Archive for diciembre, 2013

Jano bifronte y algunas venerables piedras

             Éstas que, desde 1833, conforman los alrededor de 12.000 kilómetros cuadrados de extensión que llamamos Guadalajara, fueron tierras de paso de gran parte de las culturas que llegaron a la Península Ibérica y, por ello, hay, cuanto menos, significativos y, en algunos casos, realmente importantes vestigios arqueológicos de ese mosaico de pueblos que por aquí han pasado, dejando su huella, en unos casos más superficial que en otros, pero indelebles todas.

             Sobre todo por la zona de Molina de Aragón y, especialmente, gracias a la labor arqueológica pionera que allí desarrolló el Marqués de Cerralbo, abundan los restos de castros celtíberos, pues, aquella del ahora Este de las guadalajaras, fue tierra de asentamiento de estos pueblos prerromanos, entre ellos los arévacos, el pueblo que defendió Numancia frente a los romanos hasta la inmolación. El castro celtíbero del Ceremeño, en Herrería, es uno de los yacimientos arqueológicos celtíberos más importantes de la tierra molinesa y aún del centro de España, si bien hasta la alcazaba de Molina de Aragón fue erigida por los árabes sobre un antiguo castro. Por cierto, hablando de la alcazaba molinesa, digno es de destacar el magnífico trabajo que el equipo científico, dirigido por el arqueólogo Luis Fernando Abril, ha realizado en el Torreón de la Reina, gracias al cual se han puesto en valor los curiosos grabados medievales allí descubiertos en 2004, que ya pueden ser visitados. Un motivo más que añadir a los muchos que sobran para visitar Molina, en particular, y toda su comarca en general; también en invierno porque, aunque allí llamen “fresco” al frío, una buena pelliza basta y, a veces, hasta sobra para disfrutar, sin tiritar, de uno de los territorios de Europa más bellos y con más carga histórica, a la par que despoblados. La densidad demográfica en Molina es inversamente proporcional a la densidad histórica y paisajística que reúne.

El caso es que, como decíamos, en estas tierras guadalajareñas hay huellas del paso del hombre por ellas que casi se remontan a la noche de los tiempos, como es el caso de los grabados rupestres de la Cuevas de los Casares, en Riba de Saelices, y de la Hoz, en Santa María del Espino, que datan del Paleolítico Medio, es decir, de entre 20.000 y 30.000 años de antigüedad. Especialmente en la Cueva de los Casares, y en su entorno, pues allí no sólo hay huellas prehistóricas, sino también celtíberas, árabes y, por supuesto, cristianas de la época medieval tras la repoblación de la zona, ya se lleva tiempo trabajando para poner en valor este magnífico cogollo de recursos que, si estuviera localizado en alguna región de esas que andan sacándole hasta cosquillas a la historia para buscar su identidad y generalidad remotas, ya sería un parque arqueológico de primer nivel.

Zorita-Recopolis Pero si en la actual provincia de Guadalajara hay un referente arqueológico de primer nivel, por su singularidad y casi hasta exclusividad, ese sin duda es Recópolis, en Zorita de los Canes, cuyo Centro de Interpretación, lamentablemente, ha permanecido cerrado dos años, hasta que el Ayuntamiento y la Diputación lo han rescatado, hace unos meses, con sus propios presupuestos, de los obligados y drásticos recortes presupuestarios de la Junta, que han llegado hasta estas venerables piedras. La ciudad que Leovigildo mandó construir en honor de su hijo, Recaredo, a finales del siglo VI, a orillas del Tajo, en las alcarrias del sur, es la única urbe visigoda de nueva planta que se conserva en España y en la que se puede estudiar el concepto y la estructura de ciudad de este pueblo de origen germánico, que sucedió al romano en estas tierras y precedió al árabe, aportando también su significativo estrato al sedimento de razas y culturas que por aquí pasaron y aquí se asentaron. Hablando de esta ciudad visigoda y alcarreña, me ha sorprendido muy gratamente que ese gran arqueólogo, aunque sólo lo sea de dibujos animados, que es Tadeo Jones, producido por un guadalajareño de vocación, aunque catalán de nación, Pedro Solís, haya desarrollado una de sus aventuras didácticas, precisamente, en Recópolis. De hecho, el capítulo 23 de la primera temporada de “Descubre con Tadeo Jones”, un espacio infantil que se emite a través de los canales de Mediaset, está dedicado a Recópolis y se ha emitido hace unos días por primera vez. Un diez para Pedro Solís, para Marta Valdenebro y para Plácido Ballesteros que, me consta, lo han hecho posible; “gratis et amore”, además. Quienes deseen bajarse “Descubre con Tadeo Jones: Recópolis”, pueden hacerlo a través de este enlace de Internet: http://www.mitelekids.es/castellano/series-infantiles/descubre_con_tadeo/temporada/1/Recopolis_23_1721295001.html

