El 12 de mayo hará 40 años que murió en un accidente de carretera Pedro Antonio Díaz, recordado batería guadalajareño del conocido grupo “Los Secretos” que fue uno de los referentes de “la movida” madrileña y que aún sigue en el camino de la música con éxito, gracias al talento y a la perseverancia de Álvaro, el menor de los tres hermanos Urquijo, fundadores de la banda. Ante esta efeméride, con buen criterio, sensibilidad y oportunidad, me consta que la concejalía de festejos del Ayuntamiento de Guadalajara está preparando un homenaje a Pedro en la próxima Feria Chica de la capital que, además, este año va a ser más “grande” o, al menos, larga, que nunca puesto que el calendario la ha situado en un macro-puente, el que irá del jueves, 30 de mayo —festividad del Corpus en Castilla-La Mancha—, al 2 de junio —domingo—, con el viernes, 31, de por medio, que también es festivo por el ser el día de la región.
Pedro fue un extraordinario batería, sin duda uno de los mejores del panorama musical español de su tiempo, que llegó a “Secretos” tras fallecer en la Nochevieja de 1979 su anterior percusionista, Canito, fatalmente también en un accidente de circulación. Javier, Enrique y Álvaro Urquijo tocaban junto a Canito en un grupo que se llamaba “Tos”. Tras morir este batería y ser sustituido por Pedro Díaz, decidieron cambiar de nombre, pasándose a llamar “Los Secretos”, propuesta que hizo Javier, el mayor de los Urquijo, entre otras razones porque con él se homenajeaba a “Tos” y a Canito al coincidir la última sílaba del nuevo nombre con el del anterior grupo y, de paso, afloraba algo entonces no conocido: Que durante bastantes meses ocultaron en secreto a su padre que estaban tocando en una banda y que, incluso, habían grabado ya una maqueta que vio la luz después de morir Canito.
Canito y Enrique Urquijo fueron los líderes de “Tos”, porque eran los más talentosos y, sobre todo, los que componían las canciones. Javier, el mayor, era un buen músico, pero sobre todo un gran relaciones públicas, y Álvaro era muy joven, pero tocaba la guitarra de doce cuerdas, inicialmente una Hofner President de los años 60, con auténtica maestría. Aunque a la sombra de sus hermanos mayores, ya apuntaba la categoría de músico y compositor que aún sigue acreditando a día de hoy con “Los Secretos”, siendo su líder indiscutible desde la muerte de Enrique, a finales de 1999.
Pedro Díaz llegó a “Los Secretos” en 1980 tras convencer a los Urquijo de que era la mejor opción que tenían para la batería del grupo, después de hacer unas pruebas a varios aspirantes. Fue verle y, sobre todo, oírle tocar, con ese ritmo alto que imprimía a la batería y ese movimiento de manos tan ágil que tenía, y ya no dudaron que era su hombre. Además, Pedro no solo aportaba una calidad indiscutible como batería, también componía muy bien y, para completar sus méritos, pese a su juventud —24 años entonces—, era mayor y más experimentado que los hermanos Urquijo. Pedro se hizo un buen batería en las carreteras y las plazas de los pueblos de la provincia, cuando con su grupo de Guadalajara, “Escarcha”, tocaba en las fiestas populares haciendo “covers”, versiones muy dignas de canciones de los mejores grupos de la época: Credence, Shadows, Beattles, Rollings, … Era tan alto su nivel que hasta llegaron a hacer de orquesta en un crucero por el Atlántico. “Escarcha” lo fundaron él y Raúl Heranz, un gran guitarrista desde muy joven y después ingeniero superior de telecomunicaciones que terminó siendo el jefe del servicio de Informática de la Diputación, hasta su reciente jubilación. Ambos tenían 16 años cuando nació “Escarcha” y fueron amigos y compañeros de estudios, tanto en el Instituto como en la Universidad Laboral de Alcalá. Pedro también estudió algún año en Salesianos, donde fraguó su personal técnica percusionista gracias a la batería Honsuy de la “orquestina” del colegio, por la que también pasaron otros buenos baterías locales como Jesús Ropero o Tito Mínguez, entre otros. “Escarcha” estuvo activo como grupo desde 1971 hasta 1979 y su composición inicial, junto a Pedro y Raúl, la completaban grandes músicos también, como Luis Alberto Jodra y Fernando Burgos, que solo estuvo dos años y fue sustituido por Juan Luis Ambite, otro alcarreño que, como Pedro, después también ocupó su hueco en “La movida” al ser el bajo y, sobre todo, el icono de “Pistones”. Ambite nació a la música en Sensación IV, otro buen grupo local de finales de los 60 y principios de los 70, y en los últimos años de la vida de Enrique Urquijo fue su secretario y asesor personal.
