Cinco apellidos guadalajareños

La estadística -mentira relativa muchas veces, pero verdad absoluta muchas más- acaba de dar un disgusto morrocotudo a los nacionalistas más requeté-nacionalistas y que dicen ser menos españoles de todas las “naciones” –Sánchez dixit- que aspiran a ser independientes del Estado español, especialmente los catalanes, que son los que últimamente más buscan sus “muntanyes nevades” diferenciadoras y tratan de poner bien prietas sus “files” para lograr su (des) propósito. Resulta que los cinco apellidos que más proliferan en Cataluña son, en este orden: García, Martínez, López, Sánchez y Rodríguez. Los Pujol, Mas, Puigdemont, Junqueras… aparecen muy retrasados en la relación de apellidos catalanes más frecuentes, aunque, bien pensado, no sé si para disgusto o para regusto de quienes los portan y hacen gala de ellos como si fuera la “prueba del 9” de su catalanidad diferenciadora. En todo caso, siendo tan manipuladores y poliédricos como son los nacionalistas más extremos, seguro que sacan también partido a su favor a esta circunstancia objetiva y curiosa que, simplemente, evidencia que, después de muchos siglos de coexistencia y convivencia en un mismo territorio, de pertenencia a un mismo Estado, de forja de una gran nación común y de numerosos movimientos migratorios internos, los españoles, incluidos los que reniegan de su condición y pretenden elevar sus patrias chicas a naciones y estados, compartimos más cosas de las que nos separan.

Por seguir ahondando en los datos que ha aportado ABC -el diario que ha hecho público recientemente este estudio estadístico sobre los apellidos de los españoles, aunque su origen es oficial pues está fundamentado en las bases documentales del INE-, resulta que los guadalajareños tenemos en común con los barceloneses, no solo que somos españoles, ellos catalanes y nosotros castellanos, sino también que cuatro de los cinco apellidos más comunes en ambas provincias son los mismos: García, López, Martínez y Sánchez, con la única variación de que López es el segundo apellido que más abunda en Guadalajara, mientras que en Barcelona es Martínez, ocupando allí López el tercer lugar. García es el apellido más común, tanto en nuestra provincia como en Barcelona, y los Sánchez son –somos, en mi caso- los cuartos apellidos que más proliferan en ambas provincias. Un hecho sí juega a favor de las tesis diferenciadoras de los independentistas catalanes: mientras el quinto apellido más abundante en Guadalajara es Pérez, en Barcelona es Rodríguez.

Ironías aparte -que ponen muy baratas muchos de los hechos, dichos y silencios del ultranacionalismo de barretina calada al que asistimos-, da mucha pena ver como una de las regiones que siempre ha sido locomotora del progreso de España y a la que, por ello, han ido a trabajar y a vivir numerosos españoles procedentes de otras regiones de peor fortuna, llevando no solo sus brazos y sus hombros, sino también sus apellidos, lleva ya mucho tiempo, demasiado, padeciendo el monotema del independentismo. Un monotema que está dejando de lado muchos otros temas de relevancia: trabajo y prestaciones sociales, sanidad, educación, libertad, seguridad, etc y en el que, sorpresivamente, están empecinados y colaboran opciones políticas y sociales tan radicalmente distintas como PDCAT, la nueva marca de la vieja CiU –un partido de raíces burguesas y que antes bebía en las fuentes del liberalismo y la democracia cristiana-, ERC –la vieja izquierda republicana, rival y enemiga íntima histórica de CiU y de lo que representaba- y hasta la CUP, un batiburrillo de radicales antisistema que han renunciado al internacionalismo de base ácrata que teóricamente inspiró su eclosión para abrazarse al nacionalismo más casposo y trasnochado. Pues bien, estas tres fuerzas políticas, cuya militancia e ideología de base se parecen lo mismo que un huevo a una castaña, se han puesto de acuerdo, no para sacar a Cataluña de la crisis en la que ha estado y sigue estando, aunque parece que va remitiendo, España entera, sino para poner a esa comunidad autónoma patas arriba y, ciertamente, no la conozca ni la madre que la parió.

De estos polvos requeté-nacionalistas solo pueden venir lodos porque no se puede soplar y absorber a la vez, facultad solo accesible a los gallegos de cinco apellidos galaicos. Y resulta que en Galicia los cinco apellidos que más abundan son García, López, Rodríguez, Fernández y González.    

                 

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