Las Ferias de la Follolla

Como hemos comentado en otras ocasiones por estas mismas fechas, las Ferias de Guadalajara hace ya años que se hicieron tránsfugas del otoño y pasaron a ser de verano, después de nada más y nada menos que siete siglos de celebrarse una semana antes y una semana después de San Lucas (18 de octubre), como concedió en un privilegio otorgado a la entonces villa el rey “Sabio” Alfonso X, en 1260. De aquellas ferias de ganado que se celebraron durante casi 700 años en otoño, casi siempre pasadas por mucha agua y bastante frío, en apenas unas décadas, las cuatro finales del siglo XX, han dejado de ser pecuarias, se han alejado no solo de la festividad de San Lucas, sino también de las del Pilar y de San Miguel, en torno a las que se celebraron algunos años, y se han hecho de verano buscando el calor y el manto siempre protector de la patrona, la Virgen de la Antigua. Una tradición secular y venerada advocación mariana de la ciudad, pero un patronazgo reciente pues data de 1883 y al que precedieron otros, como los de San Agustín y su madre, Santa Mónica, con quienes la ciudad mantuvo votos de patronazgo desde 1364 hasta finales del XIX. Un patronazgo éste que, por cierto, salió de un sorteo, pero esa es ya otra historia.

La verdad es que siempre que se acercan las Ferias echo la vista atrás y me vienen al recuerdo, sobre todo, las que disfruté de niño, en los años sesenta y principios de los setenta, cuando se celebraban en el Parque de la Concordia, en el que las atracciones se disponían siempre en idéntico lugar y era todo un acontecimiento que llegara una nueva porque lo habitual es que se repitieran siempre las mismas. De muy crío sentía una inclinación especial por “El Tren de la Bruja”, que se instalaba junto al kiosco de música; el miedo, controlable y controlado, que me producían aquellas brujas que fustigaban con su escoba a pasajeros y mirones tenía su punto iniciático, precisamente por poder superarlo. Los puestos de tiro, que se situaban en el llamado “Paseo de los curas” -la zona del parque paralela a “La Carrera”– también me atraían mucho, sobre todo aquellos en que, si acertabas a dar con la escopetilla de plomos al pomo de unas coloridas puertas, éstas se abrían y por un carril bajaba una muñeca; el premio por acertar no era la muñeca, no, sino una copa de moscatel, menta, anís o coñac, o un pincho de pepinillo con anchoa, que era lo que nos daban a los menores. O no.

A la adolescencia se llegaba cuando dejabas atrás a la bruja y su tren y las horas muertas se las dedicabas a los coches de choque, los “Skooter Tyris” zaragozanos, que siempre se situaban en la parte baja del parque, cerca de la calle Marqués, que es una de las tres que enlazan Boixareu Rivera con el Arrabal del Agua. En los coches de choque de los años del final de mi niñez y el principio de mi adolescencia, había todo un pase de modelos en los que abundaban los pantalones de campana, los jerseys estrechos y cortos, muchos de cuello vuelto, y los pelos largos, mientras sonaban a tope canciones de Los Bravos, los Brincos, Fórmula V…, como productos nacionales, y Los Archies -y su conocido “Sugar sugar”-, los Bee Gees -entonces con su “Massachussets”, el meloso tema que precedió a su etapa que llevó a las discotecas del mundo la fiebre del sábado noche- y, por supuesto, Beatles y Rolling Stones, como productos de importación de referencia en aquella época en que, al contrario que en el “American Pie” de Don McLean, la música no murió, sino que vivió un impulso decisivo. Un empuje que devino gracias a la radio y, sobre todo, a los equipos compactos reproductores de música -llevándose la palma los de la marca Bettor- y los discos de vinilo, que siempre constituían la primera compra con el primer sueldo de cualquier joven. Entre los coches de coche y el Tren de la Bruja, la Ola; frente a ella, el laberinto de los espejos; un poco más arriba, La Noria, siempre cerca del güitoma y de los caballitos del señor Paco, una persona muy entrañable y que estuvo feriando en Guadalajara hasta muy avanzada edad, pasando por sus cachivaches varias generaciones de guadalajareños. Y no podían faltar, y no faltaban, las tómbolas, las churrerías -recuerdo especial para “La Giralda”– y los numerosos puestos de pinchos -de chorizo, morcilla y lomo, sobre todo- que siempre estaban abarrotados y que se solían situar en la zona del parque más próxima a los números altos de Boixareu Rivera, que son los que van desde la zona que da al paseo de San Roque, el Asilo y las viviendas que están al costado de la calle Amparo, en lo que antiguamente se llamaba el Arrabal de Santa Catalina.

Echada la vista atrás, sin nada de ira y con mucha nostalgia, termino esta entrada con una doble y muy sincera felicitación: Por un lado, a ese gran periodista que hace ya tiempo que es Antonio Herráiz, por el magnífico, emocionante y rabiosamente guadalajareñista pregón de Ferias que ha preparado -y que he tenido ya el privilegio de leer de forma anticipada, lo que le agradezco sumamente- y, por otro, a Armengol Engonga, el concejal de Cultura y Festejos, porque, junto con el competente y profesional equipo de técnicos de protocolo y festejos del Ayuntamiento, ha elaborado un buen programa, a pesar de los recortes que no cesan, y, este año, especialmente, por haber tenido la sensibilidad y el acierto de restaurar de nuevo la comparsa de gigantes y cabezudos. Una comparsa que es historia viva de la ciudad pues su origen se remonta al siglo XVI, cuando formaba parte de la procesión del Corpus, y que, tras ser excluida de ella, durante mucho tiempo pareció ser definitivamente desplazada de nuestras calles y olvidada para siempre, pero que se incorporó a las Ferias por primera vez en 1900 y constituye una de sus más emblemáticas señas de identidad.

A algunos les llamarán mucho más la atención los grandes eventos festivos del programa, pero, aunque hace ya mucho tiempo que dejé de ser niño, lo primero que busco en el programa de Ferias de cada año son los días y las horas en que los gigantes y los cabezudos vuelven a salir a la calle porque, como Saint Exupery, el padre del “Principito”, creo que “el mundo es una cosa muy grande, pero llena de pequeñas cosas hasta los bordes”. Y, con esa filosofía, a mí me parecen aún más grandes de lo que ya son los gigantes que representan a los chinos de la Cotilla, los alcarreños –Roque y Antigua-, los reyes cristianos –Alfonso VI y Constanza de Borgoña-, los africanos –Al Faray y la Princesa Elima– y los americanos –Moctezuma y Malinche-, el Marqués de Santillana y la Princesa de Éboli. También me resultan tremendamente familiares y emotivos los cabezudos del Mañico, Pachi, el Bandolero, Drácula, el Demonio, la Española, la Mestiza, Don Quijote y Sancho -estos dos, representación exacta de los que salieron como gigantes en 1900-, el Visera loca, el Corregidor, Mangurrino -incorporado en 2001 en recuerdo y homenaje al apreciado personaje popular del mismo nombre- y Don Agapito, el más reciente, donado hace diez años a la ciudad por la peña del mismo nombre. Y dejo para el final un cabezudo muy conocido, el de la Vieja, cuya imagen está inspirada, al igual que la de Mangurrino, en un personaje popular de la ciudad -aunque no tan querido como él- que vivió a principios de siglo y a la que se conocía con el nombre de “La Follolla”. Precisamente, la imagen que acompaña este texto, es una fotografía de ella que se publicó en “Flores y Abejas” en 1912.

