado con Podemos -que antes le quitaban el sueño- los independentistas del 1-0 o los filoetarras de Bildu. Estos últimos le acabaron de poner una piedra al cuello cuando esa misma tarde, en un mitin conjunto celebrado por ERC y Bildu, sus líderes presumieron de todo lo que le habían sacado a Sánchez y desafiantes, avanzaban que redoblarían la apuesta. Sánchez estuvo torpe al tratar a Feijóo como si fuera Abascal; y en cuestiones que son delicadas para el candidato del PP, por las tesis inaceptables  de Vox en materia de violencia de género, sobre las que no puede transigir, el ex presidente de la Junta de Galicia demostró  sus tablas finalizando el debate con la ley del Sí es Sí y su reguero de violadores y maltratadores excarcelados.

El ”aspirante”, ya metido en su papel presidencial que le dejaba Sánchez con su retórica, tuvo un golpe de efecto al poner sobre la mesa un pacto para que gobernara la lista más votada, que Sánchez no aceptó aludiendo a que eso no va a ocurrir en Extremadura.  “Si no quiere que gobiernen los extremos, ahí tiene usted su oportunidad”, le espetó. Muchos sabemos que la solución de que gobierne la lista más votada se queda solo a medias, porque no garantiza la gobernabilidad del Ejecutivo al que se elige, pero ante la cantinela de Sánchez con que Vox no puede entrar en los gobiernos, fue una imagen eficaz y que descompuso a su adversario.

En términos políticos, de ideas y propuestas, el debate constituyó un soberano fracaso, porque se tendió al espectáculo y a la bronca, por las constantes interrupciones, pero es lo que tiene esta política actual, que simplifica cualquier idea a golpe de tuit hasta convertirla en estúpida. Tal es así, que se dejaron temas básicos sin tocar como son la digitalización, la influencia de la inteligencia artificial en el mercado laboral, la forma de afrontar el cambio climático sin que Europa se arruine, o la política energética de España y cómo se podría alargar la vida de las nucleares por la sobredependencia del gas ruso.  Ese fue el fracaso de un debate, que sospecho no habrá movido mucho (veremos los trackings desde mañana) el sentido de voto de los televidentes, y que es obvio que ha impulsado a Feijóo, porque era el favorito de todos los sondeos electorales menos el que cocina Tezanos. La obsesión de Sánchez por meter a Vox en todas las salsas, incluso le habrá venido muy bien a Feijóo para captar el voto útil en provincias como Guadalajara, y eso se lo habría advertido Iván Redondo si Sánchez no lo hubiera echado, inopinadamente, mientras no ha tenido problemas en mantener a ministros y ministras que han acreditado su torpeza e inutilidad para el ejercicio del cargo. Con Iván Redondo no habría acabado Sánchez hablando del Falcón y Txapote.

Esto es lo que hay.  Feijóo se destaca, pero necesita mucho impulso para asegurar un gobierno estable, sin que Abascal le exija la vicepresidencia.  Y como España no es Alenania, hasta podrían repertirse las elecciones. Como en Murcia.  

Sorpresa en Guadalajara con Tezanos

En mi último post escribía que, salvo sorpresa, en Guadalajara el 1-1-1 de las elecciones de 2019 estaba esculpido en mármol. Decía también que lo previsible es que el PP revirtiera el sorpasso de Vox en 2019, y que esta vez fuera el partido más votado, incluso por encima del PSOE. Pero todo ello no sería suficiente como para alterar el reparto de escaños.

Pues bien, ahora nos sale Tezanos con su macroencuesta y con un reparto de escaños como en los mejores tiempos del Partido Popular cuando tenía tan garantizado el segundo escaño, que lo reservaban a algún paracaidista de Génova, como hace ahora Vox con su candidato López Maraver. A favor del pronóstico de Tezanos juega que cuando el PP ha gobernado en España, en Guadalajara ha sumado 2 escaños; siempre. En su contra, lo que yo valoré en mi post de la semana anterior: que para que ello sea posible, el PP debería doblar en votos a Vox, y así adjudicarse el segundo escaño en lugar del candidato de Abascal. Teniendo en cuenta que Vox reunió el 15% en las últimas elecciones municipales en Guadalajara, me parecía muy complicado, pero por lo que estamos viendo, si el PP sigue beneficiándose del voto útil no es descabellado que Tezanos acabe acertando. En favor del PP está, además, que ha presentado al mejor candidato posible, Antonio Román, que además es el de mayor grado de conocimiento, mientras que Vox nos manda a un paracaidista que ha demostrado en los últimos cuatro años que no merece ser diputado por Guadalajara.

No me sorprenden, en cambio, los pronósticos del CIS sobre el conjunto de Castilla-La Mancha. En una comunidad donde el PSOE ganó claramente las Autonómicas con el 44% y 122.345 votos de diferencia con el PP, apenas un mes y medio después, la encuesta del socialista Tezanos nos dice que, ahora, ganará el PP con 3 escaños de diferencia sobre el PSOE, lo que de haber sucedido el 25 de junio le habría dado a Paco Núñez la mayoría absoluta. ¿La diferencia?  Que entonces el candidato era Emiliano García-Page, que no suscita rechazo entre el electorado moderado, como le sucedía a Pepe Bono, y que ahora es Pedro Sánchez, el candidato menos trasversal que ha tenido nunca el PSOE desde Largo Caballero.

La encuesta de Tezanos le da impulso a Sánchez, pues rechaza una posibilidad que le están dando los sondeos privados que publican los medios de comunicación, como es que Feijóo podría completar su mayoría (176 escaños) con la derecha populista de Abascal. Pero este sondeo de Tezanos tiene truco, pues da una horquilla de escaños tan grande que es difícil  no equivocarse, pero no nos dice cuál es porcentaje de voto directo en el reparto de escaños por provincias, y sobrevalora la potencialidad de Sumar con 45-50 escaños, más del doble de lo que sacaría Podemos en solitario. A mí no me acaba de encajar, aunque sí es cierto que contempla un factor que podría dar a Sumar un paquete de escaños extras. Por esta y otras encuestas, Vox podría perder su condición de tercer partido en beneficio de Sumar y ya sabemos que cualquier porcentaje por debajo del 12 o 13% conlleva una notoria penalización con la ley  D’Hont. En 2019, Vox fue la tercera fuerza con el 15%  y el escaño le salió a 70.000 votos de media. A Unidas Podemos, cuarta fuerza con un 12,8%, le salió por una media de 88.5000 votos. Con poco más de medio millón de votos entre Vox y Podemos, la derecha extrema sacó 52 escaños frente a los 35 de los neocomunistas.

