Archive for abril, 2023

Un “trigre” entre flores imposibles

Intenten pronunciar este conocido trabalenguas —que no deja de ser una aliteración— lo más deprisa que puedan y verán cómo, ciertamente, se les traba siempre la lengua por muchas veces que lo repitan para tratar de evitarlo: “Tres-Tristres-Trigres”. Supongo que habrán advertido que al conocido trabalenguas de “Tres-Tristes-Tigres” lo he complicado aún más. Si en vez de escribir con un ordenador lo hubiera hecho con una linotipia, habría acabado con todas las matrices de la letra “r”, como alguien que yo sé acababa con las de los puntos porque utilizaba los suspensivos de forma recurrente para no molestarse en buscar adjetivos. Es muy difícil no trastabillarse al hablar, incluso silabeando con tiento, entre tantas erres después de otra consonante con sonidos repetidos y emitidos en un solo golpe, y esparcidas por tres palabras de similar pronunciación, así al buen tuntún o al aliguí, como conocemos a nuestra rediviva botarga arriacense. Los logopedas le llaman “sinfón” a los grupos consonánticos que aparecen en la misma sílaba, llamada trabada, con las dos consonantes seguidas, como es el caso de “br” o “tr”, y que presentan dificultades de pronunciación. Solo a una mente lúcida e inquieta, intelectualmente hiperactiva y profunda, y a una persona empática y aglutinadora, como es Juan Carlos Pérez Arévalo —simplemente Juanky para sus muchos amigos— se le ocurriría acudir a un trabalenguas ya de por sí complicado,  tunearlo y complicarlo aún más, para poner nombre a un grupo de teatro aficionado… y más, pues no se ha quedado y conformado solo con eso. Porque, si aún no lo saben, “Tres-Tristres-Trigres”, que efectivamente nació como un colectivo teatral, andando el tiempo se ha reinventado, ha evolucionado y ya es mucho más, que no era poco. TTT —permítanme usar a partir de ahora el acrónimo que el propio grupo utiliza para no arriesgarme a sufrir un esguince de dedo si trato de escribir otra vez el nombre completo—, ya no es solo un grupo de teatro, es un verdadero rompeolas de creatividad escénica y literaria nacido en medio de un no-desierto, como es Guadalajara, pero en el que hay tanto páramo que muchas veces parece que lo es. Los páramos a los que me refiero no son las planicies que aquí llamamos alcarrias, esas mesetas horizontales, salpicadas de bosquetes de chaparros, encinas, aromáticas, labrantíos y encrucijadas de caminos que se suceden entre la verticalidad de vegas y barrancos, esos páramos son los de la dejadez, el abandono, el conformismo y la falta de inquietudes que tantas veces nos aquejan y penalizan, sobremanera en el ámbito cultural y, dentro de este, en el patrimonial. En ese desierto, de vez en cuando, aparece algún oasis que no es un trampantojo ni un espejismo, sino una feliz, reparadora y fértil realidad: es el caso del seminario de literatura infantil y su/nuestro “Maratón de los Cuentos”, es el de Gentes de Guadalajara y su/nuestro “Tenorio Mendocino”, es también el de la Fundación Siglo Futuro y su/nuestra cita casi permanente con actos culturales de relieve, y es el caso de algunos más —pero no muchos— colectivos que, no sólo promueven cultura, sino que también la agitan y le dan una vuelta. TTT, en formato compacto y sin grandes pretensiones de ser protagonista de la vida cultural de Guadalajara, sino ofreciéndose como actor de carácter, sin duda pertenece a ese escogido y limitado conjunto de grupos o entidades surgidos desde la sociedad civil que están despabilando nuestra acción cultural y aportando, no solo “actismo”, sino acción, creación y creatividad a ella. Coincidiendo con estas fechas de abril en las que se celebra el “Día del Libro”, TTT nos ha regalado este año NPG´22 (Nueva Prosa de Guadalajara 2022), que es un libro en el que 17 jóvenes creadores que residen en nuestra provincia han publicado relatos cortos, muchos de ellos por primera vez. Sus creaciones literarias se presentan en formato microrrelato o como historias algo más extensas y elaboradas, pero breves, con estilos diversos, desde el clasicismo narrativo típico del cuento a la experimentación formal vanguardista de las nuevas narrativas milenial. NPG´22 es el hermano pequeño de NPG´21 (Nueva Poesía de Guadalajara) que TTT ya nos obsequió hace un año y que también reunió las obras de 15 poetas “tímidos” de la provincia —muchos de ellos repiten ahora en NPG´22— que hasta entonces no habían publicado sus versos, de ahí ese adjetivo que los coordinadores de su edición, con Juanky al frente, aportaron como subtítulo a la publicación. NPG´21 fue todo un éxito, pues como tal cabe calificar el hecho de que se hayan distribuido los 1000 ejemplares de que constó la edición y sus coordinadores y autores hayan participado en varios recitales públicos y encuentros con clubes de lectura de bibliotecas municipales de la provincia. La Diputación es la patrocinadora de ambas obras y, aunque yo trabaje en su Servicio de Cultura y, por tanto, este asunto me roce, creo justo decir que la institución provincial ha acertado de lleno apoyando este proyecto de sacar del cajón, dinamizar y dar visibilidad a la creación literaria joven y hasta ahora tímida de la provincia. Es un camino que debe seguir haciéndolo al andar porque estos “trigres” de TTT no muerden, bien al contrario, solo dan zarpazos a la grisura, a la monotonía y a la literatura en blanco, que es la no escrita o la escrita pero no publicada. Lo que no se publica, no se ha escrito. Termino ya felicitando de nuevo a Juanky, a Ana García Lamparero —poeta fértil y frondosa, como su bellísimo “Jardín poético”, y profesora carismática y peripatética de Literatura, como lo era un predecesor suyo, enorme poeta, maestro y amigo, el recordado Fernando Borlán—, a Marcos Caballero —apunten este nombre porque un joven genio anda suelto— y a Rosalía Díaz Niño —tan buena poeta y rapsoda como su madre, Carmen Niño—. También quiero felicitar a mi querido y admirado Fernando Rojo, hace ya tiempo reputado periodista de ABC que, como yo, se destetó para el periodismo en el añorado “Flores y Abejas”, y que es autor del excelente prólogo de NPG´22. Precisamente de su gran texto prologal he tomado prestada esa referencia a los desiertos de Guadalajara que me ha servido para vertebrar este post: “(…) en Guadalajara, en mitad de lo que tantas veces percibimos como un desierto, brotan, como en los desiertos, flores imposibles”. NPG´22 es una de esas flores con pétalos de prosa. Si aún están a tiempo, no dejen de asistir al acto de su presentación que tendrá lugar el viernes, 21 de abril, a las siete de la tarde, en la Sala Multiusos del Centro San José.

