Archive for mayo, 2015

La venganza también se sirve en papeletas

                Con la duda aún de la distribución final de los escaños de la Diputación Provincial por la complejidad jurídica de determinar si procede o no computar como de un mismo partido o coalición los votos de las candidaturas de IU y Ahora, entre otras, dados los diferentes formatos e incluso “marcas” con los que han concurrido, los resultados electorales de anoche confirman que, al menos de momento, se ha acabado el tradicional bipartidismo PP – PSOE y con él las mayorías absolutas. Llega, pues, un tiempo nuevo en el que se han de conjugar con bastante más frecuencia que hasta ahora verbos como dialogar, negociar y pactar, dando la razón al sociólogo francés Gustave Le Bon que decía que “gobernar es pactar”, frase que Cristina Cifuentes puso en circulación en campaña, previendo lo que al final ha sucedido, pero que no citó completa pues éste añadía a continuación que “pactar no es ceder”, algo que de ser cierto complicaría muchísimo los pactos pues si nadie cede, mal pacto puede salir del acuerdo, y si sólo cede uno, peor aún. En fin, el caso es que a pactar tocan, o al menos a intentarlo, tanto en el Ayuntamiento de la capital –y en muchos otros de la provincia, sobre todo en el Corredor-, como en la Diputación Provincial y en la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha.

Por un estrechísimo margen de 45 votos y muy a última hora, Antonio Román consiguió el concejal número 11, un muy mal resultado para él y su candidatura pues ha perdido 5 ediles respecto a las municipales de 2011, pero no pésimo pues la matemática electoral le va a permitir seguir siendo alcalde, con el permiso de Ciudadanos (2 concejales), bien a través de un pacto de gobierno con los de Albert Rivera o de la abstención de éstos o su voto a su propio candidato en el pleno de constitución de los Ayuntamientos -13 de junio, festividad de San Antonio para más señas-, lo que supondría que el actual alcalde continuaría al frente del consistorio al encabezar la lista más votada. Aunque en política es poco prudente decir que nunca jamás, considero improbable que Ciudadanos se coaligue en un tripartito con PSOE Y Ahora Guadalajara para desbancar al PP de la alcaldía, pues los de Rivera sitúan su ideario entre el liberalismo y la socialdemocracia, en torno al centro político, mientras que el binomio PSOE+Ahora cargará mucho a la izquierda, por influencia de esta coalición que en la capital han formado IU, Podemos, Equo y la Plataforma “Más de un Ciudadano”, entre otros colectivos e independientes claramente de izquierdas.

Cuando esto escribo, aún no se ha confirmado oficialmente la distribución de escaños en la Diputación Provincial, por la razón que he aludido al principio de este post: hay dudas sobre si los resultados obtenidos por las distintas “marcas” con las que IU, Ahora y otras coaliciones se han presentado en diferentes localidades de la provincia pueden ser sumadas o no, a efectos de adjudicación de los escaños correspondientes a cada partido o coalición para la corporación provincial. Provisionalmente, echando números con los resultados oficiales que ofrece la página web del Ministerio del Interior, el PP podría obtener 12 diputados provinciales (6 en el partido judicial de Guadalajara, 4 en el de Sigüenza y 2 en el de Molina), el PSOE 10 (6 en Guadalajara, 2 en Sigüenza y otros 2 en Molina), Ahora, 2 diputados (ambos en Guadalajara) y Ciudadanos 1 (también en Guadalajara). Si se confirmara este resultado finalmente, Ana Guarinos podría volver a repetir como presidenta de la Diputación, con el permiso, por activa o por pasiva, de Ciudadanos, claro está; o sea, se reproduciría prácticamente la misma situación que en el Ayuntamiento de la capital. Esperamos acontecimientos, porque si el PP, aunque sea con mayoría simple, mantiene el gobierno en la Diputación y también en el Ayuntamiento de la capital, lo que parecía un batacazo en toda regla en la noche electoral, puede amortiguarse, y mucho, en el día después, aunque gobernar en minoría suele ser muy complejo,  desgastador y, no pocas veces, hasta frustrante. Pero el que tiene el bastón de mando, puede mandar; quien no lo tiene, no.

