Archive for mayo, 2017

El ejército a mi lado y no enfrente

Como es archisabido dado el gran revuelo que se ha montado con ello en la ciudad, el sábado , 27 de mayo, al menos durante 36 minutos, Guadalajara va a estar en el centro de atención y de las miradas de los millones de españoles que se van a sentar delante de la televisión para ver el desfile anual de las Fuerzas Armadas que, este año, se va a celebrar en la capital de nuestra provincia, para regocijo y satisfacción de una gran mayoría de ciudadanos y cabreo de una minoría que, como a George Brassens en su canción aventada por los aires críticos del 68 francés, la música militar nunca les supo levantar.

He tasado en 36 los minutos que Guadalajara va a ser objeto prioritario de atención nacional el día 27 porque es esa la duración exacta que el Ministerio de Defensa ha calculado para la celebración del desfile, concretamente 30 minutos para el terrestre y 6 para el aéreo. Formando parte destacada y vistosa del paso de las aeronaves, estará la famosa Patrulla Águila del Ejército del Aire que a punto estuvo ya de surcar el cielo alcarreño por primera vez hace 15 años, con motivo de la inauguración del monumento a los grandes aviadores, Barberán y Collar, en su primitivo emplazamiento en el Parque de la Concordia; más de una década después, el conjunto escultórico, obra de Luis Sanguino, que rinde tributo al capitán alcarreño y el teniente gerundense que en 1933 cruzaron el Atlántico en el avión “Cuatro Vientos”, entre Sevilla y Camagüey, fue trasladado al restaurado y remodelado antiguo Cuartel del Henares, una vez readaptado su uso a Centro Municipal de Familia.

Precisamente, ese antiguo cuartel, construido en 1920 y que fue taller y almacén de globos del Polígono de Aeroestación Militar de Guadalajara, está situado justo al final del recorrido del desfile, donde el relativamente joven barrio de La Chopera-Río Henares confluye con el más veterano de Los Manantiales. El Cuartel del Henares es una de las muchas huellas materiales que quedan en nuestra ciudad de su histórica vinculación con las Fuerzas Armadas, hecho que, no me cabe duda, ha tenido bastante que ver en que sea elegida como anfitriona de este gran desfile, cuando hay otras muchas capitales españolas, de bastante mayor población, infraestructuras y capacidad de acogida que la nuestra, que aún no han sido sede de este acontecimiento y puede que no lo sean en mucho tiempo. Tampoco me cabe duda alguna que en la elección de Guadalajara como sede del desfile, ha sido decisivo el criterio de la actual Ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, quien en esta provincia perdió en 2015 la presidencia de la Junta que aquí había ganado cuatro años antes.

La presencia de unidades militares en Guadalajara alcanzó su mayor apogeo en la primera mitad del siglo XX cuando, dentro de su vieja estructura urbana de ciudad conventual, tenían sede varias e importantes unidades del Ejército, como eran la Academia de Ingenieros (situada frente al palacio del Infantado, donde inició su actividad en 1833), los Talleres y Maestranza de Ingenieros (en el Fuerte de San Francisco), el Regimiento de Aerostación (en el acuartelamiento de San Carlos, popularmente conocido como “Cuartel del Globos”), el ya citado Parque de Aerostación, el Aeródromo (en la carretera de Cabanillas, junto a las vías del ferrocarril), los Colegios de Huérfanos de la Guerra (el femenino en el Palacio del Infantado y el masculino en el antiguo Alcázar) y hasta el Palomar Central Militar (ubicado en uno de los antiguos torreones del Alcázar medieval). Como es conocido, el 9 de febrero de 1924, un terrible incendio destruyó la mayor parte de las instalaciones de la Academia de Ingenieros y obligó a su demolición, lo que terminó suponiendo, ocho años más tarde, la desvinculación definitiva de Guadalajara de esta importante instalación militar.

El impacto social y económico de este hecho, fue tan importante o más que el que, un siglo antes, supuso el cierre de la actividad de la antigua Real Fábrica de Paños, que también tuvo su sede en el mismo lugar que la Academia, el antiguo Palacio de Montesclaros. Entre 1941 y 1948, el actual Colegio de Adoratrices fue sede provisional de la Academia de Infantería, hasta que se restauró y habilitó para ella el Alcázar de Toledo. En la imagen que acompaña esta entrada puede verse un desfile de sus alumnos a su paso por la plaza Mayor, obra del histórico fotógrafo local José Lopez, cuyo fondo se custodia en el CEFIHGU de la Diputación Provincial. Precisamente en Adoratrices tendrá lugar la recepción oficial que seguirá al desfile, presidida, como éste, por los reyes de España, Felipe y Letizia, que acuden como tales por primera vez a la ciudad, tras haberlo hecho en una ocasión como príncipes. Conocí y traté personalmente al actual rey de España en 1991 en Hyères (Francia) y les aseguro que es una persona preparada, sensata y accesible.

Termino diciendo que a mí me parece muy bien que Guadalajara vaya a acoger este desfile, no solo por lo que de gran acontecimiento social y mediático tiene, sino porque nos va a convertir en anfitriones por unas horas de unas Fuerzas Armadas modernas, que garantizan nuestra paz, libertad y seguridad y que están prestando una ayuda impagable en diez misiones internacionales distintas, en otras tantas zonas de conflicto. Desde luego, quiero a mi Ejército a mi lado, antes que tenerlo enfrente, como por desgracia les ocurre a los ciudadanos de países oprimidos por dictaduras, entre ellos a los de Venezuela, por citar un ejemplo.

