Archive for noviembre, 2021

El país de la palabra

               Las circunstancias -un eufemismo tras el que se esconde la nefanda pandemia que no se va ni a escobazos en forma de vacunas- han propiciado que en apenas cuatro meses hayan visto la luz dos libros de los que soy autor –“Suite Comillas” y “Tiempo de Pasión”- y otro en el que he aportado un capítulo -“Serranías de Guadalajara: despoblados, expropiados, abandonados”-, el dedicado a La Vihuela, del total de veinte de que consta la obra. Para los próximos meses está en proyecto ya muy avanzado la edición de un nuevo libro, mi segundo poemario, esta vez dedicado a Guadalajara, como no podía -ni debía- ser de otra manera tras el de Comillas. No soy más rápido escribiendo que Lucky Luke sacando su pistola -ya saben, siempre gana sus duelos a su propia sombra-, lo que ha sucedido para que en tan poco espacio de tiempo vayan a editarse cuatro libros con mi firma es que están escritos en los dos últimos años, pero el funesto Covid ha aconsejado posponer su salida editorial por razones obvias. Del libro de los despoblados ya les hablé en su día, cuando vio la luz al inicio del verano y no voy a volver sobre él, salvo para decir que la Asociación Serranía de Guadalajara, su editora, lo está moviendo muy bien, presentándolo en cuantos sitios surge la ocasión y posibilitando con ello que haya sido necesario ampliar la tirada inicial. Buenas noticias que un libro tan pegado a la tierra, al tiempo que cargado de mucho humanismo, como es el de los despoblados serranos del siglo XX, esté teniendo tan exitoso recorrido.

Portadas de Suite Comillas y Tiempo de Pasión

 De “Suite Comillas” les adelanté ya algo en este mismo blog el verano de 2020, pero no he comentado nada de él con motivo de su presentación, hace ahora un mes. Aprovecho esta inmersión editorial en la que ha devenido el post de hoy para decir que estoy muy satisfecho de la acogida que ha tenido este mi primer poemario, hasta el punto de que se ha agotado su primera edición. Bien es cierto que se hizo deliberadamente corta por elemental prudencia pues ni yo soy poeta, ni la poesía está de moda, ni Comillas dice mucho por aquí, aunque nos diga muchísimo a mí y a quienes disfrutamos periódicamente de ese maravilloso enclave montañés a orillas del Cantábrico. Y a los miles de visitantes que cada año pasan por este extraordinario lugar en el que la historia, el arte -especialmente el modernismo-, el paisaje y la naturaleza alcanzan niveles excelsos y son todo un regalo para los sentidos. Tanto es capaz de inspirar Comillas que hasta a un no-poeta como yo es propicio a arrancarle un poemario que ha agotado edición y que ha merecido elogios de personas a las que respeto, aprecio y admiro al mismo tiempo, como Antonio Herrera Casado, a quien agradezco sumamente estas cálidas palabras de crítica a la obra: “(…) su texto, de perfecta elaboración, nítido y descriptivo, hondo y revelador, nos sume en el ambiente que quiere describirnos. Y no lo hace con métrica, sino con una prosa equilibrada, en la que cada palabra está elegida a propósito, en una suma perfecta de conceptos y descripciones” yDa gusto tener libros como esta “Suite Comillas” entre las manos, porque evidencian que la satisfacción de leer va pareja con la del tocar, la del oler, la del ver unas hojas danzarinas en las que se ocultan, y al fin salen a luz, las palabras medidas. Es este un libro que te reconcilia con la lectura, con la visualidad, y el arte de los libros”. Esta crítica a “Suite Comillas” y otras referidas a muchos otros libros puede ser leída en el blog que Herrera Casado dedica en Internet a las novedades editoriales vinculadas a Guadalajara por temática o autoría y al que se puede acceder a través de esta dirección: http://www.herreracasado.com/libros/. Si la labor de Herrera como Cronista Oficial de la provincia desde hace ya 50 años es ingente e impagable, la que está haciendo en Aache desde 1988 como editor, divulgador y crítico literario con obra de raíces guadalajareñas es merecedora de un aplauso interminable, como la historia de Michael Ende. Que nadie vea en estos merecidos elogios a Antonio un “quid pro quo” de agradecida compensación por su favorable crítica a mi primer poemario; es una cuestión de mera justicia que siempre que tengo ocasión procuro reconocer públicamente porque de desagradecidos -y de envidiosos- está el mundo lleno hasta los bordes, como de cosas pequeñas de las que disfrutar, según decía el autor del delicioso “Principito”, Antoine de Saint Exupéry. Llegados a este punto, también quiero agradecer al enorme poeta gaditano, aunque afincado en Madrid, Antonio HernándezPremio Nacional de Poesía en 2014 por su extraordinario poemario “Nueva York antes de muerto”-, sus amables palabras para mi “Suite Comillas” que recientemente me ha hecho llegar por carta y ha autorizado a divulgar: “Admirado (Ya) Jesús Orea Sánchez: recibo tu Suite Comillas y rememoro ´Mi Santander, mi cuna, mi palabra´ del maestro Gerardo. Enhorabuena. Y como te veo tan montañés adoptivo del corazón te reservo mi “estudio” sobre Pepe Hierro con motivo de su “presencia” en Belgrado, donde fui su embajador, a petición de su familia”. Precisamente, hay una trilogía sobre Nueva York en la poesía española de nivel sublime: “Poeta en Nueva York” (Federico García Lorca, 1929-1930), “Cuaderno de Nueva York” (José Hierro, 1998) y “Nueva York antes de muerto” (Antonio Hernández, 2013), el libro apenas iniciado e inacabado por Luis Rosales y del que tomó inspiración y titulo su alumno, Antonio Hernández. ¿Qué tendrá ese apellido que, al inscribir con él a un neonato en el Registro Civil, el sistema por defecto ya le adjudica la profesión de Poeta? así, con mayúscula. Es un decir, claro. Mucho decir.

