Archive for julio, 2021

Guadalajara en el Camino de Santiago

2021 está siendo Año Santo Compostelano porque el 25 de julio, festividad de Santiago Apóstol, ha caído en domingo, tal y como estipuló en 1122 el Papa Calixto II cuando concedió a la catedral y ciudad compostelana el primer privilegio jubilar, dando comienzo los jubileos cuatro años más tarde, en 1126. Alejandro III, medio siglo después, exactamente en 1178, declaró perpetuo este privilegio y, al menos de momento, esa perpetuidad se viene cumpliendo. Es una de las pocas cosas hecha por el hombre -el Papa no deja de serlo, aunque su palabra y su obra estén inspiradas por el Paráclito-, que nació con vocación de continuidad y se viene manteniendo ya desde hace nueve siglos. La permanencia de las cosas es un valor, no todo es removible, revisable, reformable y “revolucionable”.

                Dicen que el Camino de Santiago es “la calle mayor de Europa” por la tradición, inicialmente conquistada y después ya heredada, del histórico peregrinaje de numerosos europeos por él para ganar el jubileo al llegar a Compostela, la ciudad cuya toponimia significa “campo de estrellas”. Tiene todo el sentido este bellísimo nombre porque los peregrinos que iban hasta Santiago desde Europa utilizaban la posición de la Vía Láctea en el cielo -en verano nordeste/sureste- como referencia para poder seguir el camino y llegar a su destino. Esa meta no es otra que la histórica y señera catedral de Santiago, donde la tradición dice que reposan los restos del apóstol patrón de España, construida hace nueve siglos, justamente cuando Calixto II otorgó el privilegio jubilar jacobeo. Al concluir las obras de la catedral, Santiago heredó la archidiócesis que anteriormente tenía su sede en Mérida, la capital de la Hispania ulterior romana que, siete siglos después de la caída del imperio de occidente, aún continuaba siendo una gran urbe de referencia del oeste español.

Portada románica de Santiago de la iglesia cifontina de El Salvador, un jalón señero de los caminos de Santiago en la provincia.

                Dice la tradición oral que “todos los caminos llevan a Roma”, la sede del Vaticano, el gran y principal destino, meca y meta, del peregrinaje de los cristianos de todo el mundo y ciudad que tiene también un privilegio jubilar, pero posterior al de Santiago pues data de 1300 y lo concedió el Papa Bonifacio VIII. Si todos los caminos llevan a la capital romana, muchos son los que llevan a Santiago, aunque el principal sea el llamado “Camino francés” (764 kilómetros), que se inicia en St. Jean Pied de Port (Francia) y entra en España por Roncesvalles, llegando hasta Compostela a través de la ruta jacobea más conocida, jalonada y transitada. Otra ruta que va ganando cada vez más peregrinos por la belleza de los lugares que discurre es el “Camino del norte” (824 kilómetros), que se inicia en Irún y concluye en Santiago después de recorrer toda la cornisa cantábrica a través de Euskadi, Cantabria, Asturias y, por supuesto, Galicia. Una tercera ruta jacobea de relevancia es el “Camino portugués” (620 kilómetros), que parte de la capital lusa y termina en Compostela. Hay otros caminos de Santiago secundarios, pero también cada vez más transitados por quienes ya han hecho el principal, como el llamado “Primitivo” (313 kms.), que une Oviedo con Santiago, el “Inglés” (119 Kms.), que parte de Ferrol/La Coruña, el de “Invierno” (263 Kms.), cuyo origen está en Ponferrada, entre otros como los llamados “Portugués por la costa”, el “Sanabrés”, la “Vía de la Plata” o el “Aragonés”, además de varias rutas que, más que caminos propios, son ramales que enlazan con el francés.

                La provincia de Guadalajara, como no podía ser de otra manera dada su estratégica ubicación en el centro de España y su conexión geográfica directa con la submeseta norte desde la sur y el foso del Tajo, también ha sido y es una histórica tierra de paso, no solo de uno, sino de varios de los muchos caminos y ramales que conducen a Santiago. Los prolíficos investigadores Emilio Cuenca y Margarita del Olmo aportaron en 2009 una valiosa obra editada en dos tomos, aunque presentada conjuntamente, conformada por estos títulos: “Los Caminos de Santiago de la provincia de Guadalajara y sus precedentes” y “Caminos de Santiago en la Guadalajara medieval”. Es absolutamente recomendable su consulta si se quiere profundizar en las rutas jacobeas que discurrieron por la provincia de Guadalajara y lo digo en pasado porque apenas hay peregrinos por ellas en la actualidad camino de Compostela y, como bien versificó Machado en sus “Cantares”, “caminante no hay camino, se hace camino al andar”.