Como ven, el último post del año se ha tintado de arqueología, una apasionante ciencia que en Guadalajara tiene mucho tajo por delante y que, con planes directores adecuados  y de marketing intencionados, puede activarse como uno de los recursos histórico-culturales sobre los que dinamizar el turismo provincial. Los turistas no van a los sitios simplemente por ir; sólo van a los que hay motivos para ir, y cuanto más sobrados, mejor.

Los romanos, un pueblo que también dejó su huella indeleble en estas tierras –ejemplos significativos de su paso por aquí los podemos encontrar en la Villa de las Casutillas, en Corduente, o en la llamada “Alcantarilla”, entre La Cabrera y Sigüenza– celebraban el último día del año en honor del dios Jano, que precisamente da nombre al primer mes del año: enero (January, en inglés; Janvier, en francés; Janeiro, en portugués; Xaneiro, en gallego,…) . Jano, un rey mítico de Italia, era representado con dos caras, de hecho se le conoce como el dios “bifronte”; una cara, representaba el año que se iba y otra el nuevo que venía. O sea, Jano era un dios bipolar y maximalista que, dependiendo de cómo mirara o cómo fuera mirado, ofrecía su cara vieja y oxidada o su rostro nuevo y lozano. Miremos de frente y con esperanza al nuevo año. ¡Que 2014 sea feliz para todos, especialmente para quienes más infelices les han hecho los años precedentes!

 

Foto: parque de Recópolis en Zorita de los Canes

Zambomba, Zambomba

Guadalajara, ciudad y provincia, llegado este tiempo de vísperas de la Navidad – que, como ya dijimos en el post anterior, suele iniciarse con la fiesta de la Purísima, muy especialmente en Molina y en Horche, siempre en derredor del fuego purificador- es terreno propicio para que las rondas y otras agrupaciones musicales navideñas, como cada año, se vuelvan a formar y a echar a la calle para interpretar villancicos y otras canciones tradicionales propias de esta época. Si en las últimas décadas del siglo XX, con el debilitamiento demográfico del medio rural a favor del urbano, con la masiva emigración del campo a la ciudad, se perdió cultura material e inmaterial de nuestros pueblos a serones, gracias al trabajo de recuperación que, ante este alarmante hecho, han desarrollado las instituciones y la propia sociedad civil, los vientos han cambiado y la dinámica de esa pérdida, que parecía imparable, se ha revertido, hasta el punto de que podemos afirmar que, de un tiempo a esta parte, hay un cierto renacimiento del interés general por nuestras costumbres y tradiciones, y no sólo particular de algunos sectores sensibilizados, como ocurría hasta hace bien poco. Y digo sectores y es un puro eufemismo, porque, en realidad, en los tiempos en que lo rural estuvo condenado, no sólo al debilitamiento, sino prácticamente a la eliminación, por tacharse de tosco, viejo y demodé, fueron personas, con nombres y apellidos, y, en todo caso, algunos pequeños colectivos y alguna institución pionera, quienes más hicieron por salvar de la quema la cultura tradicional, material e inmaterial, de nuestros pueblos, arrojada, como he dicho, especialmente durante el tiempo del trasiego masivo de gentes de los pueblos a la ciudad, a la hoguera, no precisamente purificadora, sino devastadora, como si se tratara de los libros de caballería que calentaron los sesos de Don Quijote.