Esto es lo que hay cuando la campaña electoral arranca esta noche. Feijóo es el favorito, pero Sánchez y sus variopintos socios de legislatura no dan la batalla por perdida.

Un 1-1-1 esculpido en mármol

No hemos terminado de superar las elecciones del 28-M (en Guadalajara todavía hay ayuntamientos como el de Pioz que no se han constituido y eso frena a la Diputación, que tampoco) y ya estamos metidos, por decisión de Pedro Sánchez, en unas elecciones playeras que maldita la gracia le hace al personal, sobre todo los que deban estar al frente de las mesas electorales. Pero esto es lo que hay; y es de lo que tenemos que ocuparnos.

Si en el 28-M, les contaba que las elecciones en el Ayuntamiento de Guadalajara se decidirían por un concejal y que las Autonómicas iban a estar más apretadas que nunca en Castilla-La Mancha, el 23-J tiene la pinta de estar el pescado más vendido; y en lo tocante a Guadalajara veo esculpido en piedra el reparto de escaños de 2019 (1 PSOE, 1 VOX y 1 PP), aunque es más que probable que ése no sea el orden en cuanto a los sufragios que reciba cada partido. En las segundas elecciones del año 2019, en Guadalajara se produjo un suceso inimaginable, como fue que el PP perdió el liderazgo de la derecha, que se desplazó más a los extremos al recibir el partido de Santiago Abascal el 24,18% de los votos y dar así el sorpasso a los populares de Pablo Casado, caídos hasta el 23,2%, mientras que el PSOE de Pedro Sánchez fue claramente el más votado con el 31,4%, sumando casi diez mil votos más.

Las tendencias han cambiado mucho a lo largo de estos últimos cuatro años, y cuando apenas queda un mes para la nueva cita con las urnas, el promedio de los sondeos electorales que se publican en España, salvo el del CIS de Tezanos, que no se rige por la demoscopia sino por las leyes de la alquimia, nos avanzan que el PP de Feijóo ganaría los comicios con el 33,2% de los votos, el PSOE de Sánchez caería hasta el 26%, mientras que Sumar y Vox se disputan la tercera plaza. De momento, Vox es tercero con el 14,2% y anotamos que el Sumar de Yolanda Díaz no suma porque tiene el 12,6%, mientras que solo Podemos en las últimas elecciones llegó al 12,9%.  La traducción de estos datos es que el PP ganará las elecciones, pero Feijóo no conseguiría lo que Moreno Bonilla en Andalucía, poder gobernar sin Vox, que a día de hoy es indispensable para tocar los 176 escaños que otorgan la mayoría absoluta. De ahí se explica la incertidumbre en la estrategia popular en las negociaciones sobre los gobiernos autonómicos. Era inevitable desde el momento en que Feijóo decidió dar la responsabilidad a sus barones regionales, y así vemos que mientras Mazón en Valencia fue generoso en el reparto del poder con Vox, en Extremadura su candidata, María Guardiola, se pegaba un tiro en el pie y se ponía exquisita en su relación con Vox, dejando a sus compañeros de otras comunidades en mal lugar al marcar unas  líneas rojas que en todo caso le habría correspondido fijar al presidente nacional. Feijóo sabía que ése era el riesgo al no haber firmados unos pactos  nacionales PP-VOX, con el campo de juego más delimitado, pero el gallego es gallego y ha querido dar protagonismo a los territorios, con un resultado desigual.  

Tanta incertidumbre es consecuencia de la geopolítica electoral instalada en España y que ahora pasa por la fase bloquista; una fórmula que a muchos nos desagrada porque es la que peor resultado nos ha dado en otros momentos de nuestra cainita historia. Porque más que ofrecer una alternativa propia esta consiste en que no venza el contrario. Feijóo se equivocaría si todo lo fiara al cansancio del pueblo español sobre Sánchez y su legado. Solo recordar que a las elecciones de 1933, el Conde de Romanones no se presentó en Guadalajara como liberal o fusionista sino al frente de una coalición monárquica que se llamó Bloque Antirrevolución, mientras que socialistas y azañistas lo hacían por el Frente Popular, no por el PSOE e Izquierda Republicana.  A este bloquismo de trinchera se le dio solución en España en la Constitución de 1978, que alumbró la Transición, aunque como con gran ingenio ha escrito el ex ministro socialista  -y ex rector de la Universidad de Alcalá- Virgilio Zapatero, los autores de la Constitución de 1978 deberían haber añadido, al final del texto, una especie de Manual de Instrucciones que dijera algo así como: “Atención, este instrumento no funciona con bloques políticos enfrentados entre sí”. Pero esto es lo que hay; y es el legado de la fragmentación electoral hacia los extremos, sufrida por la aparición de Podemos y Vox, este último partido germinado por el radicalismo del anterior a modo de parachoques anticomunista.

Antonio Román, cabeza de lista al Congreso por el PP./Archivo.

El bloquismo esta vez va a favorecer a los partidos que lideran ambos bloques, PP y PSOE, pero no es previsible que en Guadalajara sea suficiente como para levantar ese 1-1-1. En lo provincial, Socialistas y Populares han acertado con los candidatos provinciales, pues ambos han puesto a los más conocidos por los electores, Antonio Román y Alberto Rojo, popularidad que deviene de haber sido alcaldes de Guadalajara.

Alberto Rojo tiene intención de seguir en el Ayuntamiento, aunque salga elegido diputado, porque el PSOE no le da por amortizado en su carrera municipal (tiene todas las papeletas para repetir en 2027), por su buen resultado electoral (subió 5 puntos), aunque dejará el cargo y el sueldo de portavoz a Sara Simón, que será el azote de Guarinos en el salón de plenos. Sumar en Guadalajara suma muy poco, y menos cuando han puesto a una candidata que no era la elegida por la organización provincial de Podemos, lo que refuerza el voto útil del PSOE.

Alberto Rojo, cabeza de lista del PSOE al Congreso./Archivo.