¡Felices fiestas, paisanos!

El PSOE, Podemos y el marxismo de Groucho

Hay muchas definiciones de lo que es la política pero un par de ellas me han venido a la mente en las últimas semanas, según han ido evolucionando las circunstancias y los acontecimientos que, finalmente, han cuajado en el pacto de gobierno de Castilla-La Mancha entre el PSOE y Podemos, un acuerdo que el mismo Page dice que es puntual y coyuntural  y, por ende, no exportable al gobierno de España, pero que, por el contrario, sus nuevos socios en Fuensalida, a través de su secretario de organización, el argentino-aragonés, Pablo Echenique, dicen que esperan que sea «extrapolable» al conjunto del Estado. Ni soy ni poseo dotes de adivino, pero tengo muy claro que, en el futuro, desde la vuelta al poder en el PSOE de Pedro Sánchez, cual Mc Arthur regresando a Filipinas, si a los socialistas y a Podemos les salen los números para gobernar, gobernarán juntos lo que haga falta: aldeas, villas, ciudades, comunidades autónomas históricas, inventadas y mediopensionistas, naciones pluri-regionales, estados plurinacionales,… hasta comunidades de vecinos  de llegar el caso.

Y vayamos con esas definiciones de política que me han recordado lo visto y oído en las últimas semanas, cuando se estaba gestando el pacto socialista-podemita regional , apenas unos meses después de que los de Pablo Iglesias le negaran a Page su voto hasta para aprobar los presupuestos regionales.

«La política es el arte de lo posible» (Frase atribuida a Aristóteles, Maquiavelo, Bismarck o Churchill)

Como aventajado alumno del ínclito y nunca bien ponderado José Bono que es Emiliano García Page, éste se ha agarrado al posibilismo puro y duro para llegar a este pacto con Podemos cuando, precisamente, era uno de los «barones» socialistas que más apostaba por diferenciarse y distanciarse de los de Pablo Iglesias, especialmente en asuntos como la concepción territorial y nacional de España. El posibilismo de Page, alquilando a Podemos parte del gobierno y sus políticas a cambio de seguir siendo presidente regional -y con ello mantener mucho poder, cargos y sueldos para él y los suyos-,  se ha impuesto a lo que verdaderamente demandaba la situación creada en la región cuando Podemos no apoyó los presupuestos regionales y puso contra las cuerdas al gobierno socialista: disolver las Cortes regionales y convocar nuevas elecciones. Page se limitó a amagar con esa opción y las encuestas hicieron el resto puesto que ninguna les garantizaba que fueran a mantener el gobierno, incluso con el apoyo de Podemos. Éstos, por su parte, también practicaron el posibilismo y decidieron pactar con Page el gobierno, cuando apenas unos meses antes ni siquiera se habían puesto de acuerdo para aprobar los presupuestos.

«La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados» (Groucho Marx)

Es público y notorio que no soy marxista (de Carlos), pero me reconozco un marxista (de Groucho) absolutamente entregado a la genialidad del actor y cómico estadounidense, innumerables veces acreditada en los guiones de las memorables películas que hizo con sus hermanos, pero también en frases que acuñó a lo largo de su vida y que hizo públicas a través de diversos medios. Una de ellas es la que encabeza este párrafo y que, evidentemente, no hay que tomarla en su estricto sentido, sino valorarla con el tono de irónica e inteligente acidez que el hermano mayor de los Marx imprimía a la mayor parte de sus palabras. No obstante, esta frase de Groucho, traída al caso del pacto de gobierno regional que el supuestamente «moderado» Page ha suscrito con los que él mismo ha calificado de radicales en no pocas ocasiones, podríamos decir que la no aprobación de Podemos a los presupuestos de Page hace unos meses -tras negociarlos y parecer que sí los iban a apoyar- fue buscar y encontrar un problema, diagnosticar falsamente que ese hecho obligaría a convocar elecciones de dudoso resultado y, finalmente, aplicar un remedio equivocado: antes que perder el gobierno regional -y con ello, repito, mucho poder, cargos y sueldos-, pactar con Podemos lo que haga falta, inclusive la barbaridad de dar privilegios en su carrera profesional a los políticos que, siendo funcionarios públicos, se dediquen un tiempo exclusivamente a la política. De momento y ante el lógico escándalo y fuerte contestación que había provocado, se ha paralizado, pero que no tengo claro que quede definitivamente aparcado porque los de Podemos, cuando pueden, es que pueden de verdad.

Este pacto posibilista por el gobierno de Castilla-La Mancha entre el PSOE y Podemos va a garantizar que Page siga siendo presidente regional dos años más y que muchos podemitas se coloquen, muy bien colocados, en la Junta, pero también va a traer no pocos problemas de entendimiento en muchos ámbitos y aspectos, entre ellos las relaciones  con la iglesia pues no va a ser fácil que el católico practicante confeso, Emiliano García Page, conviva a diario con un partido cuyos militantes, como por ejemplo los de Vindel, un minúsculo pueblecito de la Alcarria de Cuenca, tuitean cosas como estas: «Exigimos el FIN de las procesiones. Son actos que atrasan nuestra sociedad y ofenden a nuestros hermanos musulmanes«. Por cierto, un tuit completado con el símbolo del martillo y la hoz comunista.

Cinco apellidos guadalajareños

La estadística -mentira relativa muchas veces, pero verdad absoluta muchas más- acaba de dar un disgusto morrocotudo a los nacionalistas más requeté-nacionalistas y que dicen ser menos españoles de todas las “naciones” –Sánchez dixit- que aspiran a ser independientes del Estado español, especialmente los catalanes, que son los que últimamente más buscan sus “muntanyes nevades” diferenciadoras y tratan de poner bien prietas sus “files” para lograr su (des) propósito. Resulta que los cinco apellidos que más proliferan en Cataluña son, en este orden: García, Martínez, López, Sánchez y Rodríguez. Los Pujol, Mas, Puigdemont, Junqueras… aparecen muy retrasados en la relación de apellidos catalanes más frecuentes, aunque, bien pensado, no sé si para disgusto o para regusto de quienes los portan y hacen gala de ellos como si fuera la “prueba del 9” de su catalanidad diferenciadora. En todo caso, siendo tan manipuladores y poliédricos como son los nacionalistas más extremos, seguro que sacan también partido a su favor a esta circunstancia objetiva y curiosa que, simplemente, evidencia que, después de muchos siglos de coexistencia y convivencia en un mismo territorio, de pertenencia a un mismo Estado, de forja de una gran nación común y de numerosos movimientos migratorios internos, los españoles, incluidos los que reniegan de su condición y pretenden elevar sus patrias chicas a naciones y estados, compartimos más cosas de las que nos separan.

