El pino dormido

Decía Antoine de Saint Exupéry, el padre del “Principito”, que “el mundo es una cosa muy grande llena de pequeñas cosas hasta los bordes”. Parece mentira que un aviador militar como era él, a quien se le presupone una personalidad enérgica, fría y racionalista para dominar su aparato y combatir en el aire, tuviera la sensibilidad y la ternura tan a flor de piel como para escribir algo con tanta delicadeza como ese conocidísimo cuento poético y decir cosas de tanto calado y sensibilidad como las que contiene la frase de la cita.

Recordé este pensamiento de Saint Exupéry -cuyo memorial en el Panteón de París se limita a una referencia a él grabada en un muro pues sus restos no pueden reposar allí como los de otros ilustres franceses al haber desaparecido en 1944 en una misión de reconocimiento aéreo en el Mediterráneo durante la II Guerra Mundial- cuando pasé cerca del singular y conocido pino inclinado que hay junto al parque de la Concordia, cerca del inicio del paseo de San Roque, y cuyo entorno, recientemente, ha sido urbanizado y adecentado, dignificando al árbol, a quien ha ordenado que se acometiera esta actuación y a la propia ciudad.

El pino inclinado, inclinadísimo, de la Concordia, no es un árbol más de los muchos que hay en esta ciudad en la que, afortunadamente, podemos disfrutar de numerosas y amplias zonas verdes, uno de los factores decisivos para que en ella gocemos de una apreciable calidad de vida. Los parques son los jardines compartidos de todos los ciudadanos, especialmente de quienes no los tenemos privados, que somos la inmensa mayoría. Un parque es patrimonio y monumento vivo de una ciudad que crece con sus ciudadanos, que siente como sus ciudadanos y que, a veces, hasta padece como ellos. Al parque vamos de la mano cuando somos pequeños, en él intentamos tomársela al primer amor cuando moceamos, a él y también de la mano llevamos a nuestros hijos y en él cogemos del brazo a nuestros mayores, al igual que a nosotros nos lo cogerán algún día. El parque cambia y vive con nosotros.

El pino inclinado de la Concordia, como decía, no es un árbol más de esta ciudad con tanta arboleda encontrada, que no perdida como la de Alberti; es uno de sus árboles más singulares porque, bien al contrario que la gran mayoría de sus congéneres, ha jugado a la horizontalidad en vez de a la verticalidad, a buscar con su tronco la tierra en otros solo reservada a las raíces, a huir del cielo en vez de buscarlo con su copa, acaso porque siempre puede esperar. A ese pino le han querido condenar a muerte muchas veces gentes que preferían verlo talado y dejando un par de plazas de aparcamiento más, antes que permitirle seguir creciendo en paralelo al suelo; doy fe de ello porque siendo concejal de parques y jardines del ayuntamiento de la capital, fueron varias las ocasiones en que recibí presiones para proceder a su tala, algo a lo que me negué como es evidente que han hecho quienes me han sucedido en esa responsabilidad. La vida de un árbol, y más si es singular como este, vale más que el racionalismo urbanita que, disfrazado de pragmático, no deja de ser brutalismo. Una ciudad sin coches es posible; sin árboles, no lo es. No solo es posible, sino deseable; y no voy de ecologista cañí por la vida, sino de simple naturalista que goza con la vida animal y vegetal y no tiene el corazón de mineral. Talar un árbol porque esté inclinado y sea viejo es lo mismo que quitar la vida a una persona por tener una minusvalía acusada, ser mayor o, sencillamente, ser distinta. ¡Vivan las diferencias, aúpa los adjetivos frente a los sustantivos, bien por quienes se salen de las autovías para transitar carreteras comarcales, un diez para quienes cuentan los astros luminosos, acaso guiados por el Principito cuando se pregunta si las estrellas se iluminan con el fin de que, algún día, cada uno pueda encontrar la suya!

El pino inclinado de la Concordia, gracias al adecentamiento y ornato acometido en su entorno por el ayuntamiento de Guadalajara, ya no está ocupando plazas de coches, ni rodeado de contenedores de basura, ni desahuciado esperando su lanzamiento de la mínima porción de ciudad que ocupa. El pino inclinado, inclinadísimo, de la Concordia no estaba tumbado esperando la muerte, estaba dormido. Está dormido.

Siendo niño, yo me he subido a ese pino sin la necesidad de trepar gracias a su generosa inclinación, de mozo he pelado la pava con alguna chica junto a él, ya de padre, he llevado a mis hijas a que fueran ellas las que anduvieran sobre su tronco y junto a él he recibido los últimos consejos de mi padre cuando la Concordia se convirtió, ya en su vejez, no solo en su jardín, sino en su cuarto de estar. Parafraseando a Saint Exupéry, aunque poniendo pino donde él puso rosa, me congratulo mucho de que el pino inclinado de la Concordia, mi pino, tu pino, el pino de él, nuestro y vuestro pino, el pino de todos, pueda seguir durmiendo:  «Fue el tiempo que pasaste con tu pino lo que le hizo tan importante”.

DAFO, más siglas para la sopa

Un reputado ingeniero químico norteamericano, Albert S. Humphrey, que trabajó como consultor de empresas especializado en organización, creó hace ya más de medio siglo el conocido como “Análisis DAFO”, una sencilla, pero muy útil, herramienta que permite estudiar y valorar la situación de una empresa o de un proyecto determinado tras analizar sus debilidades, amenazas, fortalezas y oportunidades, factores de los que, unidas las primeras letras de cada uno de ellos, surge el acrónimo con el que es conocido. A este método de trabajo, también llamado FODA o SWOT, muy utilizado para valorar la viabilidad de una empresa o de un proyecto, me acerqué hace ya una veintena de años gracias a un curso de marketing que hice con docentes de la prestigiosa ESIC, dirigido por un profesor muy sabio en la materia, sapientísimo, diría yo, José Luis López Sabio.

Esta herramienta de trabajo no solo es utilizada en el ámbito empresarial y económico, sino que también es exportable al ámbito sociopolítico, como ahora veremos, pues trataremos de hacer con ella una valoración de las expectativas electorales de las principales opciones políticas que compiten por la alcaldía de la capital de la provincia. Evidentemente, el método DAFO no son matemáticas puras, ni una fórmula magistral; bien al contrario, hay en él un notorio componente de subjetividad que depende de quien realiza el análisis, pero si este no se acerca lo más posible a la objetividad, se estará haciendo trampas en el solitario. Hoy ese analista seré yo y, si bien mi posición política y hasta mis simpatías personales son sobradamente conocidas, entre otras razones porque jamás las he ocultado, procuraré ser objetivo para que el DAFO tenga un mínimo de credibilidad y ayude al lector a reflexionar sobre los puntos fuertes y débiles, tanto externos como internos, de los partidos políticos que, a mi juicio y para el de las encuestas que conozco, tienen más posibilidades de alcanzar representación en el ayuntamiento de Guadalajara: PP, PSOE, Ciudadanos, Unidas Podemos, Vox y Aike.

