El calor del frío serrano

Canta en sus “Jotas del Valle” el veterano grupo segoviano de música tradicional, Nuevo Mester de Juglaría, querido y ya mítico para quienes aún nos pone el castellanismo y su folclore a pesar de lo mucho que se ha hecho contra ambos, que “aunque me arizca de frío, a la sierra me he de ir (…)”. El verbo “arizcar” no aparece en el diccionario de la RAE, ni lo he encontrado en ninguno de los compendios de vocabularios populares castellanos que he consultado, incluido el serrano guadalajareño que recientemente ha editado la Asociación Serranía de Guadalajara, tras del que están tres muy buenas manos: los valverdeños, José María Alonso Gordo y José Fernando Benito Benito, y el robledeño (de Corpes y aún de todas las guadalajaras), José Antonio Alonso Ramos. La voz más cercana a “arizcar” que he localizado en esos diccionarios populares no oficiosos es “aricar”, incluida en una relación de vocablos segovianos antiguos casi en desuso, pero su significado, “arar superficialmente”, nada tiene que ver con el contexto de la letra de la canción de la que he tomado la cita y que el Mester recogió en la comarca abulense del entorno del Puerto del Pico.  Por deducción, parece que “arizca” es una deformación fonética de “arisca” pues, evidentemente, el frío intenso suele ser áspero, que es la primera acepción de esta palabra que recoge la RAE.

Ciertamente, el frío es algo consustancial a las serranías pues, por definición, son “terrenos cruzados por montañas y sierras”. Frío que, evidentemente, es más acusado en el invierno y que en este tipo de comarcas se suele alargar a más de seis meses, invadiendo frecuentemente la segunda mitad del otoño y la primera de la primavera y, a veces, hasta la mayor parte de ambas estaciones post-equinocciales. En Guadalajara lo sabemos bien pues todo el norte de la provincia es serranía (perteneciente al macizo central y siendo estribaciones de la cordillera carpeto-vetónica), parte del este (el sistema ibérico penetra en el Señorío de Molina de norte a sur), también parte del suroeste (sierra de Altomira, en el entorno de Bolarque, Buendía y Entrepeñas) e, incluso, hasta a la Alcarria le crecen algunos serrijones como los del Megorrón (que desde Cifuentes eleva el terreno hasta las tierras de este antiguo partido judicial que limitan con las de Molina) o los de la Solana y la Umbría (con las Tetas de Viana como referencia señera) y que se extienden hasta los límites de Cuenca, comarca que el gran cronista provincial, Francisco Layna Serrano, bautizó como “Tercera Alcarria”.

Y sí, aunque me “arizca” de frío, proclamo públicamente que yo, como las cabras, tiro al monte y que cuando no tengo claro por donde “guadalajarear”, siempre busco el norte y acabo en las serranías. Mi amigo y hermano del alma Javier Borobia, con quien compartí tantos días “arizcándonos” de frío donde se empinan las guadalajaras, tenía una teoría sobre esta querencia, nada descabellaba y muy cabal, como es él, aunque también original, como igualmente son siempre sus reflexiones y propuestas, a la par que profundas: Javier llamaba “faro-guía” a Ocejón y, ciertamente, sin ser el pico más alto de la provincia, pues sus 2048 metros de altitud son inferiores a los 2.200 del Lobo y sus montañas hermanas (Santuy, Tres Provincias, etc.), su perfil, aislado de la cuerda que une a estos últimos, surge señero en el paisaje y se nos ofrece, a la vista y al corazón, como un referente clarificador, una pauta a seguir, casi un polo de atracción.

Sin ir más lejos, a finales de la semana pasada volví a subir a las serranías del norte y me “arizqué” de frío pues Galve y Villacadima me recibieron con un termómetro incapaz de llevar su mercurio más allá de los seis grados y la sensación térmica era, incluso, inferior, pues el viento húmedo que dejaron las nieblas cuando levantaron, se calaba hasta los huesos que, ahora, los tengo más cerca de la piel que nunca. A pesar del frío, volví a disfrutar sobremanera de aquellas tierras en las que la naturaleza se recrea a poco que el páramo se quiebra y a la vegetación esteparia le suceden densos bosques de robles y de pinos que parecen querer auparse hasta el cielo para darle gracias por tanta belleza.

Las serranías de Guadalajara son muy ricas, a pesar de que a la más occidental y septentrional de ellas hasta la llaman “pobre”. Lo que pasa es que la riqueza de estas tierras no se mide con parámetros economicistas convencionales, sino con valores y elementos impagables como el aire que se respira en ellas -el segundo más puro de Europa, dicen quienes cuantifican y jerarquizan hasta estas cosas-, el viento -que ahora incluso trae recursos a la zona a través de los parques eólicos-, y el sol y el agua que, debidamente combinados, fabrican vida y la pintan de color.

Me niego a pensar que las serranías, y aún el resto de tierras de la Guadalajara rural, son ya solo desiertos de la cultura, como diría Araúz de Robles, o tierras de silencio y soledad, como canta José Antonio Alonso. Vive cada vez menos gente en las guadalajaras, sí, y va envejeciendo progresivamente, pero llegará un momento en que el hombre se hartará de la ciudad y, como cantaba Labordeta, regresará a la casa de su padre en el pueblo -póngase también del abuelo o del bisabuelo- y abrirá las ventanas para que la limpie el aire. Y no me refiero a volver de fin de semana a holgar, ni a cazar, ni a setas y, mucho menos aún, a “rólex”, algo que ya lleva ocurriendo desde hace décadas, sino a regresar para quedarse buscando la felicidad de la tierra, feliz y significativo título de una obra escrita en, por y para la Alcarria de Manu Lequineche, el guadalajareño que nació en Arrazua (Vizcaya) porque los guadalajareños no elegimos donde nacemos, pero sí donde vivimos y, si nos dejan las circunstancias, hasta donde morimos.

 

Fotos: castillo de Galve (superior) y Villacadima./ Jesús Orea.

 

 

La Biblioteca de Josepe

El miércoles, 24 de octubre, a tan temprana hora de la tarde que algún bostezo de los de cabezadita en el sillón tras la sobremesa se le escapó indisimuladamente a alguno, el ayuntamiento de la capital nos convocó a un acto protocolario, pero de total oportunidad y absoluta justicia, como fue la inauguración de la nueva Biblioteca municipal de la ciudad que llevará el nombre de José Antonio Suárez de Puga, “Josepe” para los amigos y aún para los conocidos, que son/somos muchos, tanto unos como otros dadas la empatía que genera y la sociabilidad que le caracteriza. Redundando en lo apuntado, oportuno, muy oportuno, es poner el primer hito en el mapa de bibliotecas municipales que tiene en proyecto implementar el ayuntamiento, y de absoluta justicia el hecho de que lleve el nombre de Suárez de Puga, una figura sobresaliente en la actividad cultural de la ciudad de las últimas seis décadas, un intelectual de auténtica talla, un guadalajareño comprometido sin caspa provinciana y un extraordinario creador. Otros nombres podrían habérsele dado a esta biblioteca naciente, sin duda, pero no se me ocurre otro mejor.

Esta nueva Biblioteca municipal está ubicada en el Centro Integrado “Eduardo Guitián”, en Aguas Vivas, junto al Polideportivo Multiusos que tanta actividad social y económica está aportando a la ciudad como disgustos a la, al menos en este caso, torpe oposición municipal que la está poniendo trabas por cálculos electoralistas en vez de colaborar con algo que es bueno para Guadalajara. Pero dejemos lo que antaño fue la “gimnasia higiénica”, primer nombre que se le dio a la actividad física y deportiva en los centros escolares mediado el siglo XIX, y volvamos a la cultura, esa que, como reza la cartela que Carlos Santiesteban integró en su fresco alegórico a ella dedicado en el palacio de la Diputación, conviene allegarse, sembrar y arar, como hace el labrador, para “lograr buenos frutos”, parafraseando a San Mateo en su Evangelio. Según informó el propio alcalde, Antonio Román, en el acto de inauguración de la sala que ya lleva el nombre de Suárez de Puga, el Patronato de Cultura ha elaborado un mapa de bibliotecas municipales que ha sido consensuado con los técnicos de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Este plan contará con una biblioteca central, que estará ubicada en el Fuerte de San Francisco  (cuando la Junta cumpla la sentencia firme del Tribunal Supremo que le obliga a rehabilitar las naves del viejo cantón militar, algo a lo que se ha resistido de manera inentendible pues está obligada a ello por un convenio que la administración firmó en su día con el ayuntamiento); una biblioteca mediana (la que lleva el nombre de Josepe) y otras bibliotecas de menor tamaño y satélites, que se ubicarán en los cuatro barrios anexionados a la ciudad (Iriépal, Taracena, Usanos y Valdenoches) y en los centros sociales de Los Valles (situado entre el nuevo sector residencial del mismo nombre y la Colonia Sanz Vázquez) y del Cuartel del Henares (localizado en Los Manantiales).