Por seguir ahondando en los datos que ha aportado ABC -el diario que ha hecho público recientemente este estudio estadístico sobre los apellidos de los españoles, aunque su origen es oficial pues está fundamentado en las bases documentales del INE-, resulta que los guadalajareños tenemos en común con los barceloneses, no solo que somos españoles, ellos catalanes y nosotros castellanos, sino también que cuatro de los cinco apellidos más comunes en ambas provincias son los mismos: García, López, Martínez y Sánchez, con la única variación de que López es el segundo apellido que más abunda en Guadalajara, mientras que en Barcelona es Martínez, ocupando allí López el tercer lugar. García es el apellido más común, tanto en nuestra provincia como en Barcelona, y los Sánchez son –somos, en mi caso- los cuartos apellidos que más proliferan en ambas provincias. Un hecho sí juega a favor de las tesis diferenciadoras de los independentistas catalanes: mientras el quinto apellido más abundante en Guadalajara es Pérez, en Barcelona es Rodríguez.

Ironías aparte -que ponen muy baratas muchos de los hechos, dichos y silencios del ultranacionalismo de barretina calada al que asistimos-, da mucha pena ver como una de las regiones que siempre ha sido locomotora del progreso de España y a la que, por ello, han ido a trabajar y a vivir numerosos españoles procedentes de otras regiones de peor fortuna, llevando no solo sus brazos y sus hombros, sino también sus apellidos, lleva ya mucho tiempo, demasiado, padeciendo el monotema del independentismo. Un monotema que está dejando de lado muchos otros temas de relevancia: trabajo y prestaciones sociales, sanidad, educación, libertad, seguridad, etc y en el que, sorpresivamente, están empecinados y colaboran opciones políticas y sociales tan radicalmente distintas como PDCAT, la nueva marca de la vieja CiU –un partido de raíces burguesas y que antes bebía en las fuentes del liberalismo y la democracia cristiana-, ERC –la vieja izquierda republicana, rival y enemiga íntima histórica de CiU y de lo que representaba- y hasta la CUP, un batiburrillo de radicales antisistema que han renunciado al internacionalismo de base ácrata que teóricamente inspiró su eclosión para abrazarse al nacionalismo más casposo y trasnochado. Pues bien, estas tres fuerzas políticas, cuya militancia e ideología de base se parecen lo mismo que un huevo a una castaña, se han puesto de acuerdo, no para sacar a Cataluña de la crisis en la que ha estado y sigue estando, aunque parece que va remitiendo, España entera, sino para poner a esa comunidad autónoma patas arriba y, ciertamente, no la conozca ni la madre que la parió.

De estos polvos requeté-nacionalistas solo pueden venir lodos porque no se puede soplar y absorber a la vez, facultad solo accesible a los gallegos de cinco apellidos galaicos. Y resulta que en Galicia los cinco apellidos que más abundan son García, López, Rodríguez, Fernández y González.    

                 

Crónica de un no-viaje y de un pájaro amarillo

El lector asiduo de este blog -a quien aprovecho la ocasión para agradecer su fidelidad, virtud hoy en desuso-, probablemente estaría ya esperando mi entrada de finales de julio que, habitualmente, suelo dedicar a Comillas, la maravillosa villa cántabra que desde hace ya muchos años me tiene ganado el corazón, reconforta mi alma y dilata mis pupilas sin necesidad de colirios, ante la acumulación de belleza que ofrece a mis ojos cada verano cuando regreso a ella para vacacionar con mis queridísimas chicas. Este año, por circunstancias inesperadas que te aguardan en los recodos del camino de la vida emboscadas como bandidos, más que una crónica de un viaje a Comillas, me veo obligado a escribir una contracrónica; o, mejor dicho, la crónica de un no-viaje, porque, de momento, no voy a poder volver a ese lugar que, si aún no lo he hecho, hoy lo proclamo, hace ya tiempo que considero mi patria de adopción, sin renunciar, por supuesto, a la de nación, pues bien sabido es que ejerzo de guadalajareño militante.

No sé cuántas crónicas de un no-viaje se han escrito, supongo que no demasiadas, porque es poco menos que intentar jugar al absurdo o tratar de hacer posible lo imposible; pero, como empeño y voluntad no me faltan y no estoy de acuerdo con Ungaretti en eso de que “la meta es partir”, aún sin salir de Guadalajara y poder poner proa al norte a amarrar mis vacaciones en uno de los tres puertos históricos de Cantabria -título que Comillas comparte con Laredo y Castro Urdiales-, voy a viajar hasta allí con el pensamiento y la palabra, aunque a éste le va a transportar un avión llamado “El pájaro amarillo”. Este pájaro de metal puede ser considerado un primo hermano mayor, en gesta pionera aeronáutica, del “Cuatro Vientos”, el aeroplano con el que el guadalajareño, capitán Barberán, y el gerundense, teniente Collar, cruzaron el Atlántico, entre Sevilla y Camagüey (Cuba), en 1933. Lean, lean la historia de estos dos pájaros metálicos porque con ellos viajarán conmigo desde Guadalajara a Comillas, sin necesidad de mover más músculo que los que activan los dedos y los ojos.

“El pájaro amarillo” era el nombre del avión que, sorpresivamente, aterrizó en la playa de Oyambre -un bellísimo parque natural situado entre Comillas y San Vicente de la Barquera, en el término de Valdáliga- el 14 de junio de 1929, cuando sus tripulantes, Armand Lotti, Jean Assollant y René Lefebvre, acompañados del primer polizón de la  historia de la aeronáutica, Arthur Schreiber, se vieron obligados a tomar tierra allí pues el combustible que tenían en el depósito no les daba para llegar a su destino, París. Habían partido del aeródromo de Old Orchard, en el estado americano de Maine, 30 horas antes de aterrizar forzosamente en Oyambre, y su viaje ha quedado enmarcado con letras de oro dentro de los hitos de la aeronáutica pionera pues supuso repetir la hazaña, pero con cuatro miembros a bordo, que Lindbergh había protagonizado en solitario, apenas dos años antes, cuando consiguió unir por primera vez América y Europa en un vuelo sin escalas tripulando el mítico “Espíritu de San Luis”.El Pájaro amarillo” no llegó a su destino parisino, no por error en el cálculo del combustible necesario por parte de su tripulación ni por un despiste en la orientación de ésta, sino porque el peso del polizón que les acompañó y que descubrieron cuando ya no era posible regresar a Maine, incrementó notablemente el consumo de gasolina del avión, de tal forma que se vieron obligados a virar hacia el sur y buscar el norte de España porque, de intentar llegar a París, probablemente habrían caído al Atlántico. Es fácil imaginarse, primero, la sorpresa, y la expectación, después, de los santanderinos que disfrutaban de la playa el día que aterrizó en Oyambre este pájaro inesperado, hecho del que se guarda memoria en la zona y que lo recuerda un monolito de piedra situado en la propia playa. Por cierto, “El pájaro amarillo” permaneció unos días allí, hasta que pudieron traer de Madrid la gasolina necesaria para reemprender el vuelo y concluir su viaje a la capital francesa, donde fueron recibidos con gran alborozo e interés mediático, pero no con tanto calor y hospitalidad como en Comillas, según reconoció y agradeció públicamente la tripulación.