Antes de realizar ese análisis es preceptivo determinar la “misión” de la empresa o el proyecto que queremos valorar con el DAFO; para ello deberíamos preguntarnos en este caso qué es lo que persiguen los partidos políticos que compiten por la alcaldía y el gobierno municipal de Guadalajara y que, evidentemente, no es otra cosa que ganar las elecciones; no obstante, yo, que soy un bien pensado y miro siempre de reojo al futuro, les aconsejo que amplíen las miras y los objetivos de su misión: Conseguir y mantener votantes satisfechos. Esa misión que les propongo va más allá del 26 de mayo y conviene a todas las partes: electores y elegibles, candidatos y votantes.

Vayamos ya con mi análisis DAFO aplicado a las próximas elecciones municipales en la ciudad de Guadalajara, no sin antes advertirles que, por economía y limitación de espacio, únicamente voy a destacar una valoración por factor de cada partido:

Partido Popular:

Debilidad: El desgaste de 12 años de gobierno.

Amenaza: El mal momento político del Partido Popular, evidenciado en los malos resultados que ha obtenido en las pasadas elecciones generales, también en la ciudad.

Fortaleza: Antonio Román es un alcalde consolidado que ha sido el más votado en cuatro comicios consecutivos y alcalde en tres y que en las últimas elecciones generales ha logrado ser el senador con más votos en Guadalajara, evidenciando que tiene un significativo apoyo personal.

Oportunidad: Los candidatos de Vox y Ciudadanos, opciones que podrían restarle más votos, son nuevos en política y poco conocidos.

PSOE:

Debilidad: Alberto Rojo ya ha ocupado cargos en distintos ámbitos y administraciones, ofreciendo un perfil de “profesional” de la política.

Amenaza: El candidato socialista es el delegado de la Junta en Guadalajara y puede pagar el desgaste de que la administración regional haya perjudicado -por no decir, discriminado- de manera notoria a la ciudad en varios e importantes proyectos.

Fortaleza: El desgaste del PP y de Román, al tiempo que la división del voto en el centro-derecha.

Oportunidad: El candidato socialista es una persona moderada y de buen trato.

Ciudadanos:

Debilidad: La gestión de su portavoz en el Ayuntamiento, Alejandro Ruiz, estos cuatro años ha sido desconcertante en muchos casos y muy poco útil para la ciudad.

Amenaza: Que los numerosos votantes de Ciudadanos que proceden del PP detecten que con su voto podría inclinarse el ayuntamiento hacia la izquierda.

Fortaleza: Ciudadanos es un partido en evidente crecimiento y es probable que sea la llave de la gobernabilidad en muchas instituciones y ayuntamientos, incluido el de la capital.

Oportunidad: Rafael Pérez Borda es un buen profesional que quiere implicarse en política y no un político profesional.

Unidas Podemos:

Debilidad: La escisión del antiguo grupo “Ahora Guadalajara” que ha derivado en “Aike” y que puede restar a UP muchos votos.

Amenaza: En las últimas elecciones generales se ha evidenciado que una significativa parte del voto del PSOE que marchó a Podemos está volviendo a votar socialista.

Fortaleza: Es la primera vez que Podemos se presenta con su marca original a las elecciones locales, aunque sea en coalición.

Oportunidad: El candidato de UP, José Morales, es una persona con gran formación y buen talante.

Vox:

Debilidad: Su candidato, Antonio de Miguel, es muy poco conocido.

Amenaza: Su propio posicionamiento político como derecha dura que limita mucho el campo de su potencial electorado

Fortaleza: Vox es un partido emergente que acaba de entrar por primera vez en el Congreso de los Diputados.

Oportunidad: Es una alternativa para quienes, siendo de derechas, quieran pasar la factura del desgaste al PP y a Antonio Román.

Aike

Debilidad: Es una opción independiente, pero claramente situada en la izquierda, lo que limita su potencial electorado.

Amenaza: Ser una opción política de nueva creación y no apoyada por los partidos con mayor peso y fuerza electoral.

Fortaleza: Su proyecto y mensaje guadalajareñista, equidistante de “Madrid” y de “Toledo”.

Oportunidad: Captar los votos de los desencantados con los partidos tradicionales y los ya no tan nuevos, especialmente los de izquierdas.

Ya saben que, en política, después de la lengua, la literatura y la filosofía (o sea, las campañas y los análisis electorales), vienen las matemáticas (es decir, los votos). El 26-M nos toca hablar (en las urnas) a todos.

 

La división de “las derechas” multiplica a la izquierda

Las noches electorales suelen ser muy largas pero la de ayer fue inusualmente corta -a las 11 estaba ya todo el pescado vendido- porque las encuestas, especial y sorprendentemente la del CIS de Tezanos, se acercaron mucho a los resultados finales por lo que no hubo demasiadas sorpresas, más bien constataciones de lo ya previsto, aunque algunas previsiones se quedaron cortas y otras se fueron de largo. La noche del 28-A se podría resumir en estos cinco titulares:

1/ Triunfo y mayoría suficiente del PSOE para gobernar (123 diputados, 38 más que en 2016)

2/ Histórico batacazo del PP (66 diputados, 71 menos que en 2016)

3/ Gran resultado de Ciudadanos (57 diputados, 25 más que en 2016)

4/ Irrupción atenuada de Vox en el Congreso (24 diputados y con representación parlamentaria por primera vez, aunque lejos de sus mejores expectativas)

5/ Debilitamiento de Unidas Podemos (35 diputados, 10 menos que en 2016)

Para conocer las consecuencias que de estos resultados se van a derivar en la gobernabilidad de España aún tendremos que esperar unas semanas pues es improbable que se cierren pactos de gobierno antes de las elecciones municipales y autonómicas del 26 de mayo, por pura estrategia política pues esos pactos podrían levantar el faldón de algunos partidos -especialmente de Ciudadanos- y vérseles el verdadero color de la enagua, lo que podría tener repercusiones negativas directas en las urnas para sus candidatos autonómicos y municipales y sus socios. En todo caso, parece claro que Pedro Sánchez va a seguir siendo presidente del gobierno y no va a tener que cambiar el colchón de la Moncloa, lo que aún no sabemos es con qué apoyos contará para volver a surcar los cielos en el Falcon presidencial de la Fuerza Aérea Española. Aunque cabrían otras opciones matemáticas, parece evidente que son dos las combinaciones más probables: PSOE + Cs (sumarían una holgada mayoría absoluta con 180 escaños) y PSOE + UP (158 escaños) + Otras fuerzas políticas que aportaran los 18 restantes hasta alcanzar la mayoría absoluta, siendo imprescindible que alguna de ellas fuera soberanista o nacionalista, que yo tengo claro que es lo mismo o muy parecido. Esta segunda opción, mucho más compleja y poliédrica que la primera, volvería a ser un remedo del pasado “Gobierno Frankenstein” de Sánchez y, supongo, no será su hipótesis de trabajo preferida, si bien ya sabemos cómo se las gasta cuando a aquéllas las eleva a tesis. El obstáculo principal para que el PSOE pacte con Ciudadanos radica en que el líder de los naranjas, Albert Rivera, se ha hartado a repetir en campaña que no apoyaría bajo ningún concepto a Sánchez para volver a ser presidente del gobierno. Sabido es que en las campañas se suele sobreactuar y decir cosas por pura estrategia y para la afición que no siempre se respetan tras la celebración de los comicios, encontrándose fácilmente argumentos para justificar esos incumplimientos: que si la gobernabilidad de España, que si el interés general, que si hemos tomado nota de lo que han dicho los ciudadanos en las urnas, que si patatín, que si patatán… Cierto es que, en esta ocasión, sí que creo que lo más conveniente para España sería un gobierno de coalición entre el PSOE Y Ciudadanos que tenga estabilidad, que convierta los escaños soberanistas en irrelevantes y no en decisivos como hasta ahora, al tiempo que aleje a los socialistas de las posiciones populistas y neomarxistas de Unidas Podemos, especialmente en materia económica pues ya hay síntomas de posible recesión y con fórmulas de aumento del gasto y del déficit público, a las que son tan aficionadas las moradas -sigo su ridículo juego de lenguaje inclusivista-, las recesiones no se atenúan sino que se incrementan y derivan en crisis. Zapatero ya nos llevó por ese camino.