Como es sabido, hasta la inauguración de la Biblioteca Suárez de Puga, el ayuntamiento de la capital no gestionaba ningún centro de préstamo de libros y de lectura en sala, aunque sí ofrecía espacios para el estudio en varias dependencias municipales como el Centro Joven y el Centro Integrado Guitián, entre otros. El hecho de que la Biblioteca Pública Provincial -cuya actual sede en el palacio de Dávalos la aportó el propio ayuntamiento al adquirirlo a sus antiguos propietarios y salvarlo así de la ruina a finales de los años 90, siendo alcalde Bris– tenga su sede física en la capital, había supuesto que, hasta este momento, el ayuntamiento no se planteara la necesidad de crear su propia red de bibliotecas municipales. Esa circunstancia tornó en la primavera de 2017, gracias a una moción de fomento de la lectura presentada por el grupo municipal de Ciudadanos, a la que se unió una transaccional de Ahora Guadalajara para que ese plan se concretara en la creación de una red local de bibliotecas y servicios bibliotecarios. Ese tipo de propuestas sí son útiles para los vecinos y van en la buena dirección de lo que debe ser una oposición también útil, que es la mejor que se puede hacer.

Así que, bienvenido sea este nuevo mapa local de bibliotecas y servicios bibliotecarios que, en principio, parece bien planificado por el equipo de gobierno del PP y cuyo primer paso para ponerlo en marcha se ha dado con la inauguración de la Biblioteca José Antonio Suárez de Puga, la última llegada a esta ciudad a la que bien podemos atribuir el adjetivo de lectora pues, no en vano, la Pública Provincial tiene casi 40.000 socios adultos y más de 10.000 infantiles, cifras espectaculares para nuestra población. Recordemos que la primera Biblioteca Provincial la acordó crear el Pleno de la Diputación el 6 de marzo de 1837, reuniendo en ella los fondos provenientes de los conventos y monasterios de la provincia, entonces recientemente desamortizados, y fue instalada en la que en ese momento era sede de la propia institución provincial, el Convento de la Piedad.

  1. B.- Aprovecho este post para agradecer pública y vivamente la masiva presencia de asistentes al acto de presentación del libro titulado “Guadalajareando”, celebrado al día siguiente de la inauguración de la “Biblioteca de Josepe”, y de cuyo texto soy autor, mientras que las magníficas fotografías que lo complementan y enriquecen son de Nacho Abascal. La mejor compensación que puede tener un autor -y en este caso somos dos, pues yo hablo por medio de la palabra, pero Nacho es aún más elocuente y brillante con su cámara- es que su obra tenga una cálida acogida y sentir el aliento, como nosotros sentimos, de tantos amigos. Esperamos no defraudarlos cuando empiecen a “guadalajarear”.

 

 

Crónicas sietemesinas en azul, rojo, naranja y morado

Quedan siete meses para la celebración de las elecciones locales, autonómicas y europeas y es muy probable que ésta sea la ocasión en que más incógnitas y dudas haya por despejar pues el panorama político es de lo más incierto y puede que se complique todavía más en los próximos meses. Pronosticar, por tanto, a día de hoy, quién va a gobernar y con quién el Ayuntamiento de la capital, la Diputación Provincial o la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha se me antoja más una cuestión para adivinos que para analistas políticos y hasta para expertos en demoscopia; incluso, a esta fecha, resulta difícil poner nombre a los candidatos a presidir estas instituciones, excepción hecha de la Junta, que parece cosa del veterano Page (PSOE) o del novísimo Núñez (PP), si no salta la liebre de la sorpresa mayúscula.

A pesar de lo confuso que se muestra en esta hora el horizonte político, en general, y el electoral, en particular, vamos a intentar analizar algunas de sus claves objetivables para, a través de su proyección, entrar en un terreno ya más subjetivo como es el de la predicción, pero tratando de alejarnos de la elucubración. En todo caso, la inestabilidad actual del gobierno nacional de Pedro Sánchez, podría alterar notablemente el futuro político en todo orden, especialmente si éste arrojara la toalla y convocara elecciones, algo a lo que él se resiste tenazmente, aunque veremos si puede mantener por mucho tiempo la ecuación del quiero y el puedo sin que le aparezcan nuevas y aún más desestabilizadoras incógnitas de las que ya acumula. Depender de la voluntad ajena y que esa voluntad sea tan interesada, poliédrica y, a veces, hasta deleznable, es lo que tiene.

Como decíamos, en este momento no sabemos ni quiénes van a ser los candidatos a la alcaldía de la capital de las cuatro opciones políticas actualmente representadas en su corporación municipal, como para saber qué correlación de fuerzas se van a dar en ella. Antonio Román, una vez más, parece deshojar la margarita, y está entre el “no quiero” porque ya ha cumplido su ciclo, y el “sí debo” porque, a pesar del lógico desgaste, es probable que siga siendo la mejor baza electoral del PP. Esta incógnita parece que se va a despejar pronto pues los populares han anunciado que antes de que lleguen las navidades se sabrán sus candidatos a las capitales de provincia y principales poblaciones españolas. Si Román, finalmente, no repite a la alcaldía, el candidato más probable a ella es Alfonso Esteban Señor, segundo teniente alcalde, y solvente concejal delegado de economía, hacienda y recursos humanos. Esteban está mucho mejor posicionado ante el partido que Jaime Carnicero, el proactivo vicealcalde al que Román preferiría como su sucesor. Por lo que respecta al resto de fuerzas, a día de hoy no hay candidatos oficiales, si bien parece que en el PSOE se inclinan porque sea una mujer y, probablemente, que esté vinculada al actual gobierno regional; tampoco es descartable la opción de Alberto Rojo, el actual delegado de la Junta. De lo que vaya a ocurrir con “Ahora Guadalajara” y otras opciones a la izquierda del PSOE que valoran presentar lista propia en la capital, nos iremos enterando por capítulos, como suele ser habitual en estas “confluencias” que no siempre confluyen. En referencia a Ciudadanos, parece que a Alejandro Ruiz le esperan responsabilidades fuera del Ayuntamiento, probablemente en la región, y es muy posible que siga el actual número dos, Ángel Bachiller, aunque no de uno. Cuando se despejen las incógnitas de los nombres, será más fácil sondear posibles resultados electorales de mayo de 2019. No obstante, encuestas realizadas en mayo de este año, seguían concediendo al PP el mayor número de votos y escaños, con un descenso del que se beneficiaba Ciudadanos. Según estas mismas encuestas, PP y Ciudadanos podrían seguir sumando la mayoría absoluta. Aunque, en política, ya sabemos que uno más uno, no siempre suman dos.

