Dos primeros de octubre muy parecidos

Desde 1936 y hasta 1975, el 1 de octubre era el “Día del Caudillo» porque en esa fecha, en el año 1936, en Burgos, con España partiéndose la cara y el alma entre hermanos en plena Guerra Civil, Francisco Franco tomó solemne posesión como “Jefe del Gobierno del Estado” (sic), tras haber sido nombrado una semana antes “Generalísimo”. Desde entonces, el primero de octubre fue, junto con el 18 de julio -fecha del, por los alzados, llamado “Alzamiento Nacional”– y el primero de abril –“Día de la victoria” para los «nacionales” y de la derrota para todos, ellos incluidos, porque nadie gana en una contienda civil-, una de las tres fechas festivas por excelencia de Su Excelencia el Generalísimo. También en Cataluña, donde el franquismo fue un caldo de cultivo extraordinario para el progreso de su industria y su comercio, gracias, en gran parte, a las decisiones políticas que la beneficiaron -por ejemplo, la instalación de la planta de SEAT- y, sobre todo, a la mano de obra esforzada y barata que allí emigró, a costa de la sangría demográfica de la ahora llamada “España vacía”.

Pero como los tiempos adelantan y, sobre todo, cambian que es una barbaridad -como las ciencias en la “Verbena de la Paloma” según cantaba don Hilarión, aunque luego también lo hizo Sabina-, el primero de octubre dejó de ser una fecha muy remarcada en el calendario desde 1976, o, mejor dicho, desde 1979, porque hasta que no tuvimos Constitución y aún a pesar de haber muerto ya el “Caudillo” y no poder dar sus míticas soflamas desde el Palacio Real de Madrid, aún quedaban el eco de ellas. Que, por cierto, tampoco se apagó con la Constitución del 78 como el que aprieta un interruptor, pero cierto es que fue remitiendo progresivamente, aunque algunos se resistieran, no poniendo pie en pared -del Palacio Real, se entiende- sino alzando el brazo en la plaza de Oriente.

Cuando el viejo 1 de octubre ya solo eran, apenas, unos segundos del guion de un capítulo de la serie televisiva “Cuéntame” -cuya pervivencia parece competir en longevidad con el franquismo-, en 2017, causal que no casualmente porque el separatismo no da puntada sin hilo, el primero de octubre volvió a convertirse en una fecha con una alta carga de dosis política, especialmente en Cataluña, pero con repercusión en toda España. Como recordarán -y si se les había olvidado ya se han encargado los independentistas catalanes de recordárnoslo a todos y los medios de comunicación y las redes sociales de hacerse eco-, el 1 de octubre del año pasado se celebró el “no-referéndum” en Cataluña en el que se preguntaba a la mitad de los catalanes si querían ser independientes de la otra mitad y del resto de España, al tiempo que si, ya una vez independientes, deseaban que esa independencia lo fuera en forma de república. La jornada del supuesto referéndum, ilegal a todas luces, incluidas las de neón y, por supuesto, las de bohemia, se convirtió, no obstante, en una colosal jornada de propaganda separatista porque el gobierno de Rajoy, sin duda movido por la mejor de las intenciones, pero errático en estrategia y táctica, terminó permitiendo, aunque fuera muy a su pesar, que hubiera urnas y colegios electorales. Ese hecho posibilitó a los independentistas venderse como pacíficos ciudadanos que simplemente querían votar, siendo duramente reprimidos por la policía. Manipular, primero, y simplificar las cosas, después, siempre ha dado muchos réditos en comunicación.

El independentismo catalán está plagado de violencia dialéctica, de violencia moral y de violencia social y, pese a que le convenga ir de pacifista, también tiene su dosis de violencia física, principalmente encarnada por los CDR, los sectores más activos de las CUP e, incluso, algunos de ERC y el PDECAT, incluso alentada por el mismísimo Torra: “Presionad, hacéis bien en presionar” (1-O-2018), llamando “presión” a lo que es sencillamente violencia tumultuaria. Pero el 1-O de 2017, los independentistas se vendieron, y algunos se lo compraron, como gazapillos a los que la Policía Nacional y la Guardia Civil disparaba a tenazón, mientras los Mossos, vergonzante y vergonzosamente, les hacían el juego, miraban para otro lado y silbaban. Els Segadors, por supuesto.

Y así hemos pasado del primero de octubre, “Día del Caudillo Franco”, al primero de octubre, “Día del Caudillo Puigdemont”, y digo Puigdemont y no Torra porque el teórico presidente de la Generalitat es un mero trampantojo y más falso que un billete de 3 euros, aunque, eso sí, se le caen de los bolsillos radicalidad, xenofobia y anti-españolismo; como muestra de esto último, baste esta última cita del susodicho: “España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando. Todo lo que ha sido tocado por los españoles se ha convertido en fuente de discriminaciones raciales, diferencias sociales y subdesarrollo”. Es evidente que a Torra, del bolsillo, también se le cae odio y con odio no se puede construir nada, ni un país, ni absolutamente nada. En realidad, en Cataluña hace tiempo que, creyendo construir un país independiente, lo que están haciendo es destruir la convivencia de un pueblo y soliviantar a toda una nación, plural y diversa, pero nación, que es España.

Resulta curioso, pero en absoluto gracioso, bien el contrario, que el debate y el calendario político los monopolicen casi permanente los nacionalismos radicales, antaño el vasco con el terrorismo de ETA, hogaño el catalán con el independentismo torriano, cuando el País Vasco y Cataluña son dos las dos regiones más ricas de España, además de tener unos niveles de autogobierno y libertad de los que jamás han gozado. Entre tanto, la “España vacía” a la que antes hacía alusión -entre la que se encuentra más de un 80 por ciento del territorio provincial de Guadalajara- sigue vaciándose y estando muy alejada de las infraestructuras, servicios y recursos de las áreas urbanas del resto de España y hasta de las rurales de Cataluña y Euskadi. Lo resumía muy bien Julio Llamazares en una entrevista que le hizo el periodista galvito, Raúl Conde, para El Mundo, publicada el 30 de septiembre: “El Estado de las Autonomías ha acentuado la desigualdad entre regiones”. Y, esto es de mi cosecha, ha fracturado España, puede que ya de manera irreversible.

Entre el primero de octubre de Franco y el de Puigdemont/Torra hay más parecidos de los que parece. El liderazgo de Puigdemont es caudillista y Franco también puso urnas alguna vez.

 

 

Tesis, antítesis y sin tesis

Cada uno contará la feria como le haya ido, que espero que mayoritariamente haya sido bien. A mí, ni me ha ido ni me ha venido porque, siguiendo la conocida reflexión orteguiana, mis circunstancias no están ahora como para andar tirando cohetes, sino para guardarlos para mejor ocasión, que sin duda la habrá porque, aunque no soy un optimista antropológico, me resisto a caer en brazos del pesimismo crónico. Además, como afirma el sabio refranero, no hay mal que cien años dure. Como el general Mc Arthur volvió a Filipinas tras ser obligado a salir de ellas por el empuje bélico japonés, yo volveré a la fiesta.

El día después de las ferias suele ser sombrío, mal encarado, antipático y, las más de las veces, aunque no ésta, hasta desapacible en lo meteorológico. De momento sigue siendo verano, y no solo oficialmente, sino oficiosa y realmente, lo que sin duda tiene más valor porque la oficialidad meteorológica septembrina en esta tierra suele caer en la informalidad. Y no seré yo quien se lo afee a los meteoros ya que la rebeldía siempre me pareció virtud frente al conformismo, aunque aquella, a veces, te lleve a situaciones comprometidas; pero, sin riesgo, la vida solo es una película en blanco y negro.

Filosofías baratas aparte, con las ferias de la capital y las fiestas de casi toda la provincia ya terminadas, llegan, al tiempo que el otoño, el inicio del curso académico y del político que, en esta ocasión, desembocará a finales de primavera en un triple proceso electoral: local, autonómico y europeo que hasta pudiera ser cuádruple si se convocan también elecciones generales en los próximos meses, algo no descartable por la actual debilidad del gobierno “bonito” de Pedro Sánchez, al que se le están poniendo las cosas cada vez más feas. Y esta afirmación, evidentemente, no es solo una tesis mía, sino la síntesis de las tesis de muchos analistas políticos, solo enfrentadas a las antítesis de bastantes menos, algunas de ellas bien pagadas, como las de los nuevos responsables de informativos y colaboradores de TVE, tras las purgas de Rosa María Mateo pactadas por el PSOE Y Podemos.

