“¿Bono bueno? el bono bus…”

             Reconozco que si hay un personaje político que siempre me ha llamado la atención por su camaleonismo en pro de su supervivencia, por su permanente afán de protagonismo, por su indisimulado flirteo con el cinismo y por sus reiteradas sobreactuaciones ese es, sin duda, José Bono, exdiputado nacional por Albacete, exdiputado nacional por Toledo, expresidente del Congreso de los Diputados, exministro de Defensa y, fundamentalmente, expresidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Y he dicho fundamentalmente porque ese es el cargo que más tiempo ha ocupado, exactamente desde 1983 a 2004, y gracias al que disfruta de una serie de privilegios, que nos cuestan 160.000 euros anuales a los habitantes de esta deficitaria y empobrecida región, privilegios que están recogidos en el artículo 9 de la Ley 11/2003, de 25 de septiembre, del Gobierno y el Consejo Consultivo de Castilla-La Mancha, que, por supuesto, promovió el propio Bono, entonces aún Presidente de la Junta, sólo unos meses antes de que renunciara al cargo, cruzara el río que dijo que jamás iba a cruzar, o sea, el Tajo, y se fuera a Madrid a presidir el Congreso. Ese artículo 9 de la antes citada Ley bonista y pro-Bono, textualmente, dice: “(Los expresidentes de la Junta) tendrán derecho a una Secretaría de apoyo, dotada con dos personas; un local de oficina con los medios adecuados; un conductor; un automóvil de representación perteneciente al parque móvil de la Junta de Comunidades y un Servicio de seguridad y protección personal”.

             Como es sabido, hace menos de una semana que el PP de Castilla-La Mancha sometió a debate y votación una proposición de ley en las Cortes Regionales para modificar ese artículo de la Ley 11/2003 -que en realidad se trata de una ley “de caso único”, pues sólo se beneficia de ella Bono al haber renunciado Barreda a esos privilegios por ya gozar de los que tiene como Diputado al Congreso por Ciudad Real– con el fin de suprimir sus prebendas como expresidente regional y ahorrar los 160.000 euros que cuestan al erario público; cabe recordar que la pensión media en Castilla-La Mancha es una de las más bajas de España y apenas llega a los 800 euros mensuales.

Evidentemente, con esta iniciativa parlamentaria, el PP pretendía poner en un compromiso al PSOE regional -que, perdidos los cargos y las cargas de la Junta, anda más perdido que un torero en Siberia- y dar una patada a Bono en el culo de Page, el actual secretario regional de los socialistas y pupilo y protegido de don José –aunque muchos le llaman “Pepe”- desde sus inicios en la política, a muy temprana edad. ¿Y qué actitud adoptó el Grupo Socialista ante esta iniciativa de los populares? Pues la peor posible, que es hacer la “espantá” y abandonar sus escaños de los “Gilitos” –hay nombres que son verdaderamente contundentes, definitorios y expresivos- para no estar presentes en la votación de la proposición de ley del PP, un gesto político que permitió que no se aprobase puesto que para ello era necesaria una mayoría, no sólo absoluta sino cualificada, de 3/5 de los Diputados que conforman actualmente las Cortes Regionales, a la que no se podía acceder con los únicos votos de los populares, sino que eran precisos todos los suyos y, al menos, los de otros cinco del PSOE. O sea que, gracias al errático posicionamiento del Grupo Socialista, José Bono sigue manteniendo sus privilegios como expresidente de la Junta, algo, a mi juicio, inaceptable en los duros tiempos que corren y menos aún mientras el PSOE no se cansa de criticar los recortes en los servicios públicos, cuando este partido dejó las arcas de la Junta como al “gallo de Morón”, sin plumas y cacareando. No es, precisamente, un servicio, ni muy público ni mucho menos social, el que Bono tenga una oficina, dos secretarias, un chofer, un coche oficial y una seguridad privada pagada por los habitantes de esta región en la que más del 30 por ciento de los hogares viven por debajo del umbral de la pobreza, según datos de la siempre fiable Cáritas.

 

Pero lo peor de todo no es lo que hizo el Grupo Socialista en las Cortes de Castilla-La Mancha para que Bono siga manteniendo los privilegios que él mismo (se) aprobó para los expresidentes regionales, sino lo que el interesado –nunca mejor dicho-dijo al respecto: Que “no tiene el más mínimo problema” en que se eliminen los privilegios a los expresidentes de Castilla-La Mancha. Pues, si eso es así, ¿por qué el Grupo Socialista de las Cortes Regionales no apoyó la proposición de ley del Grupo Popular, a petición del propio Bono, o éste no ha renunciado voluntariamente a sus privilegios? Él, que estudió en los jesuitas de Alicante y que tiene por asesor de cabecera a un exsacerdote, sabe muy bien que “una cosa es predicar y otra dar trigo”.

Termino citando al mismísimo José Bono en su discurso de toma de posesión como presidente del Congreso de los Diputados: “(…) yo no me atrevo a pedir que nuestra conducta sea ejemplar para la ciudadanía. Estimo más necesario pedir que seamos nosotros quienes tomemos ejemplo de la sociedad española”. A ver si va a tener razón un amigo mío que dice que el único “Bono bueno es el bono-bus”, eslogan de una campaña publicitaria de la EMT madrileña, a finales de los años setenta, cuando el de Salobre militaba en el indubitadamente marxista PSP, de Enrique Tierno Galván, antes de que se hiciera “amigo” del excardenal de Toledo, don Marcelo González, y mucho antes de que el exobispo de Sigüenza, don Jesús Pla, le prohibiera ser padrino de un bautizo cristiano en Molina de Aragón por no reunir las “virtudes” exigibles a tal figura. El por qué el “Viejo profesor” les dijo a sus correligionarios del PSP “¡que no se entere Pepito!”, refiriéndose a Bono, en un momento crucial de las negociaciones de integración del partido de Tierno en el PSOE, lo dejo para otra vez porque, sin duda, habrá ocasión. Ya se encargará él de volver a la palestra…

 

 

 

 

 

 

 

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