                Del Olmo y Cuenca nos aportan que el primer camino jacobeo por la provincia de Guadalajara entraba en la actual provincia por Vállaga, un despoblado próximo a Illana, procedente de Uclés (Cuenca). Desde allí, discurría por un territorio jalonado de villas, fortalezas, casas asilo u hospitales que servían de protección a los peregrinos y que estaban a cargo de alguna de las órdenes militares hospitalarias, ubicándose cada 30 kilómetros aproximadamente, que es lo que se suele recorrer en una jornada de viaje. Desde Illana, ese camino proseguía de sur a norte por Albalate de Zorita, Zorita, Hueva, Peñalver, los dos Yélamos, Balconete, Archilla, Brihuega, Fuentes de la Alcarria, Casas de San Galindo, Alcorlo, Hiendelaencina, Albendiego y Campisábalos, que era el lugar más septentrional y que entregaba ya el camino a la actual provincia de Soria, terminando este ramal en Burgos donde enlazaba con el “Camino francés”. A este primer camino jacobeo por la provincia le siguió uno nuevo que también se iniciaba en Vállaga y continuaba por Albalate, Zorita y Hueva, pero, en vez de proseguir por Peñalver, discurría por Alhóndiga, Durón, Trillo, Cifuentes, Mirabueno, Sigüenza y Atienza para volver a conectar con Albendiego y Campisábalos como ya hacía el primero. Además de estas dos rutas que atraviesan la provincia de sur a norte, los investigadores antes citados documentan que también hubo un camino secundario, igualmente procedente de la actual provincia de Cuenca, que enlazaba Castilforte con Cifuentes. El Señorío de Molina, por su parte, tenía ruta jacobea propia que discurría por La Yunta, Cubillejo de la Sierra, Molina de Aragón, Ventosa (Santuario del Barranco de la Hoz), Buenafuente del Sistal, Riba de Saelices, Luzaga, Saúca, Jodra del Pinar y Sigüenza, desde donde se unía con los dos primeros caminos ya descritos en Campisábalos y Albendiego. Finalmente, también hay huellas históricas de una ruta jacobea llamada “de los santiaguistas de Peñahora-Mohernando” y otra que discurría por Uceda. Como hemos podido comprobar, hay rastros del camino de Santiago prácticamente por toda la provincia, pero si seguimos la máxima machadiana antes citada, sólo serán verdaderos caminos si los caminantes los vuelven a hacer al andarlos. “Caminante, son tus huellas el camino y nada más”.

Estivalia política

               Cuenta la costumbre, que habla poco, pero dice mucho, que los calores más sofocantes del verano suelen producirse entre mediados de julio y mediados de agosto, “de Virgen a Virgen”, pues el 16 de julio es la del Carmen y el 15 de agosto la de la Asunción, dos de las advocaciones marianas más señeras. La costumbre, en esta ocasión, como en casi todas, se limita a constatar un hecho irrefutable, cual es que en estos días de julio entramos en el ecuador del verano que es cuando el sol zurra la badana de verdad, se enseñorea de cielos y tierras y abrasa todo lo que osa no estar a la sombra. Y en las sombras, el sol no sofoca por su fogosidad directa, pero lo hace a través de su interpuesto calor que cuece el aire y a veces hasta el seso, con ese. Muchos son los refranes de este tiempo, pero este lo resume todo: “Julio caliente, quema al más valiente”.

               Así las cosas y mientras tenemos aún muy lejos -al menos algunos- las olas del mar y demasiado cerca y sucediéndose sin solución de continuidad las de calor, la política que todo lo invade y no ceja en su empeño por adherirse y expandirse como la hiedra ni cuando más aprieta el sol, nos ha traído la mayor crisis de gobierno de la democracia. Nunca antes fueron sustituidos siete ministros a la vez en una remodelación del gabinete como ha hecho Pedro Sánchez el pasado fin de semana, apenas 48 horas después de decir que no estaba entre sus prioridades un cambio de carteras. A este presidente hay que juzgarle por lo que hace y por lo que no, pero a sus palabras les pasa lo que a los periódicos, que envejecen de un día para otro. Es de aplicación a buena parte de la clase política -no digo a toda para que no me llamen demagogo-esta frase de Abraham Lincoln que debería estar enmarcada y en lugar bien visible en el despacho del titular de la Moncloa: “Hay momentos en la vida de todo político en que lo mejor que puede hacerse es no despegar los labios”. Les habría venido muy bien hacerla caso a todos los inquilinos que ha tenido el palacete sede de la presidencia del gobierno, pero de manera especial al actual porque sus discursos caducan antes que los yogures y, eso no es lo peor, lo peor es que no tiene ningún rubor en cambiarlos en función de los acontecimientos, consciente de que la sociedad actual tiene memoria de pez y apenas se leen libros y periódicos, solo tuits. Germán Coppini, con sus “Golpes bajos”, cantaba que corrían “malos tiempos para la lírica” y parece que siguen corriendo, pero lo que es evidente es que corren muy malos para la verdad. Lo curioso es que este gobierno quiere decidir cuál es la verdad de la buena, un nuevo ministerio sin cartera para el gabinete con más ministros de la democracia. Sánchez bate récords.

