Archive for junio, 2013

“¿Bono bueno? el bono bus…”

             Reconozco que si hay un personaje político que siempre me ha llamado la atención por su camaleonismo en pro de su supervivencia, por su permanente afán de protagonismo, por su indisimulado flirteo con el cinismo y por sus reiteradas sobreactuaciones ese es, sin duda, José Bono, exdiputado nacional por Albacete, exdiputado nacional por Toledo, expresidente del Congreso de los Diputados, exministro de Defensa y, fundamentalmente, expresidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Y he dicho fundamentalmente porque ese es el cargo que más tiempo ha ocupado, exactamente desde 1983 a 2004, y gracias al que disfruta de una serie de privilegios, que nos cuestan 160.000 euros anuales a los habitantes de esta deficitaria y empobrecida región, privilegios que están recogidos en el artículo 9 de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, que, por supuesto, promovió el propio Bono, entonces aún Presidente de la Junta, sólo unos meses antes de que renunciara al cargo, cruzara el río que dijo que jamás iba a cruzar, o sea, el Tajo, y se fuera a Madrid a presidir el Congreso. Ese artículo 9 de la antes citada Ley bonista y pro-Bono, textualmente, dice: “(Los expresidentes de la Junta) tendrán derecho a una Secretaría de apoyo, dotada con dos personas; un local de oficina con los medios adecuados; un conductor; un automóvil de representación perteneciente al parque móvil de la Junta de Comunidades y un Servicio de seguridad y protección personal”.

             Como es sabido, hace menos de una semana que el PP de Castilla-La Mancha sometió a debate y votación una proposición de ley en las Cortes Regionales para modificar ese artículo de la Ley 11/2003 -que en realidad se trata de una ley “de caso único”, pues sólo se beneficia de ella Bono al haber renunciado Barreda a esos privilegios por ya gozar de los que tiene como Diputado al Congreso por Ciudad Real– con el fin de suprimir sus prebendas como expresidente regional y ahorrar los 160.000 euros que cuestan al erario público; cabe recordar que la pensión media en Castilla-La Mancha es una de las más bajas de España y apenas llega a los 800 euros mensuales.

Evidentemente, con esta iniciativa parlamentaria, el PP pretendía poner en un compromiso al PSOE regional -que, perdidos los cargos y las cargas de la Junta, anda más perdido que un torero en Siberia- y dar una patada a Bono en el culo de Page, el actual secretario regional de los socialistas y pupilo y protegido de don José –aunque muchos le llaman “Pepe”- desde sus inicios en la política, a muy temprana edad. ¿Y qué actitud adoptó el Grupo Socialista ante esta iniciativa de los populares? Pues la peor posible, que es hacer la “espantá” y abandonar sus escaños de los “Gilitos” –hay nombres que son verdaderamente contundentes, definitorios y expresivos- para no estar presentes en la votación de la proposición de ley del PP, un gesto político que permitió que no se aprobase puesto que para ello era necesaria una mayoría, no sólo absoluta sino cualificada, de 3/5 de los Diputados que conforman actualmente las Cortes Regionales, a la que no se podía acceder con los únicos votos de los populares, sino que eran precisos todos los suyos y, al menos, los de otros cinco del PSOE. O sea que, gracias al errático posicionamiento del Grupo Socialista, José Bono sigue manteniendo sus privilegios como expresidente de la Junta, algo, a mi juicio, inaceptable en los duros tiempos que corren y menos aún mientras el PSOE no se cansa de criticar los recortes en los servicios públicos, cuando este partido dejó las arcas de la Junta como al “gallo de Morón”, sin plumas y cacareando. No es, precisamente, un servicio, ni muy público ni mucho menos social, el que Bono tenga una oficina, dos secretarias, un chofer, un coche oficial y una seguridad privada pagada por los habitantes de esta región en la que más del 30 por ciento de los hogares viven por debajo del umbral de la pobreza, según datos de la siempre fiable Cáritas.