No corrieron la misma suerte nuestro paisano, Barberán, y su compatriota catalán, Collar, con su “Cuatro Vientos”, el avión que ambos tripularon y que partió del aeródromo de Sevilla el 8 de junio de 1933 para aterrizar tres días más tarde en Camagüey (Cuba), batiendo en ese momento el récord de distancia recorrida en aeroplano en un vuelo sin escalas, al cubrir los 7.895 kilómetros que hay entre la capital andaluza y la ciudad cubana. Esta gesta apenas la pudieron saborear Barberán y Collar pues, tras despegar de La Habana con destino a Ciudad de Méjico nueve días después de llegar a Cuba, su avión jamás alcanzó su destino, perdiéndose su rastro ya en territorio mejicano, en el estado de Tabasco. Los restos del avión y de sus tripulantes nunca fueron encontrados, lo que aún constituye un misterio. Hace alrededor de veinte años, unos investigadores mejicanos vinieron a España, incluida la capital alcarreña, sosteniendo la tesis de que habían aparecido algunos restos del “Cuatro Vientos” en la sierra de Mazateca (Oaxaca), trayendo, incluso, una mínima parte de ellos a Guadalajara, que mostraron al entonces alcalde de la ciudad, José María Bris. Esos restos no se ha confirmado científicamente que correspondieran al siniestro del “Cuatro Vientos”; más bien, se ha descartado.

“El pájaro amarillo” y el “Cuatro vientos”, América y Europa, Comillas y Guadalajara unidos a través de dos de las más grandes gestas de la aeronáutica mundial y cuyo recuerdo me ha permitido escribir esta crónica de un no-viaje contradictoriamente sustentada en dos viajes mayúsculos. Por cierto, decía al principio que no sabía cuántas crónicas de no-viajes se habían escrito, pero sospechaba que pocas; pues he de rectificar porque acabo de recordar que uno de los más grandes escritores de la literatura de viajes y aventuras de la historia, el italiano Emilio Salgari, a pesar de ser marinero, en realidad parece que no surcó más que las aguas del doméstico Adriático y, sin embargo, fue capaz de escribir algunas de las obras más importantes de este género, ambientadas en el exótico y lejano Índico y, por tanto, muy alejadas del Mediterráneo, entre ellas las que tenía por protagonista a “Sandokán”, “el Tigre de Mompracem” o de Malasia. Ciertamente, para viajar no hacen falta maletas y ni siquiera partir; basta con querer llegar a un destino, aunque sea sin salir de casa. La meta, Ungaretti, está siempre al final del camino, otra cosa es el medio de transporte -o no-medio- con el que lo hagamos.

 

Foto: Playa de Oyambre./ S. Barra.

Guadalajara y el turismo de estrellas, aire limpio y miel

 

Hace muy poco nos felicitábamos en este mismo blog -que, por si alguien no ha recaído en ello, lleva el bueriano, al tiempo que guadalajareño, título de “Misión al pueblo desierto”- porque Sigüenza había sido elegida “Capital del turismo rural español 2017” a través de una votación realizada por varios millares de usuarios de “Escapada rural”, una de las páginas webs más importantes especializadas en este tipo de turismo. Pues bien, a esa buena noticia relacionada con el turismo rural que, fundamentalmente, atañía a nuestra “joya” en ese ámbito por excelencia, como es la “Ciudad del Doncel”, le ha seguido otra no menos buena que incumbe al conjunto de la provincia: Guadalajara ha sido la tercera provincia más dinámica de España en demanda de turismo rural en los cinco primeros meses del año, al haber acogido en sus alojamientos rurales un total de 5.060 viajeros, una cifra que supone un 10,8 por ciento sobre el mismo mes en de 2016. Estos viajeros realizaron un total de 13.061 pernoctaciones en este tipo de establecimientos, una cifra muy respetable ya que es, con diferencia, la mayor de todas las provincias de la región: Albacete (8.700), Ciudad Real (5.400), Cuenca (10.200) y Toledo (9.700). Evidentemente, aún estamos muy lejos de ofrecer cifras como las de provincias de “primera división” en el mercado turístico rural, como por ejemplo Asturias -39.000 pernoctaciones-, pero no andamos ya muy lejos de otras que, si no están en la primera, sí están en la segunda en este ámbito y con muchas opciones de ascender, como Ávila -15.200- o Huesca -14.500-. Incluso el dato de Madrid no queda excesivamente lejano del nuestro pues en mayo se produjeron en la comunidad vecina 19.500 pernoctaciones, “solo” 6.000 más que en nuestra provincia.

Aunque, como señala el dicho inglés, “el 91 por ciento de las estadísticas son falsas, inclusive este mismo dato“, no cabe duda que las cifras sobre el dinamismo del mercado turístico en la provincia que hace unos días se han hecho públicas por parte del INE, al dar a conocer los resultados del período enero-mayo 2017 de la “Encuesta de ocupación en alojamientos de turismo rural”, son realmente favorables pues no han venido solas, sino acompañadas de otro buen parámetro: En los cinco primero meses del año la provincia ha experimentado un incremento del 13,2 por ciento en número de turistas llegados a instalaciones hoteleras y un 16,2 por ciento en pernoctaciones en este tipo de establecimientos, en relación con el mismo periodo del año anterior. Otro dato favorable significativo relacionado con el sector turístico es que las visitas al castillo de Torija, la oficina de turismo provincial virtual y real que comparte este histórico recinto con el Museo del Viaje a la Alcarria -cuyos fondos pronto se van a engrosar gracias al convenio recientemente suscrito por la Diputacion con la Fundación Charo y Camilo José Cela-, han crecido un 26,79 por ciento, y eso que hay que pagar por entrar, un hecho a tener en cuenta.

Estas buenas cifras no son aisladas, sino que vienen proyectándose en el tiempo, lo que evidencia que, efectivamente, el dinamismo del turismo rural en la provincia no es meramente coyuntural, sino que comienza ya a ser tendencia, una circunstancia que, no obstante, no ha de servir para acomodarse sino, bien el contrario, para reinventarse cada día porque la competencia de otras provincias en este ámbito es cada vez mayor. Es una realidad palmaria que el turismo se ofrece como una de las pocas y más importantes opciones de desarrollo que le quedan al medio rural y que, a pesar de la sangría poblacional que éste ha vivido en la segunda mitad del siglo XX, el impulso de esta actividad en los últimos años está contribuyendo significativamente a frenar esa migración hacia núcleos urbanos. Nuestra provincia ofrece al turista rural un amplio y variado abanico de recursos, especialmente medioambientales e histórico-culturales, y está muy cerca de uno de los principales mercados nacionales demandantes de este tipo de turismo que es Madrid. Pero, como decía antes, nuestra principal competencia -fundamentalmente las provincias más cercanas a la capital, aunque también las de interior que están a media distancia- es mucha y activa, por lo que, si nos limitamos a congratularnos de nuestra buena dinámica actual, seguramente otros se aprovechen de esa complacencia y pasividad. El turismo rural no es solo alojamiento y restauración, es mucho más, cada vez más: actividades de aventura, senderismo, turismo especializado, nuevas formas de turismo… Y en ellas -además de procurar mejorar la calidad de su oferta y sus canales de distribución y promoción-, es donde Guadalajara debe innovar y buscar sus propios yacimientos de turismo especializado. Entre ellos, yo me permito apuntar y justificar mínimamente algunos:

Astroturismo (Turismo estelar o de astronomía popular): Los cielos de gran parte de la provincia tienen muy poca contaminación lumínica y ya hay un sector emergente de aficionados a este tipo de turismo que consiste en la observación de los cielos, su estudio y fotografía. Hay lugares, como el entorno del embalse de La Tajera, por ejemplo, entre otros de las zonas de la Alcarria, Molina de Aragón y las Serranías del Norte que son excepcionales para practicar este tipo de novedoso turismo. No por casualidad está en Yebes el Centro Astronómico mayor y más importante del Instituto Geográfico Nacional.