Y termino ya con mi último libro: “Tiempo de Pasión”, presentado públicamente el pasado día 20 en el monumental marco de la iglesia de Santiago y que es una aproximación a la historia de la Cofradía de la Pasión en el LXXV aniversario de su fundación. La obra me la encargó la junta de gobierno de la hermandad, a la que por raíces familiares estoy vinculado desde el mismo momento de su fundación, y he disfrutado enormemente, primero documentándome, y después escribiéndola. Confieso que escribir es mi pasión y que ha sido apasionante escribir este libro porque me ha permitido conocer los entresijos de una hermandad con mucha historia e intrahistoria, al tiempo que profundizar en el conocimiento de la Semana Santa de Guadalajara desde los tiempos de la posguerra civil hasta estos del coronavirus que no cesan, como el rayo del poemario de Miguel Hernández. Siempre Hernández. Fue con este entrañable compañero de celda de mi admirado primo, Antonio Buero Vallejo -poeta y dramaturgo coincidieron en 1940 en la prisión de la madrileña calle de Conde de Toreno-, con quien me desteté como lector de poesía con apenas 14 años de edad. Iniciarse en poesía como lo hice yo con “El rayo que no cesa” es como comenzar una carrera con una asignatura de último curso. Esa teórica carrera, obviamente, no la terminé, pero sí aprendí que solo se hacía camino al andar ¿Verdad, don Antonio? Machado/Hernández. Puede responder quien quiera de los dos, el sevillano a quien en Colliurele cubre el polvo de un país vecino” o el gaditano de Arcos de la Frontera que vive en Madrid, pues ni la muerte separa a los grandes poetas y su voz perdura eternamente en ese país de la palabra que es la poesía.

La «Ruta 66″ de Santiago Barra»

Santiago Barra Toquero, director editorial y co-propietario de Guadalajara Diario, pero sobre todo Periodista con mayúscula, se acaba de jubilar a los 66 años de edad. Los periodistas de verdad como él no se jubilan nunca, simplemente dan un paso al lado y dejan hacer a otros, si bien mantienen la curiosidad en alerta y la pluma cargada de tinta. La curiosidad, que mató al gato según el dicho, es la que da vida a los periodistas: noticia es una voz castellana que deviene del latín “notitia”, que significa algo nuevo que se da a conocer con notoriedad, y “news”, la voz inglesa que igualmente significa noticia, es sinónimo de nuevo o novedad. La curiosidad por lo nuevo y notorio, por saber el qué, quién, cuándo, dónde y por qué se ha producido algo -las famosas cinco “w del abc periodístico, por empezar con esta letra en inglés estas cinco preguntas-, está en el ADN del periodista más “pinchurro”, que es como nos llamaban a los novatos en los tiempos en que yo empecé a destetarme en el periodismo. Imagino que esta palabreja que ni está en el diccionario de la RAE es una deformación de “pichurro”, la única palabra parecida que he encontrado en un diccionario panhispánico abierto, habitual en Colombia y Venezuela, y que significa “que no llena las expectativas que se tenían del objeto o persona de la que se habla”. Santi no fue ni “pinchurro” ni “pichurro” nunca porque desde muy joven dio muestra inequívoca de tratarse de un periodista de fino olfato para captar la noticia y de buena mano para tratarla y redactarla. No tardando mucho, también evidenciaría absoluta solvencia en el tercer punto de apoyo de la praxis periodística que es saber analizar y comentar la noticia, tanto en fondo como en forma.

Santiago Barra junto a Salvador Toquero, Leopoldo Torres (entonces diputado del PSOE por Guadalajara y vicepresidente 1º del Congreso) y Josepe Suarez de Puga, presidente de la Casa de Guadalajara en Madrid, durante la presentación en ésta del libro coescrito por Toquero y Barra titulado “Buscando a Cela en la Alcarria”. Abril de 1983. Foto: LUIS BARRA.