 

Pero lo peor de todo no es lo que hizo el Grupo Socialista en las Cortes de Castilla-La Mancha para que Bono siga manteniendo los privilegios que él mismo (se) aprobó para los expresidentes regionales, sino lo que el interesado –nunca mejor dicho-dijo al respecto: Que “no tiene el más mínimo problema” en que se eliminen los privilegios a los expresidentes de Castilla-La Mancha. Pues, si eso es así, ¿por qué el Grupo Socialista de las Cortes Regionales no apoyó la proposición de ley del Grupo Popular, a petición del propio Bono, o éste no ha renunciado voluntariamente a sus privilegios? Él, que estudió en los jesuitas de Alicante y que tiene por asesor de cabecera a un exsacerdote, sabe muy bien que “una cosa es predicar y otra dar trigo”.

Termino citando al mismísimo José Bono en su discurso de toma de posesión como presidente del Congreso de los Diputados: “(…) yo no me atrevo a pedir que nuestra conducta sea ejemplar para la ciudadanía. Estimo más necesario pedir que seamos nosotros quienes tomemos ejemplo de la sociedad española”. A ver si va a tener razón un amigo mío que dice que el único “Bono bueno es el bono-bus”, eslogan de una campaña publicitaria de la EMT madrileña, a finales de los años setenta, cuando el de Salobre militaba en el indubitadamente marxista PSP, de Enrique Tierno Galván, antes de que se hiciera “amigo” del excardenal de Toledo, don Marcelo González, y mucho antes de que el exobispo de Sigüenza, don Jesús Pla, le prohibiera ser padrino de un bautizo cristiano en Molina de Aragón por no reunir las “virtudes” exigibles a tal figura. El por qué el “Viejo profesor” les dijo a sus correligionarios del PSP “¡que no se entere Pepito!”, refiriéndose a Bono, en un momento crucial de las negociaciones de integración del partido de Tierno en el PSOE, lo dejo para otra vez porque, sin duda, habrá ocasión. Ya se encargará él de volver a la palestra…

 

 

 

 

 

 

 

La democracia y las setas

 

De un tiempo revuelto a esta parte, y no sólo en nuestro “solar patrio”, las protestas en la calle, sean en versión “escrache”, en tipo pitada/abucheo o en cualquier otro formato de manifestación callejera están proliferando más que las setas de cardo (pleurotus eryngii) en las praderas de Villacadima, después de algunas buenas aguas caídas en las últimas semanas del verano y en un otoño lluvioso pero con temperaturas suaves. O sea, que no hay día que no comamos o cenemos con el “parte” de la televisión, que dirían los abuelos, con una o varias informaciones de protestas, que van desde los afectados en España por las “preferentes” a las puertas de los bancos que les han timado –porque lo que les han hecho se parece mucho al “timo de la estampita”-, a los indignados turcos contra Erdogan en la Plaza Taksim, a los “escraches” de la Plataforma Anti Desahucios de la ya archiconocida Ada Colau o a los pitidos y abucheos que, últimamente, se suelen cebar contra los miembros de la Casa Real, especialmente contra los que más actividad pública tienen: la reina, Sofía, y el príncipe, Felipe, cuando, por cierto, son los que menos culpa tienen del quebranto que, últimamente, ha sufrido la imagen de nuestra monarquía. Casi siempre pagan “justos por pecadores”, desde que Jesucristo así lo sentenció a través de una de sus parábolas.

No se puede, al menos no se debe, meter en el mismo saco cualquier tipo de protesta, porque éstas varían mucho en fondo y en forma. Todo el mundo, evidentemente, tiene derecho a protestar contra lo que cree injusto, errático o que va en contra de sus principios o de sus intereses. Incluso el derecho internacional y, por supuesto, nuestra Constitución, reconocen el de manifestación como uno de los derechos más sustantivos e importantes de los ciudadanos, lo que no es óbice para que esté regulado de tal manera que, para ser autorizadas, las manifestaciones deban cumplir una serie de requisitos previos, que más que limitativos de ese derecho, son garantes del orden público e, incluso, de la movilidad de personas y vehículos, todo un problema en Madrid, que es el “manifestódromo” nacional. Y es que la capital de España es una ciudad en la que, si ya de por sí, es complicado moverse, cuando lo intentas a pie, en coche o en transporte público, un día –o sea, casi siempre- de “manifa”, “escrache”, concentración o algarada cualquiera, es más difícil ir de un sitio a otro que -siguiendo con la micología como recurso de parangón- encontrar una seta de cardo en cualquier pradera ad hoc guadalajareña un fin de semana, por muy buen tempero que haya hecho para los hongos, pues suele haber más buscadores que setas. Muchos de ellos madrileños, por cierto, huyendo del tráfico y… de las manifestaciones y protestas.