   Del análisis de los resultados que se han producido en la provincia, donde se han repartido los tres escaños en juego PSOE, PP y Cs, se deduce muy claramente que la división de “las tres derechas” -como Sánchez bautizó a PP, Cs y VOX, aunque a los naranjas es probable que les dé el carnet de progresistas si pactan con él- ha permitido al PSOE ganar por primera vez en Guadalajara, algo que no ocurría desde 1982 cuando el centro derecha también se presentó dividido, entonces entre una pujante AP y una UCD ya en liquidación. Las matemáticas electorales dicen que el “trifachito” -el otro apelativo de los de Sánchez para PP, Cs y Vox, que el propio PSOE pronto dejará en “bi” si hay pacto con Rivera-, ha sumado un 55,45 por ciento de los votos en la provincia, mientras que PSOE+UP suman tan solo el 42,52. El 18,79 por ciento obtenido por Cs le ha permitido lograr un diputado por Guadalajara, mientras que el 16,48 por ciento alcanzado por Vox no se ha traducido en escaño.

En lo que al Senado respecta, el PSOE ha logrado también tres actas por primera vez desde 1982 (Rafael Esteban, Riansares Serrano y Julio García), mientras que el PP sólo ha conseguido un senador, Antonio Román, que, además, ha sido el más votado en la capital; en el total provincial ha sacado más de 10.000 votos de diferencia a sus compañeros de candidatura, Juan Pablo Sánchez y Ana González. Es evidente que Román tiene un voto personal, especialmente en la capital, pero también es un hecho que le ha beneficiado para distanciarse tanto de sus compañeros la circunstancia de que en muchas papeletas se hiciera caso a la perversa campaña mediática -hasta Jiménez Losantos la avaló- y muy extendida en las redes sociales -a mí me llegaron una veintena de whatsapp aconsejándome hacerlo- de votar en el Senado al primero de las listas de PP, Cs y Vox.

Y aún nos espera la segunda vuelta, que son las municipales y autonómicas del 26-M, en las que queda mucho por jugar porque habrá que despejar bastantes incógnitas, entre ellas qué harán los votantes de Vox y Cs de las generales en los municipios donde no se presentan estos partidos, qué influencia tendrán los candidatos y, lo que es más importante, a quién darán su apoyo los naranjas donde sean decisivos, que parece que lo van a ser en muchos sitios, incluidos el Ayuntamiento de la capital, la Diputación Provincial y la Junta de Comunidades.

 

Pie de foto: José Luis Blanco, Magdalena Valerio, Julio García y Pablo Bellido, unidos en un mitin.  

La España que yo quiero

Si no fuera porque el tema es muy muy serio, el eslogan que ha elegido el PSOE para la campaña electoral de las generales del 28-A es, como tomaba la gente al pobre “Piyayo” del conocido poema de José Carlos de Luna, para tomárselo a chufla: “La España que tu quieres”. Imagino que ese eslogan no se elegiría al albur y que lo habrá escogido y aprobado un sesudo “think tank”, pero a mí se me antoja como un pernicioso cóctel con base de provocación y angostura de desatino porque la España de Sánchez es justamente lo contrario de lo que yo quiero: Un Estado cada vez más país y menos nación, un Estado con su unidad en alquiler y además zaherida y denostada con impunidad, un Estado en el que en varias partes de su territorio no se puede hablar si quiera en su idioma oficial y en el que las personas ni son libres ni iguales, un Estado que progresivamente se endeuda, recauda y gasta más, pero peor, un Estado que cada vez invade más terrenos que le deberían corresponder a la sociedad, un Estado, en fin, en el que la política es cada vez menos solución y más problema.

Yo quiero una España unida, plural y diversa, pero unida de verdad, y las contemplaciones de Sánchez con los partidos separatistas e, incluso, algunas complicidades, guiños y gestos que ha tenido con ellos han ido mucho más allá de la pluralidad porque sólo concibo a ésta desde la igualdad y la libertad, mientras que el independentismo la contempla desde el supremacismo. El separatismo catalán y el vasco que llevaron a Sánchez a La Moncloa y que han dejado entrever -“para que no ganen las derechas”- que su intención es volver a llevarlo allí después del 28-A, están en las antípodas de mi forma de entender la pluralidad, porque quieren elevar las diferencias a fronteras, no verlas como simples matices o adjetivos, fundamentalmente porque se creen distintos y mejores. Me escandaliza pensar que aún haya políticos como el presidente de la Generalitat catalana que, lejos de enterrar aborrecibles tesis racistas como las de Sabino Arana, se agarran a ellas para liderar el llamado “procés” que tanto daño está haciendo a Cataluña y a España; incluso amenaza con hacérselo también a Europa despertando nacionalismos que parecían ya superados tras el daño que la hicieron en la primera mitad del siglo XX, siendo una de las causas directas de las dos guerras mundiales. Si Arana, el fundador del PNV, dijo a finales del XIX que “Antiliberal y antiespañol es lo que todo bizkaino debe ser” y que muchos de los españoles “más que hombres semejan simios”, Torra ha dicho no hace mucho que en Cataluña -refiriéndose a los independentistas, obviamente- hay «Gente que ya se ha olvidado de mirar al sur y vuelve a mirar al norte, donde la gente es limpia, noble, libre y culta. Y feliz». Con personas que piensan y dicen esto, entre otras muchas lindezas, no se puede tener complicidad alguna. Sánchez, lamentablemente, ha ido en su tiempo de gobierno más allá de las complicidades con Torra y su Generalitat, que solo lo es de una parte de los catalanes.