Diseño de Tania Castellanos para NPG´22

Altas pasiones

Este año se han cumplido cincuenta de la celebración de la primera edición de la Pasión Viviente de Hiendelaencina que impulsara el entonces párroco de “Las Minas”, Bievenido Larriba, actual rector de Uceda. “Bienve”, a quien conozco y aprecio desde hace ya muchos años, es un cura molinés —de Tartanedo concretamente—, de los de sotana arremangada, trato afable y cercano, chato, pitillo, pelota a mano y lo que se tercie, siempre y cuando implique acercarse y ser útil a la comunidad en la que presta servicios. Hasta llegó a ser empleado de la extinta Caja de Guadalajara, precisamente en Hiendelaencina, compaginando sus labores pastorales con las de bancario, sabiendo distinguir, perfectamente, lo que era de Dios y lo que era del César.

                Solo perviven en el tiempo los proyectos que, además de tener sentido y solidez, incluso aun naciendo de la iniciativa de una persona, pronto son asumidos como propios por toda la comunidad. Este es el caso de la Pasión Viviente del pueblo serrano de la plata que, pese a tener actualmente poco más de un centenar de habitantes censados -hace 50 años tenía alrededor de 250-, sigue fiel a su cita con la representación de la Pasión del Señor por sus calles y entorno que cada año atrae a centenares de personas por la muy lograda fusión de figuras y paisaje con que se pone en escena. La Pasión de Hiendelaencina ha llegado este año a su cincuentenario, bodas de oro por tanto para la villa de la plata, un hecho que corrobora su aceptación y asunción por el pueblo, no solo en sus inicios, sino en su continuación a lo largo del tiempo al trascender con mucho de las generaciones que la vieron nacer. La mayor parte de los actuales actores que la representan, ni siquiera habían nacido hace 50 años y algunos de los que la han representado, ya han fallecido, hechos biológicos y biográficos que avalan que fue una semilla plantada en buena tierra y debidamente abonada. “Bienve” Larriba y quienes colaboraron con él desde el principio, especialmente el maestro Abelardo Gismera y el grupo de jóvenes entusiastas del pueblo que se sumaron a la iniciativa desde el primer momento, se merecen especial reconocimiento en este año en que la Pasión Viviente de “Las Minas” ha alcanzado su 50 edición, tras ponerse en marcha en aquel ya lejano 1972.