La calle es de todos en general y de nadie en particular. Hasta Manuel Fraga –que es uno de los “padres” de la Constitución de 1978 y que aportó mucho en la llamada Transición política española para llevar a la derecha franquista a posiciones democráticas-, cometió el inmenso error de acuñar aquella famosa frase de “la calle es mía”, siendo Ministro de la Gobernación, en 1976; una frase que, precisamente, pronunció con motivo de las duras medidas de represión que las fuerzas de seguridad del Estado aplicaron contra unas importantes movilizaciones sociales que tuvieron lugar en Vitoria, en el inicio mismo de la Transición política.

Repito, la calle no es de nadie, es de todos, pero si aplicamos de manera torcidamente libérrima esa realidad, cometeremos el error de dejarla para unos cuantos, los que más protestan y los que protestan por todo, y, de manera especial, para quienes saben que por el camino de las urnas, que es el más legítimo en democracia, su recorrido es limitado y no les puede llevar hasta donde ellos quieren que, por mucho que disimulen, no es a otro sitio que el poder, en sus distintas formas.

¿Manifestaciones? Sí, las que se convoquen y estén autorizadas, como prevé nuestro Estado de Derecho. ¿Protestas? Las que hagan falta y a través de las vías y los medios legítimos y legales existentes, que no son pocos. ¿”Escraches”? No, por favor. Invadir la privacidad de las personas, por muy pública que sea su actividad, y bordear el acoso o incurrir directamente en él, está muy lejos del concepto ético de democracia, que dice que ésta, más que una forma de gobierno, es una actitud. Incidiendo y perseverando en verdaderas actitudes para la democracia, contribuiremos a su regeneración, que es lo que verdaderamente hace falta, no ir contra ella abusando de su carta de derechos.

 

Aznar vs Rajoy

            Desde que el expresidente del gobierno (1996-2004), José María Aznar, diera más titulares en su entrevista en Antena 3, hace apenas veinte días, que Mariano Rajoy en su más de año y medio de mandato, mucho se ha escrito y hablado sobre la posibilidad e, incluso, necesidad de que aquél volviera a la primera fila de la política española, ante la falta de liderazgo real y evidente pasividad ante acuciantes problemas de la vida política española que, no pocos analistas y muchos militantes y simpatizantes del PP, achacan al actual presidente del gobierno, una pasividad que Rajoy niega y viste de prudencia y no estridencia que, a su juicio, es lo que verdaderamente necesita España y que son actitudes que se ajustan a su propia personalidad.

Dicen que los expresidentes del gobierno son como los grandes “jarrones chinos”, que ocupan mucho espacio, no siempre son piezas artísticas destacables y nadie sabe donde ponerlos. Puede ser una buena definición, pero Aznar no se ha resistido a encajar en ella y después de ocho años de dejar la presidencia del gobierno –voluntariamente, al renunciar a presentarse a la reelección-, ha reaparecido de manera impactante en la escena pública española, con un discurso reformista radical y bastante crítico con la política y la actitud de Rajoy al frente del gobierno, reclamándole a éste que “cumpla” el programa liberal con el que ganó las elecciones generales, y por mayoría absoluta, en noviembre de 2011, más por deméritos de Zapatero y el PSOE que por méritos suyos y del PP, como suele ocurrir siempre que pierde las elecciones el partido que gobierna. Y es que, aunque pueda parecer un contrasentido, la mayor parte de las veces las elecciones no se ganan, se pierden.