El PP ha puesto encabezando a otro primer espada, Antonio Román, y su primer objetivo es deshacer el sorpasso de Vox de las elecciones de 2019. Lo veo muy factible, pero  algo menos que ese impulso le alcance para superar al PSOE como partido más votado, aunque en la práctica el señor D’Hondt nos dice que se repetiría el 1-1-1 de 2019.  Hay otro dato que favorece al PP: Ciudadanos, a pesar de perder su diputado al Congreso, todavía reunió 10.169 votos en 2019 que entonces se fueron a la basura, y que Román está en condiciones de recoger.

Vox sigue estando fuerte en el Corredor y en el sur de Guadalajara -la zona más poblada-, con porcentajes que superan en la capital casi diez puntos sobre el promedio nacional del 14,2%. Así que está en condiciones de adjudicarse el tercer escaño en Guadalajara. Y eso a pesar de la decepción que ha supuesto la repetición de la candidatura de López Maraver, un colaborador estrecho de Abascal, y que no ha tenido la menor trascendencia como diputado por Guadalajara. Ya sé que Vox es un partido de jerarquía y que su elector sobre todo vota a las siglas, pero ya que te envían a un paracaidista por lo menos hay que procurarse un paracaídas. Maraver es que no ha venido ni a las procesiones. Entre él y Luis Fraga este último parecería de Guadalajara de toda la vida. Sí, ya sé que estamos en unas elecciones Generales, en las que lo que prima es la política nacional, pero también tenemos nuestro terrenito y si no se abona saldrán los ¡Soria, ya! o Teruel Existe. Provincias ambas vecinas.

P.D.- Esta semana, Ione Belarra, número 5 de Sumar en Madrid y secretaria general de Podemos, ha terciado en la polémica sobre la soberanía para respaldar el “derecho a la autoderminación” en el conjunto de un estado plurinacional. Ambos conceptos están fuera de la Constitución, que en su título preliminar, artículo 2 punto 2, dice lo siguiente: “La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”. Belarra va por la vida sin manual de instrucciones y sin que nos ilustre cómo va a resolver el problema legal de convocar un referéndum otorgando la soberanía a una comunidad autónoma, y despojarla así del pueblo español, como reza en la Constitución. Que Belarra se preste al discurso independentista y disruptivo del Estado Español no sería novedad, lo que le da relevancia es que lo haga una ministra del Gobierno de Sánchez y que el jefe político del bloque guarde silencio. ¿Están por el estado republicano y confederal y por enterrar la Constitución de 1978 mediante un proceso constituyente y que sea lo que Dios quiera? Pues que lo digan.       

Guarinos fue “paloma” y apela al diálogo

El Partido Popular gobierna el 61,4% de la población de las ciudades con más de 50.000 habitantes, entre ellas Guadalajara y todas las de Castilla-La Mancha, menos Cuenca capital; después ya estaría Azuqueca de Henares. En números, eso se traduce en 15,4 millones de ciudadanos gobernados por el PP, lo que a poco más de un mes de las Generales, es una ventaja que nunca, antes, ha dispuesto el centro-derecha español. Solo hay que subrayar que, en España, siempre una victoria en las municipales ha sido el prólogo de un triunfo en las Generales, y esa es la prima de riesgo a la alemana con la que Feijóo afronta  el 23-J.

Guarinos recibe la felicitación de su predecesor, el alcalde Alberto Rojo./GUDiario.

Guadalajara ha sido uno de esos ayuntamientos en los que el PP ha debido recurrir a un pacto con Vox para desbancar de la alcaldía al PSOE, como lista más votada. El otro en la región ha sido Toledo y solo por eso se va a poner sobre ellos la lupa. La nueva alcaldesa, Ana Guarinos, una mujer con mucha mili a cuestas, lo sabe muy bien y eligió un discurso moderado para su toma de posesión en el que se puso el acento en el pacto y el diálogo y en el que prescindió del triunfalismo y la soberbia. Guarinos, quien todos la tenemos por un halcón en política (recordando aquella distinción entre halcones y palomas, según expresión de Henry Kissinger, durante la Guerra fría), fue esta vez paloma, porque es lo que toca: si bien es cierto que el centro-derecha ganó las elecciones en la capital, en votos (19.669) y concejales (13 por 12), la izquierda tuvo un resultado global entre los mejores de la historia (20.463 votos entre PSOE, Aike y IU-Podemos), lo que obliga a la alcaldesa popular a practicar una política no sectaria y de inteligente moderación en cuestiones que son especialmente sensibles. Me estoy refiriendo a la violencia machista, la inmigración o a la diversidad sexual, que hasta ahora han sido los charcos habituales en los que se han metido sus aliados de Vox. Al PP le basta acentuar su identidad en “la defensa de la Constitución y la nación española”, como dijo la alcaldesa, para poner en valor sus principios y subrayo como un acierto este párrafo: “Mi obligación es buscar puntos de acuerdo: Quien busque la confrontación, no me va a encontrar”.

El tono del discurso de despedida de Alberto Rojo fue el de un caballero y el de un demócrata que lo demuestra con hechos. Dejó meridianamente claro que el pacto entre PP y Vox es “legítimo” y “democrático”; como no podía ser de otra manera en un partido que ha accedido en tres mandatos a la alcaldía, mediante pactos, en la primera época de Javier de Irízar ( con el PCE), luego Jesús Alique (con IU) y finalmente con el propio Rojo ( con CS). Pero es muy saludable que se reconozca por el perjudicado para legitimar la institución. Y a partir de ahí, cabe cualquier reserva, como la manifestada por el alcalde Rojo sobre si el carácter “ultraderechista” de Vox puede poner en cuestión las políticas sobre “igualdad, emigración o la diversidad sexual”.  Rojo, que dejará en pocos días el Ayuntamiento, si es elegido diputado al Congreso, anticipó que la oposición socialista será “leal y constructiva”, aunque también advirtió –sin la aspereza de su última rueda de prensa– que “no callarán ante las políticas extremistas”. El alcalde saliente deseó “lo mejor” a su sucesora y yo, como vecino, le deseo lo mejor a él; y el día que cuelguen su retrato en la galería de alcaldes, siempre recordaré que durante su mandato tuvo que afrontar dos emergencias terribles como Filomena y la pandemia del Covid, y en las que se manejó con eficacia y serenidad.

La nueva alcaldesa y su primer teniente de alcalde./GUDiario.