El caso es que, cuando apenas han arrancado los cursos docente y político, ya hay síntomas de fin de año acdémico en el ambiente informativo pues jamás se ha hablado tanto de la universidad y la política como en los últimos tiempos. Que si masters que se aprueban sin ni siquiera cursarse, que si trabajos fin de master que son puro copia y pega de la Wikipedia, que si tesis doctorales que son más que cuestionables en fondo y forma, que si doctorandos que ni merecen el gerundio ni el participio del verbo doctorar, que si carreras que se ofrecen terminar de manera “fácil”, que si patatín, que si patatán… Y todo este sinfín de despropósitos, malas praxis y golferías relacionados con las titulaciones universitarias y protagonizados, chusca y lamentablemente, por políticos, entre ellos el presidente del gobierno, el del PP, el de Ciudadanos y hasta la alcaldesa “en comú”-podemita de Barcelona.

De las dimisiones de Cristina Cifuentes como presidenta de la CAM y de la Ministra de Sanidad, Carmen Montón, por las más que acreditadas irregularidades en la obtención de sus respectivos másteres en la URJC, ni si quiera vamos a referirnos por tratarse de piezas de caza menor, dicho sea de manera gráfica, pero con todo el respeto a ambas. Eso sí, no me resisto a mostrar mi estupefacción por la forma en que fue despedida la señora Montón del gobierno de ministros y ministras por sus compañeros y compañeras, calificando de “ejemplar” su decisión de dimitir. Nunca puede ser ejemplar dimitir porque “te han pillao con el carrito del helao”, permítaseme la expresión tan de charanga y aún con la resaca de las ferias.

Al nuevo presidente del PP, Pablo Casado, se le acusa de haber aprobado, con irregularidades, un máster oficial -aunque no habilitante- en la Universidad Rey Juan Carlos I, de 60 créditos, de los cuales 40 le fueron convalidados por ser Licenciado en Derecho y 20 aprobados a través de la presentación de unos trabajos que, juntos, no suman un centenar de páginas. En los próximos días, el Tribunal Supremo decidirá si investiga -lo que antes era imputación- a Casado por este asunto o no. Al estar judicializada la cuestión, toca esperar acontecimientos, aunque el presidente de los populares afirma que “va a quedar en nada”.

Al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, que abrió la caja de los truenos cuando, por sorpresa, pero con toda intención, preguntó a Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados por su controvertida, polémica y entonces escondida tesis doctoral, se le echa en cara un asunto menor, pero también relacionado con el “titulismo” universitario tan de moda: en su CV figuraba -ya lo ha actualizado- que era “doctorando” en Derecho en la Universidad de Barcelona, cuando no está matriculado en los cursos de doctorado y, por lo tanto, no está en esa situación. De todas formas, que se prepare el líder naranja si, por un casual, tiene el más mínimo borrón en su expediente académico o laboral porque el dedo amenazante de Pedro Sánchez pesa sobre él.

Por su parte, Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona de la confluencia de Podemos “En comú”, afirmó que le habían ofrecido acabar su carrera de Filosofía “de manera fácil”. Cuando la UB le exigió explicaciones, Colau dijo que se había “colao”, pidió perdón y dio marcha atrás. ¿Pero se lo ofrecieron o no? Caben dos posibilidades: que no se lo ofrecieran y mintiera como una bellaca -algo no descartable en este histriónico personaje político- o que sí se lo ofrecieran, pero no pudiera demostrarlo, dando marcha atrás por temor a una querella y/o a enfrentarse a la todopoderosa UB.

Y termino ya con la madre de todas las tesis, la de Pedro Sánchez, si es que le es atribuible pues, como es sabido, varios medios de comunicación afirman -y documentan- que una amplia parte de su contenido es plagio y que tuvo un “negro” que le ayudó a hacerla. Hasta el gobierno ha reconocido que “solo un 13 por ciento” de la tesis del presidente puede ser considerado como “plagio”, un dato “permisible”. El asunto está muy feo porque también se acusa al tribunal que le juzgó de estar integrado por personas que tenían relación con Sánchez y que, incluso, alguna, hasta había compartido trabajos con él, parte de los cuales se incorporaron a la tesis. ¿Jueces y parte? Por otro lado, y para mí quizá sea lo más sangrante, reconocidos expertos economistas han afirmado que, en todo caso, la tesis no es merecedora, ni mucho menos, del “cum laude” con que fue calificada. Hasta el jurista y economista Manuel Conthe, que llegó a ser vicepresidente del Banco Mundial, en Washington, califica la tesis de Sánchez de “superficial, banal, inane con una infinita mediocridad intelectual”. Cabe recordar que, sin el doctorado, el presidente del gobierno habría tenido mucho más limitadas sus opciones para desarrollar la docencia universitaria, única actividad profesional que ha ejercido y solo en la misma universidad en la que se doctoró, la Camilo José Cela, además de la política.

Sánchez está gobernando en la antítesis de lo que dijo cuando accedió al gobierno pues se comprometió a ejercer su labor “con transparencia y honorabilidad”, entre otras muchas cosas que sonaban muy bien como declaración de intenciones, pero que no han pasado de ahí. Transparencia, de momento, la justa, pues sus ruedas de prensa abiertas son contadas, solo atiende a medios de comunicación “cómodos” para él -dejémoslo ahí-, se ha negado a comparecer en el Congreso para explicar este espinoso asunto y solo ha publicado su tesis cuando se ha visto contra la espada y la pared. ¿Honorabilidad? No puede calificarse de honorable afirmar, cuando se es candidato a presidir el gobierno, que “hay países donde se dimite por plagiar tesis” y, cuando está en cuestión que la suya es plagiada, amenazar con querellas y demandas, pero no dar explicaciones sobre las muchas cuestiones referidas a su tesis que están en el disparadero. Sin tesis, no hay presidente. Al tiempo.

 

 

Las pelas de la Luna

Cuando muchos están aún deshaciendo las maletas tras disfrutar de las vacaciones en agosto y el síndrome posvacacional, el moreno playero y las barrigas cerveceras son pruebas irrefutables de ello, apenas sin tregua se nos convoca a la fiesta a los arriacenses que, para muchos paisanos, es la octava, o la minerva si lo prefieren, de la que hace apenas unos días han disfrutado en sus pueblos, si es que los tienen, que casi todos los tenemos. Los de la capital alcarreña, como los de la vizcaína, nacimos donde nos vino en gana, pero todos somos de aquí. Al menos los que queremos serlo, aunque en el DNI ponga otra cosa, que no es mi caso.

Efectivamente, del 10 al 16 de septiembre nos esperan ya las Ferias, pero desde el 29 de agosto, fecha en la que se trasladó a la Virgen de la Antigua -este año ataviada con el precioso vestido que le diseñó, pintó y regaló el gran Carlos Santiesteban–  desde su santuario a la Iglesia de San Francisco para ser honrada allí en su tradicional novenario, ya se vienen celebrando actos festivos previos a la “semana grande”. De entre ellos, por su capacidad de convocatoria, por su repercusión social y económica, por su ambientación y tamaño -tanto en propuesta como en nombre-, ha destacado la celebración del “Gigante”, el festival de música indie, rock y pop que se celebra en Guadalajara desde 2014 y que ya ocupa un lugar de referencia en el cada vez más nutrido conjunto de festivales de estas características que se programan en España.

Este año, el programa del “Gigante” lo han completado casi medio centenar de grupos, con una calidad media bastante alta, algo que hay que reconocer y agradecer a sus promotores, gente de Guada sin complejos que arriesga cada año tiempo, dinero e ilusiones para que la ciudad tenga un festival de música importante, del que podemos disfrutar los propios guadalajareños, a la vez que quienes, por miles, acuden de fuera a su atractiva convocatoria. Al ambiente de la ciudad y, sobre todo, a la hostelería, les viene muy bien el “Gigante” porque contribuye a llenar unas calles que, a finales de agosto, solo las pasea el sol, y a hacer unas cajas en bares, restaurantes y terrazas que solo se hacen en días contados.