Puesto que las diputaciones provinciales se conforman con las proyecciones de los resultados electorales que obtienen las formaciones políticas en cada uno de los partidos judiciales en que se dividen -en el caso de Guadalajara, tres: Guadalajara (15 diputados provinciales), Molina de Aragón (4) y Sigüenza (6)-, tratar de pronosticar en estos momentos quién va a gobernar en la plaza de Moreno a partir de mayo de 2019 es, ciertamente, una quimera. Si, como decíamos al principio, es muy difícil predecir, a día de hoy, los resultados electorales de la capital e, incluso, hay incertidumbre hasta en los nombres de los candidatos, algo parecido ocurre con bastantes municipios de la provincia, especialmente los más poblados, por lo que, al tratarse de una elección de segundo grado, muy difícilmente podremos acercarnos, con cierta verosimilitud, a la correlación de fuerzas que va a darse en el nuevo mandato en la Diputación de Guadalajara. A este respecto, lo único que parece más que probable es que siga habiendo cuatro fuerzas políticas representadas en la corporación provincial (PP, PSOE, Ciudadanos y Podemos) y que, una vez más, el partido judicial de Sigüenza pueda ser decisivo; otra circunstancia probable en la zona norte provincial, dada su sociología, es que en ella no vayan a tener fácil Ciudadanos y Podemos obtener escaño, aunque los votos que ambas formaciones quiten a PP y PSOE, podrían condicionar el resultado zonal. En el partido judicial de Molina, tampoco será fácil que Ciudadanos y Podemos obtengan escaño en la Diputación, lo que no está garantizado es que se mantenga el 2-2 actual de PP y PSOE porque, simplemente, con el desplazamiento de unos centenares de votos desde estas fuerzas a las anteriormente citadas, ya podría romperse el 3-1 a favor de populares o socialistas, posiblemente más hacia estos últimos, pues manejan mejor que los primeros el clientelismo que les posibilita gobernar la Junta. Respecto al partido judicial de Guadalajara, en el que se reparten quince escaños, el comportamiento electoral en la capital y el Corredor del Henares, que es donde se concentran los municipios de mayor población, va a ser determinante. Será, sin duda, en este partido en el que Ciudadanos y Podemos tendrán más opciones de restar votos y escaños a PP y PSOE. Aunque pueda parecer casi una obviedad que si PP y Ciudadanos, por una parte, o PSOE y Podemos, por otra, suman mayoría absoluta, vayan a gobernar unos u otros en coalición, yo no descartaría otras opciones, casi todas ellas perjudiciales para el PP. Recordemos que Ciudadanos, aunque en la Diputación de Guadalajara posibilitó el gobierno del PP en el actual mandato, en la de Toledo inclinó la balanza en favor del PSOE, pese a que el PP también fue, como aquí, la fuerza más votada.

Por lo que respecta a la Junta, Page quiere sumar mayoría absoluta con Ciudadanos, a quienes prefiere de socios de gobierno antes que a Podemos, aunque si hay que abrazarse a una farola, se abraza, pues ya sabemos que es un “bonista” irredento; en cualquier caso, una cosa es querer y otra es poder. El PP, con el recién estrenado liderazgo regional del almanseño Paco Núñez -por cierto, casado con la casareña, Fátima Torija, ex presidenta de NNGG de Guadalajara-, es, a día de hoy, otra incógnita que añadir a las muchas que ya hay. Lo evidente es que, aunque amagó con ello, Antonio Román ni llegó a formalizar su candidatura a la presidencia del PP regional y, pese a que muchos lo dieran por hecho, Ana Guarinos no ha sido nombrada, finalmente, secretaria regional de los populares. Nadie de Guadalajara, ni en el PP ni en el PSOE, ha sido presidente o secretario regional de estos partidos desde que se inventara Castilla-La Mancha hace ya casi cuarenta años. Y este sí que es un hecho cierto.

 

Foto superior: Jaime Carnicero, Antonio Román y Alfonso Esteban, en una  rueda de prensa.

Dos primeros de octubre muy parecidos

Desde 1936 y hasta 1975, el 1 de octubre era el “Día del Caudillo» porque en esa fecha, en el año 1936, en Burgos, con España partiéndose la cara y el alma entre hermanos en plena Guerra Civil, Francisco Franco tomó solemne posesión como “Jefe del Gobierno del Estado” (sic), tras haber sido nombrado una semana antes “Generalísimo”. Desde entonces, el primero de octubre fue, junto con el 18 de julio -fecha del, por los alzados, llamado “Alzamiento Nacional”– y el primero de abril –“Día de la victoria” para los «nacionales” y de la derrota para todos, ellos incluidos, porque nadie gana en una contienda civil-, una de las tres fechas festivas por excelencia de Su Excelencia el Generalísimo. También en Cataluña, donde el franquismo fue un caldo de cultivo extraordinario para el progreso de su industria y su comercio, gracias, en gran parte, a las decisiones políticas que la beneficiaron -por ejemplo, la instalación de la planta de SEAT- y, sobre todo, a la mano de obra esforzada y barata que allí emigró, a costa de la sangría demográfica de la ahora llamada “España vacía”.

Pero como los tiempos adelantan y, sobre todo, cambian que es una barbaridad -como las ciencias en la “Verbena de la Paloma” según cantaba don Hilarión, aunque luego también lo hizo Sabina-, el primero de octubre dejó de ser una fecha muy remarcada en el calendario desde 1976, o, mejor dicho, desde 1979, porque hasta que no tuvimos Constitución y aún a pesar de haber muerto ya el “Caudillo” y no poder dar sus míticas soflamas desde el Palacio Real de Madrid, aún quedaban el eco de ellas. Que, por cierto, tampoco se apagó con la Constitución del 78 como el que aprieta un interruptor, pero cierto es que fue remitiendo progresivamente, aunque algunos se resistieran, no poniendo pie en pared -del Palacio Real, se entiende- sino alzando el brazo en la plaza de Oriente.

Cuando el viejo 1 de octubre ya solo eran, apenas, unos segundos del guion de un capítulo de la serie televisiva “Cuéntame” -cuya pervivencia parece competir en longevidad con el franquismo-, en 2017, causal que no casualmente porque el separatismo no da puntada sin hilo, el primero de octubre volvió a convertirse en una fecha con una alta carga de dosis política, especialmente en Cataluña, pero con repercusión en toda España. Como recordarán -y si se les había olvidado ya se han encargado los independentistas catalanes de recordárnoslo a todos y los medios de comunicación y las redes sociales de hacerse eco-, el 1 de octubre del año pasado se celebró el “no-referéndum” en Cataluña en el que se preguntaba a la mitad de los catalanes si querían ser independientes de la otra mitad y del resto de España, al tiempo que si, ya una vez independientes, deseaban que esa independencia lo fuera en forma de república. La jornada del supuesto referéndum, ilegal a todas luces, incluidas las de neón y, por supuesto, las de bohemia, se convirtió, no obstante, en una colosal jornada de propaganda separatista porque el gobierno de Rajoy, sin duda movido por la mejor de las intenciones, pero errático en estrategia y táctica, terminó permitiendo, aunque fuera muy a su pesar, que hubiera urnas y colegios electorales. Ese hecho posibilitó a los independentistas venderse como pacíficos ciudadanos que simplemente querían votar, siendo duramente reprimidos por la policía. Manipular, primero, y simplificar las cosas, después, siempre ha dado muchos réditos en comunicación.

El independentismo catalán está plagado de violencia dialéctica, de violencia moral y de violencia social y, pese a que le convenga ir de pacifista, también tiene su dosis de violencia física, principalmente encarnada por los CDR, los sectores más activos de las CUP e, incluso, algunos de ERC y el PDECAT, incluso alentada por el mismísimo Torra: “Presionad, hacéis bien en presionar” (1-O-2018), llamando “presión” a lo que es sencillamente violencia tumultuaria. Pero el 1-O de 2017, los independentistas se vendieron, y algunos se lo compraron, como gazapillos a los que la Policía Nacional y la Guardia Civil disparaba a tenazón, mientras los Mossos, vergonzante y vergonzosamente, les hacían el juego, miraban para otro lado y silbaban. Els Segadors, por supuesto.

Y así hemos pasado del primero de octubre, “Día del Caudillo Franco”, al primero de octubre, “Día del Caudillo Puigdemont”, y digo Puigdemont y no Torra porque el teórico presidente de la Generalitat es un mero trampantojo y más falso que un billete de 3 euros, aunque, eso sí, se le caen de los bolsillos radicalidad, xenofobia y anti-españolismo; como muestra de esto último, baste esta última cita del susodicho: “España, esencialmente, ha sido un país exportador de miseria, material y espiritualmente hablando. Todo lo que ha sido tocado por los españoles se ha convertido en fuente de discriminaciones raciales, diferencias sociales y subdesarrollo”. Es evidente que a Torra, del bolsillo, también se le cae odio y con odio no se puede construir nada, ni un país, ni absolutamente nada. En realidad, en Cataluña hace tiempo que, creyendo construir un país independiente, lo que están haciendo es destruir la convivencia de un pueblo y soliviantar a toda una nación, plural y diversa, pero nación, que es España.

