La profesión de algunos de los más activos y comprometidos defensores del patrimonio histórico-artístico de la provincia de Guadalajara de las últimas décadas nada o muy poco tenía que ver con el arte o con la historia o con ambas áreas del conocimiento a la vez; el último y destacable caso es el del profesor de Química Física Aplicada de la Universidad Autónoma de Madrid, José Luis García de Paz, madrileño de nación pero tendillero/guadalajareño de pasión y vocación, que lamentable e inesperadamente ha fallecido hace algunos días, circunstancia que lamento mucho porque, aunque nunca le traté de manera personal, me consta que era una excelente persona y es público y notorio el magnífico trabajo que desarrolló a favor del conocimiento y de la defensa del patrimonio histórico-artístico de la provincia, con especial dedicación a la gran familia Mendoza y a Tendilla, villa de la que descendía. Como decían los romanos al dar sepultura a sus difuntos, “¡que la tierra le sea leve!”.
Otros grandes comprometidos con el estudio, la divulgación y la defensa de la historia y el patrimonio artístico de la provincia que, inicialmente, no eran profesionales de la materia, aunque terminaron dando sopas con onda a muchos teóricos especialistas en ella, fueron/son médicos de profesión, como es el caso de Miguel Mayoral –titular oficial de la calle popularmente conocida como “Cuesta del Reloj” y Alcalde que fue de la ciudad-, Francisco Layna Serrano –uno de los Cronistas Provinciales más relevantes y con mayor volumen de obra publicada, destacando entre ella “La historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI”- y Antonio Herrera Casado –actual Cronista Oficial de la Provincia, un hombre con una capacidad y método de trabajo impresionantes y que desde su editorial, “Aache”, lleva ya muchos años realizando una labor de edición de libros sobre la provincia de Guadalajara absolutamente impagable-. Pero no sólo de médicos ha vivido y vive la historiografía provincial, también ha crecido gracias a la labor de comprometidos maestros, formados en una de las cunas del Magisterio español como es Guadalajara; como ejemplo señero de los muchos maestros de escuela que han trabajado y trabajan, en las aulas y fuera de ellas, en pro del conocimiento y defensa de la historia y el patrimonio artístico provinciales, significar a Juan Diges Antón –historiador local que destacó por su labor de promoción de un entonces incipiente turismo y que materializó una buena historia del callejero de la ciudad, ayudando decisivamente a dar a conocer los méritos contraídos por quienes figuran en él-. Diges Antón, además de cursar estudios de Magisterio, se formó y ejerció como “sobrestante” (capataz) de Obras Públicas.
Aunque sí son, o han sido, todos los citados figuras relevantes de la historiografía provincial, es obvio que no están todos los que son. Con el post de hoy no pretendo hacer una relación exhaustiva y completa de ellos, sino rendir homenaje al Profesor García de Paz ante su reciente fallecimiento, poniéndole a la altura de algunos de los más destacados y comprometidos personajes que en el pasado, y aún en el presente, como es el caso de Herrera Casado, “han laborado por enaltecer la Alcarria”, como reza el epitafio que Layna Serrano mandó grabar en la lápida de la sepultura de su esposa, Carmen Bueno, activa y apasionada colaboradora del médico/historiador, nacido en Luzón pero criado de niño y hecho mozo en Ruguilla. “Laborando por enaltecer la Alcarria, halló esta dama la muerte. Orad por ella”, reza literalmente el epitafio de Carmen Bueno, una de las primeras personas que falleció en nuestra provincia en un accidente de tráfico y hay quien dice que su muerte se produjo al chocar su coche contra uno de los camiones que, a finales de la década de los años 20 del siglo pasado y principios de los 30, transportaban las seculares piedras del Monasterio cisterciense de Óvila, tras desmontarse uno a uno los sillares de su refectorio, su atrio y su sala capitular, para ser trasladados a Estados Unidos, acción que promovió el magnate americano William Randolph Hearst, en cuya singular, amarilla y azarosa vida se inspiró Orson Wells para crear una de las mejores películas de la historia del cine: “Ciudadano Kane”.
Por cierto, precisamente cuando escribo este post, viernes, 25 de octubre, miembros de la “Plataforma Salvar Bonaval”, otro de los cuatro monasterios cistercienses que hay en la provincia junto al ya citado de Óvila y los de Buenafuente del Sistal y Monsalud, van a entregar, en el registro de entrada de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, centenares de cartas firmadas por particulares denunciando el estado de abandono total y la ruina progresiva que está deteriorando uno de los más importantes Bienes de Interés Cultural que hay en la provincia y al que el paso del tiempo y del hombre por su precioso paraje a orillas del Járama, un remanso de paz, allá en Retiendas, llevan ya muchos años haciendo tanto daño como el que a Óvila le hicieron, hace ya casi un siglo, las piquetas del ciudadano Hearst/Kane. La nueva Ley del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha –la 4/2013, de 16 de mayo, vigente desde el 13 de junio de este año-, en su artículo 4.1 dice textualmente: “Las personas que observen peligro de destrucción, deterioro o pérdida en un bien integrante del Patrimonio Cultural de Castilla-La Mancha deberán ponerlo en conocimiento de la Consejería competente en materia de patrimonio cultural de la Administración Regional, del Ayuntamiento en cuyo término municipal se encuentre el bien y de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado”. Pues bien, esos centenares de particulares van a cumplir con la Ley, espero que la Administración Regional, debidamente advertida del evidente peligro de deterioro de Bonaval, tome buena nota, haga lo que deba y también la cumpla.