Hace tiempo que me descolgué de seguir al día la música de actualidad, pero sigo reconociendo y degustando la de calidad. Del buen cartel del “Gigante” de este año, hay muchas opciones para destacar, pero, si he de quedarme con solo dos, lo hago con Enrique Bunbury, uno de los modernos más clásicos del pop-rock español, y con Josete Villanueva, un gran músico gallego que viene creciendo en la última década y que actuó con otros dos grupos más (The Groovies y Nixon) el sábado por la mañana en la plaza de Santo Domingo, momento en que el festival eligió para bajar de la Fuente de la Niña al centro de la ciudad y ofrecer, gratis et amore, un buen rato musical para quienes quisimos disfrutarlo. Que fuimos pocos, pero gozamos mucho, porque a las 12 del mediodía en que comenzó a actuar Villanueva era una hora aún muy temprana para los festivaleros, noctámbulos de vocación, a pesar de lo cual el sol ya picaba en ese solárium de lagartijas que es esta céntrica plaza cuando el astro rey se empeña en ser déspota. Dorian, La M.O.D.A, el Kanka, Ángel Stanich, Elefantes y hasta nuestros Despistaos fueron algunos de los grupos de mayor tirón en este “Gigante” que aún tiene margen de crecimiento en el futuro porque sus promotores saben lo que quieren y están haciendo las cosas bien. El provincianismo de manga ancha y mirada corta no debe cortapisar un buen proyecto como éste -mejor dicho, una realidad ya contrastada- y hace muy bien el ayuntamiento en apoyarlo porque convierte a la ciudad en receptora de visitantes y en promotora y organizadora de actividad, una fórmula que se está aplicando con absoluto acierto en la gestión deportiva, liderada por ese extraordinario concejal que es Eladio Freijo; con la doble virtud, en este caso, de que se está haciendo de una forma continuada y no solo ocasional.

Terminamos con las Ferias que, como el mar en la canción de Aute, ya se adivinan. Hace años que el programa es continuista, algo que no lo digo en sentido negativo, sino como indicativo de que el modelo festivo está consolidado después de muchos años de dudas, incluso hasta en las fechas de celebración. No obstante, con un poco más de presupuesto e imaginación, especialmente en actividades de dinamización de calle, la programación podría colorear también más.

Al hilo de los presupuestos municipales para ferias, como concejal delegado de festejos que fui entre 1999 y 2003, aconsejo a la oposición en el ayuntamiento de la capital que no intente soplar y absorber a la vez, porque es imposible; es decir, no se puede pedir que se gaste menos dinero en fiestas -Ciudadanos así lo ha exigido en dos de los tres presupuestos aprobados en este mandato-, al tiempo que se reclama que la programación sea mejor y no tan continuista, algo en lo que hacen sobre todo hincapié PSOE y Podemos cada año. No obstante, cierto es que no todo lo compra el dinero, como nos invita a reflexionar este inteligente mensaje que leí en la camiseta de un festivalero del “Gigante” cuando escuchábamos los dos a Villanueva en Santo Domingo: “Cuántas pelas debe tener la Luna para salir todas las noches”. La imaginación al poder, sí, pero las ideas no pueden pasar de proyecto si no se dispone de recursos para que bajen de la nube al suelo.

Dos repúblicas independientes dos

De momento, la “república independiente de Cataluña” tiene la misma solvencia y eficacia jurídicas que la de “Ikea”; o sea, que es pura propaganda. Mientras los independentistas catalanes venden lazos amarillos, victimismo de Calimero, lágrimas de cocodrilo por sus “presos políticos”, historia relatada a la carta y hechos diferenciales al peso, los de la república independiente de “Ikea”, como es sabido, venden muebles y objetos para el hogar a muy buen precio y de diseño moderno, aunque, eso sí, te los tienes que montar tu mismo. Vistas así las cosas, ambas repúblicas, la catalana y la de Ikea, se parecen en muchas cosas pues, efectivamente, las dos tienen mucho de montaje; en el caso de la de Ikea, pagando el que compra, y en el de Cataluña, pagando todos.

Cuando Pedro Sánchez llegó al poder, gracias, entre otros apoyos, a los de ERC y el PDCAT –o sea, los principales impulsores de la república independiente de Ikea, digo, de Cataluña-, pagando el primer plazo de ese carísimo apoyo, dijo que había que recuperar el diálogo y la normalidad institucional entre el gobierno del Estado y el de la Generalitat. Esa intención es de manual y no tiene nada de reprochable si no fuera porque el “supremacista” –el propio Sánchez así lo definió antes de acceder a la Moncloa- presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, su (des)gobierno, la mayoría que domina el Parlament (que trabaja menos que un vendedor de hielo en el Polo Norte) y sus corifeos, los CDR, Omnium, ANC y demás siglas que sumar a la ensalada independentista, siguen en sus trece y solo aceptan independencia o referéndum vinculante para alcanzarla. Como la Constitución no permite ninguna de las dos cuestiones, el gobierno español también debería seguir en sus trece y decir a los independentistas que “no es no”, pero para no cabrear a quienes les ayudaron a derribar a Rajoy, les hacen guiños y gestos de buen rollito para que, como mal menor, sigan prefiriendo las buenas palabras sanchistas al 155 rajoyano, aunque también lo apoyara el PSOE, pero condicionando tanto su liviandad que las cosas siguen estando como estaban antes de su aplicación temporal. O “pior”, como dice un buen amigo mío.

El juego del “dialoguismo” y los paños calientes del gobierno con el “procés” es evidente y, al menos a corto plazo, parece que le está siendo rentable al PSOE, aunque habrá que ver a medio y largo plazo si le es rentable a España porque, de momento, el independentismo no da un paso atrás ni para coger impulso, mientras que la representación y presencia del Estado en Cataluña es cada vez más residual y hasta ya, de momento solo verbalmente, se le amenaza con atacar. Para colmo, quienes, en nombre del Estado, deberían garantizar la seguridad ciudadana en Cataluña -los Mossos de Escuadra, fundamentalmente-, son descaradamente utilizados por el independentismo gobernante, hasta el punto de tenerles entretenidos persiguiendo y multando –con cifras desorbitadas- a quienes quitan los dichosos lazos amarillos y protegiendo a quienes los ponen, en vez de garantizar las libertades de quienes defienden la Constitución, sus valores, sus principios y el estado de derecho. No hay derecho ni casi Estado ya en Cataluña.

Dialogar en política es siempre positivo, pero cuando quienes hablan lo hacen de manera franca y leal, y, por supuesto, dentro del marco de la ley. Puede que Torra y su gobierno autonómico estén siendo francos en su diálogo con el del Estado, pero las evidencias cuestionan muy mucho su lealtad. Por otra parte, a día de hoy, la Constitución española no permite ni la independencia de Cataluña ni un referéndum que sea su antesala, por lo que dialogar sobre ello es como brindar al sol. Eso lo saben, perfectamente, tanto el gobierno socialista español como el independentista catalán, por lo que, mucho me temo, que si los independentistas siguen sentados a esa mesa del diálogo imposible es porque, aunque no les guste la letra de gran parte de lo que oigan, puede que la música de fondo sí les resulte familiar. ¿Qué les une a PSOE, ERC y PDECAT? No solo su animadversión a lo que, curiosa y estratégicamente, las tres formaciones han coincidido en llamar “extrema derecha” –o sea, PP y Ciudadanos-, sino su simpatía –dejémoslo ahí en el caso del PSOE- y clara apuesta – en el de ERC y PDCAT- por la república como sistema de gobierno. Ya lo dijo Joan Tardá, y no ayer, sino en julio de 2017, en Alcoy: “Si proclamamos la república catalana hay muchas posibilidades de que se abra un ´procés´ en el Estado español, y el objetivo sería la proclamación de la III República Española». Como decía otro nacionalista “pata negra”, Xavier Arzalluz, “otros mueven el árbol y nosotros cogemos las nueces”. Eso es, precisamente, lo que puede que estén pensando algunos, aunque, de momento, callen porque saben que “no hay nada más silencioso que un cañón cargado”.