Pedro Díaz aportó a “Los Secretos” un ritmo y una madurez musical que les ayudaron a superar su inicial imagen de “blanditos”, aunque nadie dudó nunca del talento de los Urquijo. Apenas unos meses después de llegar el batería alcarreño al grupo, en septiembre de 1980, grabaron un EP con cuatro temas: “Déjame”, “Niño mimado” — compuesto en parte por el propio Pedro—, “Sobre un vidrio mojado” y “Loca por mí”, que supuso su primer gran éxito y lanzamiento al mercado, no solo madrileño, sino ya nacional. Unos meses después, mediado 1981, grabaron su primer LP con Polydor, con 12 temas —en 6 de los cuales Pedro fue coautor—, que se vendió muy muy bien y les llevó a sonar en todas las radios, discotecas y escenarios de España y hasta arrastrar a miles de fans adolescentes, algo que, sobre todo, Enrique Urquijo no llevó bien, pero que sí supieron asumir como parte del “business” Javier Urquijo y Pedro. En los meses posteriores, crecieron la fama y el éxito, pero las drogas duras, de generalizado consumo en los grupos de aquella época y de muy nocivos efectos, aún desconocidos en ese tiempo, se colaron entre “Los Secretos” y la banda atravesó una evidente crisis individual y colectiva. En esa etapa crítica, para colmo, llegó el fatal accidente de circulación en el que Pedro murió: fue en la madrugada del 12 de mayo de 1984, en el km. 53 de la entonces N-II. El camión en el que viajaba a Madrid como copiloto, chocó con un tractor que iba en la misma dirección y el camión salió descontrolado hacia el carril contrario, chocando violentamente con otro vehículo. Pedro y el conductor del camión murieron en el acto. Yo recibí la noticia en Burgos, donde entonces hacía la mili, apenas unas horas después de producirse. Mi hermano mayor, Alfonso, era muy amigo de Pedro y hasta había trabajado con “Los Secretos” en el equipo del “road manager” en alguna gira. Se da también la circunstancia de que, apenas cuatro meses antes de la muerte de Pedro, yo había coincidido con Javier Urquijo en el CIR de Araca (Vitoria), donde compartimos algunos buenos momentos. A Pedro le admiraba y quería a partes iguales. Era un músico extraordinario, pero también buena gente, aunque viajar a lomos de un caballo encabritado a veces pueda confundir al jinete y a quienes juzgan su forma de montar. Confieso que ese 12 de mayo de hace 40 años lloré por aquel joven rockero, demasiado joven para morir e, incluso, también para el rock & roll, parafraseando a Jethro Tull. Y mis lágrimas se hicieron tinta cuando me despedí de él con un artículo que publiqué en “Flores y Abejas” y que terminaba como termina este de hoy: “Aunque el registro civil diga lo contrario, Pedro Antonio Díaz no ha muerto, ha ido a tocar a un concierto junto a Jimi Hendrix, Janis Joplin y John Lennon; lo más probable es que no regrese, pero ¿quién volvería a la tierra después de poner ritmo en el cielo a “Voodoo child”, “Try” o “Yesterday”?