Jano bifronte y algunas venerables piedras

             Éstas que, desde 1833, conforman los alrededor de 12.000 kilómetros cuadrados de extensión que llamamos Guadalajara, fueron tierras de paso de gran parte de las culturas que llegaron a la Península Ibérica y, por ello, hay, cuanto menos, significativos y, en algunos casos, realmente importantes vestigios arqueológicos de ese mosaico de pueblos que por aquí han pasado, dejando su huella, en unos casos más superficial que en otros, pero indelebles todas.

             Sobre todo por la zona de Molina de Aragón y, especialmente, gracias a la labor arqueológica pionera que allí desarrolló el Marqués de Cerralbo, abundan los restos de castros celtíberos, pues, aquella del ahora Este de las guadalajaras, fue tierra de asentamiento de estos pueblos prerromanos, entre ellos los arévacos, el pueblo que defendió Numancia frente a los romanos hasta la inmolación. El castro celtíbero del Ceremeño, en Herrería, es uno de los yacimientos arqueológicos celtíberos más importantes de la tierra molinesa y aún del centro de España, si bien hasta la alcazaba de Molina de Aragón fue erigida por los árabes sobre un antiguo castro. Por cierto, hablando de la alcazaba molinesa, digno es de destacar el magnífico trabajo que el equipo científico, dirigido por el arqueólogo Luis Fernando Abril, ha realizado en el Torreón de la Reina, gracias al cual se han puesto en valor los curiosos grabados medievales allí descubiertos en 2004, que ya pueden ser visitados. Un motivo más que añadir a los muchos que sobran para visitar Molina, en particular, y toda su comarca en general; también en invierno porque, aunque allí llamen “fresco” al frío, una buena pelliza basta y, a veces, hasta sobra para disfrutar, sin tiritar, de uno de los territorios de Europa más bellos y con más carga histórica, a la par que despoblados. La densidad demográfica en Molina es inversamente proporcional a la densidad histórica y paisajística que reúne.

El caso es que, como decíamos, en estas tierras guadalajareñas hay huellas del paso del hombre por ellas que casi se remontan a la noche de los tiempos, como es el caso de los grabados rupestres de la Cuevas de los Casares, en Riba de Saelices, y de la Hoz, en Santa María del Espino, que datan del Paleolítico Medio, es decir, de entre 20.000 y 30.000 años de antigüedad. Especialmente en la Cueva de los Casares, y en su entorno, pues allí no sólo hay huellas prehistóricas, sino también celtíberas, árabes y, por supuesto, cristianas de la época medieval tras la repoblación de la zona, ya se lleva tiempo trabajando para poner en valor este magnífico cogollo de recursos que, si estuviera localizado en alguna región de esas que andan sacándole hasta cosquillas a la historia para buscar su identidad y generalidad remotas, ya sería un parque arqueológico de primer nivel.

Zorita-Recopolis Pero si en la actual provincia de Guadalajara hay un referente arqueológico de primer nivel, por su singularidad y casi hasta exclusividad, ese sin duda es Recópolis, en Zorita de los Canes, cuyo Centro de Interpretación, lamentablemente, ha permanecido cerrado dos años, hasta que el Ayuntamiento y la Diputación lo han rescatado, hace unos meses, con sus propios presupuestos, de los obligados y drásticos recortes presupuestarios de la Junta, que han llegado hasta estas venerables piedras. La ciudad que Leovigildo mandó construir en honor de su hijo, Recaredo, a finales del siglo VI, a orillas del Tajo, en las alcarrias del sur, es la única urbe visigoda de nueva planta que se conserva en España y en la que se puede estudiar el concepto y la estructura de ciudad de este pueblo de origen germánico, que sucedió al romano en estas tierras y precedió al árabe, aportando también su significativo estrato al sedimento de razas y culturas que por aquí pasaron y aquí se asentaron. Hablando de esta ciudad visigoda y alcarreña, me ha sorprendido muy gratamente que ese gran arqueólogo, aunque sólo lo sea de dibujos animados, que es Tadeo Jones, producido por un guadalajareño de vocación, aunque catalán de nación, Pedro Solís, haya desarrollado una de sus aventuras didácticas, precisamente, en Recópolis. De hecho, el capítulo 23 de la primera temporada de “Descubre con Tadeo Jones”, un espacio infantil que se emite a través de los canales de Mediaset, está dedicado a Recópolis y se ha emitido hace unos días por primera vez. Un diez para Pedro Solís, para Marta Valdenebro y para Plácido Ballesteros que, me consta, lo han hecho posible; “gratis et amore”, además. Quienes deseen bajarse “Descubre con Tadeo Jones: Recópolis”, pueden hacerlo a través de este enlace de Internet: http://www.mitelekids.es/castellano/series-infantiles/descubre_con_tadeo/temporada/1/Recopolis_23_1721295001.html

Como ven, el último post del año se ha tintado de arqueología, una apasionante ciencia que en Guadalajara tiene mucho tajo por delante y que, con planes directores adecuados  y de marketing intencionados, puede activarse como uno de los recursos histórico-culturales sobre los que dinamizar el turismo provincial. Los turistas no van a los sitios simplemente por ir; sólo van a los que hay motivos para ir, y cuanto más sobrados, mejor.

Los romanos, un pueblo que también dejó su huella indeleble en estas tierras –ejemplos significativos de su paso por aquí los podemos encontrar en la Villa de las Casutillas, en Corduente, o en la llamada “Alcantarilla”, entre La Cabrera y Sigüenza– celebraban el último día del año en honor del dios Jano, que precisamente da nombre al primer mes del año: enero (January, en inglés; Janvier, en francés; Janeiro, en portugués; Xaneiro, en gallego,…) . Jano, un rey mítico de Italia, era representado con dos caras, de hecho se le conoce como el dios “bifronte”; una cara, representaba el año que se iba y otra el nuevo que venía. O sea, Jano era un dios bipolar y maximalista que, dependiendo de cómo mirara o cómo fuera mirado, ofrecía su cara vieja y oxidada o su rostro nuevo y lozano. Miremos de frente y con esperanza al nuevo año. ¡Que 2014 sea feliz para todos, especialmente para quienes más infelices les han hecho los años precedentes!

 

Foto: parque de Recópolis en Zorita de los Canes

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