Todos los oídos estaban puestos en el discurso del primer teniente de alcalde, Javier Toquero del Vado, y cumplió las expectativas. Si algunos querían ver en él a un peligroso ultraderechista, salieron defraudados. Los que por edad sabemos – y padecimos-, lo que es la extrema derecha, con correajes, no podemos reconocerla en el perfil de hombre tranquilo de Javier, y me alegró escuchar de su boca que “vamos a demostrar que no se cumpla esa etiqueta que nos han colgado”. Para terminar: “Los cuentos de terror son solo cuentos”. “Trabajaremos por una ciudad más justa e igualitaria para todos”.

Todos los ediles de Vox juraron su fidelidad a la Constitución, al Rey y al Estatuto de Autonomía sin apostillas y comentarios, en contraste con la portavoz de Aike, Susana Martínez, que su fidelidad al Rey es “por imperativo legal”, utilizando esa expresión que en su día puso de moda Herri Batasuna, y sin menoscabo de “sus principios republicanos y sobre la igualdad”. Por tanto, una promesa a la carta de la señora Martínez sobre la Constitución, que si se extendiera al resto de ediles y explicitaran también lo que no les gusta de ellos, las tomas de posesión se parecerían al Hotel de los Líos de los Hermanos Márx, en esa antológica escena sobre “La parte contratante de la primera parte….”

Ex alcaldes de Guadalajara, presentes en la sesión de investidura/GUDiario.

Por tanto, el discurso radical y frentista de la mañana estuvo a cargo de la citada portavoz de Aike,  que sustituye a un buen concejal, Jorge Riendas, a quien -presumo- vamos a echar de menos. Susana no dio cien días al nuevo equipo de gobierno, como aconseja la tradición, ni tan siquiera una hora, pues se refirió a él como “la tristeza de siempre, ya los conocemos” , y reclamó sacar a la luz ese pacto de 120 puntos, que según la concejala han firmado en secreto ambos partidos. La portavoz de Aike llamó a la “resistencia” ante el nuevo equipo de Gobierno, y finalizó con un recuerdo a su compañera Blanca Calvo, la primera alcaldesa, interpelando a Guarinos “sobre el legado que quiere dejar usted”. Blanca Calvo no asistió al acto, aunque estaba invitada, como el resto de alcalde vivos, a pesar de que era simbólico: es la segunda vez que Guadalajara elige a una alcaldesa, pero es la primera vez que esta es de derechas. Por lo que se cierra un círculo virtuoso sobre el papel de la mujer en la política local que los que hicimos la Transición valoramos especialmente. Y así lo recoció Ana Guarinos en su discurso al subrayar que la igualdad se manifiesta con hechos; y que ella, una mujer, fue candidata por el PP.

Esto es lo que hay; que no es poco. Y lo que venga, se lo iremos contando.    

Sánchez pasa factura a Page, pero solo a medias

Pedro Sánchez pasó factura a las federaciones más críticas queriendo imponer sus candidatos al 23-J en Aragón, Castilla y León Castilla-La Mancha y Comunidad Valenciana. Solo Page le dobló el brazo, aunque a medias, porque el secretario general del PSOE no se atrevió a escenificar, metidos ya en elecciones, un choque frontal con el único presidente socialista que ha ganado las elecciones por mayoría absoluta, Emiliano García-Page. Lambán, Tudanca y Ximo Puig, por perder, se tuvieron que tragar todos los candidatos que tuvo a bien meter Sánchez en las listas de Aragón, Castilla y León y Valencia.

Sánchez demostró que entiende la política como aquellos jugadores de póker que después de una mala noche apuestan todo lo que les queda al 8 negro. No se anda con medidas tintas. Está molesto con Page y le quiso dar donde más le duele: pretendiendo quitar del número 1 por Toledo a su mano derecha y número dos del PSOE castellano-manchego, Sergio Gutiérrez. Y poner en su lugar a la sanchista Milagros Tolón, alcaldesa derrotada en Toledo, elevada a presidenta del Comité Federal del PSOE, y que muchos la veían como la alternativa a Page si este hubiera perdido las elecciones. Page logró salvar el honor manteniendo el número 1 para su secretario de Organización, pero a cambio tuvo que ceder y ver cómo Tolón será la número dos por Toledo, un puesto que le garantiza cuatro años más en la política profesional, para lo que se desplazó a Esther Padilla, otra estrecha colaboradora de Page al número 3, con lo que previsiblemente se quedará fuera del Congreso. La mentada Tolón no se ahorró lo que todo el mundo interpretó como una velada crítica a Page en su intervención en el Comité Federal al llamar a la unidad de todo el partido y a que «nadie anteponga sus intereses electorales particulares a los que tiene la organización y nadie se preste a ser el tonto útil de la derecha». Page no asistió a la reunión del Federal.

Sánchez fue a por todas en el Comité Federal y eso que Page había propuesto unas las listas poco provocadoras. Así, como número 1 por Ciudad Real está Isabel Rodríguez, que es la ministra-portavoz del presidente del Gobierno; en Cuenca, la única capital regional donde va a gobernar el  PSOE, está el secretario provincial, Luis Carlos Sahuquillo; en Albacete Emilio Sáez, otro secretario del PSOE local y alcalde perdedor; y en Guadalajara, Alberto Rojo, que sin la corriente antisanchista que llegó como  mar de fondo el 28-M, seguramente habría sacado el decimosegundo concejal que le habría permitido gobernar con AIKE. Rojo no dispuso de una estrategia propia, como Abel Caballero o el mismo Page, aceptó disciplinado la cartelería y enfoque de la Ejecutiva Federal, que parecía preparada para unas Generales, una desventaja en una ciudad como Guadalajara, y el sábado comprobará como a la veterana candidata del PP, Ana Guarinos, aunque su partido sigue atascado en el 31% y solo gana 11 votos, le dará para ser la segunda alcaldesa de Guadalajara. Rojo, que con mérito ganó 5 puntos respecto a 2019, podrá seguir en la política profesional una legislatura más, aunque como su predecesor Antonio Román, no liderará a su partido en la oposición, que dejará a Sara Simón, la secretaria local del PSOE, que se maneja bien en la refriega política y que nos dejará momentos  de gloria con otro halcón de la política, Ana Guarinos.

Sánchez abraza a Page en su primera investidura como presidente de CLM. /Archivo.

