Archive for enero, 2016

Palabras con coleta

En política se suele hablar mucho y decir poco, pero lo malo es que aún se hace menos y lo peor llega cuando no se cumple lo que se dice. Esta reflexión, casi un trabalenguas, me ha venido a la mente escuchando lo mucho que se está hablando en las últimas semanas por parte de los dirigentes políticos ante la compleja situación en que ha quedado la gobernabilidad de España tras las elecciones del 20-D, sin mayoría absoluta para ningún partido y con mayorías simples también muy complicadas de alcanzar, y, de alcanzarse, complicadísimas de gestionar y hacerlas funcionar razonablemente.

Antes de celebrarse las elecciones generales hasta parecía que las nuevas fuerzas políticas emergentes, fundamentalmente Ciudadanos y Podemos, podían venir a traer aire fresco a la política tradicional española, obligando a los partidos más veteranos a cambiar sus formas, reformar sus programas y renovar sus rostros de referencia ante el empuje de la novedad y su propio desgaste, sobre todo el producido por la corrupción. Aunque algunos intenten disimularlo, especialmente ahora el PSOE que se pasa el día afeando al PP sus casos de corrupción pero mira para otro lado con los suyos, esta lamentable lacra política va por barrios, como la risa, y suele ser directamente proporcional al poder que se detenta, por lo que los principales partidos afectados por ella son los que más tiempo se han repartido el poder en España y en sus comunidades autónomas, o sea, PSOE, PP y CiU, lo que ahora ha devenido en DL, que es Convergencia sin Unió y sin “seny”. El problema es que las cuentas de ingresos de algunos, que apenas han tocado aún “pelo” de poder, ya huelen a chamusquina venezolana e iraní, dos países en los que la libertad vale muy poco y la seguridad jurídica brilla por su ausencia, dos pilares básicos de un Estado verdaderamente democrático.

El aire fresco que se presuponía iban a traer a la escena pública algunos partidos emergentes, a día de hoy, está ya muy viciado para el poco tiempo que llevamos respirándolo y, con esto, no quiero meter en el mismo saco a unos y otros porque sería tan injusto como decir que todos los políticos son iguales, aunque a veces lo parezca. De entre las fuerzas que han irrumpido en el Congreso con más ímpetu, quien me parece que está contaminando muy pronto el aire político es Podemos, acaso porque ya ha tenido que dejar de moverse sólo en el hábitat que mejor domina, la comunicación y, especialmente, las redes sociales, y comenzar a enseñar la “patita” con sus primeros pasos parlamentarios; una “patita” que, evidentemente, no es morada, sino roja intensa, aunque intenten disimularlo para tratar de ampliar su base electoral, lo que nunca consiguió IU vendiendo rojo y verde, pero ellos sí lo han logrado y a la primera.

Podemos ha venido manejando bien los tiempos hasta ahora, algo clave en política, pero mucho me temo que la ambición de Pablo Iglesias y de sus conmilitones más cercanos ha roto más pronto de lo razonable el saco de ese control del tempo cuando, de una manera humillante para el PSOE, le propuso un pacto de gobierno a través de televisión –donde nació y creció el partido morado-, sin respetar el “tiempo de Rajoy” -expresión acuñada por el mismísimo Pedro Sánchez-, autoproponiéndose como vicepresidente y repartiendo carteras entre sus colaboradores y amigos como el que da cartas en una partida de mus. Hablar antes de cargos que de programas no es regenerar la vida política, es devolverla a las cavernas.

Esa propuesta fue un error en tiempo y forma, aunque estoy convencido que el líder del PSOE, pese a que la afee en público por los modos empleados para formularla, va a tratar de hacerla posible porque un pacto socialista con Podemos, IU y algunas de las fuerzas nacionalistas e independentistas del Congreso es su pasaporte a la presidencia del gobierno, a pesar de que ese batiburrillo de partidos e intereses tenga más peligro para España que una carcoma en un museo del mueble antiguo. La alternativa a un acuerdo del PSOE con fuerzas radicales e independentistas es la “gran coalición” que propone Mariano Rajoy y apoya Albert Rivera, es decir, un pacto de PP, PSOE Y Ciudadanos, que representaría al 70 por ciento del electorado, tranquilizaría los mercados, contribuiría a la recuperación económica y alejaría a España de la fractura independentista. Si Sánchez antepusiera el sentido común y el interés de Estado a su propia ambición y al tacticismo políticos, apoyaría esa “gran coalición”, pero, mucho me temo, que le pone mucho más ser el inquilino de la Moncloa como presidente, aunque sea gracias a una coalición explosiva, que ser el vicepresidente, pero de un gobierno con una amplísima base electoral.