Vuelve Guadalajoven

Tras varios años de impasse, vuelve Guadalajoven, la olimpiada deportiva y cultural inter-colegios que nació en 1992, el año de los años ya que en él se celebraron la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona (España) – lo aclaro para que no se confunda con las cerca de treinta ciudades homónimas que hay en el mundo- y la capitalidad europea de la cultura de Madrid. Obviamente, Guadalajoven es una actividad doméstica y alejadísima de la dimensión internacional de los “fastos” -como el entonces todopoderoso mandatario del PNV, Arzalluz, los bautizó- antes referidos, pero para quienes tuvimos algo que ver con esta singular iniciativa que ahora retorna, guardamos con mucha nostalgia, simpatía y no poca afección los muchos y buenos momentos que pasamos por, con y en ella, y nos alegramos de que esté de vuelta. Felicito por ello a Lucas Castillo, el actual diputado-delegado de Deportes de la Diputación y que, no es casualidad sino causalidad, pertenece a la “generación Guadalajoven”, pues fue partícipe de ella en sus tiempos escolares.

Para quienes no conozcan su dinámica, Guadalajoven es una competición entre equipos infantiles de colegios de la provincia, tanto públicos como privados o concertados -con el permiso de Podemos que, como es sabido, quiere que desaparezcan por puro ideologismo, sin medir sus consecuencias, incluso para el propio Estado en el que quieren diluir la sociedad como si de un azucarillo se tratara-. La principal singularidad de Guadalajoven reside en que no solo se celebran dentro de él encuentros de diferentes disciplinas deportivas, algunas de carácter colectivo (baloncesto, balonmano, futbol-sala, voleibol, etc.) y otras individuales (atletismo, natación, ajedrez, etc.), sino que también tiene lugar en cada jornada competitiva una fase cultural con un reglamento parecido al de “Cesta y puntos”, un mítico programa de TVE del que ya sólo nos acordamos los que peinamos canas y los que vieron los primeros capítulos de “Cuéntame”.

La fase cultural de Guadalajoven era -y espero que en su nueva etapa lo siga siendo- el momento más álgido y esperado de cada encuentro entre colegios, por su particularidad, su dinámica, su vistosidad y hasta sus consecuencias para el resultado final pues penalizaba mucho a los equipos que no se la habían preparado, de tal modo que podía terminar imponiéndose en un encuentro un equipo con regulares resultados deportivos, pero óptimos en el evento cultural, si enfrente tenía a un buen equipo en lo deportivo, pero malo en lo cultural. Con ello se pretendía poner en valor la importancia del conocimiento y el saber, incluso en un entorno netamente deportivo y competitivo, al tiempo que reforzar las comunidades escolares allende las aulas, fomentar el trabajo en equipo y la multilateralidad, pues en Guadalajoven se premiaba más a quienes dominaban, de forma aceptable, varias disciplinas que a los que solo eran especialistas en una. Además, gracias a la fase cultural de Guadalajoven, se podía conocer y aprender en los colegios, aunque fuera en tiempo libre y horario extraescolar, no sólo materia y contenidos de cultura general propios de la edad infantil, sino también hechos y datos relacionados con la provincia de Guadalajara -historia, arte, geografía, literatura, naturaleza, costumbres y tradiciones…- algo que, dese hace ya tiempo, sólo se toca de forma tangencial en el ámbito escolar pues se prima el conocimiento del medio autonómico, frente al provincial e, incluso, el local.

Gracias a Guadalajoven, muchos escolares que pasaron por él supieron que el Arcipreste de Hita “sembró avena loca a orillas del Henares”, que el “Viaje a la Alcarria” de Cela acaba en Pastrana,  que no es el Ocejón, sino el Lobo, el pico más alto de Guadalajara, que el Románico Rural es un estilo arquitectónico singular de la provincia, qué es la Arquitectura Negra, que el Hayedo de Tejera Negra es uno de los bosques de hayas más meridionales de Europa, que el Alto Tajo es, fundamentalmente, un gran ecosistema mediterráneo, qué son las botargas o cuándo y dónde se celebran de forma vistosas fiestas como La Caballada, la Octava del Corpus o las Loas y Danzas de la Virgen de la Hoz.

Guadalajoven fue posible gracias al esfuerzo e ilusión de muchas personas, pero sobre todo de los escolares que participaron en sus sucesivas ediciones y que, me consta, muchos de ellos guardan un cálido recuerdo de su paso por él; un esfuerzo y una ilusión que también pusieron los grandes profesionales de la educación que se implicaron en la actividad y que restaron tiempo a su propio tiempo libre y a sus familias para entregárselo generosamente a sus alumnos, “gratis et amore”, por cierto. También hicieron posible Guadalajoven la implicación de las federaciones deportivas provinciales -entonces ya delegaciones, perdiendo su estatus anterior, avanzando ya las autonomías a costa de las provincias- y los colegios de árbitros. Y, por supuesto, fue decisiva la entrega de todos los trabajadores del Polideportivo San José que impusieron a su trabajo no sólo profesionalidad y competencia, sino también ilusión; y ese concepto no está contenido en las nóminas ni pagado. Al frente de todos ellos, Eladio Freijo, el actual concejal de Deportes del Ayuntamiento de Guadalajara y entonces director técnico de este Polideportivo de la Diputación que, con la colaboración de muchos, sí, pero con decidido empeño y entrega personales, llevó a ser todo un referente de actividad, no solo provincial, sino nacional, como ahora está haciendo con la propia ciudad, que es candidata bien situada a ser “Ciudad Europea del Deporte 2018”, algo verdaderamente impensable antes de que él se hiciera cargo de la concejalía.

 

 

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