No quería yo contribuir al monotema “coronavírico” que desde hace ya demasiados días -y esto no ha hecho más que empezar- nos tiene acongojados y confinados en casa, con muchas dudas, pocas certezas y unas fuertes dosis de tedio porque los espacios reducidos conceden escaso margen a los movimientos y a las actividades diferenciadas, causas básicas del aburrimiento. Pese a que, como he empezado diciendo, no era mi intención aportar lo más mínimo a dar pábulo a tan lamentables circunstancias, la inspiración me ha llevado a urdir esta entrada con un remedo de los “Floreos y Aguijonazos”, una inveterada sección del histórico y añorado semanario “Flores y Abejas”, mi verdadera facultad de periodismo como he proclamado en cuantas ocasiones ha habido. Esa satírica, al tiempo que jocosa y agridulce sección de tan alcarreño título, se publicó en el semanario que fue durante muchos años decano de la prensa provincial desde su número uno, que vio la luz el 2 de septiembre de 1894 (la imagen que acompaña este texto corresponde a esa primera portada). ¡Ya ha llovido, ya, incluso a pesar de que cada vez cae menos agua, al menos del cielo! Y como las situaciones se tejen, en no pocas ocasiones, con tan enmadejadas hiladas como si de una tela de araña se tratara, al tiempo que recordaba esos “Floreos y aguijonazos” de mi viejo y querido periódico me ha venido a la mente el recuerdo de un hecho relacionado con él que, en su día, cuando lo leí, causó en mí gran impacto, hasta el punto de poder rememorarlo con detalle: Cuando en otoño de 1918, la mal llamada “gripe española” –porque su verdadero origen estuvo probablemente en Estados Unidos o en China y llegó a Europa vía Francia– estaba causando estragos, con apenas unas horas de diferencia fallecieron contagiados por ella el médico de Olías del Rey (Toledo), José Villar, y su hijo de cuatro años, “Pepito”. Se da la circunstancia de que Villar había ejercido de médico en nuestra provincia, creo recordar que en las localidades de Membrillera, Alovera y Quer, y que era familiar muy cercano de Marcelino Villanueva y Deprit, uno de los pioneros del primer cuadro de redacción de ”Flores y Abejas”, junto con Luis Vega-Rey, Alfonso Martín y Luis Cordavias.
“Floreos y Aguijonazos” fue una sección coral del periódico, a la que aportaban textos todos los miembros de la redacción, pero fundamentalmente Luis Cordavias, un verdadero maestro de la sátira y una de las mejores plumas de aquel buen puñado de liberales guadalajareñistas aficionados al periodismo y las letras que fundaron “Flores y Abejas”. Como es fácilmente deducible, los “floreos” solían ser loas a personas o aconteceres de la provincia, mientras que los “aguijonazos” eran zascas –como se dice ahora- merecedores de justo lo contrario. Después de tan amplios y detallados previos, allá van estos “Floreos y aguijonazos coronavíricos”, con la mejor de mis intenciones, aunque no sé si con la mejor de mis leches –con perdón-, porque he de reconocer que mis defensas psicológicas -espero que las otras hagan su trabajo- empiezan a flaquear. Bien saben, por experiencia propia, que es muy duro vivir la vida con guantes y mascarilla y a más de un metro de distancia de tus seres queridos, cuando más necesitas abrazar y que te abracen:
Floreos:
- A todo el personal sanitario, incluido el de servicios y el de gestión y administración (que a veces se nos olvidan), porque son lo mejor de nuestro sistema sanitario que, aunque creíamos que era muy bueno, ahora comprobamos que es claramente mejorable, especialmente en infraestructuras, instalaciones, equipos y almacenamiento de material de uso crítico e intensivo.
- A todas las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y al Ejército porque su profesionalidad y compromiso de servicio son siempre palpables, pero en momentos de emergencia como los que vivimos de manera especial.
- A todos los profesionales de cualquier sector que deben seguir trabajando estos días de forma presencial porque, si el confinamiento en casa es muy duro, salir de ella a diario a exponerse aún lo es más.
- A todos los españoles que, a pesar de los muchos pesares, están haciendo de tripas corazón y un esfuerzo importante por dar su mejor versión ante su familia para desdramatizar la situación y hacerla lo más llevadera posible. El colegio de psicólogos les debe una y todos les debemos mucho.
- A quienes han contraído el dichoso coronavirus y están luchando contra él como jabatos porque en las peleas desiguales, como es esta, lo que cuenta no es quien vence, sino quien se entrega más en la pugna.
- A los que ya han fallecido por esta pandemia y a quienes van a fallecer en los próximos días también por ella, porque el difícil camino que ellos ya han recorrido o van a recorrer va a ser decisivo para que la ciencia de respuestas a lo que ahora no lo tiene, ni para prevenir, ni para curar.
Aguijonazos:
- Después de pensármelo muy bien y pese a que habría mucho trabajo para que las abejas de la Alcarria no pararan de aguijonar a tanto incompetente, irresponsable y hasta miserable como las circunstancias están poniendo en evidencia, he decidido no dar ninguno porque este es tiempo de miras altas, esfuerzo, calma, responsabilidad y solidaridad… Pero tengo muchas matrículas cogidas y aún buena memoria.
¡Buenos días y buena suerte!