En lo que a la Junta de Comunidades se refiere, la cosa está bien clarita: PSOE y Podemos van a pactar, sí o sí, y van a arrebatar el poder a Dolores de Cospedal, a pesar de que ésta ha rozado la mayoría absoluta, que se sitúa en diecisiete escaños, obteniendo uno menos. Los catorce diputados regionales del PSOE más los tres de Podemos se aliarán para desalojar del Palacio de Fuensalida a la secretaria general del PP nacional y presidenta de los populares de Castilla-La Mancha, algo que le dará especial “gustirrinín” a José Bono, el padre, la madre y el tutor del socialismo de Castilla-La Mancha y la mano que sigue meciendo la cuna de los socialistas de la región, como se comprobó cuando propició hace meses una cena en la que compartieron mesa, mantel y contubernio el líder de Podemos, Pablo Iglesias, con José Luis Rodríguez Zapatero, Emiliano García Page y el propio Bono. O sea, que quien ha ganado (Cospedal) perderá, pero quien ha perdido (Page), ganará.

Los análisis sesudos de lo que ha ocurrido en las urnas el día 24 de mayo -festividad de Pentecostés y de María Auxiliadora, por cierto-, quedan para los expertos; para lo que no hace falta ser perito en nada, ni si quiera en lunas, como el de Miguel Hernández, es para deducir que el PP se ha desgastado fuertemente allá donde ha gobernado por las drásticas medidas de recorte en el gasto que se ha visto obligado a realizar, pero también por algunos vaivenes ideológicos dados a nivel nacional que han alejado a ciertos sectores del partido y, por supuesto, por la corrupción que, incluso, ha salpicado a algunos de sus referentes históricos, como Rodrigo Rato, y la que ha llegado a la mismísima sede de Génova, por el chusco caso Bárcenas. La corrupción no es patrimonio del PP, sino que, lamentablemente, se extiende como una mancha de aceite por todos los partidos y suele ser proporcional al poder que detentan. El caso de Andalucía es punto y aparte. A estos hechos y estas circunstancias que, sin duda, han erosionado al PP como si fuera lija del siete, se les pueden unir la tradicional política errática de comunicación de los populares, así como algunas censurables actitudes de cierta prepotencia de algunos de sus dirigentes y candidatos y, evidentemente, el desgaste propio de todo gobierno.

Decía un exprimer ministro inglés que los ciudadanos tienen en cada elección la posibilidad de “vengarse” del gobierno y que casi siempre la ejercen. Hace cuatro años, el PP conquistó cotas de poder inusitadas –entre ellas la Junta de Comunidades, por primera vez- cuando los ciudadanos se “vengaron” de Zapatero y de Barreda castigándoles a ellos y a sus candidatos locales en las urnas; ahora, apenas cuatro años después, esa venganza se ha facturado contra el PP. Lo significativo es que a unos les han pasado factura sólo cuatro años después de empezar a gobernar y a otros no se la cargaron hasta bien cumplidos los veintiocho.

Ciudadanos, Podemos y la psicología del color

Nos estamos acercando ya a la fase final de la campaña y los distintos partidos que concurren a la doble cita electoral, local y autonómica, del 24 de mayo, siguen en su empeño de intentar arrimar nuestras ascuas –votos- a sus sardinas –escaños- para detentar el mayor poder posible, que eso es, y así de claro lo digo, lo que al fin y al cabo pretenden todos, legítimamente, por supuesto. Otra cosa es lo que hagan luego con y desde el poder, algo que lamentablemente no siempre es legítimo y, a veces, es hasta ilegal y, por supuesto, inmoral, de ahí las dudas, el recelo y el mosqueo crecientes de los dueños de las ascuas para decidir arrimarse a una sardina u a otra. De lo que no cabe duda es que no todas las sardinas son iguales, aunque a veces lo parezca, al igual que hay ascuas con tanto poder calorífico que achicharran y otras que son tan frías que, más que dar calor, constipan. En la templanza, pues, está la virtud.