                Si he sabido utilizar bien el útil buscador virtual de prensa histórica del Ministerio de Cultura, fue a principios de 1972 cuando Santiago Barra se incorporó al cuadro de redacción de “Flores y Abejas”, con poco más de 15 años de edad. Su primera entrega firmada -como Santiago Barra (junior), al llamarse igual que su padre- fue una crónica de deportes, concretamente un partido de fútbol entre el Deportivo Guadalajara y el Acueducto segoviano. Casi todos los que comenzamos de meritorios en el viejo, querido y recordado “Flores” debutábamos con crónicas deportivas. Yo lo hice, seis años después que él, con una del Hogar Alcarreño. El maestro de ambos y de muchos más –Félix Torcal, Ángel Asensio, Fernando Chápuli, Luis Barra,…- fue Salvador Toquero, tío de Santi y director del semanario alcarreño que en 1958 retomó el camino en su segunda etapa, tras cerrar su primera de forma traumática al inicio de la Guerra Civil, 42 años después de su fundación, datada en 1894. Salva, además de ser una persona de excepcionales valores, era el mejor periodista de Guadalajara de su generación, no solo porque escribía como los ángeles, sino porque manejaba muy bien las fuentes de información y, aunque acomodado ideológicamente en el régimen franquista, era muy tolerante y rabiosamente independiente. Con un maestro de tal categoría, lo difícil era no aprender, pero Santi siempre destacó como alumno aventajado, fue su mano derecha y se ganó con creces ocupar el puesto de redactor jefe del periódico para ser después su director cuando Salva dio un paso al lado y él lo debió dar al frente. Bajo la dirección de Barra, el viejo semanario con tan romántica y decimonónica cabecera pasó a llamase “El Decano de Guadalajara”, primero impulsando la modernización de su tecnología de redacción y edición y, después, reconvirtiendo su formato y contenido en revista hasta su triste desaparición en 2011. Corrían entonces -y siguen corriendo- muy malos tiempos para la prensa provincial independiente. Así las cosas, a la desaparecida edición en papel de El Decano solo le sobrevivió su versión digital, también desaparecida no mucho tiempo después. Pero el espíritu inquieto de Santiago y su inquebrantable vocación periodística le llevaron a crear en 2013 Guadalajara Diario, iniciando el nuevo camino y después recorriéndolo durante 8 años y hasta hoy con su primo, Rafael Fernández Barra, un publicitario/comercial con amplio bagaje y muy cuajado, al tiempo que un gran comunicador en ciernes. Para quienes no lo sepan o finjan no saberlo, Santiago Barra no solo ha sido periodista que ha tocado un palo y conocido una empresa periodística, con sus precuelas y sus secuelas, Santi -como consta en su sucinta biografía de los blogs de GD en los que ambos, junto a Juan Pablo Mañueco, compartimos pasión por el periodismo y Guadalajara- ha trabajado en todos los soportes periodísticos: Fue corresponsal de Televisión Española, El País, Radio Nacional de España, Europa Press y diario As y hasta fundó y dirigió Canal 19 Televisión Guadalajara, de solvente pero efímera existencia condicionada por el temprano desinterés del socio mayoritario en seguir invirtiendo en comunicación. Ésta, ciertamente, no es un negocio con los parámetros actuales. Y un dato muy importante y que corona su CV profesional: Santiago fue uno de los principales impulsores de la creación de la Asociación de la Prensa de Guadalajara.

                Con 66 años recién cumplidos, en su particular “Ruta 66” -si la de USA lleva del este al oeste y es símbolo de libertad y esperanza, en este caso será un camino que le lleve del trabajo al ocio activo-, en el mismo momento de su jubilación quiero agradecer públicamente a Santiago Barra que, junto a Salva Toquero, fueran mis tutores y mentores, mi hermano mayor y padre periodísticos respectivamente, al tiempo que impagables maestros en el oficio de plumilla. Aprendí más con ellos en la vieja redacción abuhardillada de la calle Francisco Cuesta y en el cuartucho donde hacíamos el cierre de “Flores y Abejas”, en la imprenta De Mingo, que las horas que pasé en esa brutalista mole de hormigón que es la Facultad de Ciencias de la Información de la UCM, donde me cansé y aburrí al 50 por ciento hasta rendirme.

                Termino ya diciendo que Santiago Barra es uno de los grandes periodistas que ha dado Guadalajara a caballo entre los siglos XX y XXI y tiene el mérito de haber sido uno de los primeros profesionales de la provincia que consiguió vivir del periodismo dignamente, aunque de manera bastante menos holgada que si hubiera ejercido la carrera de magisterio, que es la que estudió, pero nunca ejerció. El periodismo es lo que tiene, que es muy vocacional, pero del que solo viven muy bien unos cuantos elegidos, más bien afortunados. Aún recuerdo un chiste que el genial Forges regaló a los estudiantes de la IX promoción de la Facultad de Periodismo de la UCM para que lo vendieran como pegatina con la que recaudar fondos para el viaje de fin de curso: se veía al inefable Mariano, sin su ínclita Concha, al lado de un cartel que decía “Facultad de Parodismo”…

                Gracias Santi, por todo lo que has hecho -y vas a seguir haciendo, seguro que sí- por el periodismo y por Guadalajara, y, de manera muy sincera y personal, te agradezco lo mucho que me has enseñado, la confianza y el afecto que siempre depositaste en mi y, especialmente, tu limpia amistad. Seguimos andando el camino juntos con el alma blanca y el corazón carmesí.

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