En este contexto, no es de extrañar que el gobierno de Sánchez esté, como mínimo, mirando para otro lado cuando el presidente de la Generalitat afirma que “Felipe VI ya no es el rey de los catalanes”, lo trata con frialdad y descortesía en las dos ocasiones en que ha coincidido en actos públicos con él –Juegos del Mediterráneo, en Tarragona, y manifestación por los atentados del 17 de agosto- y aplaude y consiente las pancartas contra el jefe del Estado que ni los Mossos ni la Guardia Urbana retiraron de la plaza de Cataluña en la manifestación del 17-A porque nadie les dio esa orden, a pesar de que, incluso, una de ellas comprometía la seguridad del monarca y del resto de autoridades y asistentes.

A mí me parece muy bien que los que deseen una república que sustituya a la monarquía trabajen para ello, como que los que quieren que sus regiones se independicen de España también lo hagan. Ahora bien, el límite para sus aspiraciones lo marca la ley, así que, en vez de saltársela a la torera o malearla hasta hacerla irreconocible, en vez de coger atajos y anteponer la vía de hecho a la del derecho, lo que deben hacer es cumplir lo previsto en el título X de la Constitución que es el que prevé su reforma. Falso es que sea inamovible. Para que no pierdan tiempo buscando su articulado, les copio y pego a continuación los dos principales artículos que prevé la carta magna para ser reformada:

Artículo 167

  1. Los proyectos de reforma constitucional deberán ser aprobados por una mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras. Si no hubiera acuerdo entre ambas, se intentará obtenerlo mediante la creación de una Comisión de composición paritaria de Diputados y Senadores, que presentará un texto que será votado por el Congreso y el Senado.
  2. De no lograrse la aprobación mediante el procedimiento del apartado anterior, y siempre que el texto hubiere obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el Congreso, por mayoría de dos tercios, podrá aprobar la reforma.
  3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación cuando así lo soliciten, dentro de los quince días siguientes a su aprobación, una décima parte de los miembros de cualquiera de las Cámaras.
  • Artículo 168
    1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes.
    2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
    3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación

Figurantes y figurones al sol

Acabo de regresar de Comillas con las pilas cargadas después de dos años sin poder vacacionar. He dejado atrás seis días de lluvia, nueve de cielos cubiertos y solo un par de jornadas de sol pleno y me encuentro a Guadalajara achicharrada, y casi despatarrada, por la sofocante ola de calor con que ha principiado agosto, la primera del verano y eso que ya va camino de su ecuador. Agosto, sol de justicia, diáspora general y escasez informativa suelen ir de la mano en este tiempo en que a España se le podría colgar el cartel de “cerrada por vacaciones”, si no fuera porque, en este tiempo, millones de compatriotas, especialmente los que trabajan en el sector turístico en general y de la hostelería en particular, sudan la gota gorda y no precisamente por afición, sino por obligación. La afición, incluso la vocación, de los sudadores de gota gorda la representan perfectamente quienes, sin tener obligación alguna, se autoimponen ir a la playa a diario, sí o sí, horas y horas, vuelta y vuelta, a tostarse como un espeto a la brasa en la playa de la Malagueta o una parrocha en la del Sardinero, aunque no hay comparación entre la fogosidad del sol mediterráneo y el cantábrico.

Así que el sol no ha faltado a su cita, como tampoco lo ha hecho la vacación general, pero lo que sí ha cambiado respecto a otros agostos es la actualidad informativa, bastante más concentrada y agitada que lo acostumbrado, probablemente por la circunstancia de que tengamos gobierno y oposición nuevos. Es sabido que los principios de todo suelen conllevar una fuerte actividad que el paso del tiempo acompasa, pondera y atenúa. La vida misma es así. En cualquier caso, y aún a riesgo de que algún progresista de manual -o sea, de los que conceden o niegan el carnet de demócratas a los demás- piense que “qué va a decir un facha como este”, ya les digo que me están preocupando, y mucho, los inicios del gobierno de Pedro Sánchez pues tiene más hipotecas sobre su mesa que las plataformas anti-desahucios. Y lo peor de todo es que ninguno de los prestamistas -de voto, se entiende- que llevaron al líder del PSOE a la Moncloa -Podemos, ERC, PDCAT, PNV, Bildu y hasta Nueva Canarias- está por la labor de dejar de cobrarse hasta el último rédito -principal, más intereses; políticos, entiéndase- que Sánchez les comprometiera. Vayamos viendo y esto no ha hecho más que empezar: A TVE ya ha llegado el cambio vía decreto -ayer en Canal 24 horas hasta llamaban “presos políticos” a los terroristas de ETA-, los presos golpistas catalanes ya duermen en cárceles gestionadas por la Generalitat de Torra/Puigdemont, a ésta se le da trato de igual con el Estado en comisión bilateral, se renuncia a la “vía judicial con Cataluña” -será con los independentistas, digo yo-, se les consiente desairar al Rey continuamente -y con ello a España y los españoles, a quienes nos representa como jefe del Estado-, se les permite pagar sueldos millonarios públicos a encausados por el “procés”, se mira para otro lado cuando reabren las “embajadas” catalanas sin tener transferencias en política exterior, al PNV se le da por decreto un dinero para financiar el partido que el gobierno de Rajoy había negado, se negocia ya el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco, se silba disimulando cuando se le rinden homenajes tras su salida de la cárcel a Santi Potros, el más sanguinario de los etarras, etc. etc. etc. A pesar de que Sánchez sólo lleva dos meses en la Moncloa -y, por cierto, está tan cansado que se va a coger tres semanas de vacaciones-, esta película ya tiene título: “La Moncloa tenía un precio”. Y no lo va a pagar su inquilino, precisamente.

Decíamos que teníamos un gobierno nuevo, pero también una oposición nueva, el PP, que, además, ha cambiado de líder. Me gusta el estilo personal de Pablo Casado, pero, sobre todo, me parece ir en la buena línea si se propone recuperar los valores y los principios ideológicos del PP, especialmente el acento liberal que Rajoy tanto menospreció hasta el punto de proclamar en el congreso nacional de los populares en Valencia, en 2008: “los liberales, que se vayan al partido liberal”. De hecho, considero que Casado está acertando tanto al ir en esa línea que hasta ya le acusan Sánchez, su gobierno y su partido de haberse “radicalizado” y de escorarse mucho a la derecha. Llegados a este punto creo oportuno recordar la conocida cita cervantina de El Quijote: “¿Ladrán? Luego cabalgamos”. Si el asunto del título del master y las convalidaciones universitarias del nuevo presidente del PP se resuelve quedando en nada, como él mismo vaticina, el PP puede haber encontrado a un buen líder que cese su sangría continuada en la intención de voto y le permita volver a ser un partido con claras opciones de gobernar ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y, por supuesto, la propia nación.

No quiero contribuir más al sofoco de los lectores y termino ya, eso sí con un asunto -chusco, feo- regional que, al citar antes al compañero de fatigas de Sancho Panza, me ha venido por asociación de ideas. Estando en Comillas leí que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Guadalajara había denunciado que cuando el presidente regional, Emiliano García Page, visitó en julio pasado las obras de ampliación del Hospital de Guadalajara, se había llamado de urgencia a varias decenas de trabajadores para que hicieran de “figurantes” durante la visita con el fin de parecer que los trabajos iban ya a buen ritmo. Si este hecho es cierto -como lo parece, por los datos aportados por Román y Carnicero y los silencios del gobierno regional-, Page tiene tres cosas que hacer antes de irse vacaciones, si es que aún no se ha ido: cesar inmediatamente a los responsables de este vergonzoso y manipulador montaje, pedir perdón públicamente por ello y después dimitir. El PSOE siempre ha sido una máquina de comunicar, pero forzar hasta este extremo es griparla.

Se está llegando en política al colmo de la desvergüenza: a las noticias falsas –“fake news”, si lo prefieren en su versión original- ya le suceden hasta las realidades falsas –“fake reality”-.