Termino ya hablando de lo que vale la palabra de Iglesias que, lamentablemente, parece ser muy poco. Justifico esta aseveración sin especulaciones, acudiendo a las hemerotecas. Estas tres frases dijo Iglesias hace poco y esto dice o hace ahora:

–      “No formaré parte de un gobierno que no presida yo”. Es público y notorio que se ha propuesto como vicepresidente de un posible gobierno presidido por Pedro Sánchez.

–      “Todos los socios de Podemos: Mareas, En Comú y Compromís tendrán sus propios grupos parlamentarios”. Este compromiso lo adquirió sin saber -o, peor aún, si era a sabiendas- que el Reglamento del Congreso no lo iba a posibilitar. Finalmente, sólo habrá un grupo parlamentario de Podemos y los cuatro diputados de Compromís han intentando formar uno propio, sin conseguirlo.

–      “España es un Estado plurinacional. Es innegociable y una línea roja la celebración de un referéndum sobre la independencia de Cataluña”. El PSOE ha dejado claro que no va a apoyar ese referéndum, a pesar de lo cual Iglesias les ofrece un pacto, con los cargos ya repartidos y todo.

La contradicción entre lo dicho antes y lo dicho ahora por Iglesias se comenta solo. Es una frase hecha tan contundente como cierta la de que “un hombre vale lo que vale su palabra”. O como dicen los ingleses: “A man is only as good as his word” que, más o menos, viene a significar que “Un hombre es solo tan bueno como lo sea su palabra”. A las palabras con coleta, al menos por lo visto hasta ahora, se las lleva muy pronto el viento.

Enero requetefestero

Aunque el tiempo por excelencia de los enmascarados es el de carnaval -que este año llegará muy pronto, el primer fin de semana de febrero- en nuestra provincia, desde el mismo día en que principia el año, ya tenemos a nuestros singulares personajes tradicionales enmascarados, las botargas, revolucionando el cotarro, danzando, saltando, requebrando y trajinando por los pueblos, con sus coloridos atavíos y sus ruidosos cencerros y cascabeles, más para algarabía que para pánico de chicos. Se supone que las botargas deberían dar miedo, pero, en los tiempos que corren, los pocos chiquillos que nacen o viven en los pueblos ya lo hacen avisados y, más que miedo, las botargas les dan risa, probablemente porque la tosquedad y simpleza de sus máscaras están muy alejadas de la sofisticación y complejidad de los enmascarados de las grandes producciones cinematográficas, que son las que verdaderamente marcan la pauta de las modas, copan los medios y hasta condicionan los miedos.

calendario1Apenas unas horas después de que el Año Nuevo se estrenara, ya en Alarilla salió por sus calles el Zarragón, la botarga más madrugadora de la provincia junto con la de casados de Robledillo de Mohernando. No tenemos noticias de que este año haya salido la botarga de Humanes, también campiñera y vecina de ambas, que igualmente solía salir el 1 de enero, después de recuperarse hace ya algunos lustros tras haber desaparecido durante décadas. Si volvió a salir la botarga de Humanes, me alegro de ello; si no lo hizo este año, espero que vuelva a hacerlo pronto pues no estamos para perder lo que tanto costó recuperar. Como en “Por quién doblan las campanas”, de Hemingway, al igual que las de la muerte tañen en un conflicto bélico civil por todos, cuando se pierde una seña de identidad tradicional, aunque sea en un lugar determinado, todos la estamos perdiendo un poco.