Turismo de Aire Limpio: Se da la circunstancia de que Campisábalos es la población con el aire más limpio de España y el tercero del mundo, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Son varios los factores que influyen en ello: Alejamiento de zonas industriales, dirección de los vientos dominantes, altitud, población, etc. El aire limpio es una constante no solo en este municipio y en los próximos de la Sierra de Pela, sino en una gran parte de la Guadalajara rural. Un dato muy vendible con un buen marketing para el llamado turismo verde y de salud.

Geoturismo: Es un término y un concepto de turismo novedoso que disfruta del patrimonio geológico, la geodiversidad y la biodiversidad singulares. Gran parte de la provincia ofrece en estos ámbitos grandes recursos, con especial mención al Señorío de Molina-Alto Tajo y su geoparque, así declarado oficialmente por la UNESCO.

Apiturismo: Por razones conocidas, la provincia de Guadalajara dispone en este ámbito de un gran potencial. Ya en 2015 se puso en marcha en torno al Ocejón una “Ruta de Flora y Miel”, a cargo de la Fundación “Amigos de las Abejas”. En España solo hay cuatro mieles con denominación de origen protegida y una con indicación de origen protegida (la de Galicia). Las únicas mieles con D.O. son la de la Alcarria (Guadalajara y Cuenca), la de Liébana (Cantabria, León Y Palencia), la de Granada, la de Villuercas-Ibores (Cáceres) y la de Tenerife. De todas ellas, la nuestra es la más afamada; además, ya hay algunas infraestructuras y convocatorias en torno a la apicultura y la miel que pueden ser potenciadas y vertebrar rutas y actuaciones: Centro apícola de Marchamalo, Observatorio apícola de Mantiel, Aula apícola de Azuqueca de Henares, Museo de la Miel de Peñalver y, por supuesto, la Feria Internacional Apícola de Pastrana.

                Innovar en materia turística, más que inventar, es saber aprovechar, promover y emprender y, por tanto, arriesgar. Pero con sentido común, profesionalidad y rigor.

 

Obras son amores…

El equipo de gobierno del Ayuntamiento de Guadalajara se ha apuntado un éxito de gestión incuestionable que ha contestado, de forma contundente y con hechos, las críticas palabras que la oposición ha vertido en los últimos días contra Antonio Román y sus concejales, con ocasión de la valoración que han hecho al alcanzarse el ecuador del actual mandato municipal. Ese éxito tiene nombre: Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado (EDUSI), y números: 9,2 millones de euros en inversión, procedentes de los fondos FEDER, que vendrán a Guadalajara entre 2017 y 2022, a los que se sumarán otro 20 por ciento (1,8 millones) que aportará el propio Ayuntamiento.

Decía el portavoz del PSOE, el “sanchista” Daniel Jiménez, entre zaska y zaska a sus compañeros “susanistas”, en su valoración de los dos años transcurridos ya de este mandato, que “Román teledirige el Ayuntamiento” al no dedicarse plenamente a él y que eso es muy malo para el consistorio y para la ciudad. Pues para no cobrar sueldo del Ayuntamiento y solo dedicarle el tiempo que le permite su actividad profesional como médico, la verdad es que el alcalde ha hecho muy bien su trabajo consiguiendo esta pastizara europea para Guadalajara, cuando otros ayuntamientos de la región, con alcaldes dedicados exclusivamente a la política, como Azuqueca de Henares, Puertollano, Talavera de la Reina, Alcázar de San Juan, Seseña, Illescas, Valdepeñas y Villarrobledo -casi todos ellos gobernados por el PSOE y algunos con las marcas de Podemos haciéndoles de “muleta” para alcanzar la mayoría-, han visto rechazados sus proyectos para obtener los fondos FEDER que sí ha logrado Guadalajara.

Valoraba el portavoz de “Ahora Guadalajara”, José Morales, que el equipo de gobierno municipal funciona por “inercia” y que tiene a la ciudad “adormecida”. Vamos, que para el munícipe “podemita”, el tiempo de Román está agotado por cansancio y aburrimiento al llevar ya gobernando la ciudad diez años y eso se transmite a la propia Guadalajara, que, según él, sestea. No es esa mi percepción, precisamente; sestea la Guadalajara que ha sesteado siempre, la espectadora y nunca actora, la que juzga pero no se somete a juicio, la que califica pero no da opción a que la califiquen. Bien al contrario, a mi parecer, y aunque aún quede mucho camino que recorrer en ese sentido, la sociedad civil de esta ciudad, con el Ayuntamiento haciendo su papel de catalizador, impulsor, propiciador y colaborador, está bastante más despabilada que hace unos años. Para botón de muestra de lo que digo, está la continua sucesión de eventos culturales y deportivos que organiza y acoge Guadalajara de un tiempo a esta parte y que, además, no son solo de consumo interno, sino que, gran parte de ellos, son focos de atracción de visitantes que, a falta de tener una ciudad turística de primer orden, sin duda contribuyen a dinamizar la economía local, especialmente en lo que afecta al sector hostelero y comercial. Y, por cierto, he echado de menos que un grupo político como es “Ahora Guadalajara”, con una supuesta especial sensibilidad medioambiental y apuesta por la sostenibilidad, no haya felicitado al equipo de Román por la obtención de estos fondos europeos que, fundamentalmente, tienen por objetivo un desarrollo urbano sostenible a través de la mejora duradera y a largo plazo de las condiciones sociales, económicas y ambientales de un área urbana. Lo dicho parece un discurso de la izquierda, pero a Guadalajara ha traído esta inversión medioambientalista y que envida por la sostenibilidad el alcalde “popular” y “ausente”, Antonio Román, además en su mayor cuantía, pues nuestra ciudad se va a llevar la mitad de los fondos destinados a las tres EDUSI de la región aprobadas, que, además de la nuestra, son la del Ayuntamiento de Toledo (6,8 millones de euros) y la de la Diputación de Albacete para Hellín (3 millones).

Por su parte, Alejandro Ruiz, el portavoz de Ciudadanos -que dio la mayoría a Román para ser alcalde, pero alterna jugar al ratón de ser oposición y al gato de mandar con sus dos decisivos votos-, tras reconocer que Román había cumplido en dos años “el 80 por ciento” de lo pactado con ellos para su investidura, afirmó, en la línea de Morales, que en este equipo de gobierno había “miedo a innovar”. La innovación está muy bien, pero solo si es para implementar un proyecto ya testado o, al menos, suficientemente maduro, no una ocurrencia, y, además, se cuenta con los recursos necesarios para ponerlo en marcha. Y, por cierto, esta Estrategia de Desarrollo Urbano Sostenible e Integrado que va a llevar a cabo el Ayuntamiento tiene mucho de innovación y, además, cuenta con financiación.

Puestos a innovar, se me ocurren no pocas acciones para la ciudad que podrían financiarse con los 148.614,06 euros brutos anuales que suma lo que cobran los portavoces de PSOE, “Ahora Guadalajara” y Ciudadanos en el Ayuntamiento.