Conquistando tradiciones en julio

Julio solía ser un mes solo de vísperas en Guadalajara, de vísperas del mes festero por excelencia, agosto, pero hace ya tiempo que la fiesta se quiere ensanchar y como suele estar tan comprimida y concentrada en el octavo mes del año, lleva ya tiempo haciéndose también un hueco en el séptimo. La tradición festera de agosto la condicionaba en las comunidades rurales de antaño el fin de la cosecha y de las labores de era y granero que la seguían. Ese ciclo festivo que devenía tras concluir el del trabajo agrario se prolongaba hasta septiembre e, incluso, hasta primeros de octubre, cuando la festividad de la Virgen del Rosario casi daba por cerrados los festejos populares del verano y el primer otoño. Había –y sigue habiendo- alguna excepción, como la de Muduex, probablemente el pueblo de la provincia que más tarde celebraba sus fiestas patronales, San Diego de Alcalá, con festejo taurino y todo, ya mediado noviembre.

La emigración masiva de población del medio rural al urbano que, especialmente, se concentró en las tres primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX, pero que no cesó en las siguientes y que, incluso, aún prosigue –aunque ya de forma mucho más limitada pues la despoblación ha llegado a tal extremo que ni siquiera hay gente en los pueblos para emigrar de ellos-, ha tenido muchas consecuencias socio-económicas que pueden resumirse en una: el debilitamiento extremo del medio rural a todos los niveles. Es un tema del que vengo ocupándome de forma reiterada y recurrente desde que me inicié como “opinante” en mi recordada columna del viejo y querido “Flores y Abejas” a la que puse por título “Luces de bohemia”, tomándoselo prestado nada más y nada menos que a Valle Inclán. Mucho arroz –él-para tan poco pollo –yo-.

Efectivamente, pongo por testigos a las hemerotecas -he estado tentado de poner “testigas”, pero me he contenido hasta que el diccionario de la RAE haga su versión inclusiva de género- del hecho de que he venido ocupándome periódicamente de las consecuencias de mayor calado socio-económico que ha traído el éxodo poblacional para el medio rural provincial, pero hoy, acaso porque el sempiterno sol cegador y agobiante del julio castellano no invita a ello, voy a comentar una de las consecuencias menos trascendentales, pero sí evidentes, que ha traído esa sangría humana: el traslado a agosto de las celebraciones de muchas fiestas patronales que, tradicionalmente, se celebraban en otros meses del año. La causa es obvia: en agosto es cuando más gente hay en los pueblos y, por puro pragmatismo, en muchos de ellos –cada vez más-, han optado por programar sus fiestas en este mes porque, además de contar con el buen tiempo como aliado, es el momento en el que más cuotas se pueden recaudar para pagar la fiesta a escote y cuando más ambiente festivo se puede encontrar. O sean que “si hay que festejar, se festeja, pero festejar pa  ná…”, como diría José Mota, la Raya del dúo cómico que antes formaba con Cruz, o sea, Juan Muñoz.

No obstante, aún sigue habiendo pueblos que, como la aldea gala de Astérix ante los romanos, se siguen resistiendo a que agosto les conquiste para celebrar sus fiestas patronales, pero bien es cierto que cada vez son menos los que se aferran a sus fechas tradicionales de celebración, especialmente entre los de menor población pues, quitando ese mes, algunos otros findes del verano y la semana santa, son metáforas de soledad. A la fuerza ahorcan, como dice “el decío”.

Retomando el hilo donde lo dejé en el primer párrafo, tanta concentración festiva en agosto está obligando a optar a los festeros militantes a elegir unas fiestas y descartar otras por aquello de no poseer el don de la ubicuidad, aunque algunos no se resignan a ello y hacen dobletes y hasta tripletes verdaderamente meritorios en una sola jornada festiva. Generalmente salen ganando aquellas fiestas en las que el protagonista principal del programa de actos es el toro, de forma muy especial si este se corre en encierro y, de manera especialísima, si ese encierro es por el campo. Cierto es que viene descendiendo la programación de corridas de toros o novilladas, tanto en plazas fijas como en portátiles, así como la asistencia de público a ellas, pero es igualmente cierto que cada vez hay mayor afluencia de gente a los encierros, a pesar de que la normativa actual que los regula es tan exigente que pone francamente difícil y costosa su celebración. Bien está regular este tipo de festejos para evitar maltrato animal y propiciar la mayor seguridad posible a participantes y bienes públicos y privados, pero las exigencias normativas se han llevado tan a máximos que más parece que el legislador haya optado por quasi prohibir este tipo de festejos, que por regularlos de verdad. País de extremos el nuestro, capaz de acostarse taurino y de levantarse anti… y de muchas cosas radicales más.

Como comentaba al principio, la concentración festiva de agosto en la provincia, especialmente de las citas con programación taurina, también ha propiciado una cada vez más notoria dinámica de organización de eventos festivos en el mes de julio en la provincia, estos generalmente con mayor calado cultural y temático que los agosteños. Así las cosas, son muchas las comisiones de fiestas de los pueblos, pero sobre todo las asociaciones, que en julio programan semanas culturales para alargar las convocatorias en el tiempo y no hacerlas coincidir con las típica y puramente festivas. Aunque soy de los que creo que el toro es cultura, aunque haya bastantes incultos en el mundo del toro, enfrentar una actividad puramente cultural con un festejo taurino –o, incluso, deportivo- es apostar por las sillas vacías.

Termino llamando la atención, y aplaudiendo, el hecho de que, además de estas semanas culturales que progresivamente se vienen programando en julio desmarcándose de las fiestas agosteñas, cada vez son más los municipios de la provincia en los que se organizan en este mes eventos festivo-culturales de mayor capacidad de convocatoria e interés. Incluso, algunos de ellos, arraigando rápidamente y hasta convirtiéndose en auténticos referentes, no solo nacionales, sino internacionales, como es el caso del Festival de la Lavanda briocense al que, este año, hasta le ha salido un hermano pequeño, también alcarreño, en Almadrones. Al Festival Medieval de Hita, que el profesor Criado de Val se sacara de su creativa y docta chistera hace ya 57 años, se le han venido uniendo, entre otras citas, las Jornadas Medievales de Sigüenza –por cierto, creo que sería una buena opción no hacer coincidir ambos eventos en el mismo fin de semana pues se hacen mutua competencia-, el Festival Ducal de Pastrana, las Jornadas cifontinas de Don Juan Manuel o la Feria Medieval de Molina de Aragón, aunque ésta se celebra a finales de junio, como el ”Solsticio Folk” de Guadalajara, otra cita festiva del primer verano que nació casi con el siglo XXI y que ya se acerca a la mayoría de edad reuniendo cada año numeroso público en San Roque. Ciertamente, como decía André Malraux, “la tradición no se hereda, se conquista”.

 

La crisis del PP vista por un exmilitante

El Partido Popular está sumido en una de sus crisis políticas de mayor calado tras haber perdido el gobierno de España después de una moción de censura poliédrica -por las muchas aristas, caras y exigencias de quienes la han apoyado- encabezada por el socialista, Pedro Sánchez, al tiempo que inmerso en el proceso de elección de su nuevo presidente, tras la dimisión de Rajoy y su, justo es reconocerlo, ejemplar alejamiento de la vida política. Este proceso es novedoso en fondo y forma para los populares pues, por primera vez, va a tener voto directo la militancia en él, pudiendo -los que se han apuntado previamente y están al corriente de pago de su cuota de afiliado o, al menos, han abonado la “iguala” de 20 euros para tener derecho a sufragio- elegir a dos de los cinco candidatos que han concurrido para que sea uno de ellos, finalmente, el elegido como sucesor de Rajoy, en este caso ya por compromisarios, en el congreso extraordinario que el PP celebrará en Madrid los días 20 y 21 de julio. Como cargo electo y militante que fui del Partido Popular durante un tiempo, voy a tratar de aportar mi granito de arena a este proceso, empezando por contar mi propia historia vinculada a los populares en la que pueden verse también reflejadas algunas otras personas. O no.

