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Despotismo y centralismo toledanos

La Política -con mayúsculas- es el arte de lo posible en favor del servicio público, pero con minúsculas, a veces termina derivando en un juego de trileros en el que priman las apariencias frente a las realidades y los intereses espurios de cargo y partido frente a los generales de los ciudadanos. Hace tiempo que al actual presidente regional, Emiliano García Page -que lleva en política toda su vida “profesional”, en la que, no en vano, entró “bendecido” y de la mano del político más poliédrico y malabarista que he conocido, José Bono– le tengo catalogado entre los “servidores públicos” que hacen mucha, demasiada, política con minúscula.

Esa impresión la he corroborado cuando he intentado entender el juego que se trae entre manos con el tema de la ampliación del campus de la UAH en Guadalajara y que, hasta al habitualmente tibio e impredecible portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de la capital, Alejandro Ruiz, le parece un asunto de sencilla solución, como declaró en la amplia entrevista que hace unos días le hizo este diario digital: “En el campus el problema es que la Junta tiene que poner dinero, por lo tanto la solución es fácil”, afirmó.

He discrepado en muchas ocasiones con las posiciones que Ciudadanos mantiene en el Ayuntamiento de Guadalajara, en las que los de Rivera suelen abusar del tacticismo político frente a las necesidades e intereses reales de la ciudad, pero en este asunto del campus estoy de acuerdo con Ruiz en que la solución es fácil y que la Junta lo que tiene que hacer es poner el dinero que preveía el protocolo que en 2015 firmaron Ayuntamiento, Junta, UAH y Defensa y dejarse de intentar colocar a Antonio Román en un brete político para desgastarle, algo que parece evidente que se esconde detrás de la firma del “contrato-programa” que recientemente han suscrito en Toledo dos de las cuatro partes que intervenían hasta ahora en el asunto, Junta y UAH, excluyéndose del acto al Ayuntamiento de Guadalajara y a Defensa. Despotismo toledano de nuevo: “todo para Guadalajara, pero sin Guadalajara”. Lo de “todo” es un decir, porque de la capital regional suele venir más bien poco o casi nada, y a los hechos de sus importantes tareas aquí pendientes me remito: ampliación del hospital general, ampliación del campus, rehabilitación de los edificios del Fuerte, reparación y restauración del puente árabe…

Como este asunto del campus es complejo, vamos a tratar de simplificarlo lo más posible para intentar entender qué está pasando con una cuestión tan relevante y cuya solución parecía estar encaminada cuando la Junta de Page dio por buena su ubicación en el antiguo colegio de las Cristinas, tras pensárselo muchos meses, aun no comprendo bien por qué. Hasta donde se ha publicado y, por tanto, tenemos acceso los más comunes de los mortales, el protocolo al que antes he aludido -firmado cuando entonces era presidenta regional Dolores de Cospedal, cuya validez ha decaído por no ser de aplicación plazos y compromisos en él previstos, pero que es un documento aún aprovechable y con fuerza moral pues lo suscribieron las cuatro instituciones implicadas- contemplaba que el Ministerio de Defensa permutaría el antiguo edificio del Colegio María Cristina con el Ayuntamiento de Guadalajara a cambio de que este cediera al Ministerio unas parcelas municipales de unos 32.000 metros, valoradas por los técnicos municipales en más de seis millones de euros. Por su parte, la Junta debía abonar a Defensa algo más de dos millones de euros por la diferencia de valor entre las Cristinas y las parcelas municipales y, por supuesto, tras ceder el Ayuntamiento a la UAH el viejo CHOE, acometer en él las obras de adecuación necesarias para transformarlo en la principal sede universitaria de la ciudad. Pues bien, eso que, efectivamente, como afirma el portavoz de Ciudadanos era tan fácil: que la Junta pusiera el dinero que tenía que poner para que Guadalajara tenga por fin el campus que necesita, se ha enfangado de tal manera que solo dos de las cuatro partes han firmado un contrato-programa. Y lo han hecho ¡en Toledo y sobre el campus de la UAH en Guadalajara!, sin contar con el Ayuntamiento, a pesar de que en él se le pretenden imponer obligaciones y cargas. Despotismo toledano -Román lo ha llamado centralismo- otra vez: “Todo” para el Ayuntamiento pero sin el Ayuntamiento. Tampoco ha estado en esa firma Defensa, a pesar de que en el documento se condiciona el uso de un inmueble que aún es de su propiedad. Para mayor afrenta, el presidente regional y algunos de sus conmilitones de partido -en esa recurrente estrategia “bonista” y “pagista” de fuego graneado que tanto les gusta practicar-, han amenazado al alcalde de Guadalajara con que, o el Ayuntamiento acepta lo contemplado en lo por ellos unilateralmente determinado e, intuyo, que casi condicionado a firmar al rector saliente de la UAH, o el campus puede volar de Guadalajara y ubicarse en otro municipio cercano. Con alcalde socialista, por supuesto.