Termino diciendo que no estoy de acuerdo con algunas de las cosas que ha hecho el actual equipo de gobierno y hay no pocas que me gustaría que hiciera y no hace, pero creo justo decir que, en las condiciones de mayoría precaria con la que gobierna Román y la falta de recursos inversores por la crisis que aún colea, la moderación impositiva que él practica y que no viene un euro de Toledo, su trabajo por el Ayuntamiento (gratis et amore) merece bastante más reconocimiento del que le concede la oposición (“bien pagá”, como la canción de Miguel de Molina). Y la consecución de estos fondos para la EDUSI es un éxito político incuestionable y de una gran magnitud. Ahora, lo que toca es invertir bien y de forma productiva, no solo gastar. Viendo el programa previsto, me parece que va en la buena línea. Si alguien quiere profundizar en su conocimiento puede hacerlo a través de este enlace:

https://www.guadalajara.es/recursos/doc/Urbanismo/EDUSI/29217_151215122016131936.pdf

 

 

 

 

Escapada a Sigüenza

A las ciudades tan contundentemente histórico-artísticas como Sigüenza no les van las modas, porque son coyunturales, pasajeras, livianas, como las mínimas nubecillas que con su blanco rompen el azul casi infinito del cielo en una mañana plena de verano. Sigüenza tiene la característica de la perdurabilidad, de lo permanente, de lo clásico. Aunque parezca un contrasentido, Sigüenza está siempre de moda o, mejor aún, debería estarlo porque las tendencias no las marcan los destinos, sino quienes los eligen; o sea, los turistas, porque sí, vamos a hablar de turismo, concretamente de turismo rural porque Sigüenza, hace apenas unos días, ha sido elegida “Capital del turismo rural 2017” de España por el 18,8 por ciento del total de 30.427 votantes -que no son pocos- que han participado en una encuesta “on line” de “Escapada rural”, una de las páginas web más prestigiosas y consultadas en el ámbito turístico rural.

Aunque alguno pueda pensar que es mera anécdota que Sigüenza haya ganado ese honroso título al tratarse de una simple encuesta en red y de una web privada comercial, ciertamente no lo es porque la gran participación habida en ella -que supone más de seis veces la población de Sigüenza-, las medidas de control implementadas por “Escapada rural” para evitar hackeos y reiteración de votos desde la misma “IP”, según informa la propia revista, y la entidad como destinos turísticos de los municipios rivales hacen que el resultado de este sondeo trascienda de la anécdota y alcance un relieve significativo. No estoy en condiciones de cuantificar el número de personas que viajarán en los próximos meses a la “Ciudad del Doncel” -que, por cierto, no era tal doncel pues, a pesar de morir joven, tuvo una hija, llamada Ana, que emparentó con la familia Bravo, con raíces en Atienza y Berlanga, como me apunta el sabio amigo Herrera Casado-, pero sí de prever que un importante número de ellas van a querer conocer, o reconocer, si ya la conocen, esa ciudad que se ha ganado el título de “Capital del turismo rural 2017”.

Decía que uno de los factores que dan relevancia al resultado de esta encuesta es la entidad como destino de los municipios rivales de Sigüenza por el título de la capitalidad del turismo rural español en este año. Efectivamente, la ciudad guadalajareña se ha impuesto en esta votación a ciudades y villas como la navarra Elizondo, la capital del Valle de Baztán, a la madrileña Garganta de los Montes, donde el río Lozoya y otros muchos cursos de agua serpentean entre una de las zonas más escarpadas de la Sierra de Madrid, a la cántabra Alfoz de Lloredo, en la que se hermanan el mar y la montaña, o a la gaditana Grazalema, corazón del parque natural de la sierra que lleva su nombre. Sigüenza también se ha impuesto a otras candidatas de peso y renombre en el ámbito del turismo rural como Covarrubias (Burgos), San Joan de les Abadesses (Girona), Torrecilla en Cameros (La Rioja), Onís (Asturias) y Leiro (Orense). Sin duda, coincidirán conmigo en la importancia y altura de esta competencia, lo que, repito, da aún más valor al título obtenido por Sigüenza, aunque no deje de ser honorífico y virtual.

A finales de los años ochenta del siglo pasado, siendo concejal de turismo de Sigüenza el tristemente fallecido hace unos meses, Emilio Pinto, la “Ciudad del Doncel” dio un paso al frente decisivo para promocionarse como destino turístico como fue comenzar a acudir con stand propio a FITUR, la madrileña feria de las ferias turísticas españolas, y mundiales, pues está a la altura de las tenidas como más importantes: Chicago y Berlín. Fue el primer municipio de la provincia, y aún de muchas otras, que dio ese paso, y no me cabe duda alguna que fue decisivo para que, en estos momentos, Sigüenza sea el segundo destino turístico regional tras Toledo, por ella pasen cada año más de 100.000 visitantes y ahora haya obtenido la consideración de “Capital del turismo rural 2017” de España. Fue el propio Pinto quien impulsó un muy buen eslogan turístico para la ciudad, “Búscame en Sigüenza”, que ahora ha evolucionado hacia un “Encuéntrame en Sigüenza”. Es evidente que hay muchos motivos -hasta octubre de este año, uno más e importante: la exposición “Cisneros. De Gonzalo a Francisco”- para buscar y encontrar gente en esa preciosa ciudad que es sede episcopal desde hace, al menos, catorce siglos, fue sede universitaria durante más de cuatro y forma un matrimonio perfecto, no de conveniencia, con el paisaje, ofreciéndose al viajero en tonos oliveños y rosas, los colores que Ortega y Gasset quiso ver en la catedral seguntina, cuando el singular y espléndido templo-fortaleza le pareció “un bajel secular” que bogaba hacia él.

Búscame en Sigüenza. Es probable que me encuentres allí.

El ejército a mi lado y no enfrente

Como es archisabido dado el gran revuelo que se ha montado con ello en la ciudad, el sábado , 27 de mayo, al menos durante 36 minutos, Guadalajara va a estar en el centro de atención y de las miradas de los millones de españoles que se van a sentar delante de la televisión para ver el desfile anual de las Fuerzas Armadas que, este año, se va a celebrar en la capital de nuestra provincia, para regocijo y satisfacción de una gran mayoría de ciudadanos y cabreo de una minoría que, como a George Brassens en su canción aventada por los aires críticos del 68 francés, la música militar nunca les supo levantar.

He tasado en 36 los minutos que Guadalajara va a ser objeto prioritario de atención nacional el día 27 porque es esa la duración exacta que el Ministerio de Defensa ha calculado para la celebración del desfile, concretamente 30 minutos para el terrestre y 6 para el aéreo. Formando parte destacada y vistosa del paso de las aeronaves, estará la famosa Patrulla Águila del Ejército del Aire que a punto estuvo ya de surcar el cielo alcarreño por primera vez hace 15 años, con motivo de la inauguración del monumento a los grandes aviadores, Barberán y Collar, en su primitivo emplazamiento en el Parque de la Concordia; más de una década después, el conjunto escultórico, obra de Luis Sanguino, que rinde tributo al capitán alcarreño y el teniente gerundense que en 1933 cruzaron el Atlántico en el avión “Cuatro Vientos”, entre Sevilla y Camagüey, fue trasladado al restaurado y remodelado antiguo Cuartel del Henares, una vez readaptado su uso a Centro Municipal de Familia.