                Las buenas obras, además de ser útiles para la comunidad en la que surgen, suelen ser ejemplarizantes para las vecinas. Este es también el caso de la Pasión Viviente de Hiendelaencina pues, tras ella y sin duda siguiendo su camino y ejemplo, fueron naciendo en la provincia otras representaciones vivientes de la Pasión de Cristo que también se han ido consolidando y que tienen sus propias singularidades. Es el caso de las de Albalate de Zorita, Fuentelencina, Marchamalo y Trillo, en una primera oleada, y el de las de Iriépal, Pioz y Pozo de Guadalajara, de celebraciones más recientes pero que están también en vías de consolidación.

                Precisamente, el día 1 de abril, sábado, tuve el placer -no es un calificativo gratuito ni retórico- de asistir a la representación de la Pasión Viviente de Iriépal, pedanía de la capital desde finales de los años sesenta pero que siempre ha mostrado una actividad y un compromiso comunitario que trasciende de lo que suele ser habitual en un barrio anexionado sin personalidad jurídico-administrativa propia. En la Pasión de Iriépal vi implicado a casi todo el pueblo y eso dice mucho en su favor además de ser, ya de por sí, una garantía de éxito. Pese a nacer en 2017 y haberle afectado en dos ediciones la dichosa pandemia, la propuesta de teatro de calle de esta Pasión está perfectamente lograda con una ambientación trabajada y adecuada y una elección de escenarios naturales absolutamente acertada, especialmente los de las escenas del Huerto de los Olivos y el Calvario. El nivel actoral de esta Pasión también es realmente destacable, pese a tratarse de aficionados que solo se han acercado al mundo del teatro de manera reciente. A este respecto, muy meritoria es la labor de quien representa a Jesús, Miguel Redondo, destacando también el buen hacer de otros personajes, entre los que podríamos citar a “Tito” Ramos en el papel del rico. El atrezo, la iluminación y el sonido están igualmente muy bien conseguidos, así como la ambientación, sobremanera la musical, producida en vivo y en directo, sobresaliendo especialmente el coro que interpreta temas en arameo y que le dan un punto de compunción, sentimiento, oportunidad y calidad al conjunto de la representación. Además del momento cumbre de la crucifixión, muy bien emplazado como ya hemos dicho, al tiempo que bien escenificado, cabe destacar la intimidad y el clima de integración actores-público que se logra en la escena de la Última Cena que tiene lugar en el histórico lavadero de Iriépal, hace ya más de veinte años reconvertido en centro cultural. El público envuelve a los actores y puede ver muy de cerca hasta su más mínimo gesto, desmigarse el pan ácimo al ser partido, el color teja del vino, oler la cera ardiendo de las velas y escuchar casi como un susurro al oído los cánticos en arameo que dan una atmósfera especial a ese momento cumbre de la Pasión. Y lo mejor que se puede decir de la escena del cenáculo es que, sobre todo en ella, Miguel Redondo parece y es Jesús. Lástima que, al ser limitada la capacidad de público de este espacio, la escena se tenga que representar cuatro veces lo que rompe un tanto el ritmo del conjunto de la Pasión Viviente. De tanto bueno, tienen especialmente la “culpa” todas las gentes de Iriépal implicadas en el proyecto, bien sea como actores, principales o secundarios, como figurantes o como parte de la producción, y de manera señalada el equipo de dirección artístico y técnico conformado por un trío de absolutas garantías: Ana Vélez, César Maroto y Julio Prego. Es el mismo que ha dirigido el Tenorio Mendocino en la última edición, con eso está todo dicho.

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