Como responsable técnico que fui, durante algunos años de la década de los 90, del stand de la provincia de Guadalajara en FITUR, y cuatro más, entre 1999 y 2003, en que asumí la responsabilidad política de la presencia de la ciudad de Guadalajara en ella, conozco muy bien esa feria que concluyó el pasado domingo, batiendo todos los record de visitantes, tanto de profesionales, como de público, a pesar de haberse reducido el espacio expositor en un cinco por ciento respecto a la edición del año pasado. Según datos de IFEMA, la institución ferial madrileña organizadora de la Feria, más de 220.000 personas la han visitado este año, con un incremento de un 3,5 por ciento de profesionales y un 7 por ciento de público en general, cifras realmente significativas y que subrayan que esta es la feria más importante que se celebra cada año en Madrid, hasta el punto de generar ingresos inducidos para la capital de España por valor de 180 millones de euros. Profesionales de 9.000 empresas y/o de instituciones de 165 países del mundo han pasado por ella, espectaculares datos que ratifican a FITUR como una de las ferias del turismo más importantes del mundo, junto a las de Berlín y Chicago.
FITUR es una feria que siempre se celebra en la segunda quincena de enero y que tiene cinco días de duración, estando abierta los tres primeros días sólo a profesionales y los dos últimos, el fin de semana, al público en general. Para quienes hemos ido a FITUR a trabajar, los días exclusivos para profesionales son, con diferencia, los más productivos, al tiempo que menos agotadores y agobiantes, porque en ellos se establecen contactos, fundamentalmente, con mayoristas, minoristas y otros actores del sector, mientras que el sábado y el domingo la Feria se convierte en una gigantesca oficina de turismo/agencia de viajes y el público la toma casi al asalto, en busca de un destino para sus vacaciones, los menos, y a la caza y captura de publicidad turística y merchandising, los más. Una pregunta muy recurrente del público visitante de FITUR en fin de semana es: ¿Y ustedes qué regalan, qué dan? Y la interesada y repetida pregunta, como los guisos de Arguiñano, tiene su fundamento porque, sobre todo en los años de “vino y rosas” en que las administraciones públicas gastaban la pólvora en salvas, yendo a FITUR como si fuera la “feria de las vanidades”, allí se repartía de todo (y aún con “recortes”, he comprobado que se sigue repartiendo): naranjas los valencianos, tomates los murcianos, pimentón los de la Vera, ajos los de Las Pedroñeras, berenjenas los de Almagro, plátanos los canarios, miel los alcarreños, aceite los de Jaén, queso los manchegos, vino los de todas las Españas, etc. etc., además de los más variopintos y singulares elementos en los que, la única condición que ponen los que compran soportes publicitarios a las empresas de publicidad que los venden, es que en ellos se pueda serigrafiar su logotipo; o sea, propaganda más que publicidad. Aunque los presupuestos, especialmente en los stands de instituciones públicas, han bajado de forma acusada en los últimos años, el acopio de publicidad turística y de “merchandising” el fin de semana, sigue siendo el deporte favorito del público que acude a FITUR. Otra cosa ya es el impacto real de esa publicidad y esa propaganda turísticas porque, las papeleras de IFEMA y sus entornos, acaban siendo muchas veces su destino final.
Como muestra de la fuerte minoración del presupuesto de la presencia en FITUR de las instituciones públicas, basta un botón y, además, significativo para nosotros, pues se trata del de Castilla-La Mancha: mientras que en 2009, la Junta de Comunidades, entonces aún gobernada por el PSOE y por Barreda, informó de un presupuesto del stand regional de un millón de euros y ocupó una superficie de 3.000 metros cuadrados, en esta edición, la tercera que gestiona la Junta desde que está gobernada por el PP y por Cospedal, han hecho público un presupuesto de 400.000 euros, para un espacio expositor de 1.000 metros; por cierto, el doble que la región ocupó el año pasado, justificándose este hecho en la circunstancia de que, en esta edición, se ha querido promocionar, de manera especial, el programa conmemorativo del cuarto centenario de la muerte de El Greco.
Efectivamente, bajo el eslogan “Es Castilla-La Mancha”, el stand regional de la edición de FITUR que acaba de concluir ha tratado de ser una rampa de lanzamiento del programa de actos de El Greco 2014, recientemente presentado en Madrid. Este importante programa, que tiene muy buena pinta a priori, especialmente en lo que se refiere a las exposiciones que se van a celebrar en Toledo y en Madrid, tendrá un presupuesto de 16 millones de euros –sólo 3 de ellos aportados por las administraciones públicas, mientras que el resto lo cubrirán patrocinadores privados, un dato a resaltar y aplaudir-, frente a los 60 que se gastó la Junta en los fastos del “Quixote”. Sin duda, este evento va a convertir a la capital regional en un destino preferente, en este año, del llamado turismo cultural, complementando el ya de por sí atractivo permanente que como destino turístico ofrece; lo que ya me genera más dudas es que El Greco 2014 reporte sinergias y recursos inducidos, especialmente relevantes, al resto de la región, puesto que el programa se va a consumir, prácticamente, en Toledo.
Nadie puede cuestionar que la figura de El Greco está estrechamente ligada al paisaje de Toledo y que es allí donde está su indeleble huella de 37 años de vida y la mayor parte de su obra, por lo que lo lógico y lo razonable es que la capital regional acoja la mayor y más importante parte del programa de actos del cuarto centenario de su muerte, como también lo es que el Museo del Prado, la pinacoteca española de referencia mundial, sea también partícipe y huésped de la obra de Doménikos Theotokópoulos con esta señalada ocasión; ahora bien, si se quiere promocionar toda Castilla-La Mancha en torno a este evento, al programa de actos de El Greco 2014 le faltan actividades -y de cuanto más peso y más categoría, mejor-, a lo largo y ancho de toda la geografía regional, algo que no se va a subsanar con la, por otra parte, acertada, aunque tardía decisión –al no figurar en el programa oficial en su presentación-, de apoyar la propuesta, promovida con buen criterio desde la Ciudad del Doncel, de organizar una muy interesante exposición de cuadros y tapices en la catedral de Sigüenza –yo, desde luego, no me la pienso perder- y la celebración de otros actos menores en Orgaz, El Bonillo y alguna localidad regional más, con vinculación relativamente directa con la figura y/o la obra de El Greco.
Sin duda, El Greco es Toledo; pero Toledo no es, ni puede, ni debe ser toda Castilla-La Mancha, aunque sea su capital desde que esta región nació en 1981, 367 años después de que muriera el extraordinario pintor cretense. De lo que no me cabe tampoco ninguna duda, es de que promover el turismo cultural en Castilla-La Mancha, con ambición y decisión, con criterio y con rigor, es una apuesta inteligente.