Precisamente, ese antiguo cuartel, construido en 1920 y que fue taller y almacén de globos del Polígono de Aeroestación Militar de Guadalajara, está situado justo al final del recorrido del desfile, donde el relativamente joven barrio de La Chopera-Río Henares confluye con el más veterano de Los Manantiales. El Cuartel del Henares es una de las muchas huellas materiales que quedan en nuestra ciudad de su histórica vinculación con las Fuerzas Armadas, hecho que, no me cabe duda, ha tenido bastante que ver en que sea elegida como anfitriona de este gran desfile, cuando hay otras muchas capitales españolas, de bastante mayor población, infraestructuras y capacidad de acogida que la nuestra, que aún no han sido sede de este acontecimiento y puede que no lo sean en mucho tiempo. Tampoco me cabe duda alguna que en la elección de Guadalajara como sede del desfile, ha sido decisivo el criterio de la actual Ministra de Defensa, Dolores de Cospedal, quien en esta provincia perdió en 2015 la presidencia de la Junta que aquí había ganado cuatro años antes.

La presencia de unidades militares en Guadalajara alcanzó su mayor apogeo en la primera mitad del siglo XX cuando, dentro de su vieja estructura urbana de ciudad conventual, tenían sede varias e importantes unidades del Ejército, como eran la Academia de Ingenieros (situada frente al palacio del Infantado, donde inició su actividad en 1833), los Talleres y Maestranza de Ingenieros (en el Fuerte de San Francisco), el Regimiento de Aerostación (en el acuartelamiento de San Carlos, popularmente conocido como “Cuartel del Globos”), el ya citado Parque de Aerostación, el Aeródromo (en la carretera de Cabanillas, junto a las vías del ferrocarril), los Colegios de Huérfanos de la Guerra (el femenino en el Palacio del Infantado y el masculino en el antiguo Alcázar) y hasta el Palomar Central Militar (ubicado en uno de los antiguos torreones del Alcázar medieval). Como es conocido, el 9 de febrero de 1924, un terrible incendio destruyó la mayor parte de las instalaciones de la Academia de Ingenieros y obligó a su demolición, lo que terminó suponiendo, ocho años más tarde, la desvinculación definitiva de Guadalajara de esta importante instalación militar.

El impacto social y económico de este hecho, fue tan importante o más que el que, un siglo antes, supuso el cierre de la actividad de la antigua Real Fábrica de Paños, que también tuvo su sede en el mismo lugar que la Academia, el antiguo Palacio de Montesclaros. Entre 1941 y 1948, el actual Colegio de Adoratrices fue sede provisional de la Academia de Infantería, hasta que se restauró y habilitó para ella el Alcázar de Toledo. En la imagen que acompaña esta entrada puede verse un desfile de sus alumnos a su paso por la plaza Mayor, obra del histórico fotógrafo local José Lopez, cuyo fondo se custodia en el CEFIHGU de la Diputación Provincial. Precisamente en Adoratrices tendrá lugar la recepción oficial que seguirá al desfile, presidida, como éste, por los reyes de España, Felipe y Letizia, que acuden como tales por primera vez a la ciudad, tras haberlo hecho en una ocasión como príncipes. Conocí y traté personalmente al actual rey de España en 1991 en Hyères (Francia) y les aseguro que es una persona preparada, sensata y accesible.

Termino diciendo que a mí me parece muy bien que Guadalajara vaya a acoger este desfile, no solo por lo que de gran acontecimiento social y mediático tiene, sino porque nos va a convertir en anfitriones por unas horas de unas Fuerzas Armadas modernas, que garantizan nuestra paz, libertad y seguridad y que están prestando una ayuda impagable en diez misiones internacionales distintas, en otras tantas zonas de conflicto. Desde luego, quiero a mi Ejército a mi lado, antes que tenerlo enfrente, como por desgracia les ocurre a los ciudadanos de países oprimidos por dictaduras, entre ellos a los de Venezuela, por citar un ejemplo.

Vuelve Guadalajoven

Tras varios años de impasse, vuelve Guadalajoven, la olimpiada deportiva y cultural inter-colegios que nació en 1992, el año de los años ya que en él se celebraron la Expo de Sevilla, los Juegos Olímpicos de Barcelona (España) – lo aclaro para que no se confunda con las cerca de treinta ciudades homónimas que hay en el mundo- y la capitalidad europea de la cultura de Madrid. Obviamente, Guadalajoven es una actividad doméstica y alejadísima de la dimensión internacional de los “fastos” -como el entonces todopoderoso mandatario del PNV, Arzalluz, los bautizó- antes referidos, pero para quienes tuvimos algo que ver con esta singular iniciativa que ahora retorna, guardamos con mucha nostalgia, simpatía y no poca afección los muchos y buenos momentos que pasamos por, con y en ella, y nos alegramos de que esté de vuelta. Felicito por ello a Lucas Castillo, el actual diputado-delegado de Deportes de la Diputación y que, no es casualidad sino causalidad, pertenece a la “generación Guadalajoven”, pues fue partícipe de ella en sus tiempos escolares.

Para quienes no conozcan su dinámica, Guadalajoven es una competición entre equipos infantiles de colegios de la provincia, tanto públicos como privados o concertados -con el permiso de Podemos que, como es sabido, quiere que desaparezcan por puro ideologismo, sin medir sus consecuencias, incluso para el propio Estado en el que quieren diluir la sociedad como si de un azucarillo se tratara-. La principal singularidad de Guadalajoven reside en que no solo se celebran dentro de él encuentros de diferentes disciplinas deportivas, algunas de carácter colectivo (baloncesto, balonmano, futbol-sala, voleibol, etc.) y otras individuales (atletismo, natación, ajedrez, etc.), sino que también tiene lugar en cada jornada competitiva una fase cultural con un reglamento parecido al de “Cesta y puntos”, un mítico programa de TVE del que ya sólo nos acordamos los que peinamos canas y los que vieron los primeros capítulos de “Cuéntame”.

La fase cultural de Guadalajoven era -y espero que en su nueva etapa lo siga siendo- el momento más álgido y esperado de cada encuentro entre colegios, por su particularidad, su dinámica, su vistosidad y hasta sus consecuencias para el resultado final pues penalizaba mucho a los equipos que no se la habían preparado, de tal modo que podía terminar imponiéndose en un encuentro un equipo con regulares resultados deportivos, pero óptimos en el evento cultural, si enfrente tenía a un buen equipo en lo deportivo, pero malo en lo cultural. Con ello se pretendía poner en valor la importancia del conocimiento y el saber, incluso en un entorno netamente deportivo y competitivo, al tiempo que reforzar las comunidades escolares allende las aulas, fomentar el trabajo en equipo y la multilateralidad, pues en Guadalajoven se premiaba más a quienes dominaban, de forma aceptable, varias disciplinas que a los que solo eran especialistas en una. Además, gracias a la fase cultural de Guadalajoven, se podía conocer y aprender en los colegios, aunque fuera en tiempo libre y horario extraescolar, no sólo materia y contenidos de cultura general propios de la edad infantil, sino también hechos y datos relacionados con la provincia de Guadalajara -historia, arte, geografía, literatura, naturaleza, costumbres y tradiciones…- algo que, dese hace ya tiempo, sólo se toca de forma tangencial en el ámbito escolar pues se prima el conocimiento del medio autonómico, frente al provincial e, incluso, el local.