Resulta curioso, pero en absoluto gracioso, bien el contrario, que el debate y el calendario político los monopolicen casi permanente los nacionalismos radicales, antaño el vasco con el terrorismo de ETA, hogaño el catalán con el independentismo torriano, cuando el País Vasco y Cataluña son dos las dos regiones más ricas de España, además de tener unos niveles de autogobierno y libertad de los que jamás han gozado. Entre tanto, la “España vacía” a la que antes hacía alusión -entre la que se encuentra más de un 80 por ciento del territorio provincial de Guadalajara- sigue vaciándose y estando muy alejada de las infraestructuras, servicios y recursos de las áreas urbanas del resto de España y hasta de las rurales de Cataluña y Euskadi. Lo resumía muy bien Julio Llamazares en una entrevista que le hizo el periodista galvito, Raúl Conde, para El Mundo, publicada el 30 de septiembre: “El Estado de las Autonomías ha acentuado la desigualdad entre regiones”. Y, esto es de mi cosecha, ha fracturado España, puede que ya de manera irreversible.

Entre el primero de octubre de Franco y el de Puigdemont/Torra hay más parecidos de los que parece. El liderazgo de Puigdemont es caudillista y Franco también puso urnas alguna vez.

 

 

Tesis, antítesis y sin tesis

Cada uno contará la feria como le haya ido, que espero que mayoritariamente haya sido bien. A mí, ni me ha ido ni me ha venido porque, siguiendo la conocida reflexión orteguiana, mis circunstancias no están ahora como para andar tirando cohetes, sino para guardarlos para mejor ocasión, que sin duda la habrá porque, aunque no soy un optimista antropológico, me resisto a caer en brazos del pesimismo crónico. Además, como afirma el sabio refranero, no hay mal que cien años dure. Como el general Mc Arthur volvió a Filipinas tras ser obligado a salir de ellas por el empuje bélico japonés, yo volveré a la fiesta.

El día después de las ferias suele ser sombrío, mal encarado, antipático y, las más de las veces, aunque no ésta, hasta desapacible en lo meteorológico. De momento sigue siendo verano, y no solo oficialmente, sino oficiosa y realmente, lo que sin duda tiene más valor porque la oficialidad meteorológica septembrina en esta tierra suele caer en la informalidad. Y no seré yo quien se lo afee a los meteoros ya que la rebeldía siempre me pareció virtud frente al conformismo, aunque aquella, a veces, te lleve a situaciones comprometidas; pero, sin riesgo, la vida solo es una película en blanco y negro.

Filosofías baratas aparte, con las ferias de la capital y las fiestas de casi toda la provincia ya terminadas, llegan, al tiempo que el otoño, el inicio del curso académico y del político que, en esta ocasión, desembocará a finales de primavera en un triple proceso electoral: local, autonómico y europeo que hasta pudiera ser cuádruple si se convocan también elecciones generales en los próximos meses, algo no descartable por la actual debilidad del gobierno “bonito” de Pedro Sánchez, al que se le están poniendo las cosas cada vez más feas. Y esta afirmación, evidentemente, no es solo una tesis mía, sino la síntesis de las tesis de muchos analistas políticos, solo enfrentadas a las antítesis de bastantes menos, algunas de ellas bien pagadas, como las de los nuevos responsables de informativos y colaboradores de TVE, tras las purgas de Rosa María Mateo pactadas por el PSOE Y Podemos.

El caso es que, cuando apenas han arrancado los cursos docente y político, ya hay síntomas de fin de año acdémico en el ambiente informativo pues jamás se ha hablado tanto de la universidad y la política como en los últimos tiempos. Que si masters que se aprueban sin ni siquiera cursarse, que si trabajos fin de master que son puro copia y pega de la Wikipedia, que si tesis doctorales que son más que cuestionables en fondo y forma, que si doctorandos que ni merecen el gerundio ni el participio del verbo doctorar, que si carreras que se ofrecen terminar de manera “fácil”, que si patatín, que si patatán… Y todo este sinfín de despropósitos, malas praxis y golferías relacionados con las titulaciones universitarias y protagonizados, chusca y lamentablemente, por políticos, entre ellos el presidente del gobierno, el del PP, el de Ciudadanos y hasta la alcaldesa “en comú”-podemita de Barcelona.

De las dimisiones de Cristina Cifuentes como presidenta de la CAM y de la Ministra de Sanidad, Carmen Montón, por las más que acreditadas irregularidades en la obtención de sus respectivos másteres en la URJC, ni si quiera vamos a referirnos por tratarse de piezas de caza menor, dicho sea de manera gráfica, pero con todo el respeto a ambas. Eso sí, no me resisto a mostrar mi estupefacción por la forma en que fue despedida la señora Montón del gobierno de ministros y ministras por sus compañeros y compañeras, calificando de “ejemplar” su decisión de dimitir. Nunca puede ser ejemplar dimitir porque “te han pillao con el carrito del helao”, permítaseme la expresión tan de charanga y aún con la resaca de las ferias.

Al nuevo presidente del PP, Pablo Casado, se le acusa de haber aprobado, con irregularidades, un máster oficial -aunque no habilitante- en la Universidad Rey Juan Carlos I, de 60 créditos, de los cuales 40 le fueron convalidados por ser Licenciado en Derecho y 20 aprobados a través de la presentación de unos trabajos que, juntos, no suman un centenar de páginas. En los próximos días, el Tribunal Supremo decidirá si investiga -lo que antes era imputación- a Casado por este asunto o no. Al estar judicializada la cuestión, toca esperar acontecimientos, aunque el presidente de los populares afirma que “va a quedar en nada”.

Al presidente de Ciudadanos, Albert Rivera, que abrió la caja de los truenos cuando, por sorpresa, pero con toda intención, preguntó a Pedro Sánchez en el Congreso de los Diputados por su controvertida, polémica y entonces escondida tesis doctoral, se le echa en cara un asunto menor, pero también relacionado con el “titulismo” universitario tan de moda: en su CV figuraba -ya lo ha actualizado- que era “doctorando” en Derecho en la Universidad de Barcelona, cuando no está matriculado en los cursos de doctorado y, por lo tanto, no está en esa situación. De todas formas, que se prepare el líder naranja si, por un casual, tiene el más mínimo borrón en su expediente académico o laboral porque el dedo amenazante de Pedro Sánchez pesa sobre él.

Por su parte, Ada Colau, la alcaldesa de Barcelona de la confluencia de Podemos “En comú”, afirmó que le habían ofrecido acabar su carrera de Filosofía “de manera fácil”. Cuando la UB le exigió explicaciones, Colau dijo que se había “colao”, pidió perdón y dio marcha atrás. ¿Pero se lo ofrecieron o no? Caben dos posibilidades: que no se lo ofrecieran y mintiera como una bellaca -algo no descartable en este histriónico personaje político- o que sí se lo ofrecieran, pero no pudiera demostrarlo, dando marcha atrás por temor a una querella y/o a enfrentarse a la todopoderosa UB.

Y termino ya con la madre de todas las tesis, la de Pedro Sánchez, si es que le es atribuible pues, como es sabido, varios medios de comunicación afirman -y documentan- que una amplia parte de su contenido es plagio y que tuvo un “negro” que le ayudó a hacerla. Hasta el gobierno ha reconocido que “solo un 13 por ciento” de la tesis del presidente puede ser considerado como “plagio”, un dato “permisible”. El asunto está muy feo porque también se acusa al tribunal que le juzgó de estar integrado por personas que tenían relación con Sánchez y que, incluso, alguna, hasta había compartido trabajos con él, parte de los cuales se incorporaron a la tesis. ¿Jueces y parte? Por otro lado, y para mí quizá sea lo más sangrante, reconocidos expertos economistas han afirmado que, en todo caso, la tesis no es merecedora, ni mucho menos, del “cum laude” con que fue calificada. Hasta el jurista y economista Manuel Conthe, que llegó a ser vicepresidente del Banco Mundial, en Washington, califica la tesis de Sánchez de “superficial, banal, inane con una infinita mediocridad intelectual”. Cabe recordar que, sin el doctorado, el presidente del gobierno habría tenido mucho más limitadas sus opciones para desarrollar la docencia universitaria, única actividad profesional que ha ejercido y solo en la misma universidad en la que se doctoró, la Camilo José Cela, además de la política.