Hasta donde he podido averiguar, aquel protocolo de 2015 no se ha llegado a elevar a convenio porque la Intervención del Ayuntamiento de Guadalajara, con toda razón legal, exige que para que el Ayuntamiento ceda a Defensa las parcelas municipales que contemplaba el protocolo antes aludido a cambio de las Cristinas, la Junta consigne en sus presupuestos los más de dos millones de euros que le corresponderían abonar por la diferencia de valor entre estas parcelas y el antiguo edificio, algo que hasta ahora no ha sucedido. Si la administración regional no consigna y abona esa cantidad, automáticamente anularía la permuta de terrenos entre el Ministerio y el Ayuntamiento, de ahí la lógica exigencia del Interventor municipal.

Efectivamente, como dice el portavoz de Ciudadanos, la solución a este asunto aparentemente complejo es sencilla: la Junta debe pagar, pero es evidente que se resiste a ello y, como Page domina no es buen pagador y domina el trile, ahora se ha sacado de la manga lo del contrato-programa, no cuenta con el Ayuntamiento para su firma, sino que pretende imponérselo a posteriori. Además, ha incluido en él, no solo la ampliación del campus, sino la aportación total de la Junta a la UAH hasta 2021, lo que fuerza al Rector a firmar pues más vale pájaro en mano que ciento volando ya que el gobierno regional debe mucho dinero a la Universidad alcalaína e infra-financia en ella la presencia de alumnos de Guadalajara en comparación con lo que le cuestan los del resto de la región en la UCLM.

Dicen los jugadores de mus que los mirones en las partidas solo deben dar tabaco; yo hace tiempo que opté por no jugar al mus de la política, aunque no renuncio a ser un “mirón” de ella, un observador, lógicamente condicionado por mi ideología liberal, al tiempo que por las simpatías y afectos personales que, no voy a negar, me unen a algunos miembros del actual equipo de gobierno del Ayuntamiento de Guadalajara pues fueron compañeros míos en el grupo popular durante ocho años, entre 1999 y 2007. A mis compañeros, a mis amigos, como “mirón” de la política y puesto que estoy alejado hace ya muchos años del consumo de tabaco, en vez de darles un cigarro les voy a realizar unas sugerencias, con mi mejor intención: que no se cansen de trabajar por Guadalajara aunque canse mucho gobernar en minoría, que apliquen la inteligencia del largo plazo frente a la listeza cortoplacista, que no caigan en la tentación de jugar al trile con los intereses de los ciudadanos, que sean muy cercanos y escuchen mucho y que expliquen con detalle y transparencia sus ideas, proyectos y actuaciones.

Termino citando de nuevo al portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento de Guadalajara porque vuelvo a estar de acuerdo con él, algo que, repito, no suele ser habitual: “La sensación que da es que (los guadalajareños) somos los grandes olvidados de la región, gobierne quien gobierne”. Y no es victimismo barato, a los hechos me remito. Que no olviden los “naranjas” esto que dicen ahora si algún día mandan ellos en Toledo, aunque solo sea un poco.

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