El domingo pasado, en Valdenuño Fernández, volvieron a salir la botarga y los danzantes del Santo Niño, como los días 19 y 20 saldrá en Montarrón la botarga de San Sebastián, el 23 la de San Pablo, en Fuencemillán -en esa misma fecha salía la desaparecida de San Ildefonso, en Taracena-, el 24 se echarán a la calle las botargas y mujigangas en Málaga del Fresno, la botarga de San Sebastián y el bufón en Mohernando, y la botarga infantil en Robledillo. Para la Paz, además de una hora más (de sol, respecto al solsticio de invierno), como dice el refranero, en Mazuecos saldrá la vistosa e histórica Soldadesca acompañada de la botarga, una de las pocas que quedan por la Alcarria baja, junto con la de Albalate, pues este tipo de enmascarados tradicionales son, fundamentalmente, campiñeros y preserranos. El 30 de enero, en Beleña de Sorbe, el mensario tradicional tiene su cita con la adelantada fiesta de las Candelas, botarga incluida. Y, ya en febrero, aún nos esperan otras Candelas con botarga el día 2 en Arbancón, el pueblo del “Mere”, ese gran constructor artesanal de las mejores máscaras de botarga en madera, toscas, sí, pero genuinas y que el plástico industrial jamás podrá si quiera igualar, por muy elaboradas y bien terminadas que estén. Por San Blas, además de no tener que volver las cigüeñas porque hace ya tiempo que dejaron de marcharse, los que sí regresan son las botargas y los danzantes de Albalate de Zorita; en esa misma fecha, en Peñalver, volverá a salir su botarga, hace años rediviva. Y, ya en carnaval, concretamente el sábado, día 6, las coloristas botargas y mascaritas tomarán de nuevo las angostas y cuestudas calles de Almiruete; al día siguiente, Retiendas vivirá su tradicional botarga de la Candelaria y, para cerrar el ciclo botarguero, el martes de carnaval saldrá de nuevo a la calle la botarga de Tórtola de Henares que, si no estoy equivocado, es la última recuperada.

Y entre botarga y botarga, tenemos próximas citas con otros enmascarados singulares de la provincia, como los Diablos de Luzón, los Vaquillones de Robledillo, y los Vaquillones y Zorramangos de Villares de Jadraque (sábado de carnaval) cerrándose el ciclo de este tipo de personajes cuando acaba el tiempo de antruejo y comienza la cuaresma con los Chocolateros de Cogolludo (miércoles de ceniza).

calendarioAunque pueda parecer que enero es un mes que sólo tiene cuesta, por lo mucho gastado y disfrutado en diciembre, y de encefalograma plano festivo después de tanta celebración navideña, como habrán podido comprobar, al menos en la provincia de Guadalajara, hay fiestas para dar y tomar y donde elegir; enero es, pues, un mes requetefestero. Al fin y al cabo, como decía mi amigo Javier Borobia, “los dioses no emigran”, y en estas fiestas del ciclo de invierno, como corroboraría mi también amigo José Ramón López de los Mozos, las botargas son, fundamentalmente, talismanes de fertilidad de la tierra que ahora duerme para despertar y revivir en la primavera avanzada y el primer verano.

No quiero terminar este post sin comentar que todos los datos de citas festivas aportados en él han sido tomados del “Calendario de Fiestas Tradicionales de la Provincia de Guadalajara”, que viene editando la Diputación de Guadalajara desde 1987, y del que han sido habituales realizadores, en su calidad de técnicos de la institución provincial, el ya citado López de los Mozos y José Antonio Alonso, quien, al jubilarse el primero hace unos meses, es desde este año su principal responsable, en colaboración con Ana López. Un calendario este de 2016 en el que, acertadamente, se ha tenido en cuenta que se conmemora el centenario del nacimiento de Camilo José Cela, acompañando a las buenas y bien escogidas fotografías representativas de cada mes una oportuna cita del Nobel gallego extraída del “Viaje a la Alcarria”. Las cosas bien hechas, bien parecen, y este calendario está muy bien hecho.