A estas alturas de campaña, vistas y analizadas las tendencias de las distintas encuestas conocidas, todo parece indicar que serán cuatro los partidos que, a nivel local, provincial y regional van a conseguir arrimar ascuas a sus sardinas: PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos (éstos, a nivel local, con la marca “Ahora”, tras haber tenido que renunciar a la de “Ganemos” porque la tenían registrada otros de su cuerda izquierdista, pero no exactamente de la misma). De las encuestas se deduce que las mayorías absolutas van a estar muy caras, al menos en los ayuntamientos de mayor población, las diputaciones y el propio Parlamento regional, y que va a ser necesario el diálogo y el pacto para conformar mayorías sólidas o, de lo contrario, la alternativa son mayorías minoritarias, muy incómodas e inestables. Si se cumplen las encuestas, todo apunta a que el PP puede ser el partido más votado para la Junta, la Diputación y el Ayuntamiento de Guadalajara, por lo que, a pesar de los pesares, podría llegar a mantener el poder que ahora detenta en las tres instituciones, si bien es probable que necesite el apoyo activo de Ciudadanos –mediante pacto de gobierno- o pasivo –permitiendo que gobierne el más votado-, al menos en la Junta, aunque podría también precisarlo en la Diputación e, incluso, en el Ayuntamiento de la capital, donde parece que los populares lo tienen más fácil para conservar la mayoría absoluta, aún perdiendo algunos concejales. Aunque es posible, pues en política no es que se acepten, sino que los pulpos son animales de compañía, considero improbable que Ciudadanos pacte con PSOE Y Podemos para relevar al PP en las instituciones en las que éste no alcance la mayoría absoluta, porque esa especie de “frente popular” sería un suicidio político para el partido de Albert Rivera. Lo que no descarto son pactos puntuales de Ciudadanos con PSOE y Podemos e, incluso, con otras fuerzas, para desalojar alcaldes o titulares de instituciones salpicados por graves casos de corrupción.

Aún a pesar de lo que acabo de decir, resulta curioso que los eslóganes de campaña de los tres partidos que, además del PP, tienen más posibilidades de obtener representación en el Parlamento Regional, coincidan en la misma idea-fuerza: el cambio. Así, el PSOE propone el eslogan “Vamos a cambiar-la” –sin duda se refieren tanto a la región como a la actual presidenta, aunque la separación de grafía de “cambiar” y de “la” que aparece en los carteles permite pensar que ellos también tienen propósito de cambiar, lo que no estaría nada mal si fuera cierto, que no lo es porque Page puede ser de todo menos cambio-. Ciudadanos, por su parte, se vende como “El cambio” y los de Pablo Iglesias -y ex de Monedero– piden el voto diciendo que “Podemos cambiar Castilla-La Mancha”. Curioso, ¿verdad? El caso es que, desde la exitosa campaña de Felipe González, en 1982, cuando sacó a la UCD del gobierno casi sin despeinarse con el eslogan “Por el cambio”, esa misma idea siempre ha estado presente, de una manera u otra, en los mensajes de los partidos que están en la oposición y quieren detentar el poder.

Termino este post dándole las gracias a mi hija y compañera bloguera en GD, María, por haberme ayudado a conocer una interesante teoría sobre la relación de los colores y los sentimientos, formulada en su día por la psicóloga Eva Heller, y que me viene al pelo para concluir el tema del que trato hoy. Según Heller, hay trece colores que actúan en la psicología de las personas, incluidos el blanco, el negro, el plateado y el dorado; también sostiene que los significados de los colores quedan interiorizados en la edad adulta aunque pueden parecer innatos. Bien, pues la psicóloga alemana nos dice en su teoría que el color morado –ella lo llama “violeta”-, el corporativo que ha elegido Podemos para presentar y vender su marca, “son más quienes lo rechazan que los que lo prefieren” y, entre otras cosas, es “el color de la superstición, lo artificial, lo extravagante y lo singular; también de la vanidad, de la moda, la magia, lo culto y la fantasía”. Por otra parte, en esta interesante teoría de la psicología del color, se dice que el naranja -que es el representativo de Ciudadanos, la otra fuerza política que, al igual que Podemos, es previsible que alcance escaño por primera vez en “Los Gilitos”- “no existía en Europa antes de que las Cruzadas trajeran esta fruta de Oriente y que hay muchos establecimientos de comida rápida que manejan el naranja con doble intención: atrae la atención y despierta el apetito, pero después de un rato molesta y obliga a irse; no hay mejor fórmula para un “fast-food”.