Aunque cuando escribo este post sigue sin rubricarse el pacto de investidura entre PP y Vox, no tengo ninguna duda de que se anunciará al final de la semana. Por una razón muy sencilla: porque el electorado de Vox pasaría factura (como a Ribera con Ciudadanos) si no utilizara sus 6.500 votos para derribar a un alcalde del PSOE de Sánchez, y los 16.877 electores del PP, tampoco entenderían que su partido hubiera despreciado la oportunidad de regresar al gobierno municipal, aunque sea con la derecha populista, como el PSOE hizo con Alique en 2003, con el respaldo de la izquierda comunista. Vox tiene una ventaja en la negociación con el PP y es que el pacto debe plasmarse antes del sábado 17, ya que de lo contrario gobernaría Alberto Rojo, como cabeza de lista más votada. Y las mociones de censuras posteriores, ya sabemos que solo traen inestabilidad a la institución.    

Estamos también en la recta final de las elecciones Generales, cuyas candidaturas deben presentarse hasta el 18 de junio. El PSOE, mal o bien, ha terminado con su trabajo; y es público. Pero no así el resto de los partidos. Del PP lo único que les puedo avanzar es que esta vez no va a ocurrir como en las Autonómicas, donde los barones regionales tuvieron una completa autonomía, mientras que ahora quiere ser el candidato, Alberto Núñez-Feijóo el que controle todo el proceso. Eso aumenta las posibilidades de Antonio Román, que está en la Ejecutiva de Feijóo, para volver a encabezar la lista al Congreso, con lo que al final dos ex alcaldes de Guadalajara podrían encontrarse en el camino. De Vox, como es habitual, se sabe poco. Me temo que será la Ejecutiva de Abascal quien ponga su candidato, con lo que se elevan las posibilidades de que vuelva a ser un paracaidista, a pesar del fracaso de gestión que ha supuesto el tal Maraver, su actual diputado. Lo tengo dicho: un paraca podría salir elegido, porque son unas Generales, pero Vox es un partido con escasa presencia orgánica en la provincia; y los partidos  se hacen y se extienden desde las instituciones y con diputados dispuestos a patearse Guadalajara. Que se lo digan al PSOE, que en 1982 apenas tenía implantación fuera del Corredor, y ahora va a disfrutar de una cómoda mayoría absoluta en la Diputación, con tres diputados de diferencia, por su peso institucional. Las elecciones se empiezan a ganar, o perder, al día siguiente de contar los votos.

Falta por saber la incidencia de Sumar en Guadalajara, el partido de Yolanda Díaz (y nunca mejor dicho, porque su foto aparecerá en las papeletas como la coleta de Iglesias en 2015), que se estrena después de haber llegado a un pacto con 15 pequeños partidos de extrema izquierda y soberanistas periféricos. No obstante, en Guadalajara la cabeza de lista le corresponderá a Podemos, a pesar del gran fracaso del 28-M, porque así figura en los acuerdos firmados, por lo que el partido de Ione Belarra tiene seis numeros 1 en provincias donde hay opciones de sacar algo, y 7 más en circunscripciones en las que no tienen posibilidades. Entre ellas está Guadalajara. Así que nada impediría que candidatos descolgados de la lista de Madrid pudieran acabar en Guadalajara, aunque yo no veo a Irene Montero de candidata, después de haber sido vetada en la lista de Madrid.

Con los resultados del 28-M, y realizadas las debidas ponderaciones al tratarse de unas Generales, lo que en Guadalajara son al menos tres puntos más para el PP, cualquier reparto de escaños que no fuera un 1-1-1 sería para mí una sorpresa. Aunque en un escenario más bipartidista, lo previsible es que Vox sea el tercer partido y el PP recupere el segundo puesto, pero con posibilidades de ser el más votado si no remite la ola antisanchista. Y no hay tiempo.

P.D. Con posterioridad a la edición de este blog, se confirma lo avanzado en él. Román, el hombre que supo esperar, será el cabeza de lista al Congreso por el PP, con lo que el ex alcalde popular vuelve a la Cámara baja. El escaño lo ocupaba Iñaki Echániz, hasta ahora presidente de la Comisión de Defensa del Congreso, que queda en la reserva de altos cargos ante un eventual gobierno de Feijóo.

Una fiesta que no lo es; y las listas

Este jueves del Corpus es uno de los días del año en que reluce más el sol, junto el Jueves Santo y el Día de la Ascensión, según el dicho popular, pero en Castilla-La Mancha se anuncia tormenta.  ¿Castigo divino o cambio climático? Me inclino por lo segundo, aunque el Jueves del Corpus ya no es lo que era, porque si bien el gobierno de la Junta de Comunidades lo sigue considerando festivo en toda la región, la Iglesia Católica solo lo reconoce en la ciudad de Toledo. Estamos por tanto ante una fiesta religiosa que no lo es, lo que no deja de ser un dislate; aunque tiene su historia.

Para entenderlo habría que remontarse a los tiempos de Felipe González cuando su gobierno decidió meter mano al calendario festivo, demasiado generoso entonces con las fiestas religiosas sobre otros países de la Unión Europea. Y lo que hizo González, que no quería disgustos con el Vaticano, fue negociar con su Nunciatura un recorte de esas fiestas, y así quedaron fuera del ámbito nacional las del Corpus Christi, Santiago Apóstol o San José, aunque estas dos últimas pasaron a ser autonómicas en Galicia y Comunidad Valenciana, respectivamente. Años después, ya con José María Barreda en la presidencia de la Junta, se decidió inopinadamente que el Jueves del Corpus, que había seguido siendo fiesta local en la ciudad de Toledo, se extendiera al resto de Castilla-La Mancha. Pero lo que no consiguió Barreda es que la Iglesia diera marcha atrás en su liturgia y volviera a celebrar el Corpus el jueves, porque no le pareció serio que  primero tuvieran que desplazar su fiesta del  jueves al domingo,  por indicación del Gobierno central, y años después le pidieran desde un gobierno Autonómico que vuelva con sus ritos y procesiones, otra vez al jueves. Pacta sunt servandan, dijo la Jerarquía eclesiástica y por ello tenemos una fiesta religiosa que no lo es, y así la procesión de los Apóstoles, la más antigua del calendario guadalajareño, sigue celebrándose el domingo y no el jueves, ya veremos este año si con alfombras o de qué manera por las reformas en la Calle Mayor.  (Que a mí me gusta, aunque habrá que comprobar cómo afectan las pinturas de colores a ese delicado pavimento verde).

