Archive for julio, 2018

Conquistando tradiciones en julio

Julio solía ser un mes solo de vísperas en Guadalajara, de vísperas del mes festero por excelencia, agosto, pero hace ya tiempo que la fiesta se quiere ensanchar y como suele estar tan comprimida y concentrada en el octavo mes del año, lleva ya tiempo haciéndose también un hueco en el séptimo. La tradición festera de agosto la condicionaba en las comunidades rurales de antaño el fin de la cosecha y de las labores de era y granero que la seguían. Ese ciclo festivo que devenía tras concluir el del trabajo agrario se prolongaba hasta septiembre e, incluso, hasta primeros de octubre, cuando la festividad de la Virgen del Rosario casi daba por cerrados los festejos populares del verano y el primer otoño. Había –y sigue habiendo- alguna excepción, como la de Muduex, probablemente el pueblo de la provincia que más tarde celebraba sus fiestas patronales, San Diego de Alcalá, con festejo taurino y todo, ya mediado noviembre.

La emigración masiva de población del medio rural al urbano que, especialmente, se concentró en las tres primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX, pero que no cesó en las siguientes y que, incluso, aún prosigue –aunque ya de forma mucho más limitada pues la despoblación ha llegado a tal extremo que ni siquiera hay gente en los pueblos para emigrar de ellos-, ha tenido muchas consecuencias socio-económicas que pueden resumirse en una: el debilitamiento extremo del medio rural a todos los niveles. Es un tema del que vengo ocupándome de forma reiterada y recurrente desde que me inicié como “opinante” en mi recordada columna del viejo y querido “Flores y Abejas” a la que puse por título “Luces de bohemia”, tomándoselo prestado nada más y nada menos que a Valle Inclán. Mucho arroz –él-para tan poco pollo –yo-.

Efectivamente, pongo por testigos a las hemerotecas -he estado tentado de poner “testigas”, pero me he contenido hasta que el diccionario de la RAE haga su versión inclusiva de género- del hecho de que he venido ocupándome periódicamente de las consecuencias de mayor calado socio-económico que ha traído el éxodo poblacional para el medio rural provincial, pero hoy, acaso porque el sempiterno sol cegador y agobiante del julio castellano no invita a ello, voy a comentar una de las consecuencias menos trascendentales, pero sí evidentes, que ha traído esa sangría humana: el traslado a agosto de las celebraciones de muchas fiestas patronales que, tradicionalmente, se celebraban en otros meses del año. La causa es obvia: en agosto es cuando más gente hay en los pueblos y, por puro pragmatismo, en muchos de ellos –cada vez más-, han optado por programar sus fiestas en este mes porque, además de contar con el buen tiempo como aliado, es el momento en el que más cuotas se pueden recaudar para pagar la fiesta a escote y cuando más ambiente festivo se puede encontrar. O sean que “si hay que festejar, se festeja, pero festejar pa  ná…”, como diría José Mota, la Raya del dúo cómico que antes formaba con Cruz, o sea, Juan Muñoz.

No obstante, aún sigue habiendo pueblos que, como la aldea gala de Astérix ante los romanos, se siguen resistiendo a que agosto les conquiste para celebrar sus fiestas patronales, pero bien es cierto que cada vez son menos los que se aferran a sus fechas tradicionales de celebración, especialmente entre los de menor población pues, quitando ese mes, algunos otros findes del verano y la semana santa, son metáforas de soledad. A la fuerza ahorcan, como dice “el decío”.

Retomando el hilo donde lo dejé en el primer párrafo, tanta concentración festiva en agosto está obligando a optar a los festeros militantes a elegir unas fiestas y descartar otras por aquello de no poseer el don de la ubicuidad, aunque algunos no se resignan a ello y hacen dobletes y hasta tripletes verdaderamente meritorios en una sola jornada festiva. Generalmente salen ganando aquellas fiestas en las que el protagonista principal del programa de actos es el toro, de forma muy especial si este se corre en encierro y, de manera especialísima, si ese encierro es por el campo. Cierto es que viene descendiendo la programación de corridas de toros o novilladas, tanto en plazas fijas como en portátiles, así como la asistencia de público a ellas, pero es igualmente cierto que cada vez hay mayor afluencia de gente a los encierros, a pesar de que la normativa actual que los regula es tan exigente que pone francamente difícil y costosa su celebración. Bien está regular este tipo de festejos para evitar maltrato animal y propiciar la mayor seguridad posible a participantes y bienes públicos y privados, pero las exigencias normativas se han llevado tan a máximos que más parece que el legislador haya optado por quasi prohibir este tipo de festejos, que por regularlos de verdad. País de extremos el nuestro, capaz de acostarse taurino y de levantarse anti… y de muchas cosas radicales más.

