Archive for septiembre, 2014

Diccionario básico del PP: Edición Rajoy-09-2014

 

                Al hilo de los últimos acontecimientos políticos, que tienen a España bien calentita -como si la hubieran metido en un microondas, a 800 watios de potencia, y durante bastantes minutos-, se me ocurre pensar que el diccionario de la RAE ya no es la principal referencia del castellano limpiado, fijado y dotado de esplendor por sus académicos, sino que, como en la política misma de hoy, todo vale en el pensar y en el decir, y las palabras pueden significar ahora una cosa y luego incluso la contraria, sin esperar si quiera a mañana, sobre todo cuando se trata de definir con ellas valores y principios, haciéndose cada día más acertada y atinada la siempre genial frase de Groucho Marx que dice: “Estos son mis principios, pero si no le gustan, tengo otros”.

Así la cosa pública –en latín, res publica-, muy especialmente la retirada del nuevo proyecto de ley de interrupción del embarazo que impulsaba hasta ayer el gobierno, votado a favor en su primer trámite parlamentario por el 99 por ciento de sus diputados –con la única excepción de la díscola Celia Villalobos– y que figuraba en el programa electoral con el que Mariano Rajoy ganó las elecciones generales de 2011 por mayoría absoluta, algunas entradas del diccionario de español, versión “Rajoy, septiembre 2014”, podrían ver alterados sus significados originales por estos otros:

Aborto: Interrupción del embarazo por razones naturales o deliberadamente provocadas y que también es de aplicación para leyes por razones electoralistas.

Arriola (Pedro): Asesor áulico del PP al que Rajoy ha puesto en sustitución del ideario del partido. Está casado con Celia Villalobos, la única diputada del PP que pública y notoriamente se manifestó en contra del proyecto de nueva ley del aborto cuando se inició su trámite parlamentario.

Dedocracia: Forma en que suele ejercer el poder dentro de su partido y gobierno el señor Rajoy, seguramente porque a él le fue muy bien esta práctica cuando su predecesor, José María Aznar, le situó “a dedo” como candidato del PP a la presidencia del gobierno en 2004.

Gallardón (Alberto Ruiz): Político del PP que comenzó siendo el ministro más valorado del gobierno de Rajoy y ha acabado siendo el penúltimo en valoración. Eso sí, ha hecho honor a su apellido y ha tenido la gallardía de marcharse del gobierno cuando se ha visto desautorizado por su presidente tras acometer un encargo de éste, como era la elaboración y tramitación de una nueva ley del aborto, y tratar de cumplir el programa electoral de su partido.

Idea: Concepto, opinión o juicio formado de alguien o algo que puede ser cambiado de la noche a la mañana y, si corre prisa, de un minuto para otro.

Principio: Voz arcaica, en desuso, tanto formal como conceptualmente.

Programa (electoral): Como no dijo el fundador del PP, pero sí un destacado dirigente socialista, Enrique Tierno Galván, un catálogo de promesas que se hacen para incumplirse.

Rajoy (Mariano): Político del PP que actualmente es presidente del gobierno y que cuando te lo encuentras en una escalera no sabes si sube o baja y si le preguntas que adónde va, contesta que “depende”.

Tancredo (Don): Posición de inmovilidad absoluta y actitud de verlas venir en medio de la arena política en la que se han quedado muchos dirigentes del PP que, por razón de principios e, incluso, de creencias, estaban a favor de reformar la vigente Ley del Aborto. Esta posición, si se contempla de perfil, es parecida a la llamada “del egipcio”.

Valor: Principio mutable, flexible, moldeable, maleable e intercambiable.

El peligro de que las palabras, como las ideas, los principios y los valores muten en función de la dirección en que sopla el viento es que éste, aunque tenga direcciones dominantes, se puede producir en una “rosa” de hasta 360 grados. Y hablando de la rosa de los vientos, significar que el máximo peligro de una travesía marítima en una embarcación a vela se produce cuando rola el viento, es decir, cuando cambia brusca e inesperadamente de dirección e, incluso, de intensidad. En este supuesto es bastante probable el naufragio.

 

Sanidad autonómica y federal

              

                Aunque intuíamos el motivo, por fin hemos sabido, de forma fehaciente, que la firma del Convenio para la atención sanitaria en Madrid de los habitantes de Castilla-La Mancha, que afecta muy especialmente a los de la mayor parte de la provincia de Guadalajara y a los del toledano Corredor de la Sagra, no es una cuestión de letra pequeña, sino de letras de cambio; o sea, de parné, de pasta, de viruta, de manteca, de money,… o como ustedes quieran  o gusten llamar al dinero, ese “poderoso caballero” que, como decía el gran Quevedo, es capaz de igualar “al rico y al pordiosero” y de humillar al “cobarde y al guerrero”.