Sánchez está gobernando en la antítesis de lo que dijo cuando accedió al gobierno pues se comprometió a ejercer su labor “con transparencia y honorabilidad”, entre otras muchas cosas que sonaban muy bien como declaración de intenciones, pero que no han pasado de ahí. Transparencia, de momento, la justa, pues sus ruedas de prensa abiertas son contadas, solo atiende a medios de comunicación “cómodos” para él -dejémoslo ahí-, se ha negado a comparecer en el Congreso para explicar este espinoso asunto y solo ha publicado su tesis cuando se ha visto contra la espada y la pared. ¿Honorabilidad? No puede calificarse de honorable afirmar, cuando se es candidato a presidir el gobierno, que “hay países donde se dimite por plagiar tesis” y, cuando está en cuestión que la suya es plagiada, amenazar con querellas y demandas, pero no dar explicaciones sobre las muchas cuestiones referidas a su tesis que están en el disparadero. Sin tesis, no hay presidente. Al tiempo.

 

 

Las pelas de la Luna

Cuando muchos están aún deshaciendo las maletas tras disfrutar de las vacaciones en agosto y el síndrome posvacacional, el moreno playero y las barrigas cerveceras son pruebas irrefutables de ello, apenas sin tregua se nos convoca a la fiesta a los arriacenses que, para muchos paisanos, es la octava, o la minerva si lo prefieren, de la que hace apenas unos días han disfrutado en sus pueblos, si es que los tienen, que casi todos los tenemos. Los de la capital alcarreña, como los de la vizcaína, nacimos donde nos vino en gana, pero todos somos de aquí. Al menos los que queremos serlo, aunque en el DNI ponga otra cosa, que no es mi caso.

Efectivamente, del 10 al 16 de septiembre nos esperan ya las Ferias, pero desde el 29 de agosto, fecha en la que se trasladó a la Virgen de la Antigua -este año ataviada con el precioso vestido que le diseñó, pintó y regaló el gran Carlos Santiesteban–  desde su santuario a la Iglesia de San Francisco para ser honrada allí en su tradicional novenario, ya se vienen celebrando actos festivos previos a la “semana grande”. De entre ellos, por su capacidad de convocatoria, por su repercusión social y económica, por su ambientación y tamaño -tanto en propuesta como en nombre-, ha destacado la celebración del “Gigante”, el festival de música indie, rock y pop que se celebra en Guadalajara desde 2014 y que ya ocupa un lugar de referencia en el cada vez más nutrido conjunto de festivales de estas características que se programan en España.

Este año, el programa del “Gigante” lo han completado casi medio centenar de grupos, con una calidad media bastante alta, algo que hay que reconocer y agradecer a sus promotores, gente de Guada sin complejos que arriesga cada año tiempo, dinero e ilusiones para que la ciudad tenga un festival de música importante, del que podemos disfrutar los propios guadalajareños, a la vez que quienes, por miles, acuden de fuera a su atractiva convocatoria. Al ambiente de la ciudad y, sobre todo, a la hostelería, les viene muy bien el “Gigante” porque contribuye a llenar unas calles que, a finales de agosto, solo las pasea el sol, y a hacer unas cajas en bares, restaurantes y terrazas que solo se hacen en días contados.

Hace tiempo que me descolgué de seguir al día la música de actualidad, pero sigo reconociendo y degustando la de calidad. Del buen cartel del “Gigante” de este año, hay muchas opciones para destacar, pero, si he de quedarme con solo dos, lo hago con Enrique Bunbury, uno de los modernos más clásicos del pop-rock español, y con Josete Villanueva, un gran músico gallego que viene creciendo en la última década y que actuó con otros dos grupos más (The Groovies y Nixon) el sábado por la mañana en la plaza de Santo Domingo, momento en que el festival eligió para bajar de la Fuente de la Niña al centro de la ciudad y ofrecer, gratis et amore, un buen rato musical para quienes quisimos disfrutarlo. Que fuimos pocos, pero gozamos mucho, porque a las 12 del mediodía en que comenzó a actuar Villanueva era una hora aún muy temprana para los festivaleros, noctámbulos de vocación, a pesar de lo cual el sol ya picaba en ese solárium de lagartijas que es esta céntrica plaza cuando el astro rey se empeña en ser déspota. Dorian, La M.O.D.A, el Kanka, Ángel Stanich, Elefantes y hasta nuestros Despistaos fueron algunos de los grupos de mayor tirón en este “Gigante” que aún tiene margen de crecimiento en el futuro porque sus promotores saben lo que quieren y están haciendo las cosas bien. El provincianismo de manga ancha y mirada corta no debe cortapisar un buen proyecto como éste -mejor dicho, una realidad ya contrastada- y hace muy bien el ayuntamiento en apoyarlo porque convierte a la ciudad en receptora de visitantes y en promotora y organizadora de actividad, una fórmula que se está aplicando con absoluto acierto en la gestión deportiva, liderada por ese extraordinario concejal que es Eladio Freijo; con la doble virtud, en este caso, de que se está haciendo de una forma continuada y no solo ocasional.

Terminamos con las Ferias que, como el mar en la canción de Aute, ya se adivinan. Hace años que el programa es continuista, algo que no lo digo en sentido negativo, sino como indicativo de que el modelo festivo está consolidado después de muchos años de dudas, incluso hasta en las fechas de celebración. No obstante, con un poco más de presupuesto e imaginación, especialmente en actividades de dinamización de calle, la programación podría colorear también más.

Al hilo de los presupuestos municipales para ferias, como concejal delegado de festejos que fui entre 1999 y 2003, aconsejo a la oposición en el ayuntamiento de la capital que no intente soplar y absorber a la vez, porque es imposible; es decir, no se puede pedir que se gaste menos dinero en fiestas -Ciudadanos así lo ha exigido en dos de los tres presupuestos aprobados en este mandato-, al tiempo que se reclama que la programación sea mejor y no tan continuista, algo en lo que hacen sobre todo hincapié PSOE y Podemos cada año. No obstante, cierto es que no todo lo compra el dinero, como nos invita a reflexionar este inteligente mensaje que leí en la camiseta de un festivalero del “Gigante” cuando escuchábamos los dos a Villanueva en Santo Domingo: “Cuántas pelas debe tener la Luna para salir todas las noches”. La imaginación al poder, sí, pero las ideas no pueden pasar de proyecto si no se dispone de recursos para que bajen de la nube al suelo.

Dos repúblicas independientes dos

De momento, la “república independiente de Cataluña” tiene la misma solvencia y eficacia jurídicas que la de “Ikea”; o sea, que es pura propaganda. Mientras los independentistas catalanes venden lazos amarillos, victimismo de Calimero, lágrimas de cocodrilo por sus “presos políticos”, historia relatada a la carta y hechos diferenciales al peso, los de la república independiente de “Ikea”, como es sabido, venden muebles y objetos para el hogar a muy buen precio y de diseño moderno, aunque, eso sí, te los tienes que montar tu mismo. Vistas así las cosas, ambas repúblicas, la catalana y la de Ikea, se parecen en muchas cosas pues, efectivamente, las dos tienen mucho de montaje; en el caso de la de Ikea, pagando el que compra, y en el de Cataluña, pagando todos.

Cuando Pedro Sánchez llegó al poder, gracias, entre otros apoyos, a los de ERC y el PDCAT –o sea, los principales impulsores de la república independiente de Ikea, digo, de Cataluña-, pagando el primer plazo de ese carísimo apoyo, dijo que había que recuperar el diálogo y la normalidad institucional entre el gobierno del Estado y el de la Generalitat. Esa intención es de manual y no tiene nada de reprochable si no fuera porque el “supremacista” –el propio Sánchez así lo definió antes de acceder a la Moncloa- presidente de la Generalitat, Joaquim Torra, su (des)gobierno, la mayoría que domina el Parlament (que trabaja menos que un vendedor de hielo en el Polo Norte) y sus corifeos, los CDR, Omnium, ANC y demás siglas que sumar a la ensalada independentista, siguen en sus trece y solo aceptan independencia o referéndum vinculante para alcanzarla. Como la Constitución no permite ninguna de las dos cuestiones, el gobierno español también debería seguir en sus trece y decir a los independentistas que “no es no”, pero para no cabrear a quienes les ayudaron a derribar a Rajoy, les hacen guiños y gestos de buen rollito para que, como mal menor, sigan prefiriendo las buenas palabras sanchistas al 155 rajoyano, aunque también lo apoyara el PSOE, pero condicionando tanto su liviandad que las cosas siguen estando como estaban antes de su aplicación temporal. O “pior”, como dice un buen amigo mío.