Como comentaba al principio, la concentración festiva de agosto en la provincia, especialmente de las citas con programación taurina, también ha propiciado una cada vez más notoria dinámica de organización de eventos festivos en el mes de julio en la provincia, estos generalmente con mayor calado cultural y temático que los agosteños. Así las cosas, son muchas las comisiones de fiestas de los pueblos, pero sobre todo las asociaciones, que en julio programan semanas culturales para alargar las convocatorias en el tiempo y no hacerlas coincidir con las típica y puramente festivas. Aunque soy de los que creo que el toro es cultura, aunque haya bastantes incultos en el mundo del toro, enfrentar una actividad puramente cultural con un festejo taurino –o, incluso, deportivo- es apostar por las sillas vacías.

Termino llamando la atención, y aplaudiendo, el hecho de que, además de estas semanas culturales que progresivamente se vienen programando en julio desmarcándose de las fiestas agosteñas, cada vez son más los municipios de la provincia en los que se organizan en este mes eventos festivo-culturales de mayor capacidad de convocatoria e interés. Incluso, algunos de ellos, arraigando rápidamente y hasta convirtiéndose en auténticos referentes, no solo nacionales, sino internacionales, como es el caso del Festival de la Lavanda briocense al que, este año, hasta le ha salido un hermano pequeño, también alcarreño, en Almadrones. Al Festival Medieval de Hita, que el profesor Criado de Val se sacara de su creativa y docta chistera hace ya 57 años, se le han venido uniendo, entre otras citas, las Jornadas Medievales de Sigüenza –por cierto, creo que sería una buena opción no hacer coincidir ambos eventos en el mismo fin de semana pues se hacen mutua competencia-, el Festival Ducal de Pastrana, las Jornadas cifontinas de Don Juan Manuel o la Feria Medieval de Molina de Aragón, aunque ésta se celebra a finales de junio, como el ”Solsticio Folk” de Guadalajara, otra cita festiva del primer verano que nació casi con el siglo XXI y que ya se acerca a la mayoría de edad reuniendo cada año numeroso público en San Roque. Ciertamente, como decía André Malraux, “la tradición no se hereda, se conquista”.

 

La crisis del PP vista por un exmilitante

El Partido Popular está sumido en una de sus crisis políticas de mayor calado tras haber perdido el gobierno de España después de una moción de censura poliédrica -por las muchas aristas, caras y exigencias de quienes la han apoyado- encabezada por el socialista, Pedro Sánchez, al tiempo que inmerso en el proceso de elección de su nuevo presidente, tras la dimisión de Rajoy y su, justo es reconocerlo, ejemplar alejamiento de la vida política. Este proceso es novedoso en fondo y forma para los populares pues, por primera vez, va a tener voto directo la militancia en él, pudiendo -los que se han apuntado previamente y están al corriente de pago de su cuota de afiliado o, al menos, han abonado la “iguala” de 20 euros para tener derecho a sufragio- elegir a dos de los cinco candidatos que han concurrido para que sea uno de ellos, finalmente, el elegido como sucesor de Rajoy, en este caso ya por compromisarios, en el congreso extraordinario que el PP celebrará en Madrid los días 20 y 21 de julio. Como cargo electo y militante que fui del Partido Popular durante un tiempo, voy a tratar de aportar mi granito de arena a este proceso, empezando por contar mi propia historia vinculada a los populares en la que pueden verse también reflejadas algunas otras personas. O no.

Como es de público conocimiento, desde 1999 a 2007 fui concejal del Ayuntamiento de Guadalajara por el Partido Popular. En las primeras elecciones municipales a las que concurrí -las de 1999, en que ganó la lista encabezada por Bris por mayoría absoluta- fui como independiente dentro de su candidatura, mientras que a las segundas -las de 2003, en que ganó por mayoría relativa la lista de Román, arrebatándole la alcaldía el famoso pacto “de tú a lo tuyo y yo a lo mío” entre Alique y Badel– ya lo hice en calidad de militante. En 2007, de manera voluntaria, decidí no volver a concurrir a las elecciones locales por Guadalajara y ofrecí mi candidatura al PP vasco de María San Gil para completar alguna lista popular en Euskadi, en aquellos años en que presentarse en ellas, más que un acto de valentía, era casi una temeridad. Mantuve la militancia en el PP durante diez años, entre 2001 y 2011, año en que decidí causar baja del partido, justamente cuando el PP obtuvo sus mejores resultados electorales en la capital, recuperó el gobierno de la Diputación y ganó por primera vez la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. O sea que cuando se contaban por decenas, o más, las personas que, como sardinas, se arrimaban a las ascuas entonces bien calentitas del PP, yo me alejaba de ellas voluntariamente a pasar frío. Y hasta ahí puedo -mejor dicho, quiero- escribir.