Y que sepamos por fin la verdad de la buena sobre la dilación en la firma de ese importantísimo convenio sanitario, sobre todo para Guadalajara, se lo debemos al Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, Francisco Javier Rodríguez, que, bien clarito, ha dicho que: «Si él –refiriéndose al Consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, el guadalajareño José Ignacio Echániz no tiene fondos suficientes para pagar lo que cuesta la asistencia sanitaria a sus ciudadanos en la Comunidad de Madrid, pues que los atiendan en su comunidad que es quien tiene la responsabilidad». Estas palabras del consejero madrileño, desde el ámbito de sus competencias y de la institución de la que es alto cargo, son políticamente correctísimas, pero suponen un terrible varapalo para los intereses de los guadalajareños que hace ya más de 30 años que tenemos que pagar muy cara la factura de pertenecer a una región artificial e inventada, como es Castilla-La Mancha, además de muy limitada de recursos, y en la que, para ahondar el problema, no está Madrid, ciudad y comunidad con las que nuestra provincia tiene múltiples e importantes relaciones socioeconómicas de interdependencia, por no decir de dependencia pura y dura, y cuyos recursos son de comunidad de primera, y no de tercera.

Echániz, por su parte, ha confirmado que, efectivamente, es económico el problema para la firma de ese convenio que, y esto ya lo digo yo, entre otras muchas cosas rayanas en el absurdo, evitaría que, cada año, alrededor de mil guadalajareños peregrinen para recibir atención especializada por los hospitales de La Mancha en vez de trasladarse a los mucho más cercanos de Madrid; y no voy a entrar en la calidad asistencial de unos y de otros, por no cuestionar ni ofender a los profesionales sanitarios de la región, ni hacer tabla rasa de algo que tiene muchos matices y singularidades. Volviendo al tema del dinero, es evidente que las cuentas regionales siguen teniendo más telarañas que el bolsillo de Carpanta y que no hay euros suficientes para pagar la importante factura que supone que se atienda en los hospitales de Madrid a los ciudadanos de Castilla-La Mancha que más cerca viven de aquella comunidad, como es el caso de Guadalajara casi entera, excepción hecha de una parte de Molina de Aragón, cuyos vecinos son atendidos en los hospitales de Aragón, gracias al convenio que sí se pudo suscribir hace unos meses, sencillamente porque era poco el montante de la factura aragonesa ya que en Molina, por no quedar, ya no queda casi ni gente para enfermar.

Iñaki Echániz, que ante todo es un político vocacional y de raza y conoce muy bien el problema pues, aunque vallisoletano de nación, es guadalajareño de adopción y vocación desde que era un chavaluco, a pesar de los pesares –o sea, de que aunque se rebajen los impuestos en la región diez meses antes de las elecciones, las cuentas públicas están aún en la UCI- ha lanzado un mensaje de esperanza para el futuro sobre la firma de ese necesario convenio de asistencia sanitaria con Madrid que tantas molestias y quebraderos de cabeza puede evitar a casi todos los guadalajareños y a una parte de los toledanos:  “lo que vamos a hacer» y «será lo antes posible» es «una cosa razonable, sensata e inteligente, que satisfaga a las dos comunidades;  pero lo haremos”. Confío en él y en que ese Convenio se firme pronto y bien y no se quede en un simple “brindis al sol” por causa del calendario electoral. Iñaki se juega mucho en este envite porque para un político no debería haber nada más importante que solucionar un problema que conoce bien y, además, hacerlo de la mejor manera posible.

Para terminar, repito lo que vengo manteniendo desde hace 30 años y me veo obligado a recordar más veces de las que me gustaría: Las comunidades autónomas nacieron, fundamentalmente, para “acercar la Administración al administrado” y se nos vendió que con ellas llegaría una “descentralización” muy beneficiosa para todos que, en Castilla-La Mancha, no ha sido así, al menos desde la perspectiva de Guadalajara, la chepa que le sale por el noreste al resto de la región y la provincia que sólo limita con ésta a través de Cuenca y que ha de cruzar media comunidad de Madrid -incluida su capital que también lo es del Estado- para ir a la capital regional, la bellísima ciudad de Toledo.

Y el PSOE pidiendo federalismo donde ya casi lo hay, sólo para tratar de resolver un problema cada día más irresoluble, como lo es, al menos de fondo, Cataluña, entre otras razones porque el Estado de las autonomías lo ha permitido. ¿Se imaginan ustedes una Castilla-La Mancha estado federal? En esa tesitura, yo me censo en Meco.

P.D. Si este problema de la no atención sanitaria a los habitantes de Guadalajara en Madrid y su consecuente derivación a hospitales de la Mancha se produce hace 15 ó 20 años, los responsables políticos de este hecho no habrían podido salir a la calle porque les habríamos corrido a gorrazos. Esto lo digo para que se lo hagan mirar (los políticos) y nos lo hagamos mirar (todos).