Yo quiero una España en la que todos seamos libres e iguales, vivamos donde vivamos, pensemos lo que pensemos y votemos lo que votemos. Eso no quiere decir que cada uno podamos hacer lo que queramos, sino lo que la ley nos permita. Lamentablemente, la libertad y la igualdad ya son una quimera, especialmente en Cataluña, pero también en el País Vasco. Una prueba palpable y muy reciente de ello es el escrache que padeció Cayetana Álvarez de Toledo, la candidata número 1 del PP al Congreso por Barcelona y, precisamente, portavoz de la “Plataforma Libres e iguales”, cuando acudía a un debate en la Universidad Autónoma barcelonesa. Lo peor ya no fue el vergonzoso acoso e intimidación al que fue sometida la periodista para tratar de impedir su participación en el debate, sino la ignominiosa equidistancia del rectorado de la Autónoma con escracheadores y escracheada, o las lamentables declaraciones de los portavoces de Junts per Catalunya sobre este incidente: “Quien busca problemas, los encuentra”. Los acosos vividos estos días en otros lugares de Cataluña y el País Vasco por candidatos de PP, Cs o Vox –“las 3 derechas” que Sánchez ha bautizado, como si no lo fueran el PDCat y el PNV, sus socios de investidura- también evidencian que la libertad y la igualdad en España, actualmente, son asimétricas, como la España que quiere el líder del PSOE para dar contento a los que inspiran y alientan a los escracheadores, o sea, los separatistas. Ya nos sabemos la historia porque nos la contó taimadamente el recientemente fallecido Xavier Arzalluz: unos mueven el árbol y otros cogen las nueces.

Tampoco es la España que yo quiero un Estado que aumenta su déficit y gasto públicos con la actitud del que se funde más de lo que tiene, pero después pagan otros; además, vendiéndolo como “gasto social”, cuando muchas de las medidas de Sánchez, especialmente las de última hora y ya con las elecciones convocadas, tienen más de electoralismo cortoplacista y comprador de votos que de otra cosa. Y quiero una España en la que el Estado proteja y cuide a quienes lo precisen de verdad, sí, pero que no premie indolencias, comodidades y quietudes. Y quiero una España en la que la sociedad de un paso al frente y el Estado uno atrás; con Sánchez ha ocurrido justo lo contrario. Y también quiero una España de la verdad de la buena, no de la posverdad marxista de Groucho; tristemente, en los tiempos de Sánchez la posverdad ha ganado bastante terreno a la verdad, aunque, ciertamente, él solo no haya sido el culpable.

Tras 42 años de experiencia democrática es ya de general conocimiento que las campañas electorales, más que períodos de promoción y divulgación pública de programas y propuestas políticas, son pura cohetería, política-espectáculo de cada vez más baja estofa. Cuando están en campaña, los partidos se alejan más que nunca de la definición que de ellos hace el artículo 6 del Título Preliminar de nuestra vigente Constitución Española: Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política”. Metidos en la harina de la campaña electoral, lejos de expresar pluralismo, los partidos suelen amplificar su habitual sectarismo hasta límites casi asfixiantes y la voluntad popular se solapa con la suya y sus intereses.

España no necesita una nueva Constitución, lo que precisa es una segunda Transición, pero que se produzca y termine como la que lideró Adolfo Suárez y que bien resumen su epitafio: “Y la concordia fue posible”. Pero para ello hace falta más talento y más talante del que ahora hace gala buena parte de la actual clase política.

 

 

Guadalajareando y catedraleando que es gerundio

Prácticamente se van a solapar en el tiempo la salida de imprenta de la segunda edición de “Guadalajareando”, el libro con textos míos al que ha puesto unas extraordinarias fotografías Nacho Abascal, y la primera de “Catedral de Sigüenza, 850 años de piedra viva”, mi última publicación que va a presentarse de forma oficial el próximo día 9 de abril, a las 8 de la tarde, en el Centro San José. Están/estáis todos ustedes/vosotros invitados al acto.

Apelando a la conocida anécdota televisiva de Francisco Umbral y dando un paso más que él -físico, que no literario, pues yo no le llego ni al tacón del zapato- hoy he venido a hablar, no de mi libro, sino de mis libros porque no es habitual que un autor presente dos obras casi simultáneamente, aunque en esta ocasión así lo han querido las circunstancias. Y yo, tan contento por ello pues si hay algo que agrada a un autor es ver sus obras publicadas. Y si, además, son leídas y no solo ocupan unos milímetros de anaquel en las estanterías, pues ya miel (de la Alcarria, por supuesto) sobre hojuelas, que están muy ricas, aunque tienen muchas calorías.

De “Guadalajareando” he de decir que, aunque alguien pueda pensar que es petulancia, no me ha extrañado en absoluto que haya tenido que reeditarse apenas tres meses después de publicarse porque se trata de un libro espectacular desde un punto de vista formal, algo a lo que yo solo he aportado la idea y el texto pero que quien lo ha conseguido de verdad es Nacho Abascal con sus magníficas fotografías. Como ya comenté con motivo de la exposición que realizó hace algunas semanas en el centro San José con una selección de sus fotografías que se incluyen en “Guadalajareando”, esta provincia ha tenido y tiene grandes fotógrafos y Nacho está entre ellos, sin duda alguna. Además, como amigo es de los buenos y como persona es de las mejores, así que bien pueden sus padres presumir de hijo -de hijos, más bien, pues tienen muchos y todos valen un “potosí”-, algo que no hacen porque son muy sencillos y reservados.

Quienes no hayan podido “guadalajarear” con la primera edición de “Guadalajareando” -vaya trabalenguas- van a poder hacerlo próximamente con la segunda, idéntica a aquella, si bien incorporándose la corrección de algunas erratas y/o errores detectados en el texto y sustituyéndose un par de fotografías que Nacho ha considerado que mejoraban las de la primera edición. Confío en que este libro siga teniendo recorrido en el futuro porque con él también lo tendrá la propia provincia ya que es un compendio de su historia, arte, geografía, costumbres y tradiciones, pero, sobre todo, un espléndido catálogo de sus paisajes de excelencia, que son muchos y variados, como comprobarán quienes no conozcan Guadalajara y caiga esta publicación en sus manos. La sorpresa suele ser anfitriona de la curiosidad y ésta vísperas de un viaje.

Y ahora vamos a hablar -brevemente porque aún está sin presentar en público y hay que guardarse palabras para cuando le llegue el momento- del librito que con tanta ilusión como empeño he escrito sobre la catedral de Sigüenza. Utilizo el diminutivo de libro, no porque lo considere una obra menor en mi bibliografía, bien al contrario, sino porque, formalmente, en comparación con “Guadalajareando”, su tamaño es un tercio menor (20 X 20, frente a 30 x 30), al igual que su paginación ya que, mientras el que ahora se reedita alcanza las 250 páginas, el que se ha publicado por primera vez no llega al centenar.

“Catedral de Sigüenza, 850 años de piedra viva” está evidentemente escrito con ocasión del 850 aniversario de la consagración o dedicación litúrgica de la seo seguntina, efeméride que se viene celebrando desde junio del año pasado y que concluirá en junio de éste al tiempo que el jubileo concedido por el papa Francisco por tan relevante hecho. Aporto así mi granito de arena al mucho y buen trabajo que se está llevando a cabo para conmemorar este acontecimiento desde el obispado de la Diócesis Sigüenza-Guadalajara, en general, y desde el Cabillo catedralicio, en particular, con su dinámico y proactivo deán al frente, Jesús de las Heras.