Dicho queda, aunque en descargo de los “gurús” de imagen de Podemos y de Ciudadanos he de decir también que, como sentencia el refrán castellano, “del dicho al hecho, va mucho trecho”, el mismo que va de la teoría a la práctica.

Gracias por bajarnos la Luna

                Ha muerto Jesús Hermida, el periodista que más hizo por ponerle color a la televisión en blanco y negro. Ha muerto uno de los rostros más conocidos y reconocidos de la historia de la televisión en España, maestro de periodistas televisivos y padre de formatos de programas para la televisión que le quitaron la caspa a la “caja tonta”, tanto en los últimos años del monopolio de TVE con sus dos canales, como en los primeros en que comenzaron a emitir las privadas y a hacer esfuerzos denodados por captar audiencia y anunciantes, no siempre con la calidad y el buen gusto como norma.

                Jesús Hermida era un tipo especial, pero buena gente, al decir de una gran mayoría de las personas que más y más cerca trabajaron con él, incluso descontando ese plus de elogios que siempre se le regala a una persona cuando muere, momento del que mi abuelo molinés, Juan, decía que había que huir como de la peste y que él llamaba “la hora de las alabanzas”. La verdad es que, aún sin haberle conocido personalmente, sí que tengo la impresión de que era cierta la bonhomía que, mayoritariamente, se le está adjudicando tras su muerte, una impresión que viene causada por las muchas horas que me pasé delante del televisor cuando él dirigía un espacio, lo presentaba o, simplemente, intervenía en él pues su presencia en el medio fue muy frecuente y prolongada durante décadas, especialmente entre los años sesenta y noventa del siglo pasado. Tanto frecuentó la pequeña pantalla que se hizo uno de los rostros más populares de ella y yo me atrevería a decir que también más familiares y apreciados.

Con Hermida se nos va una parte magra de la historia de la televisión española pues él hizo realmente historia y creó escuela en la televisión gracias, primero, a su forma tan personal de contar las noticias y, después, de hacer programas con una singular fórmula “mix” de entretenimiento e información en directo. Pero Hermida también es parte señalada de la historia misma de España y del mundo mundial, por utilizar el pleonasmo de Manolito Gafotas, porque su rostro, su flequillo, su pose y su voz están unidos para siempre a los acontecimientos que él narró en directo o de los que informó y comentó en diferido, que fueron muchos y algunos muy destacados. De entre todos ellos, sin duda, permanece en la memoria de quienes lo vivimos, incluso siendo niños, la narración que hizo para España de la llegada del hombre a la Luna, “un pequeño paso para el hombre, pero un gran paso para la humanidad” como acertadamente sentenció el mismísimo comandante norteamericano de la nave Apolo XI, Neil Armstrong, cuando, de un pequeño salto desde el módulo espacial, puso su pie en el satélite de la Tierra el 21 de julio de 1969. No fueron pocas las personas, especialmente mayores, que, a pesar de la credibilidad y el prestigio como comunicador que tenía Jesús Hermida, corresponsal entonces de TVE en Estados Unidos, jamás se creyeron que la NASA hubiera conseguido llevar al hombre a la Luna y pensaban que era una fantasiosa película más de Hollywood y de los americanos.

Con Jesús Hermida se nos va uno de los animales televisivos más importantes que ha dado este país, si no el que más, a la vez que se nos marcha el tiempo que él nos contó o aquél en el que nos entretuvo. No me duelen prendas en confesar que uno de los periodistas que hizo que en mi germinara la vocación del periodismo fue Jesús Hermida y eso que, a veces, me ponían nervioso sus sobreactuados tics gestuales en pantalla y, cuando retenía algunas palabras para después soltarlas subrayadas, me daban ganas de darle una colleja virtual para que las dijera de una vez.

Hasta siempre, maestro Hermida, descansa en paz y mil gracias por bajarnos la Luna a la Tierra o por dejarnos subir contigo y con Armstrong, Aldrin y Collins a ella en lo que no fue un sueño, sino una extraordinaria y excepcional verdad en una larga, cálida e histórica noche de verano, cuando yo ya quería ser mayor, pero ni siquiera aún era adolescente, y jugaba al marro, a la dola y a los chandarmes en la verdadera patria de los hombres que es la infancia, como bien dijo Rilke.

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