 

 

 

Bailando sin nubes (Septiembre)

 

Septiembre siempre ha sido un mes muy marcado en el calendario vital de Guadalajara por más de un motivo general y, al menos, por otro particular: porque en este mes se acaba el ciclo de verano, que es probablemente la transición más acusada entre estaciones, y porque en él se celebran las Ferias y fiestas de la ciudad. Digo que se celebran en septiembre, pero eso no siempre fue así, pues antes se celebraron en torno a San Lucas, por concesión real de Alfonso X, en la segunda mitad de octubre, y después en torno a Santa Catalina, el 25 de noviembre, por concesión de otro rey, el primer Borbón, Felipe V, al que, por cierto, los catalanes independentistas –que cada día son más, no por casualidad, sino por causalidad: escuela y propaganda, fundamentalmente- culpan de su desafecto a España pues les castigó su apoyo a los Austrias en la Guerra de Sucesión (española, por supuesto, jamás de la independencia catalana) suprimiéndoles su derecho civil propio e imponiéndoles el castellano, tras considerarse traicionado por las Cortes y los nobles catalanes, que habían prometido inicialmente su apoyo al Duque de Anjou, traicionándolo después. Y ya se sabe, el que pierde, paga. Bien lo sabemos eso los castellanos, que no sólo guerras hemos perdido…

Decía que septiembre cede el testigo del verano al otoño y, aunque éste se avenga suave y maquille a los ricos y variados paisajes de las guadalajaras como si de princesas de cuento se tratara, ese cambio de estación es muy acusado pues finalizan muchas cosas y principian muchas otras: se acaban definitivamente las vacaciones, tanto laborales como escolares; las playas vuelven a ser soliloquios de olas rompiendo en la arena o la roca; las carreteras ya sólo se saturarán en los “puentes”, si es que los hay; el calor da paso al fresco, que es como en esta tierra llamamos al frío; las noches le ganan terreno a los días como los prorrusos se lo ganan a los ucranianos, aquéllas a causa de la posición de la Tierra y el Sol y éstos por el apoyo de Putin y su geopolítica; las obligaciones se imponen al ocio; la rutina le gana la batalla a la novedad y lo diferente… y la melancolía –dulce, algunas veces, agria las más- se impone en los estados de ánimo porque parece que con el final del verano, no llega el otoño, sino el invierno y que éste no dura tres, sino seis meses.

Y si a todo esto y más que conlleva septiembre, le unimos que en Guadalajara capital se celebran (y se viven y disfrutan, pero también se gastan y terminan) las Ferias y fiestas, pues convendrán conmigo que este mes es mucho más que un mes aquí. Si las Ferias fueron históricamente de otoño por concesión de dos reyes que reinaron con casi cinco siglos de diferencia –recordar que también tuvo la ciudad el privilegio real de celebración de otra feria en primavera-, en las últimas décadas han ido adelantándose en el calendario hasta llegar a ser de verano y unir su celebración con las fiestas de la Patrona, la Virgen de la Antigua, que si mal no recuerdo, es la primera vez que su festividad coincide con la llamada “semana grande” de Ferias. Últimamente, se venía fijando en el calendario su inicio en el lunes siguiente al 8 de septiembre, día de la Patrona, de tal manera que, además de tener así un criterio fijo para principiar las Ferias después de muchos años de variabilidad en él, a la Patrona se le daba su “semana” y a la fiesta popular la siguiente, uniendo sus celebraciones y acercándolas en el tiempo, pero no confundiéndolas, entre otras razones por una histórica muy poderosa: las Ferias nunca se celebraron con motivo de la festividad de la Virgen de la Antigua. Respeto, pero no comparto, el criterio aducido este año por el concejal de Festejos, mi excompañero y sin embargo amigo, Jaime Carnicero, para adelantar la celebración de las Ferias una semana. En todo caso, y eso es lo importante, espero que transcurran de la mejor manera posible para todos, sin incidentes graves, y con general aceptación y masiva participación, como es habitual. Los nombres propios del programa festivo son opinables, porque para gustos están los colores, pero el modelo está cada vez más asentado y el trabajo de programación y organización por parte del Ayuntamiento me parece que va en buena línea. Además, el espíritu y la actitud festiva están en cada uno de nosotros. ¡A por la fiesta, pues, que ya se adivina, como si fuera el mar de la preciosa canción de Aute, que este año llegará antes que nunca el otoño!

Para terminar, un guiño especial para quienes se van a iniciar este año en el amor en estos días de Ferias, un tiempo muy propicio para el primer beso, la primera caricia o la primera ilusión. Y a ese guiño le voy a poner la música, entre disco y funk, del grupo americano “Earth, wind and fire”, cuando cantaba “September” (Septiembre), un tema de 1978, y que en su estribillo, traducido del inglés, decía algo así:

Dime si recuerdas

                bailando en septiembre.

                Nunca hubo un día con nubes.

La verdad es que en las Ferias de Guadalajara se ha bailado siempre mucho, pero lo que no recuerdo son unas de ellas sin nubes e, incluso, sin lluvia, al menos cuando eran de otoño-otoño. Precisamente en esa negativa circunstancia que suponían las habituales inclemencias meteorológicas con que se solían celebrar las Ferias en octubre, incluso cuando tenían lugar en la última semana de septiembre –años sesenta y setenta del siglo XX-, radicó la decisión de irlas adelantando. Espero que la lluvia no vaya de la mano de las Ferias, sino de los meteoros. Y que llueva, y mucho, pero cuando toque; en todo caso, siempre antes o después de la fiesta.

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