Este libro se enmarca dentro de las publicaciones de carácter pedagógico y didáctico que la Diputación Provincial me viene encargando y publicando desde que iniciamos esta línea de trabajo con “Guadalajara para niños” y la continuamos con “Viaje a la Alcarria en familia” y “Cisneros, vida y obra de un gran cardenal”. La obra tiene un carácter fundamentalmente divulgativo y está dirigida a un público familiar y escolar que, como en las publicaciones antes citadas, encontrará un apéndice didáctico que les ayudará a conocer mejor y de una manera entretenida la historia sucinta de la diócesis y de la propia catedral, así como a visitarla en familia o formando parte de un grupo escolar. Las magníficas ilustraciones que incluye la obra las ha aportado nuevamente la diseñadora, arquitecta y docente alcarreña Nora Marco Alario que, en esta ocasión, también ha diseñado las cubiertas y los dos bellos desplegables (pop-ups) que abren y cierran el libro, curiosas arquitecturas de papel que reflejan el exterior y el interior de la catedral y que contribuyen a hacer más atractivo y artístico el libro. El muy buen diseño y maquetación electrónicos del libro los ha realizado Águeda Herrera, de Aache ediciones, y están a la altura del bien ganado prestigio de la editorial guadalajareña y guadalajareñista creada por Antonio Herrera Casado.

Da gusto trabajar con gente tan profesional y con equipos tan competentes, así, hasta los mediocres como yo no parecemos tan malos. Gracias a todos ellos. Y ustedes/vosotros: ¡A “guadalajarear” y a “catedralear”! O mejor, ya están “guadalajareando” y “catedraleando” (en Sigüenza, por supuesto), que es gerundio.

 

 

 

CeLA, siempre en la Alcarria

No hay ninguna errata en el titular, no; esa “e” minúscula entre tres mayúsculas está puesta ahí con toda intención pues, aunque esconde un guiño evidente al apellido de quien ganara el Premio Nobel de Literatura en 1989, este “CeLA” es un acrónimo del futuro “Centro de encuentro Literatura y Arte” que en las próximas semanas va a abrir sus puertas en Almonacid de Zorita. Se cumple así, una vez más, la contundente e inequívoca proclama de afectividad entre el escritor y esta tierra -“Siempre en la Alcarria”- que el mismísimo CJC dejara escrita de su puño y letra en el Libro de Honor de la Diputación Provincial de Guadalajara en una de sus frecuentes visitas a esta institución cuando era su presidente Francisco Tomey. Como podrán comprobar, pues se inserta junto a este texto, esa declaración y esa firma autógrafas de Cela están fechadas el 20 de diciembre de 1989, apenas unos días después de recibir la noticia, en su entonces residencia de El Clavín, de haber obtenido el Nobel de Literatura de aquel año, el quinto español -y último, por el momento- que se hacía con este prestigioso galardón tras José Echegaray (1904), Jacinto Benavente (1922), Juan Ramón Jiménez (1956) y Vicente Aleixandre (1977).

Desde que el 6 junio de 1946, con treinta años recién cumplidos, Cela llegara en tren a la estación de Guadalajara para viajar durante nueve días por la Alcarria y luego publicar, dos años después, su celebérrimo “Viaje a la Alcarria”, autor, paisaje y paisanaje se unieron para siempre, como él mismo proclamó en reiteradas ocasiones. Aquel libro que cambiara la literatura de viajes al dar a las figuras tanto protagonismo como al propio paisaje y producirse en un género narrativo singular muy cercano al de la novela, ha sido traducido a decenas de idiomas y ha situado a la Alcarria y a Guadalajara en el mapamundi, al igual que a La Mancha la puso ahí Cervantes con su extraordinario Quijote.

Como decíamos al principio, Camilo José Cela, como El Cid, va a ganar una nueva batalla después de muerto para volver a hacer cierta, una vez más, su voluntad de estar “siempre en la Alcarria”, en este caso inspirando el nacimiento del CeLA, en Almonacid de Zorita, el pueblo en el que “estuvo de boticario el poeta León Felipe” (Viaje a la Alcarria, 1948) y “que tiene unas arquitecturas meritorias” (Nuevo viaje a la Alcarria, 1986), según escribió y describió el propio CJC en sus dos periplos literarios alcarreños.

El Centro de encuentro Literatura y Arte se va a concretar inicialmente en una exposición permanente fundacional que va a instalarse en el Espacio Cultural El Molino, magníficamente restaurado como continente cultural tras ser durante décadas una fábrica de aceite. Este edificio, cuya construcción data del siglo XVII, fue originalmente una ermita dedicada a la Virgen de la Luz, la patrona de Almonacid, y en su fachada queda huella evidente de la presencia y poder que la Orden de Calatrava tuvo en aquella zona suralcarreña.

CeLA va a poner en valor la estrecha relación del literato CJC con el mundo de las artes plásticas, especialmente a través de la destacada presencia que a éstas les dio en los Papeles de Son Armadans, la célebre revista literaria que el escritor gallego editó y dirigió en Mallorca desde 1956 hasta 1979. La exposición inicial fundacional del Centro estará fundamentalmente conformada por obras de algunos de los pintores españoles más importantes del siglo XX, como Miró, Picasso, Rafael Zabaleta, el grupo El Paso y hasta del poeta Rafael Alberti, con quienes Camilo José Cela mantuvo fructífera relación, en algún caso derivando incluso en amistad, y a los que dedicó números especiales en los Papeles de Son Armadans. Papeles es una fuente casi inagotable de relación entre la literatura y el arte, pues además de ofrecer números monográficos dedicados a los artistas antes citados, también tuvieron tratamiento especial en sus páginas otros grandes creadores como los pintores José Gutiérrez Solana, Antoni Tàpies, Emilio Medova, Will Faber o John Ulbritch, el arquitecto Antonio Gaudí, el escultor Ángel Ferrant o el ceramista Llorens Artigas. La exposición la completarán obras pictóricas notables que Cela adquirió en propiedad y que colgaron de las paredes de sus sucesivos domicilios madrileños y mallorquines, especialmente el conocido de la Bonanova palmesana, así como retratos suyos que artistas de relevancia le hicieron como homenaje. El nexo de unión entre literatura y arte, a través de Cela, que inspirará el nacimiento del CeLA en Almonacid, lo subraya el hecho de que el mismo CJC, aunque esta circunstancia no es demasiado conocida, hiciera sus pinitos en el mundo de la pintura, llegando a exponer su obra en 1947 en la galería Clan, en Madrid, y después en La Coruña. En la exposición permanente de Almonacid también quedará algún reflejo del Cela pintor.

Aunque CeLA va a iniciar su andadura con esta exposición permanente, el propósito y el camino que tiene por delante puede ser de muy largo y considerable recorrido si se gestiona adecuadamente y a esta importante muestra se le va complementando con la programación periódica de otras exposiciones temporales y actividades como conferencias, seminarios, encuentros, etc.

