Archive for febrero, 2019

Nunca caminarás solo (y 2)

                Hace ya casi 26 años que en la columna en la que me desteté como periodista, que tenía por cabecera “Luces de bohemia”, como la obra homónima de Valle Inclán, y que tuve activa durante casi 15 años, primero en el histórico semanario “Flores y Abejas” y después en la cabecera que le sucedió, “El Decano”, publiqué un artículo que llevaba exactamente el mismo título que hoy y que dediqué a mi hermano, Alfonso, que acababa de fallecer en Zaragoza, a la edad de 37 años. Más que con tinta, aquel artículo lo escribí con lágrimas, con el alma desgarrada y el corazón “partío”, como la bonita canción de Alejandro Sanz. Jamás pensé que la vida, de nuevo, me iba a desgarrar el alma y partirme el corazón teniendo que despedir a otro hermano, pero así ha sido, lamentablemente, y hoy me veo obligado a decir adiós a Carlos, a sus 61 años de edad, con el mismo dolor y los mismos sentimientos que despedí a Alfonso, cuando aún le quedaba más de media vida por delante. Parafraseando a Jethro Tull, ambos eran demasiado jóvenes para morir, pero aún no viejos, ni para el rock and roll ni para ningún otro estilo musical porque los dos fueron grandes aficionados a la música, especialmente Carlos que, no solo disfrutaba oyéndola, como Alfonso, sino también tocándola y hasta componiéndola.

De tres hermanos que éramos, ya solo quedo yo en el mundo, con la responsabilidad que ello conlleva pues he de tratar de seguir viviendo, no solo por mí y los míos, sino también por ellos, y esa es una responsabilidad que asumo con gusto, pero también con la incertidumbre de saber si estaré a la altura de dos grandes personas, muy diferentes entre sí, pero con un par de corazones tan cálidos, generosos y amicales que latían al unísono. “You´ll never walk alone” (“Nunca caminarás solo”) es el lema del Liverpool FC inglés, toda una declaración de fidelidad de los aficionados a su mítico equipo que yo elegí para despedir, primero, a Alfonso, y ahora también a Carlos, porque, como hermano pequeño suyo que era, siempre fui su primer fan y admirador, algo que su muerte no va a interrumpir porque nadie muere del todo mientras se le recuerda. Estoy bien seguro que ellos nunca van a morir en muchos corazones, pero conmigo vivirán hasta que mi corazón dé el último latido. Eso sí, y no es humor negro, cuando llegue ese momento ya no podré escribirme a mí mismo un “Nunca caminarás solo”, de ahí que cierre la serie con este artículo.

Con estas palabras hemos dicho hoy “hasta luego, hasta siempre” a Carlos en su funeral en la iglesia de Taracena; les aseguro que no hay ni un adjetivo ni un adverbio de más en ellas:

“Carlos era una persona tan discreta y sencilla que, probablemente, hasta esté incómodo en su propio entierro por ser el protagonista.

                Carlos era una persona tan digna que ha sobrellevado su dura enfermedad con una entereza ejemplar.

                Carlos era un maestro tan vocacional que hizo mejores las escuelas por las que pasó, siempre hombro con hombro con los demás, porque también fue un buen compañero.

                Carlos amaba tanto la música que a todo lo que tocaba le sacaba sonidos armónicos, con un gusto exquisito y siempre persiguiendo la perfección.

                Carlos era tan buen amigo que, aún no ha terminado de marcharse, y ya somos muchos los que le echamos de menos.

                Carlos era tan buen hijo que tuvo unos grandes padres: Juanjo y Pili.

                Carlos era tan buen marido que tuvo la suerte de encontrar una gran mujer, Carmen.

                Carlos era tan buen padre que la vida le premió con dos buenos hijos: Javier y Carlos.

                Carlos era tan buen hermano que además fue mi amigo.

                Gracias por tu ejemplo, Charly.

                ¡Nunca caminarás solo!”

Una exposición que hay que ver

Durante todo el mes de febrero, permanecerá abierta al publicó una magnífica exposición de fotografías de Nacho Abascal, en la sala de arte “Antonio Pérez”, en el Centro San José, que lleva por significativo título el de “Andar y ver la provincia de Guadalajara” y por singular subtítulo el de “Guadalajareando”. Como es sabido por muchos, con casi 300 fotografías de Abascal y textos míos, se presentó el pasado mes de octubre un libro de gran formato (30 por 30 cms.), tapa dura, buen papel y a todo color que lleva por título el que ahora es el subtítulo de la exposición de Nacho y por subtítulo, su título. Parece un trabalenguas, pero no es más que un guiño mutuo que escritor y fotógrafo nos hemos querido hacer para repicar y amplificar el trabajo en común de ambos que, primero, derivó en un libro y, después, en esta exposición que les recomiendo expresa y encarecidamente visitar porque disfrutarán mucho si lo hacen.