Puede que la entrevista a Aznar en Antena 3 haya sido el mayor torpedo contra la línea de flotación del gobierno desde que Rajoy es su presidente. “Fuego amigo”, por tanto, el que más ha cuestionado gran parte de la acción política del actual gobierno –más bien la inacción, según apunta Aznar-, porque parece que el “fuego enemigo”, el que se supone que ha provenido de la oposición, cuestionable y cuestionadamente liderada por un muy desgastado Alfredo P punto Rubalcaba, no ha pasado de hacer cosquillas y agua, dadas la poca carga de su munición y la errática dirección de sus disparos, a juzgar por los sondeos electorales en los que, a pesar de los muchos pesares que pesan sobre el gobierno del PP, el PSOE, lejos de recuperar intención de voto, la pierde por su izquierda y por su derecha –hacia IU y UPYD fundamentalmente-, y hasta por su mismo “centro” –hacia la abstención, el voto en blanco o, incluso, el voto nulo, tres formas de pronunciamiento electoral que, estoy seguro, van a crecer significativamente en futuros comicios, y no sólo entre los votantes del PSOE-.

Estos son los cinco ejes que, según Aznar, deben presidir la acción del gobierno y que, al menos hasta ahora, no se han priorizado o no se han alcanzado debidamente como objetivos en su gestión política:

1. Dejar claro que no está abierta la discusión sobre la Nación española ni sobre su soberanía.

 2. Renovar y fortalecer el funcionamiento del sistema democrático y el respeto al Estado de Derecho.

3. Estabilizar definitivamente la estructura territorial.

4. Flexibilizar y estabilizar la economía.

5. Recobrar la posición internacional de España

            Si la entrevista a Aznar en Antena 3 del 21 de mayo disgustó mucho en Moncloa, aunque estoy seguro que no tanto a los militantes de base del PP, y hasta se dieron órdenes de no comentarla o, al menos, de pasar de puntillas sobre ella, el pasado lunes, 10 de junio, en el Club Siglo XXI, el expresidente del gobierno y del PP dio una conferencia en la que, si bien se ratificó en sus posiciones ya conocidas, hizo bastante menos “sangre” que en su intervención televisiva, sin duda porque consideró que con una llamada de atención a los propios ya es suficiente, sobre todo si ésta fue como lo fue: clara como el agua del Jarama en su manantial de las estribaciones de la Peña Cebollera. La presencia en el Club Siglo XXI de la vicepresidenta del gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, del ministro Soria y de algún miembro de la dirección del PP, como Floriano –“mano derecha” de Cospedal, con quien dicen que Aznar no se lleva bien de un tiempo, Bárcenas, a esta parte-, sin duda fue una inteligente decisión monclovita –y/o genovesa-, porque vino a reconocer a Aznar su papel de presidente de honor del PP y referente histórico de este partido, a dar una imagen de cierta unidad y normalización dentro de los populares y a invitar a la moderación al conferenciante, al menos en las formas.

Tengo muy claro que el PP no se puede permitir prescindir de las reflexiones de quien fuera su primer presidente del gobierno y el hombre que llevó al partido lo suficientemente al centro, sin renunciar a su alma conservadora, como para que triunfara claramente en las urnas, como lo hizo en 1996, cuando antes parecía casi una quimera condicionada por el llamado “techo Fraga”. Por otra parte, el gobierno de Rajoy tampoco debe permitirse obviar las opiniones del presidente español que, cuando su predecesor socialista había renunciado casi a ello por considerarlo inalcanzable, en apenas unos meses logró que la economía española cumpliera con las duras exigencias necesarias para podernos incorporar al euro y con el que, durante sus ocho años en Moncloa, se crearon cinco millones de puestos de trabajo y España era vista con admiración en el exterior y no con lástima, como ahora. Si Rajoy no valora, pondera y asimila debidamente las reflexiones de Aznar y se limita a considerarlo un “jarrón chino”, cometerá un gran error, entre otras razones porque él lo será también algún día y porque Aznar fue, precisamente, quien le hizo ministro durante ocho años y le eligió para ser su sucesor, una decisión que, si fue acertada o no, habrá de juzgarse cuando Rajoy deje la Moncloa y no ahora. Pero mal camino no lleva a buen pueblo y lo que va a ser, va siendo.