Nunca he explicado públicamente las razones que me llevaron a no volver a concurrir en 2007 a las elecciones municipales formando parte de la lista de Román -que recuperó con comodidad la alcaldía para el PP, mérito fundamentalmente suyo al que contribuyó no poco Alique- como me fue ofrecido por éste, quien después ha demostrado ser, sin duda alguna, un gran alcalde, hecho refrendado por el sucesivo apoyo ciudadano recibido. El peso mayor de las razones que provocaron que no formara parte de la lista del PP para Guadalajara en 2007 son de carácter personal y por ello las voy a seguir manteniendo en la reserva. Lo que sí voy a desvelar son algunos de los motivos que me llevaron a solicitar la baja como militante del PP, exactamente el 13 de junio de 2011, apenas unos días después de que los populares obtuvieran los grandes resultados electorales antes comentados.

Como no me gusta reescribir la historia, porque eso es lo mismo que manipularla, voy a reproducir literalmente tres de los párrafos contenidos en mi carta de solicitud de baja, dirigida al entonces presidente provincial del PP, precisamente Antonio Román:

  • “(…) Como bien sé por experiencia -buena parte de ella compartida contigo en el Ayuntamiento de la capital- que ´la derrota es huérfana, pero la victoria tiene muchos padres´, estimo que mi baja no va a perjudicar en absoluto al partido, de ahí que la curse en este mismo momento, cuando se han cosechado unos triunfos electorales históricos (…)”.
  • “(…) Bien sabes que soy una persona que me muevo más por afectos que por intereses y hace tiempo que en el partido percibo bastantes más intereses -algunos, perfectamente, legítimos, pero otros, no tanto- que afectos, circunstancia que me ha llevado a sentirme muy incómodo (…)”.
  • “(…)Termino pidiéndote perdón si te ha defraudado u ofendido alguna actitud política o personal mía durante el tiempo que he sido militante del partido, al igual que se lo pido al resto de militantes, y te ruego y reitero, encarecidamente, que veles porque, al menos en el ámbito de tus responsabilidades, tanto institucionales como de partido, los intereses generales se impongan y antepongan a los particulares, se elija a las personas para ocupar cargos con criterio de idoneidad, no de amiguismo y menos aún de nepotismo, y se gestionen los ámbitos de poder que nos han otorgado los ciudadanos pensando siempre en ellos, especialmente en quienes más necesitan la protección y atención de los poderes públicos”.

Estas palabras y estas reflexiones tienen exactamente siete años, el tiempo que ha transcurrido desde que el PP arrasara en las elecciones locales y autonómicas de junio de 2011, algo que también haría después en las generales de noviembre del mismo año. Nunca me han gustado los pregoneros de lo obvio ni los voceros del “ya lo había dicho yo”, pero buscando entre mis archivos para escribir este post me he encontrado con la copia de esta carta y me ha parecido oportuna compartirla con ustedes.

Mi pensamiento es liberal y no me fío del liberalismo en el que ahora dice inspirarse Ciudadanos tras abandonar la socialdemocracia en que se inspiraba antes, dando bandazos más demoscópicos que de acomodo de valores y ejercicio de principios; por ello, creo necesario que el PP se reconstruya y renueve en torno a las tres sensibilidades que, tiempo atrás, convivieron en él perfectamente, le llevaron al triunfo electoral y a sacar a España de algunas encrucijadas: el liberalismo, la democracia-cristiana y el conservadurismo moderado. Aunque la dura crisis sufrida por España obligara a los gobiernos de Rajoy a tomar alguna decisión forzada, otras se han tomado voluntariamente, alejándose de sus propios principios ideológicos y entregándose a un supuesto pragmatismo, condicionado más bien por complejos que por certezas. Si a ello unimos la bajeza moral y golfería de algunos dirigentes y cargos electos que han llevado la corrupción hasta la misma sede central del PP en la madrileña calle Génova, es fácil entender cuáles son las principales causas que han llevado a los populares a vivir su momento crítico actual y al evidente y masivo alejamiento del partido de gran parte de su electorado e, incluso, militancia. Si al centro derecha español le va mal, a España le va muy mal porque la izquierda sigue empeñada en ganar una guerra que perdimos todos hace 80 años, se cuestiona la nación española, le acompleja su unidad, antepone el Estado a la sociedad y aún no ha entendido que el marxismo fue un fracaso.

 

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