Aunque aún queda mucho por hacer para tratar de que no se pierda el acervo cultural del medio rural que aún pervive y, mucho más, para intentar recuperar, al menos en parte, el que aún pueda ser recuperable del que se llevaron aquellos tiempos de maleta, viento y fuego, como decía antes, los tiempos han cambiado significativamente y, de despreciarse, o casi, todo lo que fuera tradición rural por entender que era un ecosistema humano obsoleto y para olvidar y superar, hemos pasado a una etapa de interés por y de puesta en valor de esa rica y diversa cultura material e inmaterial, creada, vivida y transmitida en nuestros pueblos. Así las cosas, y como ejemplo nítido de ese cambio de vientos a mejor, en los últimos años estamos viviendo un auténtico renacer del folclore musical navideño en nuestra provincia, recuperándose rondas, villancicos y otras entonadas propias de este tiempo y tradicionalmente cantadas por aquí, así como promoviéndose certámenes y festivales de música de Navidad que han calado en el interés de la gente y que son preparados por los participantes y esperados por el público con gusto y contento. Entre ellos, a destacar muy especialmente, por su capacidad de convocatoria, calidad y continuidad, el Certamen de Rondas Tradicionales Navideñas de Torija, que este año se celebrará el 28 de diciembre, fecha en la que alcanzará ya su XXIV edición. También cabe reseñar al respecto el Concurso de Villancicos, anualmente convocado por el Ayuntamiento de Guadalajara, y que se celebró ayer, domingo, 15 de diciembre, cumpliendo un año menos que el Certamen de Torija y entrando también ya en una buena edad moza. Este Concurso de la capital, además, tiene el valor añadido de reservar una categoría para grupos jóvenes, que es la mejor forma de cuidar la cantera de las rondas y otro tipo de agrupaciones musicales navideñas.

Hablando de folclore tradicional, este año los Reyes Magos y, sobre todo, la apuesta institucional de la Diputación y, muy especialmente, personal de José Antonio Alonso, van a traer un gran regalo a la provincia de Guadalajara: la inminente apertura del Centro de Cultura Tradicional, en la antigua Posada del Cordón, en Atienza. Este Centro, les aseguro, no va a ser una sala de etnografía más como las que voluntaristamente se han instalado en algunos pueblos de la provincia –todas ellas dignas de visita y aplauso, por cierto-, este Centro va a ser una referencia imprescindible para conocer y estudiar la etnografía y el folclore provinciales, tanto por ser muy valioso y curioso el material que en él se va a exponer, como por la idoneidad, calidad y visualidad de los elementos expositivos e informativos que lo complementan y el rigor científico en su concepción, estructuración y organización. Si sobraban motivos para visitar Atienza, a partir de ahora la visita será obligada.

Como en la vida misma, no todo va a ser miel, sino que ésta ha de alternarse con algo de hiel. Termino este post reproduciendo la letra de un villancico tradicional de la provincia, “Zambomba zambomba”, adaptada libremente a la situación de la España de hoy, que el otro día oí cantar a un grupo de amigos, acompañándose de zambombas, panderetas, hueseras, cañas, almireces, sonajas, botellas rizadas y demás instrumentos de percusión propios de la Navidad:

 

Estribillo:       Zambomba, zambomba, carrizo, carrizo,

Hoy día en España no hay más que chorizos.

Nosotros cantamos sin mucha alegría

Porque está la cosa bastante jodida.

 

En el portal de Belén los ladrones han entrado;

Alcaldes y concejales, banqueros y diputados.     Estribillo

 

En el portal de mi casa, la del quinto está llorando.

Han llegao los del juzgado a ejecutarla un deshaucio. Est.

 

En el portal de Belén junto al reino de Judea

Han venido antidisturbios a armar la marimorena. Est.

 

Los pastores que se fueron a ver al recién nacido,

Cuando se enteró el patrono fueron todos despedidos. Est.

 

Los líderes sindicales no han querido ir al portal

Al enterarse que dietas no les iban a pagar. Est.

 

Maestros y funcionarios tampoco irán al portal,

Por si otra vez les quitan la paga de Navidad. Est.

 

Tampoco habrá Reyes Magos ni pajes con bellas túnicas.

Han “quitao” la monarquía y han “instaurao” la república. Est.

 

Esta noche es Nochebuena y mañana Dios dirá,

Porque hay mucho mamarracho y poco que celebrar. Est.

 

P.D.- Como muchos lectores sabrán, yo fui ocho años concejal en el Ayuntamiento de Guadalajara y asumo la parte de crítica que me toca en la primera estrofa, porque el estado de opinión de la gente es el que es; ahora bien, les aseguro que en política hay muchos menos “ladrones” de los que parece, aunque, si sólo hubiera uno, ya serían demasiados.

 

De puente a puente

            Hay muchas clases de puentes –de piedra, de ladrillo o… de vacaciones, por ejemplo- y muchos puentes con clase –y otros, sin ella: simples pontones o puentecillos, pues-, siendo abundantes en nuestra provincia al ser su orografía propicia a este tipo de infraestructuras, ya que en la Alcarria y en las Serranías del Norte y en las de Molina abundan los ríos, los arroyos, las ramblas, las escorrentías, los barrancos, las vaguadas  y demás cauces de agua que sólo los puentes pueden salvar, y la cuarta comarca, la de la Campiña, lo es del Henares y del Jarama medio, además de sus respectivos afluentes, y bien es sabido que los puentes suelen construirse para unir las dos riberas de los ríos, aunque hay ocasiones, como la que la leyenda atribuye al Conde de Romanones y a su secretario, Manuel Brocas, en que ni si quiera hace falta río para prometer con descaro –en campaña electoral, por supuesto- un puente.