CeLA lo van a hacer posible la Fundación Charo y Camilo José Cela, la Diputación de Guadalajara, que aportará apoyo técnico y soporte económico, y, muy especialmente, el Ayuntamiento de Almonacid de Zorita, que realizará un importante desembolso adquiriendo obra en propiedad y a quien cabe felicitar por esta decidida apuesta por llevar a su municipio un recurso cultural de tanta categoría y posibilidades de futuro. La zona de afección de la clausurada central nuclear de Zorita necesita y busca alternativas productivas y proyectos de calado socioeconómico para mirar con optimismo al futuro tras el cierre de la planta y el ya no lejano fin de su desmantelamiento; no me cabe duda que apostar por la cultura con mayúsculas, como va a hacer Almonacid acogiendo CeLA, es una decisión valiente e inteligente.

 

Nunca caminarás solo (y 2)

                Hace ya casi 26 años que en la columna en la que me desteté como periodista, que tenía por cabecera “Luces de bohemia”, como la obra homónima de Valle Inclán, y que tuve activa durante casi 15 años, primero en el histórico semanario “Flores y Abejas” y después en la cabecera que le sucedió, “El Decano”, publiqué un artículo que llevaba exactamente el mismo título que hoy y que dediqué a mi hermano, Alfonso, que acababa de fallecer en Zaragoza, a la edad de 37 años. Más que con tinta, aquel artículo lo escribí con lágrimas, con el alma desgarrada y el corazón “partío”, como la bonita canción de Alejandro Sanz. Jamás pensé que la vida, de nuevo, me iba a desgarrar el alma y partirme el corazón teniendo que despedir a otro hermano, pero así ha sido, lamentablemente, y hoy me veo obligado a decir adiós a Carlos, a sus 61 años de edad, con el mismo dolor y los mismos sentimientos que despedí a Alfonso, cuando aún le quedaba más de media vida por delante. Parafraseando a Jethro Tull, ambos eran demasiado jóvenes para morir, pero aún no viejos, ni para el rock and roll ni para ningún otro estilo musical porque los dos fueron grandes aficionados a la música, especialmente Carlos que, no solo disfrutaba oyéndola, como Alfonso, sino también tocándola y hasta componiéndola.

De tres hermanos que éramos, ya solo quedo yo en el mundo, con la responsabilidad que ello conlleva pues he de tratar de seguir viviendo, no solo por mí y los míos, sino también por ellos, y esa es una responsabilidad que asumo con gusto, pero también con la incertidumbre de saber si estaré a la altura de dos grandes personas, muy diferentes entre sí, pero con un par de corazones tan cálidos, generosos y amicales que latían al unísono. “You´ll never walk alone” (“Nunca caminarás solo”) es el lema del Liverpool FC inglés, toda una declaración de fidelidad de los aficionados a su mítico equipo que yo elegí para despedir, primero, a Alfonso, y ahora también a Carlos, porque, como hermano pequeño suyo que era, siempre fui su primer fan y admirador, algo que su muerte no va a interrumpir porque nadie muere del todo mientras se le recuerda. Estoy bien seguro que ellos nunca van a morir en muchos corazones, pero conmigo vivirán hasta que mi corazón dé el último latido. Eso sí, y no es humor negro, cuando llegue ese momento ya no podré escribirme a mí mismo un “Nunca caminarás solo”, de ahí que cierre la serie con este artículo.

Con estas palabras hemos dicho hoy “hasta luego, hasta siempre” a Carlos en su funeral en la iglesia de Taracena; les aseguro que no hay ni un adjetivo ni un adverbio de más en ellas:

“Carlos era una persona tan discreta y sencilla que, probablemente, hasta esté incómodo en su propio entierro por ser el protagonista.

                Carlos era una persona tan digna que ha sobrellevado su dura enfermedad con una entereza ejemplar.

                Carlos era un maestro tan vocacional que hizo mejores las escuelas por las que pasó, siempre hombro con hombro con los demás, porque también fue un buen compañero.

                Carlos amaba tanto la música que a todo lo que tocaba le sacaba sonidos armónicos, con un gusto exquisito y siempre persiguiendo la perfección.

                Carlos era tan buen amigo que, aún no ha terminado de marcharse, y ya somos muchos los que le echamos de menos.

                Carlos era tan buen hijo que tuvo unos grandes padres: Juanjo y Pili.

                Carlos era tan buen marido que tuvo la suerte de encontrar una gran mujer, Carmen.

                Carlos era tan buen padre que la vida le premió con dos buenos hijos: Javier y Carlos.

                Carlos era tan buen hermano que además fue mi amigo.

                Gracias por tu ejemplo, Charly.

                ¡Nunca caminarás solo!”

Una exposición que hay que ver

Durante todo el mes de febrero, permanecerá abierta al publicó una magnífica exposición de fotografías de Nacho Abascal, en la sala de arte “Antonio Pérez”, en el Centro San José, que lleva por significativo título el de “Andar y ver la provincia de Guadalajara” y por singular subtítulo el de “Guadalajareando”. Como es sabido por muchos, con casi 300 fotografías de Abascal y textos míos, se presentó el pasado mes de octubre un libro de gran formato (30 por 30 cms.), tapa dura, buen papel y a todo color que lleva por título el que ahora es el subtítulo de la exposición de Nacho y por subtítulo, su título. Parece un trabalenguas, pero no es más que un guiño mutuo que escritor y fotógrafo nos hemos querido hacer para repicar y amplificar el trabajo en común de ambos que, primero, derivó en un libro y, después, en esta exposición que les recomiendo expresa y encarecidamente visitar porque disfrutarán mucho si lo hacen.

La exposición de Nacho consta de 37 extraordinarias imágenes de otros tantos lugares de la provincia de Guadalajara en los que su cámara ha captado encuadres y momentos de luz idóneos de ciudades y villas, piedras con historia, paisajes de agua y de altura de este territorio que es tan bello y diverso como, lamentablemente, desconocido para no pocos, aunque, afortunadamente, cada vez para menos. Cierto es que, como dijo Cela cuando escribió su “Nuevo viaje a la Alcarria” en 1986, a la gente ya le va dando la gana venir a esta tierra, aunque, eso sí, poco a poco. Lo que aseveró el Nobel gallego sobre la Alcarria es extensible al resto de tierras que conforman las “guadalajaras”: Serranías del Norte, Campiñas del Henares, Jarama y Sorbe y Señorío de Molina.

Nacho, y no lo digo por la amistad que me une a él desde la juventud, es uno de los mejores fotógrafos actuales que ha dado esta tierra de grandes fotógrafos pues en Guadalajara han nacido, o han estado y están estrechamente vinculados a esta provincia, artistas de la cámara de la talla de José Ortíz-Echagüe, Francisco Goñi, Tomás Camarillo, Francisco de las Heras, José López, Eugenio Ruiz García (“Peco”), Antonio López-Palacios o Santiago Bernal, entre una larga nómina que podría extenderse bastante más, pero que dejamos en Bernal para, con él, citar a la Agrupación Fotográfica de Guadalajara, que tanto impulsó este segoviano afincado en Guadalajara desde hace décadas, colectivo que goza de un justo y reconocido prestigio a nivel nacional.