Esto es lo que hay: una fiesta religiosa pero local jueves, aunque su liturgia se ha trasladado al domingo, pero que la Junta mantiene con carácter regional, se supone que para realzar la fiesta local de Toledo. ¿Y por qué no hacemos fiesta regional el día de la Antigua?  

Y OTRA VEZ CON LAS LISTAS.- Acabamos de sufrir un proceso electoral y ya estamos metidos en harina con otro, porque así lo ha decido el presidente del Gobierno para acallar cualquier debate interno sobre su responsabilidad en los malos resultados del 28-M y que planteó a modo de plebiscito.

Y así estamos, otra vez dándole vuelta a las listas. En el PSOE se proclamarán el próximo sábado, cuando hay reunión del Comité Federal de su partido. En el PSOE provincial va ganando cuerpo la idea de premiar a Alberto Rojo con el número 1 al Congreso, por sus buenos resultados en Guadalajara, victoria que puede caer en saco roto si, como todo lo indica, PP y Vox llegan a un pacto de investidura para hacer alcaldesa a Ana Guarinos. En el PSOE de Bellido y Page han puesto en valor que la lista de Rojo creció cinco puntos sobre las anteriores elecciones, llegando hasta el 40% de los votos, pero solo se vio recompensado con 1 escaño, el que perdió Podemos, porque no tiene a su izquierda nadie con quien pactar. Mientras tanto, Guarinos lo puede hacer gracias al Vox de Javier Toquero, que ha doblado en votos y concejales: del 7,6% al 15%. A Guarinos, que como tengo dicho en política es una mujer con suerte, le ha salvado del éxito al fracaso apenas 11 votos para conseguir 1 concejal más que Román, a pesar de que el porcentaje del PP en Guadalajara, incluso con el mainstream a su favor, se estancó en el 31% de los votos. Pero tuvo 1 edil más, decisivo, y así son las cosas en los sistemas proporcionales, que buscan afinar más que los mayoritarios tipo Gran Bretaña o Estados Unidos. Sería ventajista y poco democrático poner en duda su legitimidad, porque ahora no te beneficia.  

Habrá que estar muy atentos a lo que pasa en Ferraz, el sábado, porque a Pedro Sánchez se le han quedado muchos ministros y estrechos colaboradores colgados de la brocha, y vamos a ver si no acaba alguno en Guadalajara. Si Magdalena Valerio estuviera disponible, no habría habido dudas, pero la ex ministra preside el Consejo de Estado y su escaño está libre.

En el PP no han dicho cuándo ni cómo. Feijóo es un presidente que tiende a dar toda la responsabilidad a su organización territorial, pero ahora el que se presenta es él, no Paco Núñez. Y seguro que querrá hacer sus listas, como me confirman en fuentes de este partido. Lo más interesante será saber si Paco Núñez encabeza alguna de las listas, porque si así fuera nos dará a entender que se abre un escenario para un cambio de candidato en las Autonómicas de 2027 tras el fracaso del domingo. Nadie se atreve a asegurar si Echániz seguirá de cabeza de lista, aunque con Feijóo el ex consejero de Cospedal tiene menos fuerza que con Casado, si bien en la actual legislatura ha acabado siendo presidente de la Comisión de Defensa, uno de los cargos más golosos. Si no fuera Echániz y se quedara en la reserva por si el PP gobierna; habrá que ver si la oportunidad le vuelve a tocar en la puerta a Román, quien tiene una buena relación con Cuca Gamarra, pero menos con Paco Núñez. Al presidente provincial, Lucas Castillo, le acaban de reelegir alcalde de su pueblo y no parece que esté en la carrera. Yo no descarto nada, pero subrayo que cada vez que al PP provincial le han flaqueado las piernas, le han colocado un paracaidista. También le pasó a Vox en 2019, que puso de diputado a un cazador de Madrid y que para Guadalajara ha sido absolutamente intrascendente. Aunque yo les aviso: por estos caprichos de la Ley D’Hondt, y a pesar de que Vox va a aumentar su caudal de votos respecto a 2019, van a tener más difícil conservar su acta de diputado, y que se repita el 1-1-1. En 209 vamos hacia unas elecciones más bipolarizadas (el PP ya no tiene que competir con CS, que reunió 10.169 sufragios entonces) y ese deseo de echar a Sánchez, que detectan los sondeos, es una prima que el PSOE no tiene con Feijóo. Me quedo con una idea que ha avanzado Narciso Michavilla, el que más sabe de sondeos en este país, y que también se la he oído a Page: el 23-J se va a elegir más al candidato que no quieres que salga, que al candidato ideal. Es decir: van más de vetos que de votos.

En Guadalajara, en 2019, el más votado fue claramente el PSOE, y aun así no logró el 2-1. El 23-J parece que volveremos al voto útil; aunque si Feijóo quiere gobernar deberá aspirar en provincias como Guadalajara al 2-1, para lo que necesita recuperar el 45% de los votos que tuvo su partido cuando gobernó en España con Aznar y Rajoy. No les será fácil; ya lo anticipo.  

P.D. Después de publicar este post, se ha hecho oficial lo que apuntaba al mediodía sobre Alberto Rojo: que será el candidato propuesto por el PSOE de Guadalajara; ya les anticipo que tiene el visto bueno de Page y del PSOE regional, y el sábado veremos si también de Sánchez, que gobierna con mano de hierro el Comité Federal y su Comité de Listas.

Page conserva la mayoría contra Sánchez

Y tras al análisis del 28M en el ámbito municipal, vamos en este post con lo Autonómico y Provincial.

No deja de ser curioso, alguno lo calificaría de esperpento, que uno de los grandes activos electorales de Emiliano García-Page haya sido que ha publicitado convenientemente (con especial atención a los medios de comunicación nacionales) su antisanchismo, o por decirlo más finamente: su oposición a importantes leyes del Gobierno PSOE-Podemos y en general a sus alianzas parlamentarias, con especial castigo a Bildu y los independentistas, y  haciendo gala de la  defensa de la unidad de España y de la Constitución, que atacan dichas fuerzas. Page hizo todo lo posible por alejar a Sánchez de Castilla-La Mancha, y este solo consiguió un mitin conjunto en Puertollano, utilizando para ello a su ex alcaldesa y actual portavoz de Gobierno, Isabel Rodríguez, con un resultado elocuente: el PP conquistó por primera vez en la historia democrática la alcaldía de la ciudad minera.