El juego del “dialoguismo” y los paños calientes del gobierno con el “procés” es evidente y, al menos a corto plazo, parece que le está siendo rentable al PSOE, aunque habrá que ver a medio y largo plazo si le es rentable a España porque, de momento, el independentismo no da un paso atrás ni para coger impulso, mientras que la representación y presencia del Estado en Cataluña es cada vez más residual y hasta ya, de momento solo verbalmente, se le amenaza con atacar. Para colmo, quienes, en nombre del Estado, deberían garantizar la seguridad ciudadana en Cataluña -los Mossos de Escuadra, fundamentalmente-, son descaradamente utilizados por el independentismo gobernante, hasta el punto de tenerles entretenidos persiguiendo y multando –con cifras desorbitadas- a quienes quitan los dichosos lazos amarillos y protegiendo a quienes los ponen, en vez de garantizar las libertades de quienes defienden la Constitución, sus valores, sus principios y el estado de derecho. No hay derecho ni casi Estado ya en Cataluña.

Dialogar en política es siempre positivo, pero cuando quienes hablan lo hacen de manera franca y leal, y, por supuesto, dentro del marco de la ley. Puede que Torra y su gobierno autonómico estén siendo francos en su diálogo con el del Estado, pero las evidencias cuestionan muy mucho su lealtad. Por otra parte, a día de hoy, la Constitución española no permite ni la independencia de Cataluña ni un referéndum que sea su antesala, por lo que dialogar sobre ello es como brindar al sol. Eso lo saben, perfectamente, tanto el gobierno socialista español como el independentista catalán, por lo que, mucho me temo, que si los independentistas siguen sentados a esa mesa del diálogo imposible es porque, aunque no les guste la letra de gran parte de lo que oigan, puede que la música de fondo sí les resulte familiar. ¿Qué les une a PSOE, ERC y PDECAT? No solo su animadversión a lo que, curiosa y estratégicamente, las tres formaciones han coincidido en llamar “extrema derecha” –o sea, PP y Ciudadanos-, sino su simpatía –dejémoslo ahí en el caso del PSOE- y clara apuesta – en el de ERC y PDCAT- por la república como sistema de gobierno. Ya lo dijo Joan Tardá, y no ayer, sino en julio de 2017, en Alcoy: “Si proclamamos la república catalana hay muchas posibilidades de que se abra un ´procés´ en el Estado español, y el objetivo sería la proclamación de la III República Española». Como decía otro nacionalista “pata negra”, Xavier Arzalluz, “otros mueven el árbol y nosotros cogemos las nueces”. Eso es, precisamente, lo que puede que estén pensando algunos, aunque, de momento, callen porque saben que “no hay nada más silencioso que un cañón cargado”.

En este contexto, no es de extrañar que el gobierno de Sánchez esté, como mínimo, mirando para otro lado cuando el presidente de la Generalitat afirma que “Felipe VI ya no es el rey de los catalanes”, lo trata con frialdad y descortesía en las dos ocasiones en que ha coincidido en actos públicos con él –Juegos del Mediterráneo, en Tarragona, y manifestación por los atentados del 17 de agosto- y aplaude y consiente las pancartas contra el jefe del Estado que ni los Mossos ni la Guardia Urbana retiraron de la plaza de Cataluña en la manifestación del 17-A porque nadie les dio esa orden, a pesar de que, incluso, una de ellas comprometía la seguridad del monarca y del resto de autoridades y asistentes.

A mí me parece muy bien que los que deseen una república que sustituya a la monarquía trabajen para ello, como que los que quieren que sus regiones se independicen de España también lo hagan. Ahora bien, el límite para sus aspiraciones lo marca la ley, así que, en vez de saltársela a la torera o malearla hasta hacerla irreconocible, en vez de coger atajos y anteponer la vía de hecho a la del derecho, lo que deben hacer es cumplir lo previsto en el título X de la Constitución que es el que prevé su reforma. Falso es que sea inamovible. Para que no pierdan tiempo buscando su articulado, les copio y pego a continuación los dos principales artículos que prevé la carta magna para ser reformada:

Artículo 167

  1. Los proyectos de reforma constitucional deberán ser aprobados por una mayoría de tres quintos de cada una de las Cámaras. Si no hubiera acuerdo entre ambas, se intentará obtenerlo mediante la creación de una Comisión de composición paritaria de Diputados y Senadores, que presentará un texto que será votado por el Congreso y el Senado.
  2. De no lograrse la aprobación mediante el procedimiento del apartado anterior, y siempre que el texto hubiere obtenido el voto favorable de la mayoría absoluta del Senado, el Congreso, por mayoría de dos tercios, podrá aprobar la reforma.
  3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación cuando así lo soliciten, dentro de los quince días siguientes a su aprobación, una décima parte de los miembros de cualquiera de las Cámaras.
  • Artículo 168
    1. Cuando se propusiere la revisión total de la Constitución o una parcial que afecte al Título preliminar, al Capítulo segundo, Sección primera del Título I, o al Título II, se procederá a la aprobación del principio por mayoría de dos tercios de cada Cámara, y a la disolución inmediata de las Cortes.
    2. Las Cámaras elegidas deberán ratificar la decisión y proceder al estudio del nuevo texto constitucional, que deberá ser aprobado por mayoría de dos tercios de ambas Cámaras.
    3. Aprobada la reforma por las Cortes Generales, será sometida a referéndum para su ratificación

Figurantes y figurones al sol

Acabo de regresar de Comillas con las pilas cargadas después de dos años sin poder vacacionar. He dejado atrás seis días de lluvia, nueve de cielos cubiertos y solo un par de jornadas de sol pleno y me encuentro a Guadalajara achicharrada, y casi despatarrada, por la sofocante ola de calor con que ha principiado agosto, la primera del verano y eso que ya va camino de su ecuador. Agosto, sol de justicia, diáspora general y escasez informativa suelen ir de la mano en este tiempo en que a España se le podría colgar el cartel de “cerrada por vacaciones”, si no fuera porque, en este tiempo, millones de compatriotas, especialmente los que trabajan en el sector turístico en general y de la hostelería en particular, sudan la gota gorda y no precisamente por afición, sino por obligación. La afición, incluso la vocación, de los sudadores de gota gorda la representan perfectamente quienes, sin tener obligación alguna, se autoimponen ir a la playa a diario, sí o sí, horas y horas, vuelta y vuelta, a tostarse como un espeto a la brasa en la playa de la Malagueta o una parrocha en la del Sardinero, aunque no hay comparación entre la fogosidad del sol mediterráneo y el cantábrico.