Abascal domina el amplio espectro técnico y temático de la fotografía, pero entiendo que su mayor nivel lo da como fotógrafo del paisaje, probablemente porque es un gran viajero, minucioso observador y amante de la naturaleza y el arte que no se conforma con mirar, sino que quiere retener esos instantes especiales de luz que, cuando tiene la oportunidad de captar con su cámara, desea compartir como solo lo hacen las buenas y generosas personas, dos de sus más reconocibles señas de identidad. Nacho es un excelente fotógrafo, sí, pero aún es mejor persona.

Les encarezco que no dejen de visitar su exposición en el Centro San José, pudiéndolo hacer hasta el 28 de febrero, de lunes a sábado, en horario de tarde, de 19 a 21 horas. En ella encontrarán 37 imágenes positivadas en gran tamaño (hasta 1,50 m) y sobre soportes y materiales que, posteriormente, permitirán que la exposición vaya a los municipios de la provincia que deseen acogerla tras solicitar su cesión a la Diputación Provincial, que la va a incluir dentro del conjunto de exposiciones itinerantes que ofrece desde el CEFIHGU (Centro de la Fotografía y la Imagen Históricas de Guadalajara).

Tengo la certeza de que la exposición de Nacho Abascal va a recibir un montón de visitas y que va constituir todo un éxito porque la belleza de sus fotografías hace justicia a la hermosura intrínseca de esta tierra, fotogénica como pocas, pero no siempre fotografiada por artistas de su sensibilidad, calidad y generosidad.

Aunque hoy tocaba hablar de la exposición de Nacho, por razones de actualidad no quiero dar por concluidas estas líneas sin referirme a “Guadalajareando”, el libro al que él puso imágenes y yo letras, como señalaba al principio, y cuyo título aporta el subtítulo a su muestra fotográfica; me complace mucho hacer público que la primera edición del libro se ha agotado en apenas tres meses y que la Diputación se propone ya abordar de manera inmediata su segunda edición. Bueno es que se conjugue el verbo “guadalajarear” que, aunque no esté en el diccionario de la RAE, sí lo está en los quereres y en los sentires de muchos, por supuesto también en los de Nacho y míos, y no significa otra cosa que andar y ver la provincia de Guadalajara con el corazón puesto en los ojos y el alma en la palabra.

 

Pie de foto: Imagen del Alto Tajo que forma parte del libro titulado “Guadalajareando” y de la exposición fotográfica de Nacho Abascal.

 

El metro de Guadalajara

Las redes sociales las carga el diablo porque tienen más peligro que un vampiro infiltrado en una asociación de donantes de sangre. Cierto es que como a ellas puede acceder cualquiera, sea cual sea su intención y voluntad, un mensaje a través de las redes más utilizadas (Facebook, Youtube, Whats App, Messenger, Instagram, etc) puede hacerse viral en minutos y tener más difusión e impacto que una noticia en el telediario de cualquier televisión; evidentemente, los alentadores y aventadores (“haters” y “trolls”) de noticias falsas (“fake news”), de “zascas” malintencionados y otras formas de expresión perversa, tienen un filón en las redes sociales para que sus falsedades y comentarios injuriantes y/o calumniadores se difundan, algo que puede ser aún peor a que en vez de que tu sangre donada termine en el cuerpo de una persona que la necesita, acabe goteando en los colmillos de un vampiro.

Eso es bien cierto, sí, pero como comunicador también he de reconocer que, gracias a las redes sociales, los canales y medios de comunicación entre emisor y receptor se han ensanchado, acercado y acelerado de tal manera que, en la información actual, quien emite y quien recibe casi van de la mano, se pueden hasta tocar y, lo que es más importante, interactuar, de tal manera que se acabó el frontón comunicativo en que los intentos del receptor por contactar con el emisor eran prácticamente rechazados por norma, como las pelotas son devuelvas por un frontis cuando chocan contra él. No pretendo en tan limitado espacio revisar críticamente los “Elementos para una teoría de los medios de comunicación”, de ese gran referente del ensayo, no exento de polémica, que es Hans Magnus Enzensberger, sino simplemente llamar la atención sobre un hecho que está ahí, que ha llegado para quedarse, que forma parte de nuestras vidas cada vez de forma más notoria e influyente y que, bien utilizado, puede ser una extraordinaria herramienta de progreso, pero que, malamente -como canta Rosalía, la chavalita catalana que se ha puesto tan de moda-, puede hacernos regresar a las cavernas en muchos aspectos, aunque en vez de enfrentarnos a mamporros, lo hagamos ahora a “tuits”, “GIFs”, “stickers” y “zascas”. Como decía Aristóteles en su gran obra “La política”, en el medio está la virtud, lo que él llamaba el “Aurea mediocritas”, que no deja de ser un elogio de la moderación, algo no solo aconsejable de aplicar a la comunicación actual, sino también a la propia política pues ambas van cada vez más de la mano.

Tras esta pretendidamente breve introducción que se ha ido más lejos de lo que pensaba, quiero comentar la guasa que se han traído las redes sociales en los últimos días con el hundimiento de una pequeña máquina excavadora que estaba realizando unas primeras tareas de reforma en la Plaza del Concejo, que falta le iba haciendo desde hace ya mucho tiempo. La excavadora en cuestión se hundió súbitamente en la plataforma de la plaza que está más cerca de la calle del Arco, justo enfrente del edificio que sustituyó hace unos años al viejo en cuyo local comercial se situaba “La Popular”, el comercio de baratijas y chucherías que fue un referente para muchas generaciones de chavales arriacenses, entre las que estaba la mía. A la excavadora se la comió literalmente la tierra -parece ser que por su peso se desplomó el terreno que cubría una antigua bodega-, como se encargaron de difundir, en apenas unas horas, las redes sociales, pero con un cachondeíto y un pitorreo que a mi me parecieron muy ocurrentes y que provocaron no pocas sonrisas, algo que en los taciturnos tiempos que corren es realmente de agradecer.

     De entre todos los mensajes, de los muchos que recibí, sobre la excavadora que se había tragado la plaza del Concejo, me quedo con un fotomontaje en el que se veía el tan reconocible logotipo del Metro de Madrid, pero en el que se anunciaba la guadalajareñísima estación de “Plaza del Concejo”. En otro fotomontaje, que si se hubiera producido el día 28 de diciembre ya habría sido la remonda, con la imagen de fondo de la excavadora tragada por la tierra y el alcalde, Antonio Román, en primer plano, se podía leer el siguiente texto: “Íbamos a quitar unas baldosas pero nos vinimos arriba”, comentaba el alcalde, echando las culpas a Carnicero al decir éste la mítica frase de “No hay huevos”. Estoy seguro que también ellos se lo tomaron con humor, porque es como debía tomarse.