Gracias a Guadalajoven, muchos escolares que pasaron por él supieron que el Arcipreste de Hita “sembró avena loca a orillas del Henares”, que el “Viaje a la Alcarria” de Cela acaba en Pastrana,  que no es el Ocejón, sino el Lobo, el pico más alto de Guadalajara, que el Románico Rural es un estilo arquitectónico singular de la provincia, qué es la Arquitectura Negra, que el Hayedo de Tejera Negra es uno de los bosques de hayas más meridionales de Europa, que el Alto Tajo es, fundamentalmente, un gran ecosistema mediterráneo, qué son las botargas o cuándo y dónde se celebran de forma vistosas fiestas como La Caballada, la Octava del Corpus o las Loas y Danzas de la Virgen de la Hoz.

Guadalajoven fue posible gracias al esfuerzo e ilusión de muchas personas, pero sobre todo de los escolares que participaron en sus sucesivas ediciones y que, me consta, muchos de ellos guardan un cálido recuerdo de su paso por él; un esfuerzo y una ilusión que también pusieron los grandes profesionales de la educación que se implicaron en la actividad y que restaron tiempo a su propio tiempo libre y a sus familias para entregárselo generosamente a sus alumnos, “gratis et amore”, por cierto. También hicieron posible Guadalajoven la implicación de las federaciones deportivas provinciales -entonces ya delegaciones, perdiendo su estatus anterior, avanzando ya las autonomías a costa de las provincias- y los colegios de árbitros. Y, por supuesto, fue decisiva la entrega de todos los trabajadores del Polideportivo San José que impusieron a su trabajo no sólo profesionalidad y competencia, sino también ilusión; y ese concepto no está contenido en las nóminas ni pagado. Al frente de todos ellos, Eladio Freijo, el actual concejal de Deportes del Ayuntamiento de Guadalajara y entonces director técnico de este Polideportivo de la Diputación que, con la colaboración de muchos, sí, pero con decidido empeño y entrega personales, llevó a ser todo un referente de actividad, no solo provincial, sino nacional, como ahora está haciendo con la propia ciudad, que es candidata bien situada a ser “Ciudad Europea del Deporte 2018”, algo verdaderamente impensable antes de que él se hiciera cargo de la concejalía.

 

 

El futuro de la tierra molinesa

Hace unos días, la Asociación Cultural “Tierra Molinesa” hizo entrega, en Guadalajara, de los “Premios Emprendedores Molineses” que, cada año, desde hace ya siete, este colectivo de molineses inquietos y comprometidos con el presente y el futuro de su tierra concede a personas, empresas, asociaciones, instituciones y entidades originarias de la zona que se distinguen de manera señalada en su trabajo y que vienen a ser un espejo en el que mirarse, un ejemplo a imitar por otros para coadyuvar en la revitalización social y económica que Molina precisa desde hace ya tanto tiempo que casi nadie ya se acuerda de otros, mucho mejores, que vivió el Señorío. Bueno es, muy bueno diría yo, que se lleven a cabo este tipo de iniciativas que sacan a la luz y reconocen públicamente a molineses verdaderamente ejemplares y que son referentes a seguir.

Los “VII Premios Emprendedores Molineses” de este año han recaído en Florentino García Martínez, teólogo y experto mundial en lenguas muertas, nacido en Mochales; en el Grupo Folk “El Pairón“, creado en 1995 para recuperar la música folk de la comarca molinesa; en Carnicerías Ortega, empresa familiar radicada en la tierra molinesa, y en el Ayuntamiento de Milmarcos por la recuperación del Teatro Zorrilla.

Aunque, como en ocasiones anteriores, fui invitado al acto, mucho lamenté no poder asistir porque siempre me ha tirado mucho la tierra molinesa pues, no en vano, en uno de sus pueblos más pequeños, Otilla, nació mi abuelo paterno y él y mi padre -que circunstancialmente no vio allí su primera luz, pero ejercía de molinés- siempre me inculcaron el afecto por su “patria chica”, de la que, como tantos otros y durante tanto tiempo, tuvieron que marchar en busca de oportunidades en la vida, pero a la que jamás echaron en cara que ella misma no se las diera; bien al contrario, incluso mi abuelo, cuando ya anochecía su vida y las cataratas en los ojos no le dejaban ver más allá de sus aguileñas narices, quiso volver a vivir -más bien a morir- a la casa de Otilla en la que había nacido, a pesar de que de ella apenas quedaban unos muros y un tejado maltrechos, un habitáculo más propio para refugio de ganado que de personas. El poeta checo Rilke decía que “la verdadera patria de los hombres es la infancia”, y decía bien.

A pesar de que, como ya he comentado, no estuve presente en el acto de entrega de estos premios, sí he estado pendiente de él y me consta que el presidente de “Tierra Molinesa”, Ernesto Esteban, originario de Alustante, no solo se limitó a felicitar a los galardonados y a agradecer a las instituciones públicas su presencia -por cierto, estuvieron todas: Gobierno del Estado, Junta de Comunidades, Diputación, Comunidad del Real señorío y su Tierra y los Ayuntamientos de Molina de Aragón y de Guadalajara, lo que es de destacar-, como la buena compostura y la nobleza obligan, sino que lanzó algunos mensajes de calado como la necesidad de impulsar el potencial medioambiental de la comarca molinesa, “desarrollando un grado de gestión que atraiga a jóvenes y propiciar una fiscalidad ventajosa que también cautive a empresas e inversiones a asentarse en la zona”. Esteban también incidió en la necesidad de la colaboración público-privada para impulsar la comarca de Molina, algo en lo que estoy completamente de acuerdo, como sostengo, precisamente, en una colaboración que firmo en la revista que “Tierra Molinesa” acaba de editar con motivo de la entrega de sus premios anuales y cuyos dos últimos párrafos dicen así: “La sociedad civil molinesa, a pesar de su patente debilidad, ha dado muestras en los últimos años de ser capaz de impulsar importantes iniciativas que están redundando en claros beneficios para la comarca, algo por lo que cabe felicitarse y que supone un soplo de esperanza e invita a tomar ese mismo camino en el futuro. Aunque podría poner algún ejemplo más -no muchos, bien es cierto-, quiero destacar en ese sentido la magnífica labor emprendida por la Asociación de Amigos de los Museos de Molina y el Geoparque Comarca de Molina-Alto Tajo, un auténtico ejemplo de la puesta en valor de los recursos histórico-artísticos y naturales del Señorío.

La iniciativa de la propia sociedad molinesa, con la imprescindible colaboración activa y comprometida de las administraciones públicas, es la clave del futuro de Molina, un futuro que hay que ir a buscar y no esperarlo, que hay que intentar construir y no aguardar a que nos lo construyan”.

Me reitero en ello. El futuro de Molina está en manos de los propios molineses, aunque sin las necesarias ayudas públicas es ir “camino de nada”, como cantaba José Antonio Labordeta refiriéndose a la tierra hermana y vecina de Aragón.

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