Así que el sol no ha faltado a su cita, como tampoco lo ha hecho la vacación general, pero lo que sí ha cambiado respecto a otros agostos es la actualidad informativa, bastante más concentrada y agitada que lo acostumbrado, probablemente por la circunstancia de que tengamos gobierno y oposición nuevos. Es sabido que los principios de todo suelen conllevar una fuerte actividad que el paso del tiempo acompasa, pondera y atenúa. La vida misma es así. En cualquier caso, y aún a riesgo de que algún progresista de manual -o sea, de los que conceden o niegan el carnet de demócratas a los demás- piense que “qué va a decir un facha como este”, ya les digo que me están preocupando, y mucho, los inicios del gobierno de Pedro Sánchez pues tiene más hipotecas sobre su mesa que las plataformas anti-desahucios. Y lo peor de todo es que ninguno de los prestamistas -de voto, se entiende- que llevaron al líder del PSOE a la Moncloa -Podemos, ERC, PDCAT, PNV, Bildu y hasta Nueva Canarias- está por la labor de dejar de cobrarse hasta el último rédito -principal, más intereses; políticos, entiéndase- que Sánchez les comprometiera. Vayamos viendo y esto no ha hecho más que empezar: A TVE ya ha llegado el cambio vía decreto -ayer en Canal 24 horas hasta llamaban “presos políticos” a los terroristas de ETA-, los presos golpistas catalanes ya duermen en cárceles gestionadas por la Generalitat de Torra/Puigdemont, a ésta se le da trato de igual con el Estado en comisión bilateral, se renuncia a la “vía judicial con Cataluña” -será con los independentistas, digo yo-, se les consiente desairar al Rey continuamente -y con ello a España y los españoles, a quienes nos representa como jefe del Estado-, se les permite pagar sueldos millonarios públicos a encausados por el “procés”, se mira para otro lado cuando reabren las “embajadas” catalanas sin tener transferencias en política exterior, al PNV se le da por decreto un dinero para financiar el partido que el gobierno de Rajoy había negado, se negocia ya el acercamiento de los presos de ETA al País Vasco, se silba disimulando cuando se le rinden homenajes tras su salida de la cárcel a Santi Potros, el más sanguinario de los etarras, etc. etc. etc. A pesar de que Sánchez sólo lleva dos meses en la Moncloa -y, por cierto, está tan cansado que se va a coger tres semanas de vacaciones-, esta película ya tiene título: “La Moncloa tenía un precio”. Y no lo va a pagar su inquilino, precisamente.

Decíamos que teníamos un gobierno nuevo, pero también una oposición nueva, el PP, que, además, ha cambiado de líder. Me gusta el estilo personal de Pablo Casado, pero, sobre todo, me parece ir en la buena línea si se propone recuperar los valores y los principios ideológicos del PP, especialmente el acento liberal que Rajoy tanto menospreció hasta el punto de proclamar en el congreso nacional de los populares en Valencia, en 2008: “los liberales, que se vayan al partido liberal”. De hecho, considero que Casado está acertando tanto al ir en esa línea que hasta ya le acusan Sánchez, su gobierno y su partido de haberse “radicalizado” y de escorarse mucho a la derecha. Llegados a este punto creo oportuno recordar la conocida cita cervantina de El Quijote: “¿Ladrán? Luego cabalgamos”. Si el asunto del título del master y las convalidaciones universitarias del nuevo presidente del PP se resuelve quedando en nada, como él mismo vaticina, el PP puede haber encontrado a un buen líder que cese su sangría continuada en la intención de voto y le permita volver a ser un partido con claras opciones de gobernar ayuntamientos, diputaciones, comunidades autónomas y, por supuesto, la propia nación.

No quiero contribuir más al sofoco de los lectores y termino ya, eso sí con un asunto -chusco, feo- regional que, al citar antes al compañero de fatigas de Sancho Panza, me ha venido por asociación de ideas. Estando en Comillas leí que el equipo de gobierno del Ayuntamiento de Guadalajara había denunciado que cuando el presidente regional, Emiliano García Page, visitó en julio pasado las obras de ampliación del Hospital de Guadalajara, se había llamado de urgencia a varias decenas de trabajadores para que hicieran de “figurantes” durante la visita con el fin de parecer que los trabajos iban ya a buen ritmo. Si este hecho es cierto -como lo parece, por los datos aportados por Román y Carnicero y los silencios del gobierno regional-, Page tiene tres cosas que hacer antes de irse vacaciones, si es que aún no se ha ido: cesar inmediatamente a los responsables de este vergonzoso y manipulador montaje, pedir perdón públicamente por ello y después dimitir. El PSOE siempre ha sido una máquina de comunicar, pero forzar hasta este extremo es griparla.

Se está llegando en política al colmo de la desvergüenza: a las noticias falsas –“fake news”, si lo prefieren en su versión original- ya le suceden hasta las realidades falsas –“fake reality”-.

Conquistando tradiciones en julio

Julio solía ser un mes solo de vísperas en Guadalajara, de vísperas del mes festero por excelencia, agosto, pero hace ya tiempo que la fiesta se quiere ensanchar y como suele estar tan comprimida y concentrada en el octavo mes del año, lleva ya tiempo haciéndose también un hueco en el séptimo. La tradición festera de agosto la condicionaba en las comunidades rurales de antaño el fin de la cosecha y de las labores de era y granero que la seguían. Ese ciclo festivo que devenía tras concluir el del trabajo agrario se prolongaba hasta septiembre e, incluso, hasta primeros de octubre, cuando la festividad de la Virgen del Rosario casi daba por cerrados los festejos populares del verano y el primer otoño. Había –y sigue habiendo- alguna excepción, como la de Muduex, probablemente el pueblo de la provincia que más tarde celebraba sus fiestas patronales, San Diego de Alcalá, con festejo taurino y todo, ya mediado noviembre.

La emigración masiva de población del medio rural al urbano que, especialmente, se concentró en las tres primeras décadas de la segunda mitad del siglo XX, pero que no cesó en las siguientes y que, incluso, aún prosigue –aunque ya de forma mucho más limitada pues la despoblación ha llegado a tal extremo que ni siquiera hay gente en los pueblos para emigrar de ellos-, ha tenido muchas consecuencias socio-económicas que pueden resumirse en una: el debilitamiento extremo del medio rural a todos los niveles. Es un tema del que vengo ocupándome de forma reiterada y recurrente desde que me inicié como “opinante” en mi recordada columna del viejo y querido “Flores y Abejas” a la que puse por título “Luces de bohemia”, tomándoselo prestado nada más y nada menos que a Valle Inclán. Mucho arroz –él-para tan poco pollo –yo-.

Efectivamente, pongo por testigos a las hemerotecas -he estado tentado de poner “testigas”, pero me he contenido hasta que el diccionario de la RAE haga su versión inclusiva de género- del hecho de que he venido ocupándome periódicamente de las consecuencias de mayor calado socio-económico que ha traído el éxodo poblacional para el medio rural provincial, pero hoy, acaso porque el sempiterno sol cegador y agobiante del julio castellano no invita a ello, voy a comentar una de las consecuencias menos trascendentales, pero sí evidentes, que ha traído esa sangría humana: el traslado a agosto de las celebraciones de muchas fiestas patronales que, tradicionalmente, se celebraban en otros meses del año. La causa es obvia: en agosto es cuando más gente hay en los pueblos y, por puro pragmatismo, en muchos de ellos –cada vez más-, han optado por programar sus fiestas en este mes porque, además de contar con el buen tiempo como aliado, es el momento en el que más cuotas se pueden recaudar para pagar la fiesta a escote y cuando más ambiente festivo se puede encontrar. O sean que “si hay que festejar, se festeja, pero festejar pa  ná…”, como diría José Mota, la Raya del dúo cómico que antes formaba con Cruz, o sea, Juan Muñoz.

No obstante, aún sigue habiendo pueblos que, como la aldea gala de Astérix ante los romanos, se siguen resistiendo a que agosto les conquiste para celebrar sus fiestas patronales, pero bien es cierto que cada vez son menos los que se aferran a sus fechas tradicionales de celebración, especialmente entre los de menor población pues, quitando ese mes, algunos otros findes del verano y la semana santa, son metáforas de soledad. A la fuerza ahorcan, como dice “el decío”.

Retomando el hilo donde lo dejé en el primer párrafo, tanta concentración festiva en agosto está obligando a optar a los festeros militantes a elegir unas fiestas y descartar otras por aquello de no poseer el don de la ubicuidad, aunque algunos no se resignan a ello y hacen dobletes y hasta tripletes verdaderamente meritorios en una sola jornada festiva. Generalmente salen ganando aquellas fiestas en las que el protagonista principal del programa de actos es el toro, de forma muy especial si este se corre en encierro y, de manera especialísima, si ese encierro es por el campo. Cierto es que viene descendiendo la programación de corridas de toros o novilladas, tanto en plazas fijas como en portátiles, así como la asistencia de público a ellas, pero es igualmente cierto que cada vez hay mayor afluencia de gente a los encierros, a pesar de que la normativa actual que los regula es tan exigente que pone francamente difícil y costosa su celebración. Bien está regular este tipo de festejos para evitar maltrato animal y propiciar la mayor seguridad posible a participantes y bienes públicos y privados, pero las exigencias normativas se han llevado tan a máximos que más parece que el legislador haya optado por quasi prohibir este tipo de festejos, que por regularlos de verdad. País de extremos el nuestro, capaz de acostarse taurino y de levantarse anti… y de muchas cosas radicales más.