Como es de público conocimiento, desde 1999 a 2007 fui concejal del Ayuntamiento de Guadalajara por el Partido Popular. En las primeras elecciones municipales a las que concurrí -las de 1999, en que ganó la lista encabezada por Bris por mayoría absoluta- fui como independiente dentro de su candidatura, mientras que a las segundas -las de 2003, en que ganó por mayoría relativa la lista de Román, arrebatándole la alcaldía el famoso pacto “de tú a lo tuyo y yo a lo mío” entre Alique y Badel– ya lo hice en calidad de militante. En 2007, de manera voluntaria, decidí no volver a concurrir a las elecciones locales por Guadalajara y ofrecí mi candidatura al PP vasco de María San Gil para completar alguna lista popular en Euskadi, en aquellos años en que presentarse en ellas, más que un acto de valentía, era casi una temeridad. Mantuve la militancia en el PP durante diez años, entre 2001 y 2011, año en que decidí causar baja del partido, justamente cuando el PP obtuvo sus mejores resultados electorales en la capital, recuperó el gobierno de la Diputación y ganó por primera vez la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. O sea que cuando se contaban por decenas, o más, las personas que, como sardinas, se arrimaban a las ascuas entonces bien calentitas del PP, yo me alejaba de ellas voluntariamente a pasar frío. Y hasta ahí puedo -mejor dicho, quiero- escribir.

Nunca he explicado públicamente las razones que me llevaron a no volver a concurrir en 2007 a las elecciones municipales formando parte de la lista de Román -que recuperó con comodidad la alcaldía para el PP, mérito fundamentalmente suyo al que contribuyó no poco Alique- como me fue ofrecido por éste, quien después ha demostrado ser, sin duda alguna, un gran alcalde, hecho refrendado por el sucesivo apoyo ciudadano recibido. El peso mayor de las razones que provocaron que no formara parte de la lista del PP para Guadalajara en 2007 son de carácter personal y por ello las voy a seguir manteniendo en la reserva. Lo que sí voy a desvelar son algunos de los motivos que me llevaron a solicitar la baja como militante del PP, exactamente el 13 de junio de 2011, apenas unos días después de que los populares obtuvieran los grandes resultados electorales antes comentados.

Como no me gusta reescribir la historia, porque eso es lo mismo que manipularla, voy a reproducir literalmente tres de los párrafos contenidos en mi carta de solicitud de baja, dirigida al entonces presidente provincial del PP, precisamente Antonio Román:

  • “(…) Como bien sé por experiencia -buena parte de ella compartida contigo en el Ayuntamiento de la capital- que ´la derrota es huérfana, pero la victoria tiene muchos padres´, estimo que mi baja no va a perjudicar en absoluto al partido, de ahí que la curse en este mismo momento, cuando se han cosechado unos triunfos electorales históricos (…)”.
  • “(…) Bien sabes que soy una persona que me muevo más por afectos que por intereses y hace tiempo que en el partido percibo bastantes más intereses -algunos, perfectamente, legítimos, pero otros, no tanto- que afectos, circunstancia que me ha llevado a sentirme muy incómodo (…)”.
  • “(…)Termino pidiéndote perdón si te ha defraudado u ofendido alguna actitud política o personal mía durante el tiempo que he sido militante del partido, al igual que se lo pido al resto de militantes, y te ruego y reitero, encarecidamente, que veles porque, al menos en el ámbito de tus responsabilidades, tanto institucionales como de partido, los intereses generales se impongan y antepongan a los particulares, se elija a las personas para ocupar cargos con criterio de idoneidad, no de amiguismo y menos aún de nepotismo, y se gestionen los ámbitos de poder que nos han otorgado los ciudadanos pensando siempre en ellos, especialmente en quienes más necesitan la protección y atención de los poderes públicos”.

Estas palabras y estas reflexiones tienen exactamente siete años, el tiempo que ha transcurrido desde que el PP arrasara en las elecciones locales y autonómicas de junio de 2011, algo que también haría después en las generales de noviembre del mismo año. Nunca me han gustado los pregoneros de lo obvio ni los voceros del “ya lo había dicho yo”, pero buscando entre mis archivos para escribir este post me he encontrado con la copia de esta carta y me ha parecido oportuna compartirla con ustedes.

Mi pensamiento es liberal y no me fío del liberalismo en el que ahora dice inspirarse Ciudadanos tras abandonar la socialdemocracia en que se inspiraba antes, dando bandazos más demoscópicos que de acomodo de valores y ejercicio de principios; por ello, creo necesario que el PP se reconstruya y renueve en torno a las tres sensibilidades que, tiempo atrás, convivieron en él perfectamente, le llevaron al triunfo electoral y a sacar a España de algunas encrucijadas: el liberalismo, la democracia-cristiana y el conservadurismo moderado. Aunque la dura crisis sufrida por España obligara a los gobiernos de Rajoy a tomar alguna decisión forzada, otras se han tomado voluntariamente, alejándose de sus propios principios ideológicos y entregándose a un supuesto pragmatismo, condicionado más bien por complejos que por certezas. Si a ello unimos la bajeza moral y golfería de algunos dirigentes y cargos electos que han llevado la corrupción hasta la misma sede central del PP en la madrileña calle Génova, es fácil entender cuáles son las principales causas que han llevado a los populares a vivir su momento crítico actual y al evidente y masivo alejamiento del partido de gran parte de su electorado e, incluso, militancia. Si al centro derecha español le va mal, a España le va muy mal porque la izquierda sigue empeñada en ganar una guerra que perdimos todos hace 80 años, se cuestiona la nación española, le acompleja su unidad, antepone el Estado a la sociedad y aún no ha entendido que el marxismo fue un fracaso.

 

Guadalajara paleolítica

Con este sugerente nombre, “Guadalajara paleolítica”, la Diputación de Guadalajara está dando los primeros pasos para desarrollar un interesante y oportuno proyecto de puesta en valor de la importante y significativa huella del paleolítico que hay en la provincia, tanto en la que ya se está trabajando, como en la nueva que, previsiblemente, vaya apareciendo en el futuro en los distintos yacimientos activos de esta época. La noticia la dio el lunes, 18 de junio, el propio presidente de la Diputación, José Manuel Latre, con motivo de la celebración de un coloquio en el que participaron el periodista y escritor guadalajareño, Antonio Pérez Henares, Chani, autor de la novela “La canción del bisonte” (Ediciones B), ambientada en la edad prehistórica, Nacho Martínez Mendizábal, profesor de Paleontología de la Universidad de Alcalá y coordinador del Área de la Evolución Humana del Centro Mixto Universidad Complutense de Madrid-Instituto de Salud Carlos III, y Plácido Ballesteros, profesor de historia de la UAH y director de los Servicios Culturales de la Diputación.

Aunque el coloquio se centró, fundamentalmente, en el contenido de la nueva y exitosa novela de Chani, que ha vuelto a ambientar su acreditada literatura viajera en la prehistoria -como ya lo hizo en Nublares, El Hijo de la Garza, El último cazador y La mirada del lobo– tras un par de atinadas incursiones en la edad media –La tierra de Alvarfáñez y El rey pequeño-, ciertamente la noticia que surgió de él fue el anuncio del inicio del proyecto “Guadalajara prehistórica” que va a dirigir, desde un punto de vista científico, Nacho Martínez Mendizábal. Mendizábal es un prestigioso paleontólogo que forma parte del “universo” Arsuaga, como él mismo llama al amplio equipo de colaboradores, amigos, conocidos y arrimados de quien es uno de los tres codirectores del yacimiento de Atapuerca (Burgos), junto con Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro. El propio Chani atribuyó a Mendizábal el hallazgo de “Miguelón”, que es el nombre que los investigadores pusieron al cráneo de un varón encontrado en el yacimiento de la Sima de los Huesos, en la Sierra de Atapuerca, la primera reconstrucción de la cabeza del llamado Homo heilderbengensis. Este homínido es antepasado del Neardental, antecesor inmediato del Homo sapiens, y su hallazgo apuntaló la importancia mundial del archiconocido yacimiento burgalés.

La vinculación de Mendizábal con la provincia viene dada por su trabajo como profesor de la UAH y, especialmente, como coordinador del centro Mixto de la UCM y el ISCIII, que ha trabajado y conoce muy de cerca dos de los yacimientos prehistóricos de mayor importancia que hay en Guadalajara: La Cueva de los Casares, en la Riba de Saelices, y la de los Torrejones, en Tamajón.

