¡Vaya valla!

                Está pasando prácticamente inadvertida y poco menos que como una obra menor una actuación que juzgo de calado y trascendencia notables cual es la de restauración de la reja del afamado arquitecto, Ricardo Velázquez Bosco, que forma parte de la cerca, verja o valla perimetral original que aún se conserva del antiguo recinto de la Fundación y el Panteón de la Condesa de la Vega del Pozo, vulgo Adoratrices, situada entre el nuevo parque que tomó este nombre y el de San Roque. La obra se inició el pasado verano y concluirá mediado este invierno, si se cumplen los plazos inicialmente previstos. El proyecto, cuyo importe asciende a 320.000 euros, está financiado en un 75 por ciento por el programa del “1,5 por ciento cultural”, que gestionan conjuntamente el Ministerio de Fomento y el de Cultura. Este programa responde a lo determinado en el artículo 46 de la Constitución que señala que “los Poderes Públicos deben garantizar la conservación y promover el enriquecimiento del patrimonio histórico, cultural y artístico de los pueblos de España y de los bienes que lo integran”. Para ese fin, la Ley de Patrimonio Histórico estableció en 1985 el porcentaje mínimo del 1 por ciento a aplicar sobre el presupuesto de las obras públicas que se ejecutan por la Administración del Estado. En 2014, el Ministerio de Fomento amplió su aportación, pasando del 1 al 1,5 por ciento del presupuesto de las obras que licita. El 25 por ciento restante de la actuación en la reja lo aporta el Ayuntamiento de Guadalajara que fue quien solicitó en 2017 a Fomento esta subvención después de haber llevado a cabo en ella en 2014 una actuación previa de saneamiento y mejora, por importe de más de 100.000 euros. Cabe recordar que fue también el entonces equipo de gobierno de Antonio Román el que ejecutó en 2010 la magnífica obra de construcción del parque de Adoratrices que, además de incrementar las zonas verdes de la ciudad, conllevó la puesta en valor de un entorno histórico-artístico de primer orden, previamente ocupado por un viejo solar abandonado, deteriorado y sucio 355 días al año y que solo durante 10 hacía de recinto ferial y, además, en precarias condiciones.

«Lo he dicho en muchas ocasiones y lo diré en cuantas sea necesario y más: Guadalajara es una ciudad que, por diversas causas, ha visto deteriorarse en el tiempo, de forma muy notoria, incluso sangrante a veces, su patrimonio histórico-artístico, pero que aún conserva una parte significativa de él que hay que gestionar de manera activa y adecuada «

La reja de Adoratrices fue declarada Bien de Interés Cultural, con la categoría de Monumento, en 1993, por lo que es un bien protegido. Se trata de un elemento excepcional de la cantería y rejería del siglo XIX, del estilo ecléctico propio de la segunda mitad de esa centuria -en este caso se combinan los gustos renacentista y plateresco- cuyo proyecto y ejecución se deben al eminente arquitecto burgalés, Ricardo Velázquez Bosco, quien llevó a cabo en Guadalajara algunas de sus obras de referencia, gracias a la Condesa de la Vega del Pozo. Por expreso encargo de ésta, Velázquez Bosco proyectó y dirigió las obras del Panteón y la Fundación de la Condesa, espléndido conjunto de edificios perimetrado por la artística cerca de la que ahora solo se conserva la original en el tramo que está restaurándose, tras, en unos casos, haberse perdido los muros del norte y el oeste no enrejados, y, en otros, haberse sustituido por unos nuevos, como el que discurre por la calle santa María Micaela. Por cierto, esta santa canonizada en 1934, era tía de la propia Duquesa y fueron las religiosas Adoratrices, que ella fundara, unas de las principales beneficiarias de su herencia, pese a morir ab-intestato, es decir, sin dejar testamento hecho. Otras destacadas obras de Velázquez Bosco realizadas en la capital y auspiciadas por la Duquesa fueron las del palacio de ésta -hoy colegio Maristas– y el poblado de Villaflores, actualmente en lamentable estado de ruina y abandono, pese a que la mercantil que urbanizó el espacio de Valdeluz que pertenece al término municipal de Guadalajara debió depositar una importante fianza para acometerse en él obras de restauración y acondicionamiento. Confío en que el nuevo equipo de gobierno del Ayuntamiento desbloquee este tema, al igual que el del Fuerte -que ya huele-, y consiga que la Junta se implique de una vez por todas y no con cuentagotas en la recuperación patrimonial de Guadalajara, aunque sea con las migajas de lo que ha quedado en las importantes inversiones que en este sentido ha hecho en otras ciudades de la región, especialmente en Toledo.  

Lo he dicho en muchas ocasiones y lo diré en cuantas sea necesario y más: Guadalajara es una ciudad que, por diversas causas, ha visto deteriorarse en el tiempo, de forma muy notoria, incluso sangrante a veces, su patrimonio histórico-artístico, pero que aún conserva una parte significativa de él que hay que gestionar de manera activa y adecuada, primero restaurándolo debidamente, y, después, adaptándolo a nuevos usos, en el caso de los edificios de carácter civil cuya funcionalidad primigenia haya cesado ya o quedado obsoleta. Y en el Fuerte y en Villaflores, a mi juicio, es por donde hay que empezar, entre otras razones porque o bien hay sentencias -caso del Fuerte- que obligan en este caso a la Junta a intervenir en él, o hay ya recursos económicos -caso de Villaflores- para poder iniciar actuaciones que, al menos, lo salven de la ruina y paralicen su progresivo deterioro. Si quieren ideas para llevar a cabo después en el antiguo poblado, Javier Borobia y yo, cuando coincidimos en el ayuntamiento en el mandato 2003-2007, ya lanzamos una batería de ellas que pueden servir de partida, o no, pero que por lo menos contribuyan a abrir el debate de futuros usos de ese singular conjunto arquitectónico.

En todo caso, hoy aplaudo la actuación que se está llevando a cabo en la valla/verja/cerca/reja de Adoratrices, promovida por el anterior equipo de gobierno municipal, e invito al actual a que la complemente arreglando y adecuando la acera que da a san Roque e iluminando monumentalmente la propia reja; si esto último se hace bien y con las tecnologías actuales, puede quedar espectacular.  

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