El concierto de “san ofidio”

En el año recién estrenado, 2016, se van a conmemorar, espero que con magnanimidad y estoy seguro que con unos programas dignos, los centenarios de los nacimientos de Camilo José Cela (Iria Flavia –Padrón-, La Coruña, 11 de mayo de 1916) y de Antonio Buero Vallejo (Guadalajara, 29 de septiembre de 1916), dos de los más importantes escritores españoles del siglo XX  y, como es sabido, ambos estrechamente vinculados a la provincia de Guadalajara, en el caso de Cela por ser el autor de “Viaje a la Alcarria”, uno de los mejores relatos de viajes escritos en la pasada centuria, y por haberse avecindado un tiempo en nuestra provincia, de la que fue “Hijo adoptivo”, y en el de Buero por haber nacido en la capital, de la que recibió los títulos de “hijo predilecto” y Medalla de oro, tanto de la propia ciudad como de la provincia.

Por razones profesionales, me consta que se lleva ya tiempo trabajando, tanto en la Diputación como en el Ayuntamiento, en la elaboración de sendos programas acordes con la gran estatura literaria de los ya próximos centenarios; de hecho, el Presidente de la institución provincial, José Manuel Latre, presentó públicamente hace algunas semanas las líneas maestras del programa del centenario de Cela y el Vicepresidente 3º y Diputado Delegado de Cultura y Educación, Jesús Herranz, anunció ya en octubre que también se trabajaba en el centenario de Buero, en este caso muy de la mano con el Ayuntamiento, como no puede ni debe ser de otra manera. La reciente aprobación unánime de una moción en el ayuntamiento de Guadalajara, presentada por “Ahora” y transada por el equipo de gobierno del PP, por la que se proponía celebrar el centenario de Buero con un programa de actos adecuado, ha venido a sumarse a los anuncios e iniciativas institucionales al respecto de estas efemérides.

Aunque desde el simplismo alguien tenga la tentación de contemplar únicamente la figura de Cela como un autor próximo a la derecha y la de Buero con un dramaturgo muy comprometido con la izquierda, espero que a ambos se les homenajee, no por sus filias o fobias políticas, sino como los dos grandes escritores del XX que fueron, hasta el punto de que el gallego llegó a ser Premio Nobel de Literatura en 1989 y el alcarreño candidato al mismo en varias ocasiones. Lo que sí recibieron ambos es el Premio Cervantes, Buero en 1986 y Cela en 1995, entre otros importantes galardones. También fueron ambos académicos de la RAE, Cela ocupando el sillón “Q” desde 1957 y Buero el  “X” desde 1971. No eran amigos, no; ni se trataron especialmente, pero a los literatos de envergadura, como son ambos, no cabe juzgarles por sus simpatías políticas ni personales, sino por sus obras y los dos, sin duda alguna, comparten el hecho de haber llegado al más alto de los escalones de la literatura española contemporánea, en el caso del gallego gracias a su magnífica producción de novelas y ensayos, y en el del guadalajareño, merced a su extraordinaria obra como dramaturgo. Insisto, para quienes tengan la tentación de tratar ambos centenarios a través del filtro exclusivamente político, mi rechazo; el sectarismo es un pésimo consejero, miope y tórpido.

Por cierto, hablando de mala praxis política, me consta que tras la muerte de Buero Vallejo, acaecida en Madrid en 2000, se intentó poner en marcha una fundación bajo su nombre, para gestionar y proyectar su enorme legado literario, y que ello no fue posible, fundamentalmente, por (malas) razones políticas, al no ponerse de acuerdo las instituciones públicas regional, provincial y local, entonces, como ahora, gestionadas por distintos partidos. Espero, y deseo, que con motivo del próximo centenario de su nacimiento, y ya con el cadáver de Buero bien frío, las instituciones públicas correspondientes y la familia se pongan de acuerdo para constituir de una vez por todas esta, a mi juicio y el de muchos, necesaria fundación.  Sólo faltaría que, como en la obra de Buero homónima, “La Fundación” (1974), esta necesaria institución que debe llevar su nombre y trabajar por difundir su obra, en vez de ser una habitación “lujosa”, fuera en realidad una cárcel, considerada ésta como la ceguera –tanto y tan bien tratada por nuestro paisano en sus obras-  de unos responsables públicos muy irresponsables. Mejor “El concierto de San Ovidio” que el de “san ofidio”.

Como dejó escrito Buero, “duda cuanto quieras, pero no dejes de actuar”. Con responsabilidad, sentido común y altura de miras. Esto último lo añado yo, pero estoy seguro que mi primo Toni lo suscribiría.

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