La Cueva de los Casares está situada a apenas cuatro kilómetros de La Riba de Saelices, en dirección norte. A ella se puede acceder a través de una pista que discurre paralela al arroyo del Linares, tributario del río Ablanquejo. Tres grandes senos hay en esta cueva; en los dos primeros aparecen grabados paleolíticos y rupestres y, en el último, el más alejado de la entrada -dista unos 160 metros de ella-, se encuentra el llamado “seno de las dos cúpulas” donde, además de grabados, hay pinturas. En total se pueden contar alrededor de 170 figuras que se remontan a los períodos auriñaciense, solutrense y magdaleniense, es decir, que tienen una antigüedad que puede oscilar entre los 10.000 y los 30.000 años, un dato que en algunos estudios se estrecha entre los 15.000 y los 25.000 años. En la actualidad y desde el invierno pasado no es visitable la Cueva de los Casares al haber concluido el convenio que la Junta tenía con la Asociación de Amigos del Museo de Molina -gestora del Geoparque Molina-Alto Tajo en el que se integra- por el cual ésta gestionaba las visitas a Los Casares. El propio Chani, en el coloquio, reivindicó su necesaria apertura, algo que parece que va a producirse pronto al haber encomendado la Junta a la empresa pública Tragsa su gestión. A diez kilómetros de la Cueva de los Casares, aguas arriba del Linares, está la Cueva de la Hoz, en Santa María del Espino, cuyo nombre anterior era “Rata” y que hoy es barrio anexionado a Anguita. En esta otra Cueva también hay importantes grabados rupestres y, como la de los Casares, fue declarada “Monumento Nacional” en la década de los años 30 del siglo pasado.

Por otra parte, en el yacimiento de la Cueva de los Torrejones, localizado en Tamajón, que se comenzó a estudiar en los años 90, aunque ha sido recientemente cuando se han llevado a cabo campañas más minuciosas y específicas, se han encontrado restos fósiles de un hueso del pie de un Homo sapiens, así como de macrofauna y microfauna. Como ha afirmado Adrián Pablos, investigador del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (CENIEH) y uno de los responsables de las últimas excavaciones realizadas en Los Torrejones, “aunque hay algunos yacimientos del Paleolítico Superior tradicionalmente asociados a nuestra especie en el interior peninsular, no existía hasta ahora registro alguno de fósiles de Homo sapiens para esta época lejos de las costas mediterránea, atlántica y cantábrica de la Península Ibérica”. Ahí radica la importancia de esta Cueva en la que próximas campañas pueden dar nuevas e importantes noticias, como Mendizábal apuntó y Chani deseó en el coloquio. ¿Neandertales en Tamajón?

Estaremos muy atentos y expectantes a la puesta en marcha y desarrollo del proyecto “Guadalajara paleolítica” que, según adelantaron Mendizábal y Ballesteros, va a ir inicialmente en tres direcciones: Convertirse en un foro de intercambio y relación entre los diferentes equipos científicos que están trabajando en los yacimientos prehistóricos de la provincia, divulgar su conocimiento y trabajar para proyectar estos yacimientos como recursos de turismo cultural. El propio presidente de la Diputación ya adelantó que pronto puede instalarse un centro de interpretación de la “Guadalajara paleolítica”.

Termino citando unas palabras de Chani, de las que tome nota en mi pequeña moleskine durante el coloquio, porque me gustaron en fondo y forma: “En el paleolítico, la tierra era madre y no esclava”. Por cierto, mi próxima lectura será “La canción del bisonte” y lo haré en un lugar pintiparado para ello: Comillas, a apenas 20 kilómetros de Santillana del Mar y de Altamira, privilegiada geografía del paleolítico, como también lo es Guadalajara.

 

Foto: Cueva de los Casares, hoy cerrada al público.

               

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Maquiavelo, entrenador de España

Me fui tan solo un par de días a disfrutar de un viaje familiar a “la flor de España”, como nominó a su Córdoba natal el gran poeta culterano Luis de Góngora, y cuando regresé a “la flor de la Alcarria” me encontré con que España había cambiado de presidente del gobierno y el Real Madrid de entrenador, produciéndose ambos relevos con bastantes dosis de sorpresa, aunque, en realidad, no tantas. Ahora lo que queda por ver es si esos cambios son buenos para España y para el Real Madrid, algo que a día de hoy está en el aire, como el amor en la vieja y conocida canción setentera y discotequera de John Paul Young.

Confieso públicamente que no me ha agradado ninguno de los dos relevos, especialmente el de Zidane, aunque alguien pueda tacharme de frívolo por poner un deporte, un juego, el fútbol, a la par que un país, una nación, España. No se trata de frivolidad, se lo aseguro, sino simplemente de la convicción personal de que el gran “Zizou” era el entrenador idóneo para el Real Madrid, por muchas circunstancias, mientras que, a mi parecer, Mariano Rajoy no era precisamente el presidente ideal para España, aunque estimo que de las grises opciones que actualmente ofrece la política nacional, era la menos mala. Yo, lo reconozco, votaba a Rajoy por exclusión, es decir, porque no me gustaban ninguna de las demás opciones pues, para mí, la abstención, el voto en blanco o nulo, no lo son.

La diferencia sustancial que ha habido entre la marcha de Rajoy del gobierno y de Zidane del Real Madrid es que al presidente lo han echado y Zinedine se ha ido. El resultado es el mismo, ambos están fuera, pero las circunstancias en que han abandonado sus responsabilidades son muy distintas y sus estados de ánimo seguramente que también. No es lo mismo que te corran a gorrazos hasta sacarte de un lugar que marcharte tu diciendo “ahí os quedáis”.

Aunque ni soy Rappel ni lo pretendo, el futuro que espera a ambos también se vislumbra muy distinto pues mientras que al ex entrenador madridista es más que probable que se lo rifen los mejores clubs de Europa y, especialmente, la selección francesa, al expresidente del gobierno, por edad y, especialmente, por desgaste, parece aguardarle un futuro de “jarrón chino”, esos horrendos armatostes que nadie sabe dónde colocar en que terminan convirtiéndose los expresidentes del gobierno. Ahí tienen el caso, por ejemplo, del socialista Zapatero, al que le están abrasando su proverbial inconsistencia y su proximidad a Maduro, o del popular Aznar, que ha incomodado a Rajoy más de lo que sería razonable y le ha cargado la pesada mochila del desgaste de casos de corrupción que, en gran parte, surgieron bajo su mandato como presidente del gobierno y del PP. Aznar, a mi juicio, fue un buen presidente del gobierno, con sus lógicas sombras, pero me está pareciendo un mal expresidente, con alguna luz, como cuando ha reclamado a su sucesor menos “dontancredismo” y más liberalismo.

A Mariano Rajoy no se lo ha llevado del gobierno la corrupción, porque él, mientras no se demuestre lo contrario, y de momento no se ha demostrado, no es corrupto; se lo ha llevado el uso torticero e hipócrita de la corrupción. Esta ha sido la excusa para que el PSOE, el populismo extremo de izquierda, los independentistas catalanes de PDCAT -o sea, Puigdemont– y ERC, los “bilduetarras” y el siempre poliédrico y tibio PNV hayan sumado sus votos para echar a Rajoy y al PP del gobierno, olvidándose de que alguien que tiene culo, no puede llamar a otro cagón, con perdón por utilizar tan escatológica expresión. No hay ética, ni para Amador -como la de Savater– ni para Sánchez, ni para nadie, que pueda avalar esta operación política cainita del PSOE, un partido que fue el primero en acumular una extensa nómina de gravísimos casos de corrupción – Filesa, Malaya, Mercasevilla, Guerra, GAL, Astana, AVE, CCM, Roldán, BOE, etc.-, que actualmente está en el banquillo por el caso institucional más grave -EREs de Andalucía- y que tiene otros 77 casos abiertos por corrupción. Para mayor “inri”, algunos de los “inquisidores políticos” con los que se ha aliado contra-natura para echar a Rajoy como si fuera un apestado, han protagonizado también algunos de los casos de corrupción política más graves, como el PDCAT, heredero de CiU y, por tanto, del famoso y muy lucrativo “3 por ciento” y, por supuesto, del “caso Pujol”. Podemos, para llevar tan poco tiempo en el poder y en no demasiados sitios, ya acumula unos cuantos escándalos, especialmente el de su opaca financiación a la que parecen haber contribuido sus peligrosas amistades iraníes y venezolanas. Militantes de ERC, aunque el preso Junqueras presuma de “84 años de historia y cero casos de corrupción”, están implicados en varios casos como el “Innova/Shirota”, el “Manga” o los de Jordi Ausás y Ricard Calvo, entre otros. Sobre el PNV, que también ha presumido siempre de honradez, igualmente pesan algunos graves casos de corrupción, sobre todo el llamado ‘caso De Miguel’, una presunta trama de cobro de comisiones ilegales por contratos públicos que implica a exdirigentes del PNV alavés. Y de Bildu, qué decir: no hay mayor corrupción que apoyar, justificar y hasta homenajear al terrorismo etarra.

