Archive for mayo, 2024

Los cinco colores de la Alcarria

Cuando escribo esta entrada estamos en vísperas del macro-puente que este año se nos ha juntado en el calendario a los residentes en Castilla-La Mancha y que se inicia el jueves, 30 de mayo, con la festividad por lo civil del Corpus Christi, prosigue el viernes, 31, con el “día de la región” —San José Bono, San José María Barreda, Santa Cospedal, en tiempos, y ahora San Emiliano García, como llamo yo jocosamente a esta jornada festiva pues si a Georges Brassens no le sabía levantar la música militar, a mí aún menos esto que irónicamente podríamos llamar “manchegui eguna”— y, después, lo completan el sábado y el domingo, 1 y 2 de junio. Cuatro días no laborables cuatro, como diría un cartel taurino —con perdón del ministro Urtasun, un antitaurino de manual al que han dado la competencia de preservar la tauromaquia; o sea, han puesto al zorro a guardar las gallinas…—, que llegan cuando la primavera ya tiene ganas de ser verano, aunque aún no hemos alcanzado el 40 de mayo. En la capital de la provincia, el almanaque se la ha puesto al activo concejal de festejos, Santiago López Pomeda, cortita y al pie, usando un símil futbolero —vamos, solo para empujarla—, y ha decidido aprovechar la coyuntura para programar la “feria chica” menos chica de los últimos años pues durará cuatro días y medio, al haber ya actividad el miércoles, 29, por la tarde-noche. No obstante, el domingo, 2, festividad del Corpus por lo religioso, en la fiesta de las peñas —que eso fue, es y será siempre la llamada feria chica—, decaerán los actos festivos chicos en favor de esta tradicional celebración, cuyo punto álgido lo protagoniza la procesión del Santísimo, que abre la plurisecular y guadalajareñísima Cofradía de los Apóstoles.

                Es tan grande el puente con el que vamos a despedir mayo y a recibir junio que, más que un puente, podríamos calificarlo de auténtico “acueducto”, si bien no tiene los 167 arcos del magnífico de Segovia, pero sí que lo podemos comparar con el de Zaorejas, que es llamado “el puente romano” porque de él solo se conserva una gran arcada. En alguna publicación, incluso oficial, he leído que es el único que hubo o hay en la provincia, que data del siglo II d. C. y que conducía el agua a la antigua “Carae”, identificada con el actual Zaorejas. En sus orígenes salvaba el desnivel formado por el barranco del arroyo de Fuentelengua y aprovechaba las aguas del paraje de la Barbarija, situado a unos 1260 metros de altitud. Zaorejas está a una altitud sobre el nivel del mar de 1225 metros. Eso de que el de Zaorejas era o es el único acueducto romano que hay en la provincia, se desmintió en 2016, cuando apareció uno en Caraca (Driebes), además anterior, del siglo I d. C. Según los máximos responsables de este hoy notorio yacimiento arqueológico, Emilio Gamo y Javier Fernández Ortea, el canal original de Caraca tendría una longitud cercana a los 3 kilómetros, la distancia que hay entre el manantial de Lucos, del que proceden las aguas, hasta el Cerro de la Virgen de la Muela, donde se ubican los restos de esta ciudad romana que, a finales del XIX y durante buena parte del XX, sobre su entonces incierta ubicación, incluso se especuló que estuviera en Guadalajara (también en Carabaña), de ahí el equívoco gentilicio de caracenses que durante un tiempo se adjudicó a los arriacenses. Hasta el nombre de un liceo da fe de esta circunstancia.