 

¡¡¡ Vaya tropa !!!

            Y seguimos con el Condede Romanones, por supuesto- que es un personaje histórico que da para mucho y que, como apuntaba en mi post anterior, estoy convencido que se merece una revisión en profundidad de su figura y de su obra política en la que, probablemente, saldría mucho mejor parado que otros, incluso del tiempo presente, que, como diría Esperanza Aguirre –antes muerta que callada-, no resisten, si quiera, un “juicio de hemeroteca”, como para aguantar un juicio de la historia.

De las muchas anécdotas que se le atribuyen a Don Álvaro de Figueroa y Torres –él mismo negó ser protagonista de muchas de ellas, pero aceptó deportivamente que se le atribuyeran, en una muestra más, no sólo de su ideología, sino de su talante liberal- hay una que siempre me ha llamado especialmente la atención por su contundencia y expresividad: cuentan que el Conde aspiraba a ocupar un sillón en la Real Academia de la Lengua Española y que algún adulador profesional, de los que tanto le merodeaban a él y a cualquiera que tuviera un mínimo de poder en la España apolillada de aquella hora –y que subsisten en la de hoy, cual garrapatas-, le dijo que no iba a haber ningún problema y que podía contar con el voto de la práctica totalidad de los académicos, que sólo bastaba que se lo pidiera para que así fuera. Al parecer, don Álvaro hizo desfilar, uno a uno, a los académicos por su casa y la gran mayoría de ellos le confirmaron que podía contar con su voto para acceder al sillón de la RAE. Pues bien, llegado el momento de la votación, secreta, ésta la perdió de manera abrumadora frente a otro aspirante. Cuando le comunicaron el escrutinio del voto de los académicos, Romanones acuñó una expresión de apenas dos palabras, pero que es todo un compendio de psicología grupal, un hito de la hipocresía y el fariseísmo que puede llegar a alcanzar el ser humano y una prueba palmaria de la sideral distancia que, a veces, hay entre el dicho y el hecho: “¡¡¡Vaya tropa!!!”

Pues bien, esta mañana, cuando nos hemos desayunado con la grata y aliviadora noticia de que en el pasado mes de mayo ha descendido el paro en España en 98.265 personas –pongo en negrita lo de personas porque, por desgracia, en la dichosa macroeconomía, que tan mal nos va a los españolitos desde hace ya un lustro, parece que los números son sólo eso, numeritos-, he escuchado unas declaraciones del líder de la oposición, el socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, diciendo que el dato “es bueno”, pero que “después de la primavera viene el verano y luego el invierno”; es decir, sin decirlo literalmente, ha dicho, o al menos, ha querido decir, que hay una causa “estacional” en ese buen dato, por lo que no es tan bueno, y que después vendrá “el tío Paco con las rebajas” cuando acabe el verano y concluyan los contratos que se han producido, no porque mejore la situación económica, sino porque en España, en verano, además de un espléndido sol casi todos los días, salen trabajos “estacionales”. O sea, que Rubalcaba dice que el tanto de que haya bajado notablemente el paro en mayo –es, objetivamente, el mejor dato de empleo en un mes de mayo de toda la serie histórica, iniciada en 1996- se lo pueden apuntar el sol y la playa, pero no Rajoy…

¿Y si hacemos un juicio express de hemeroteca al respecto? Pues, gracias a la eficiencia del buscador de Google, pronto nos encontramos con unas declaraciones que, el 2 de junio de 2011, es decir, hace exactamente dos años menos dos días, gobernando -¿¿??-  aún Zapatero, hizo la entonces portavoz del PP en el Congreso de los Diputados y hoy poderosa vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, en las que valoraba así el descenso del paro, en mayo de 2011, en 79.701 personas; repito, personas: “Si se descuenta la estacionalidad, el paro ha subido en 38.000 personas”.

Sin comentarios… Bueno, sí, sólo uno: ¡¡¡Vaya tropa!!!

 

Ir a la barra de herramientas