La exposición de Nacho consta de 37 extraordinarias imágenes de otros tantos lugares de la provincia de Guadalajara en los que su cámara ha captado encuadres y momentos de luz idóneos de ciudades y villas, piedras con historia, paisajes de agua y de altura de este territorio que es tan bello y diverso como, lamentablemente, desconocido para no pocos, aunque, afortunadamente, cada vez para menos. Cierto es que, como dijo Cela cuando escribió su “Nuevo viaje a la Alcarria” en 1986, a la gente ya le va dando la gana venir a esta tierra, aunque, eso sí, poco a poco. Lo que aseveró el Nobel gallego sobre la Alcarria es extensible al resto de tierras que conforman las “guadalajaras”: Serranías del Norte, Campiñas del Henares, Jarama y Sorbe y Señorío de Molina.

Nacho, y no lo digo por la amistad que me une a él desde la juventud, es uno de los mejores fotógrafos actuales que ha dado esta tierra de grandes fotógrafos pues en Guadalajara han nacido, o han estado y están estrechamente vinculados a esta provincia, artistas de la cámara de la talla de José Ortíz-Echagüe, Francisco Goñi, Tomás Camarillo, Francisco de las Heras, José López, Eugenio Ruiz García (“Peco”), Antonio López-Palacios o Santiago Bernal, entre una larga nómina que podría extenderse bastante más, pero que dejamos en Bernal para, con él, citar a la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, que tanto impulsó este segoviano afincado en Guadalajara desde hace décadas, colectivo que goza de un justo y reconocido prestigio a nivel nacional.

Abascal domina el amplio espectro técnico y temático de la fotografía, pero entiendo que su mayor nivel lo da como fotógrafo del paisaje, probablemente porque es un gran viajero, minucioso observador y amante de la naturaleza y el arte que no se conforma con mirar, sino que quiere retener esos instantes especiales de luz que, cuando tiene la oportunidad de captar con su cámara, desea compartir como solo lo hacen las buenas y generosas personas, dos de sus más reconocibles señas de identidad. Nacho es un excelente fotógrafo, sí, pero aún es mejor persona.

Les encarezco que no dejen de visitar su exposición en el Centro San José, pudiéndolo hacer hasta el 28 de febrero, de lunes a sábado, en horario de tarde, de 19 a 21 horas. En ella encontrarán 37 imágenes positivadas en gran tamaño (hasta 1,50 m) y sobre soportes y materiales que, posteriormente, permitirán que la exposición vaya a los municipios de la provincia que deseen acogerla tras solicitar su cesión a la Diputación Provincial, que la va a incluir dentro del conjunto de exposiciones itinerantes que ofrece desde el CEFIHGU (Centro de la Fotografía y la Imagen Históricas de Guadalajara).

Tengo la certeza de que la exposición de Nacho Abascal va a recibir un montón de visitas y que va constituir todo un éxito porque la belleza de sus fotografías hace justicia a la hermosura intrínseca de esta tierra, fotogénica como pocas, pero no siempre fotografiada por artistas de su sensibilidad, calidad y generosidad.

Aunque hoy tocaba hablar de la exposición de Nacho, por razones de actualidad no quiero dar por concluidas estas líneas sin referirme a “Guadalajareando”, el libro al que él puso imágenes y yo letras, como señalaba al principio, y cuyo título aporta el subtítulo a su muestra fotográfica; me complace mucho hacer público que la primera edición del libro se ha agotado en apenas tres meses y que la Diputación se propone ya abordar de manera inmediata su segunda edición. Bueno es que se conjugue el verbo “guadalajarear” que, aunque no esté en el diccionario de la RAE, sí lo está en los quereres y en los sentires de muchos, por supuesto también en los de Nacho y míos, y no significa otra cosa que andar y ver la provincia de Guadalajara con el corazón puesto en los ojos y el alma en la palabra.

 

Pie de foto: Imagen del Alto Tajo que forma parte del libro titulado “Guadalajareando” y de la exposición fotográfica de Nacho Abascal.

 

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