Palacio de la Moncloa

               La crisis de gobierno sanchista en pleno sofoco juliano -me refiero al mes, no al político y militar romano que le dio su nombre- no solo ha tenido unas proporciones cuantitativas ignotas en democracia al caer hasta siete ministros, sino también cualitativas pues se ha llevado por delante a su número dos en el gobierno, la vicepresidenta Carmen Calvo, y a su número dos en el partido, José Luis Ábalos, que además de ministro de Fomento es secretario de organización del PSOE. Igualmente significativo es el cambio del ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, tras un tiempo de relaciones tormentosas entre el actual poder ejecutivo español y el judicial, algo que comenzó cuando una ministra, Dolores Delgado, salió del gobierno para hacerse cargo de la Fiscalía General del Estado. Campo, que es magistrado de profesión, ha debido tomar mucho omeprazol y almax durante el tiempo que ha sido titular de Justicia porque Montesquieu no es uno de los filósofos de cabecera de Sánchez. Tampoco es baladí el relevo de la ministra de Asuntos Exteriores, Arancha González Laya, pues esa cartera se pone en manos de la persona que junto al presidente del gobierno proyecta la imagen de España en el exterior ; antes también recaía esa función en el rey, pero este gobierno tiene a Felipe VI semiescondido en Zarzuela y a su padre “exiliado” en Abu Dhabi:delenda est monarchia”, como acuñó Ortega siguiendo a Catón. La señora Laya, que tiene cara de “pitagorina”, debe ser muy lista, pero su labor diplomática ha sido bastante torpe. A otro que Sánchez ha mandado a la luna -pero de Valencia– es al astronauta ministro de Ciencia, Pedro Duque, al que fichó para aquel primer gobierno suyo que bautizó como “bonito” -este presidente nunca defrauda eligiendo adjetivos-; Duque no hizo nada en ese primer gobierno y en este ha hecho el doble: nada de nada… ¡pero era muy pinturero tener un astronauta sentado en el gabinete! Una ministra que incluso fue portavoz en el anterior consejo y que ha caído sin miramientos en vísperas de los idus de julio es Isabel Celaá, una señora con un apellido tan impronunciable como difícil de entender su cara, mezcla del Spock de Star Treck y la novia cadáver; permítanme este licencioso comentario en el contexto festivo en que está derivando esta entrada. La señora Celaá no fue una buena portavoz -pontificaba y regañaba demasiado- y ha sido una de las peores ministras de Educación que se recuerdan. También ha sido relevado el ministro de Cultura y Deportes, Rodríguez Uribes, un político sin sombra. Además de los siete ministros que han cesado, algunos de los que permanecen cambiarán de cartera, siendo el caso más llamativo el de Miquel Iceta, el líder del PSC que se trajo Sánchez de Barcelona a Madrid para ponerle al frente de Política Territorial como un guiño más al separatismo catalán con el fin de amachambrar su apoyo para seguir en Moncloa. Apenas seis meses después, Iceta cesa en esta relevante cartera para el proceso “federalizante” en el que está Sánchez, pasando a Cultura y Deportes, un ministerio lamentablemente menor en la España poliédrica, asimétrica, babélica y de secano y barbecho de hoy. Isabel Rodríguez, la actual alcaldesa de Puertollano, será quien le sustituya, pero que nadie piense que Sánchez va a frenar con ella las aspiraciones de reincidir en sus delitos de los separatistas indultados por provenir de Castilla-La Mancha, cuyo presidente es de los socialistas más hostiles con el separatismo; Rodríguez es ante todo sanchista y puede que sea la persona que el actual presidente del gobierno haya elegido para intentar relevar al incómodo Page. Que, además de ministra de una cartera con peso político vaya a ser la portavoz del gobierno, es un extraordinario escaparate que sin duda va a tratar de aprovechar la puertollanera para intentar asaltar Fuensalida desde Moncloa. Pico no le falta, veremos si también tira de pala.

Ir a la barra de herramientas