Debe haber sido el subconsciente el que me ha traído a colación el tema de los puentes pues acabamos de terminar de pasar el de la “Inmaculada Constitución”, sincretismo entre lo civil y lo religioso con que, de manera gráfica y licenciosa, podríamos definir estos días festivos que culebrean en el calendario con otros laborables, en la primera semana de diciembre, y que son como una preparación para los que están por venir –ad venire, en latín; tiempo de adviento, tiempo de espera, en castellano- en la última semana del último mes del año viejo y la primera del primer mes del nuevo año; o sea, Nochebuena/Navidad, la gran fiesta para los cristianos en la que nace la Vida;  Nochevieja/Año Nuevo, la gran fiesta pagana en la que muere un año y nace otro; y la Noche y el Día de Reyes, la Epifanía, la gran fiesta de los niños en España y con la que, al menos de momento, no puede Papá Noel, aunque está en ello con la inestimable ayuda de poderosos caballeros.

Foto víspera Purísima en Molina de AragónEn las guadalajaras, en este puente festivo que acabamos de pasar –y que, en los institutos de secundaria de la ciudad, a última hora, se ha alargado hasta el martes, “por orden de Toledo”,, donde se acumula ahora casi más poder, aunque sólo sea autonómico, que cuando fue capital de la España visigótica-, como es costumbre, se han celebrado señeras fiestas en la víspera de la Purísima Concepción, el dogma que data de 1854, que tanto se impulsó desde España y que, por ello y por las numerosas advocaciones marianas, así como la devoción por ellas, que hay en nuestro país, hasta el Papa Juan Pablo II le llamó “la tierra de María Santísima”. De entre las fiestas de la víspera de la Inmaculada Concepción más importantes celebradas en nuestra provincia, destacan dos: la de Horche, con las hogueras dando fuego purificador y brasas alentadoras a este bonito pueblo que se asoma al valle del Tajuña desde su balconada alcarreña, y las de Molina de Aragón, pues en la capital del Señorío, como es tradición desde 1518, gracias a una Bula Papal de León X, la noche del 7 al 8 de diciembre se celebra la primera Nochebuena, prendiéndose poco después del anochecer una hoguera en el cerro de Santa Lucía, visible desde todo Molina, para después celebrarse la primera gran cena familiar del ciclo navideño y entrar en el día de la Purísima con Misa del Gallo en San Gil, a la salida de la cual se comparten dulces y licores entre los asistentes, ofrecidos por la parroquia a los fieles. Precisamente, la fotografía que acompaña este post, está tomada en el cerro de Santa Lucía, en Molina, el pasado sábado en la tarde-noche.

Los puentes festivos son viáticos para el ocio entre días laborables como los puentes, no sólo con peso específico, sino también atómico, son viáticos para cruzar cauces y enlazar riberas. De este tipo de puentes, como decíamos al principio, en la provincia de Guadalajara tenemos muchos, desde la llamada “Alcantarilla” y el puente de data romana que se localiza entre La Cabrera y Sigüenza, junto a la carretera CM-1101, pasando por el puente árabe de la capital –de la época califal para más señas, aunque la primera historiografía local y localista quisiera que fuere romano- y el atirantado y posmoderno puente, también capitalino, de la Ronda Norte; desde el pequeño puente de pizarra sobre el río Lillas, en el entorno del Hayedo de Tejera Negra, o el del Jaramilla, entre Campillo de Ranas y Corralejo, a los del Martinete (Peralejos), Poveda, Peñalén, San Pedro (Zaorejas), Tagüenza (Huertapelayo) y Valtablado, en el Alto Tajo, de Norte a Sur y de Este a Oeste, ésta es tierra de puentes porque aquí hay ríos o, al menos, cauces y, no sólo necesidad, sino también ganas de ir de una orilla a otra de ellos porque, si no, serían fronteras y ya está bien de ponerle puertas al campo y de tratar de segmentar y dividir a las personas en función del lado de la ribera que le haya tocado estar, en buena o mala suerte. Porque la suerte, ni se hereda ni se lega. Y se puede cambiar. O, al menos, intentarlo.

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