Cardos de la Alcarria. Plumilla y aguada. Ángel MALO 2024

                Y así las cosas, casi ya montados a horcajadas sobre este “acueducto” festivo, la primavera apunta directamente al verano, después de que mayo haya marceado durante muchos días. Cada vez hay menos primaveras y otoños y más veranos e inviernos. La radicalidad se impone sobre la templanza, y no solo en la climatología. ¿Dónde han quedado las escalas de grises entre el negro y el blanco? O mejor, cabe preguntarse ¿por qué la paleta de la vida tiene cada día menos colores, aunque los que conserva cada vez son más intensos? No es minimalismo —puede que mental, sí— lo que nos envuelve; es puro y duro reduccionismo. Quitar matices a la vida es eliminar adjetivos del diccionario. Y opciones. Es dividir las cosas, y restar, por tanto, dando cada vez menos posibilidades. Es homogeneizar todo, que no es lo mismo que igualar. Y es dejar paulatinamente más fuera a los heterodoxos, gracias a quienes ha cambiado el mundo porque los ortodoxos no suelen tener perspectiva. Menos mal que quienes vivimos en la Alcarria, que no en la Mancha por mucho que se empeñen en el error incluso prestigiosos periódicos y afamados periodistas de manera recurrente; menos mal, decía, que quienes vivimos en la Alcarria aún tenemos la oportunidad de ver belleza y color hasta entre las malas hierbas, como la vio y definió Cela, el más grande ingeniero en alcarrias, cuando justo ahora se cumplen 39 años que hiciera su “Nuevo viaje a la Alcarria”, exactamente también 39 años después de hacer el primero y más grande, su verdadero y genuino “Viaje a la Alcarria”. En su imponente Rolls blanco y junto a su espectacular choferesa negra, que él bautizó como Oteliña, aunque en realidad se llamaba Viviana Gordon, CJC escribía así cuando, a primeros de junio de 1985, viajaba entre Torija y Fuentes de la Alcarria: “La carretera discurre por una llanura de bellísimo y verde cereal (…), salpicada de malas yerbas de colores hermosos: rojo, violeta, blanco, amarillo y azul”. El rojo de las amapolas, el violeta de la flor de la salvia, el blanco de los pétalos de las margaritas y de los “trifolium”, el amarillo de la genista y el azul, más bien púrpura, del cardo borriquero, ese que tanto abunda por aquí y que es de una belleza armada, agresiva, desafiante, territorial. ¿Qué le habrán hecho a la Alcarria que en vez de soldados tiene cardos para defenderse?

Y juntos callamos el silencio

En la jornada de sábado de la recién concluida Feria del Libro de Guadalajara (Castilla – España) —hago esta aclaración, aparentemente innecesaria, porque una de las ferias del libro más importantes del mundo, la famosa FIL, se celebra en la Guadalajara de Méjico— tuve el placer, el honor y unas cuántas cosas más de similar sensación y estado de ánimo, de presentar mi poemario más personal que he titulado “Ha callado el silencio”. Sin duda fue un placer reunir en torno a un libro, mío y además de poesía, a un centenar largo de personas en una mañana sabatina de mayo que invitaba más a recorrer caminos de andar y ver que de palabras. La Concordia, el parque de los parques de Guadalajara, es un lugar especialmente acogedor en un día de primavera y no se me ocurre mejor marco que él para nuestra feria del libro, pero una carpa en sus medios —por utilizar un símil taurino—, entre gritos de niños compitiendo por un sitio en el columpio o un turno en el tobogán, con personas yendo, viniendo y mercadeando entre las casetas feriales, entre mensajes de megafonía y otros ruidos contaminantes para el oído, convierten ese lugar en un medio un tanto hostil para la presentación de libros. A pesar de estos inconvenientes y con el viento a favor de lo que no deja de ser una fiesta del libro al aire libre y la llamada siempre convocante y gratificante de la amistad, “Ha callado el silencio” vio la luz y con ello se ha cumplido una máxima que no hace falta que avalen Dovifat, Enzensberger, Laswell o Shannon, algunos de los más grandes del mundo de la comunicación: nada se ha escrito si no es leído. Doy por hecho que quienes compraron el libro en la propia feria, al menos, lo van a hojear —pasar hojas— y ojear —echar un vistazo—, y, como poco, leer algún poema para valorar si merece la pena seguir leyendo más. Los primeros “feedbacks” que me han llegado —perdonad que acuda al inglés para definir la valoración que les ha merecido el libro y me han transmitido quienes ya lo han leído, pero la voz española retroalimentación es polisilábica y tiene una “r” tan fricativa en su inicio que me echa un poco para atrás—, reconozco que han sido bastante favorables, aunque, claro está, soy consciente de que la gente suele ser muy amable e indulgente en sus opiniones sobre obras cuando hablan con sus autores. Se suele decir lo bueno, dejar una ventana abierta a lo regular y cerrar la puerta a lo malo. Yo siempre he defendido la amabilidad como una de las actitudes y convenciones sociales más necesarias, así que, les quedo muy agradecido a los primeros y tan favorablemente opinantes. Los demás, pueden callar para siempre si no van a mejorar el silencio o sus palabras pueden herir mi autoestima que, aunque a algunos no se lo parezca, pasa por las lógicas dudas de quien ha comenzado un viaje sin mapas, planos ni GPS.