Como en las “Divinas palabras” de Valle Inclán, Sánchez y sus aliados no tienen autoridad moral para tirar la primera piedra a la Mari Gaila, en este caso a Rajoy, porque no están libres de pecado. Ciertamente, la corrupción es siempre censurable; pero la de todos, no solo la del rival, mientras con la propia se mira para otro lado. Un gran pacto de todas las fuerzas políticas contra la corrupción, sincero, contundente y eficaz, hubiera sido mucho más beneficioso para España que esta moción de censura en la que se han aliado tirios y troyanos, pero que no posibilitará la estabilidad del país, sino todo lo contrario.

Con el precipitado y forzado ascenso de Sánchez al poder, solo se garantizan de por vida las prebendas de expresidente -con sus 80.000 euros anuales incluidos- a que tendrá derecho cuando deje la Moncloa, probablemente no tardando porque con los compañeros de viaje que ha elegido, solo se puede ir a ninguna parte. O, peor aún, el único destino puede ser desmantelar el muy beneficioso pacto constitucional, sacar a la economía de la carretera nacional por la que transita a una comarcal llena de baches y reeditar esa famosa frase/ocurrencia de Zapatero que tantos males ha traído: “el concepto de nación es discutido y discutible”. Discutir que España es una nación y tratar de liquidarla es de independentistas corruptos a la par que de cómplices ilusos que no saben que el maquiavelismo no solo es un camino de ida, sino también de vuelta. El fin no siempre justifica los medios.

La Caballada, historia viva de Castilla

Si hay una fiesta tradicional superlativa en la provincia de Guadalajara esa es, sin duda, la Caballada de Atienza. Afirmar esto no es desmerecer al amplio, singular y valioso abanico de fiestas provinciales de raigambre, sino poner las cosas en su sitio. Colocando a la Caballada en la cúspide festiva costumbrista de Guadalajara solo reconozco que es la más antigua de cuantas hay datadas y se celebran en la provincia, que es la que tiene un mayor calado, sentido y argumento histórico, al tiempo que la que mejor se ha mantenido y documentado, y, aunque esto ya es más opinable y no objetivo como lo anterior, es una de las más bellas por su formato y programa e, incluso, por el extraordinario entorno en el que se celebra.

El domingo, 20 de mayo, festividad de Pentecostés, volvió a celebrarse la Caballada atencina que conmemora el histórico y Real -así, con mayúscula- hecho, acaecido hace más de 855 años, gracias al cual el entonces rey niño, Alfonso VIII, fue salvado de una más que probable muerte gracias a la ayuda que le prestaron los recueros de Atienza. Efectivamente, los mercaderes de la histórica villa castellana, sabiendo que el tío del llamado “Rey pequeño” -en él se inspiró Chani Pérez Henares para su excelente novela homónima-, el rey Fernando II de León, quería prenderle y darle muerte para quedarse también con el trono de Castilla, le sacaron del pueblo, al que tenían sitiado los leoneses, con una curiosa estratagema: Escondiéndole entre sus caballerías y mercancías, como si fuera un hijo suyo y no el mismísimo rey castellano, e integrándole como uno más en una de las frecuentes reatas de caballerías cargadas de mercancías que salían a trajinar desde Atienza, superando así a la guardia leonesa que trataba de impedir la huida del niño rey de su cerco. Ese es, en resumen y contado de forma sencilla, el importante episodio histórico que se conmemora, todos los años, con la celebración de “La Caballada”, declarada oficialmente Fiesta de Interés Turístico Nacional en 1980, junto con otras 28 importantes celebraciones de toda España, entre ellas el Festival Medieval de Hita.

Como dejó escrito el recordado y querido investigador y etnógrafo, José Ramón López de los Mozos, fallecido hace tan solo un par de meses, “para conmemorar ese suceso, los arrieros vecinos crearon una cofradía denominada de la Santísima Trinidad, pero sin olvidar a su anterior patrón, que no era otro que San Julián”. Esa histórica Cofradía es la que, desde hace ya más de ocho siglos, ha gestionado y hecho posible la celebración y pervivencia de La Caballada, incluso en tiempos muy complicados, como los provocados por las numerosas guerras acaecidas a lo ancho de tan largo tiempo, o por las crisis económicas y, especialmente, sociales, como lo es la de la despoblación, que no cesa en nuestro medio rural. Recordemos que Atienza, hoy, apenas tiene menos de medio millar de habitantes.

Según recogía también López de los Mozos en uno de sus muchos trabajos dedicados a la fiesta atencina, “el escrito más antiguo que certifica la celebración de esta Caballada es un albalá de Alfonso X el Sabio, fechado en 28 de octubre de 1255 en Burgos, en el que viene a ratificar otro anterior firmado en Peñafiel en 1232 por Fernando III. Dice así: «Don Alfonso, por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Murcia, de Jaén, y una carta del rey don Fernando my padre, hecha de esta guisa: «Fernando, por la gracia de Dios rey de Castilla, de Toledo, de León y de Galicia,… Sabed que yo mando a todos los recueros de Atienza que anden seguros por todas las partes de mi reino con sus mercancías y con sus bestias y con cuantas cosas consigo trajeran, no sacando cosas vedadas del reino. Mando y defiendo firmemente que ninguno sea osado de embargarlos ni prenderlos si no fuese por su deuda manifiesta o por fiadora que ellos mismos hubiesen hecho, y el que lo hiciese, encontraría mi ira, habiendo de pagar a la corona como multa mil maravedíes, y a ellos todo el daño doblado. Facta carta apud pennafidelis Rege exprimente XVIII die Jannuary Era MCCLXX secunda». Y yo el sobredicho rey don Alfonso otorgo esta carta y mando que valga. Dada en Burgos. El rey la otorgó a XXVIII días de octubre Era de mil doscientos noventa y tres años (1255). Aparicio Pérez la hizo por mandato de don Garci Pérez. Notario del Rey».

Uno de los muchos méritos acumulados secularmente por la Cofradía de la Santísima Trinidad -además de, por supuesto, haber preservado esta fiesta en su forma y esencia- es el de conservar importante documentación histórica que, hasta hace muy poco, custodiaba cada año el prioste de turno -el mayordomo o hermano mayor-, pero que ahora, con buen criterio, se conserva en el Archivo Histórico Provincial. Entre esos valiosos legajos hay varios de ellos signados de puño y letra por reyes castellanos como Fernando IV, Alfonso XI, Pedro I, Enrique II y Enrique III, entre otros. La Caballada es, pues, historia viva de Castilla, sin apellidos ni manchas.

Termino diciendo que si alguien aún no ha tenido la oportunidad de vivir -y, especialmente, sentir- directamente la Caballada, ya está tardando en apuntarse en su agenda del año que viene la cita obligada que tiene en Pentecostés. Para quienes quieran ir ambientándose y hacerse una idea de lo que es y representa, así como conocer -o reconocer si ya se conoce- el incomparable marco en el que se celebra -Atienza en primavera es un homenaje a todos los sentidos-, hasta el día 3 de junio tienen una cita en la Posada del Cordón (Centro de Interpretación de la Cultura Tradicional dependiente de la Diputación de Guadalajara), donde pueden ver la exposición «La Caballada de Atienza. Ocho siglos y medio de recueros y mercaderes”, al tiempo que disfrutar de la importante muestra permanente de este centro.

Foto: La Cofradía de la Santísima Trinidad accediendo a la Plaza del Trigo por el Arco de Arrebatacapas. Fondo Layna Serrano.- CEFIHGU.- Diputación de Guadalajara  

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