Con este bagaje, y el correspondiente a una legislatura con una cómoda mayoría y una oposición débil, Page ha alcanzado la única mayoría absoluta entre los presidentes socialistas en una jornada electoral aciaga para el PSOE, porque ha perdido los principales ayuntamientos que gobernaba y comunidades emblemáticas como Comunidad Valenciana, Aragón o Extremadura. Solo Page se ha salvado de la quema, y lo ha hecho siguiendo la receta de José Bono, su padre político, que le enseñó los rudimentos de este socialismo conservador que se despacha en el PSOE de Castilla-La Mancha, y que les permite ganar las Autonómicas en una región en la que el centro-derecha casi siempre ha ganado las Generales. Por ello, si alguien piensa que esta victoria del PSOE de Page se va a repetir en las elecciones anticipadas del 23 de julio, se equivoca de cabo a rabo. Lo más probable es que, entonces, el PP de Feijóo arrase a un PSOE que ya no será de Page sino de Sánchez, porque será ese día cuando miles de electores moderados que han apoyado a Page afilen sus navajas para evitar que se repita una mayoría Frankenstein al cuadrado, que es a lo que aspira Sánchez, no a ganar las elecciones. Sánchez prefiere inmolarse que sufrir una muerte lenta y no asistir a la sedición de la parte bolivariana de su gobierno;  y por ello ha privado a su partido de un debate necesario sobre si el PSOE debe recuperar la centralidad o seguir confundiéndose con la extrema izquierda; si el modelo territorial de España es el estado unitario pero descentralizado que encaja en la Constitución de 1978; o si hay que ir a un estado confederal y republicano que reconozca la autodeterminación a las naciones que lo integran, como quieren sus socios parlamentarios; y a resultas de ese debate presentar el candidato más adecuado. No se puede poner delante el carro de los bueyes, como ha hecho Sánchez con este adelantamiento trampa a modo de segundo plebiscito tras perder el primero. Pero Sánchez ha hecho del PSOE un partido peronista, que solo quiere fidelidades inquebrantables, como se vio ayer en el Congreso, y solo se irá cuando pierda el poder.

Este adelanto electoral por lo menos va a dejar tranquilo a Page en Castilla-La Mancha, a quien ya empezaba a mirar ese PSOE de toda la vida y que un mal día perdió las primarias con Sánchez.

 Page estuvo a punto de perder Castilla-La Mancha y toda la emoción estaba en el escrutinio de Ciudad Real, después de que en Guadalajara y Albacete igualaran a escaños, Page sacara uno de ventaja en Cuenca y 2 en su Toledo natal. Por ello, decidía Ciudad Real, que al final se decantó por Page, con otros dos escaños de ventaja, que sumaron el 17 de la mayoría absoluta. Contrasta que este resultado de Ciudad Real coincide con el derrumbe socialista en una provincia que siempre le fue fiel al PSOE, y que asistió a la victoria del PP en el ayuntamiento de la capital y en la Diputación.

¿Y Guadalajara? El PSOE tenía aquí una misión casi imposible, como era defender el escaño número 3, que al final recupera el PP, a pesar de sumar 15.505 votos menos. Era lo previsible. También que Vox se llevara el escaño que en 2019 fue a parar a Ciudadanos, partido que se ha extinguido en la región y en toda España, por sucesivos errores propios. Destacar que Vox  Guadalajara (16%) es el único partido que está por encima de la media regional de su formación (12%), situación que no se da con PSOE y PP, que suman 3 puntos menos en nuestra provincia. Por tanto, triunfo claro del PSOE de Bellido en una provincia donde en la etapa de Tomey el PP ganaba claramente las Autonómicas, pero disminuyendo su aportación en el conjunto del PSOE de Page, como sucedió en 2019. Habrá que ver si por ello el azudense tiene fuerza para seguir presidiendo las Cortes regionales o regresará al Congreso en las elecciones veraniegas.

Emiliano García-Page es el gran triunfador de estas Autonómicas, porque ha sido capaz de no ser arrastrado por ese mainstream de un intenso color azul; por lo que  podríamos colegir que a Paco Núñez, el candidato del PP, le ha sucedido lo contrario. ¿Es por lo tanto el gran fracasado? Es un hecho que Núñez, un político de quien sus compañeros destacan su capacidad de trabajo, no ha sido capaz de plantar cara a Page; y ahora la duda del PP será si aguantar con él otros cuatro años en la oposición a ver si en 2027 ya se ha aburrido Page y no se presenta, o dar la alternativa a otro candidato más joven, que ahora no llama a la puerta.

Si el PSOE no ha recibido premio en las Cortes regionales a pesar de esos 15.505 votos de diferencia, sí lo ha tenido en la Diputación Provincial, institución en la que alcanza una cómoda mayoría absoluta después de haber gobernado en este mandato, en minoría, con Ciudadanos. En estos últimos ocho años, el PSOE, con el impulso de la Junta de Comunidades, ha tomado una gran ventaja al PP en el medio rural guadalajareño, especialmente en los partidos judiciales de Molina y Sigüenza, en donde los conservadores deberían hacer una seria reflexión. Con la desventaja que acumulan en ambos distritos es muy difícil que el PP pueda volver algún día al gobierno provincial.

Esto es lo que hay, y termino. Soy un firme defensor de las diputaciones, porque lo soy de la provincia de Guadalajara,  frente a otras administraciones superiores, como la Autonómica, que la veo como más lejana y de la que nos separa territorialmente Madrid, que nos da tanto. Pero es impresentable que la elección de sus diputados sea de tercer grado y en la que solo participan las cúpulas de los partidos. Que a estas alturas no se sepa quién va a ser su presidente (imaginamos que José Luis Vega, que ha repetido un buen resultado en Mondéjar y no ha salido diputado provincial) no es de recibo. Los ciudadanos deberían tener derecho a elegir de una forma directa la Diputación, porque sería además una manera de prestigiar la institución y de que su presidencia y diputados tuvieran una autonomía de la que ahora carecen, al ser unos meros delegados del partido de turno. Lo que no se corresponde con los presupuestos que manejan. 77 millones de euros la de Guadalajara. Ha llegado la hora de democratizar las diputaciones    