Termino ya diciendo que el alcalde que precedió a Antonio Román, el socialista Jesús Alique, habría dado mucho juego en estos tiempos de tuit y zasca porque le gustaba mucho sobreactuar en asuntos de comunicación. A veces, aunque fuera por su parte con la mejor intención, incluso le “vendían” alguna burra -en este caso, seguro que fue un promotor que se vino arriba en la efervescencia del ladrillazo- como, por ejemplo, construir un túnel prácticamente a lo largo de todo el paseo de las Cruces para soterrar el tráfico a su paso por esta calle, la plaza de Santo Domingo y la Carrera, desembocando en la plaza de Bejanque. La propuesta la hizo en la campaña electoral de 2007, su coste lo valoró en 32,6 millones de euros, incluida la construcción de un parking y una nueva plaza de toros cubierta, pero los ciudadanos no se la “compraron” pues perdió las elecciones. Del tranvía que iba a subir desde la estación hasta el centro de la ciudad ya hablaremos otro día.

Postal de posnavidad

Estamos metidos de lleno en la posnavidad, la “cuesta de enero” o como queramos llamar a este período del recién estrenado invierno que llega tras despedir un año y recibir otro después de dar continuos homenajes al colesterol y jalear al ácido úrico y las transaminasas, y que se parece un poco al principio del otoño; no lo digo por la climatología, bien diferente, sino por las sensaciones de finalizar un ciclo muy marcado y comenzar otro. Si el tiempo del final del verano y el principio del otoño nos invita un poco a la melancolía por lo bueno que dejamos atrás -vacación, luz y calor, fundamentalmente- y por lo no tanto que se aviene -rutina laboral, luz y calor que van menguando- la etapa de conclusión del otoño e inicio del invierno la recibimos dándolo todo -algunos, incluso más de lo que pueden- y, claro, después se cumple el sabio refranero: “Días de mucho, vísperas de poco”.

Ahora que los tiempos los marcan “stories telling” en las redes sociales y los “relatos” en la comunicación global, especialmente en la política, que no siempre tienen que ver con la realidad -cada vez más “fake”-, creo que ni el “community manager” más activo ni el comunicador político más sectario pueden no dar un “like” e incluso “retuitear” ese refrán que resume el tiempo recién pasado y el presente, incluso aunque eso de los refranes sea más “out” que “in” y esté bastante demodé porque suena a viejo y a rural.

Y ahí quería llegar yo. Me sorprendió gratamente que en el informativo de mediodía de Antena 3 TV, el mismísimo día de Reyes, con las familias “zangolotineando” -perdón por este abuso del castellano al convertir en verbo un adjetivo- compulsivamente alrededor de regalos y roscones, se le dedicaran tres minutos a la alarmante despoblación que padece el medio rural español. En ese mapa de la España cada vez más desierta, se destacaba a tres comunidades autónomas como principales víctimas de la sangría poblacional que no cesa desde los años sesenta del siglo pasado: Castilla y León, Aragón y La Rioja. Castilla-La Mancha y, por ende, Guadalajara no estaban en ese plano de la España despoblada, a pesar de que la mayor parte de nuestra provincia, excepción hecha del Corredor del Henares y el entorno de la capital, está tan deshabitada como los territorios de las regiones antes citadas. Es lo que tiene la estadística, que es una ciencia teóricamente exacta pero plagada de inexactitudes porque las medias, las modas y las medianas desprecian las dataciones extremas, y el medio rural de Guadalajara ofrece dataciones demográficas sumamente extremas respecto a su propia capital y entorno y, no digamos ya, en relación a la mayor parte del resto de Castilla-La Mancha -excepto Cuenca y algunas zonas puntuales de las otras tres provincias-, donde hay muchos menos municipios que aquí y bastante más poblados.

La base documental de esta información televisiva que le restó tres minutos de protagonismo a los Reyes Magos y a la “Lotería del Niño” parte de un estudio elaborado por el profesor de Geografía de la Universidad Autónoma de Barcelona, Joaquín Recaño, según el cual la mitad de los municipios españoles están afectados por problemas graves de despoblación. Este mismo estudio alerta de que 1.840 de ellos han sido identificados como espacios rurales en riesgo de despoblación irreversible; entre los que, evidentemente, se encuentran todos los que tienen menos de 100 habitantes que, recordemos, en el caso de Guadalajara son 178 de un total de 288.

El estudio de la UAB determina que en España hay un total de 8.125 municipios, de los que casi 5000 tienen menos de 1000 habitantes, pero ocupan el 40% de la superficie del país, si bien apenas concentran el 3% de población. Nosotros podemos aportar, en el caso concreto de nuestra provincia, que el 80 por ciento de la población se concentra en menos de un 20 por ciento del territorio, por lo que, si damos la vuelta a este dato, podemos afirmar que menos del 20 por ciento de la población provincial ocupa el 80 por ciento de su territorio. Las dos Guadalajaras de las que hemos hablado tantas veces y cuyas diferencias siguen ensanchándose porque, como sostiene el profesor Recaño «cierto es que la emigración ha perdido empuje, pero han cobrado más importancia las pérdidas de población por una natalidad muy baja y una mayor mortalidad por envejecimiento, por lo que el escenario se ha agravado y presenta ya un serio problema de sostenibilidad demográfica».

Son nuevos números de una vieja y conocida preocupación que, lejos de resolverse, se va agravando paulatinamente, aunque varíen algo sus causas y circunstancias: antes era un problema cuantitativo -la emigración masiva vivida en gran parte de nuestro medio rural- y ahora, una vez diezmada la población hasta el extremo, ya es también cualitativo: su envejecimiento y lo que éste conlleva, especialmente la falta de actividad productiva.

Ya se cuenta por décadas el tiempo que España lleva recibiendo importantes fondos estructurales de la UE para el desarrollo regional, social y rural:  FEDER, FEADER, FSE y hasta hace poco también los Fondos de Cohesión; numerosos son los programas que se han financiado con estos fondos y que se han traducido en sustanciosas inversiones en el medio rural: Leader I, Leader II, Leader Plus, Proder I y Proder II, fundamentalmente, pero es evidente que, al menos en el caso de nuestra provincia aunque me consta que también en el de otras, el medio rural, lejos de desarrollarse, se está sub o infra desarrollando, como prefieran, hasta el punto de que muchos pueblos sufren riesgo de desaparición, incluso siendo ya casi prácticamente segundas residencias desde hace tiempo.

Es muy grave el problema y, por tanto, no puede ser sencilla la solución, aunque yo comenzaría haciendo una auditoría y una autocrítica de qué es lo que se ha hecho en nuestro medio rural, céntimo a céntimo, con todos esos millones de euros que han venido de Europa, qué se podría haber hecho y, lo que es más importante, qué es lo que se puede hacer mejor con lo que aún esté por venir. Sin autocrítica y autoexigencia, no se puede ni criticar ni exigir. O, al menos, no se tiene autoridad moral para ello. En todo caso ¡feliz posnavidad, paisanos!

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