Portada del nuevo poemario de Jesús Orea que se presentó en la Feria del Libro de Guadalajara (Castilla – España).

                “Ha callado el silencio” es mi poemario más personal, después de haber publicado una trilogía de suites poéticas vinculadas a mis tres geografías de referencia: “Suite Comillas”, “Guadalajara suite nocturna” y “Suite Alcarria”, unos poemarios visuales en los que tuve la gratificante compañía de un amigo y fotógrafo excepcional, como es Nacho Abascal, un artista plástico de primerísimo nivel, como es David Pasamontes, y una arquitecta con gusto y buena mano para el diseño gráfico como es mi hija, Ana. La buena acogida que tuvieron estas tres obras, pues están prácticamente agotadas las dos primeras y la tercera va camino de ello, me animaron a salir de mi zona de confort, como fue escribir sobre las tierras que más quiero, mis paisajes por excelencia, mis ecosistemas vitales, y contar mis sensaciones y abrir mis sentimientos en esta nueva obra. Como es advertible, su título es una paradoja o un oxímoron, que, según explico en su presentación en prosa, “si ha callado el silencio, a la palabra no le queda otra que gritar, no bastan ya los susurros”. Y conste que ese gritar no es literal, es metafórico, porque el tono del poemario es contenido, sosegado, como yo mismo cuando no soy yo.

Mi nuevo libro, que hace el catorce de los ya editados, es un poemario conformado por 36 piezas que está dividido en cuatro actos o tiempos: Logos (Palabra/pensamiento/razón), Bios (Vida/naturaleza), Eros (Amor/deseo) y Thanatós (Muerte). Logos es la palabra portavoz del pensamiento y fachada de la poesía en este caso; Bios es la naturaleza animal que corre, nada y vuela, la vegetal que nace de la tierra, crece y nos da oxígeno y fragancias, la mineral que no late, pero pauta; Eros es el amor y el desamor, la seducción y la pasión, incluso la lujuria y la lascivia o, simplemente, el primer deseo juvenil o la palabra que busca pareja… y Thanatós es el cuarto jinete, la parca con su guadaña, la hora última, el final del camino…

Presentación del poemario ´Ha callado el silencio` en la Feria del Libro de Guadalajara

Se que la poesía no está muy de moda, de hecho, solo lo estuvo, y de forma relativa, un tiempo en la Edad Media y el Renacimiento —cuando se mostró en forma de romance y como fórmula de narración oral o iba unida a la música—, y el Romanticismo, aunque menos de lo que parece pues muchos románticos murieron sin vender un soneto. El mismísimo Platón, uno de los más grandes filósofos griegos y, por tanto, uno de los padres del pensamiento, venía a decir que los cuerdos no están llamados al mundo de la poesía. Debe ser cosa de locos sí, pues, aunque cada vez somos más los que nos auto otorgamos el carné de poeta, sólo uno de cada cien libros que se venden en España es de poesía. Justo es decir que son escasos los poetas profesionales que pueden permitírselo y escriben para vender, pero que somos casi legión los que tan solo escribimos para expresar sentimientos —“alucinaciones” que llamaría Pepe Hierro— y sensaciones —“reportajes”, según el autor de “Cuaderno de Nueva York”— y que nos lean, aunque solo sean los amigos, los conocidos y algún despistado. Si te identificas con alguno de estos tres grupos de personas y quieres ayudarme a callar el silencio, mi nuevo poemario es barato, lo ha editado muy bien una gran editorial especializada en literatura como es la granadina “Valparaíso”, se va a distribuir en España y en la América de habla hispana y lo puedes adquirir por internet o, mejor, en alguna librería de Guadalajara. En LUA me consta que lo tienen.

N. B.- Si alguien tiene pensado ir a Madrid el domingo, 2 de junio, a dar una vuelta por la Feria del Libro, en el parque del Retiro, ese día, de 10,30 a 12,30, estaré firmando ejemplares de mi nuevo poemario en la caseta de la editorial “Valparaíso” (que es las 323). ¡Nos seguimos viendo en los parques y en torno a los libros!

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