Sánchez arruina a los alcaldes socialistas

Nadie se explica cómo se le ocurrió a Pedro Sánchez plantear esta campaña de elecciones locales y autonómicas como si fuera la primera vuelta de unas elecciones presidenciales. Hasta Iván Redondo, su antiguo oráculo, se hacía cruces ayer. Solo Tezanos, el fontanero del CIS, que a estas alturas debería estar procesado por prevaricador, daba al PSOE favorito, mientras que el resto de sondeos del mundo mundial avanzaban la existencia de una corriente de fondo que beneficiaba al PP de Feijóo. Y así ha ocurrido: el PP dio el sorpasso al PSOE respecto a las elecciones de 2019 , con 31,50% y más de setecientos mil votos de diferencia. La reacción de Sánchez no ha sido convocar a los órganos representativos del PSOE para escuchar la voz de su partido, sino cerrar cualquier debate interno sobre su continuidad,  con el último truco de trilero: la convocatoria de elecciones el 23 de julio. Con unas elecciones a las puertas, Sánchez cierra cualquier posible debate en el seno del PSOE y obliga a su partido a seguirle hasta el borde del precipicio; y a saltar con él. Como le ha sucedido a todos los candidatos socialistas, que han tenido que aguantar cómo una campaña local y autonómica se diseñaba desde La Moncloa y en ellas los protagonistas no han sido los alcaldes y candidatos regionales, salvo Page, el más listo de todos, sino el presidente del Gobierno, vía acuerdos de consejo de ministros que no se ha creído nadie, porque legislaba sobre competencias que no le son propias. Solo le ha salvado que la percepción de la situación económica todavía no es mala, porque las advertencias del BCE y de Europa sobre la necesidad de recortar el déficit y la deuda vía ajustes, no le va a tocar a él; sino al que venga detrás, seguramente Feijóo. El ganador político de este 28-M.

La propaganda de las  municipales, responsabilidad de la Ejecutiva Federal del PSOE, se planteó como si fueran unas Generales, donde lo que prima es el voto ideológico. En la foto, el paseo de Fernández Iparaguirre, plagado de carteles de “Vota PSOE”. /Foto: GUDiario.

Uno de los alcaldes perjudicados por la acaparación sanchista de la campaña electoral ha sido Alberto Rojo. Los resultados del PSOE están entre los mejores de la historia electoral de la capital, porque su candidatura ha sido la lista más votada, honor que tradicionalmente se reservaba a la lista del PP, quienes eran los que más han piado porque gobernara la lista más votada, aunque luego el gobierno de Rajoy no se atrevió. El PSOE de Rojo gana un concejal, pero no le va a valer para su reelección, porque a su izquierda solo tiene 1 concejal, de Aike, con el que pactar.  Unidas Podemos desaparece del Ayuntamiento, siendo la primera vez que un partido comunista o neocomunista no tiene representación en Guadalajara. El lastre de las frívolas ministras de Podemos ha pesado demasiado. A Rojo solo cabe reprocharle una mayor valentía: no haberse desmarcado de la campaña local, competencia de la Ejecutiva Federal, que ha atestado los paseos y calles de Guadalajara con lonas y pancartas de “Vota PSOE”, con lo que se favorecía esa imagen de campaña nacional que ha perjudicado a los alcaldes socialistas; y beneficiaba al PP.. Hace unos días estuve en Vigo y comprobé que allí solo había carteles de Abel Caballero, pero pidiendo el voto “por Vigo”, no por el PSOE, y el alcalde de la Navidad ha sacado 20 concejales de 27. Esta estrategia monclovita de dejar en segundo plano a los alcaldes socialistas les convirtió en burócratas o simples delegados del partido, prescindiendo de su liderazgo.

A sensu contrario, nunca el PP ha sacado mejores resultados con tan pocos concejales. Guarinos es una mujer con suerte, tan necesaria en política. Su lista apenas  ha sumado 11 votos más que la de Román en 2019, cuando el mainstream benefició al PSOE,  pero en el reparto ha tenido 1 concejal más,  que a la postre le puede dar la alcaldía. Esto será con el permiso de Vox, que con Javier Toquero como candidato dobla el resultado de 2019 con Antonio de Miguel, y a quien ya se le está poniendo cara de vicealcalde. Eso será siempre que haya un pacto de investidura con el PP de Guarinos, porque de lo contrario hay que recordar con la actual Ley sería proclamado alcalde el más votado: el socialista Alberto Rojo. Una ventaja que refuerza el poder de negociación de Vox, porque si las cosas vienen mal dadas siempre pueden descolgarse votando a su candidato, como hizo una vez Blanca Calvo, rompiendo el pacto de izquierdas. Toquero ya ha dicho que “Vox no va a regalar nada” y que quieren cambios. Vamos, que han dejado la puerta entornada, pero tampoco abierta del todo para que pase el que quiera.  Una impresión: el adelantamiento electoral de Pedro Sánchez no favorece la negociación de posibles pactos entre PP y Vox, porque aquel los querrá utilizar como un arma electoral para agitar el espantajo de que Feijóo se alía con la “extrema derecha”. Aunque no se engañe: la amenaza ha perdido fuerza en boca de Sánchez, quien no ha tenido inconveniente en meter en el gobierno a la extrema izquierda bolivariana, alejándose del centro político que siempre disputó el PSOE, o blanquear a los herederos políticos de ETA, en perjuicio del PNV. Son estas cargas las que han caído como una losa sobre los candidatos socialistas  de las principales ciudades -en el medio rural ha influido menos- y las que han estimulado la consolidación de Vox como tercera fuerza política, como voto de castigo contra Sánchez. Que es el gran perdedor de estas elecciones.

 Esto es lo que hay. De esta zapatiesta solo se ha salvado Emiliano García-Page, pero de ello hablaré en el próximo post, al igual que de la Diputación, donde el PSOE alcanza la mayoría absoluta.  

 PD.- Días atrás escibía que una de las claves de estas municipales en la capital era saber dónde irían los tres ediles de Ciudadanos; con los que lealmente gobernó Alberto Rojo. Pues ha quedado claro: 1 al PP y 2 a Vox, un partido que también hace gala de su radical españolismo. El PSOE recibe el concejal que perdió IU-Podemos, pero no ha sido suficiente para investir una mayoría de izquierdas, que en el último mandato, tampoco la hubo, no nos equivoquemos. El elector de CS en Guadalajara tampoco era de izquierdas. Como ha quedado demostrado.

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