Como comentaba al principio, la concentración festiva de agosto en la provincia, especialmente de las citas con programación taurina, también ha propiciado una cada vez más notoria dinámica de organización de eventos festivos en el mes de julio en la provincia, estos generalmente con mayor calado cultural y temático que los agosteños. Así las cosas, son muchas las comisiones de fiestas de los pueblos, pero sobre todo las asociaciones, que en julio programan semanas culturales para alargar las convocatorias en el tiempo y no hacerlas coincidir con las típica y puramente festivas. Aunque soy de los que creo que el toro es cultura, aunque haya bastantes incultos en el mundo del toro, enfrentar una actividad puramente cultural con un festejo taurino –o, incluso, deportivo- es apostar por las sillas vacías.

Termino llamando la atención, y aplaudiendo, el hecho de que, además de estas semanas culturales que progresivamente se vienen programando en julio desmarcándose de las fiestas agosteñas, cada vez son más los municipios de la provincia en los que se organizan en este mes eventos festivo-culturales de mayor capacidad de convocatoria e interés. Incluso, algunos de ellos, arraigando rápidamente y hasta convirtiéndose en auténticos referentes, no solo nacionales, sino internacionales, como es el caso del Festival de la Lavanda briocense al que, este año, hasta le ha salido un hermano pequeño, también alcarreño, en Almadrones. Al Festival Medieval de Hita, que el profesor Criado de Val se sacara de su creativa y docta chistera hace ya 57 años, se le han venido uniendo, entre otras citas, las Jornadas Medievales de Sigüenza –por cierto, creo que sería una buena opción no hacer coincidir ambos eventos en el mismo fin de semana pues se hacen mutua competencia-, el Festival Ducal de Pastrana, las Jornadas cifontinas de Don Juan Manuel o la Feria Medieval de Molina de Aragón, aunque ésta se celebra a finales de junio, como el ”Solsticio Folk” de Guadalajara, otra cita festiva del primer verano que nació casi con el siglo XXI y que ya se acerca a la mayoría de edad reuniendo cada año numeroso público en San Roque. Ciertamente, como decía André Malraux, “la tradición no se hereda, se conquista”.

 

La crisis del PP vista por un exmilitante

El Partido Popular está sumido en una de sus crisis políticas de mayor calado tras haber perdido el gobierno de España después de una moción de censura poliédrica -por las muchas aristas, caras y exigencias de quienes la han apoyado- encabezada por el socialista, Pedro Sánchez, al tiempo que inmerso en el proceso de elección de su nuevo presidente, tras la dimisión de Rajoy y su, justo es reconocerlo, ejemplar alejamiento de la vida política. Este proceso es novedoso en fondo y forma para los populares pues, por primera vez, va a tener voto directo la militancia en él, pudiendo -los que se han apuntado previamente y están al corriente de pago de su cuota de afiliado o, al menos, han abonado la “iguala” de 20 euros para tener derecho a sufragio- elegir a dos de los cinco candidatos que han concurrido para que sea uno de ellos, finalmente, el elegido como sucesor de Rajoy, en este caso ya por compromisarios, en el congreso extraordinario que el PP celebrará en Madrid los días 20 y 21 de julio. Como cargo electo y militante que fui del Partido Popular durante un tiempo, voy a tratar de aportar mi granito de arena a este proceso, empezando por contar mi propia historia vinculada a los populares en la que pueden verse también reflejadas algunas otras personas. O no.

Como es de público conocimiento, desde 1999 a 2007 fui concejal del Ayuntamiento de Guadalajara por el Partido Popular. En las primeras elecciones municipales a las que concurrí -las de 1999, en que ganó la lista encabezada por Bris por mayoría absoluta- fui como independiente dentro de su candidatura, mientras que a las segundas -las de 2003, en que ganó por mayoría relativa la lista de Román, arrebatándole la alcaldía el famoso pacto “de tú a lo tuyo y yo a lo mío” entre Alique y Badel– ya lo hice en calidad de militante. En 2007, de manera voluntaria, decidí no volver a concurrir a las elecciones locales por Guadalajara y ofrecí mi candidatura al PP vasco de María San Gil para completar alguna lista popular en Euskadi, en aquellos años en que presentarse en ellas, más que un acto de valentía, era casi una temeridad. Mantuve la militancia en el PP durante diez años, entre 2001 y 2011, año en que decidí causar baja del partido, justamente cuando el PP obtuvo sus mejores resultados electorales en la capital, recuperó el gobierno de la Diputación y ganó por primera vez la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. O sea que cuando se contaban por decenas, o más, las personas que, como sardinas, se arrimaban a las ascuas entonces bien calentitas del PP, yo me alejaba de ellas voluntariamente a pasar frío. Y hasta ahí puedo -mejor dicho, quiero- escribir.

Nunca he explicado públicamente las razones que me llevaron a no volver a concurrir en 2007 a las elecciones municipales formando parte de la lista de Román -que recuperó con comodidad la alcaldía para el PP, mérito fundamentalmente suyo al que contribuyó no poco Alique- como me fue ofrecido por éste, quien después ha demostrado ser, sin duda alguna, un gran alcalde, hecho refrendado por el sucesivo apoyo ciudadano recibido. El peso mayor de las razones que provocaron que no formara parte de la lista del PP para Guadalajara en 2007 son de carácter personal y por ello las voy a seguir manteniendo en la reserva. Lo que sí voy a desvelar son algunos de los motivos que me llevaron a solicitar la baja como militante del PP, exactamente el 13 de junio de 2011, apenas unos días después de que los populares obtuvieran los grandes resultados electorales antes comentados.

Como no me gusta reescribir la historia, porque eso es lo mismo que manipularla, voy a reproducir literalmente tres de los párrafos contenidos en mi carta de solicitud de baja, dirigida al entonces presidente provincial del PP, precisamente Antonio Román:

  • “(…) Como bien sé por experiencia -buena parte de ella compartida contigo en el Ayuntamiento de la capital- que ´la derrota es huérfana, pero la victoria tiene muchos padres´, estimo que mi baja no va a perjudicar en absoluto al partido, de ahí que la curse en este mismo momento, cuando se han cosechado unos triunfos electorales históricos (…)”.
  • “(…) Bien sabes que soy una persona que me muevo más por afectos que por intereses y hace tiempo que en el partido percibo bastantes más intereses -algunos, perfectamente, legítimos, pero otros, no tanto- que afectos, circunstancia que me ha llevado a sentirme muy incómodo (…)”.
  • “(…)Termino pidiéndote perdón si te ha defraudado u ofendido alguna actitud política o personal mía durante el tiempo que he sido militante del partido, al igual que se lo pido al resto de militantes, y te ruego y reitero, encarecidamente, que veles porque, al menos en el ámbito de tus responsabilidades, tanto institucionales como de partido, los intereses generales se impongan y antepongan a los particulares, se elija a las personas para ocupar cargos con criterio de idoneidad, no de amiguismo y menos aún de nepotismo, y se gestionen los ámbitos de poder que nos han otorgado los ciudadanos pensando siempre en ellos, especialmente en quienes más necesitan la protección y atención de los poderes públicos”.

Estas palabras y estas reflexiones tienen exactamente siete años, el tiempo que ha transcurrido desde que el PP arrasara en las elecciones locales y autonómicas de junio de 2011, algo que también haría después en las generales de noviembre del mismo año. Nunca me han gustado los pregoneros de lo obvio ni los voceros del “ya lo había dicho yo”, pero buscando entre mis archivos para escribir este post me he encontrado con la copia de esta carta y me ha parecido oportuna compartirla con ustedes.

Mi pensamiento es liberal y no me fío del liberalismo en el que ahora dice inspirarse Ciudadanos tras abandonar la socialdemocracia en que se inspiraba antes, dando bandazos más demoscópicos que de acomodo de valores y ejercicio de principios; por ello, creo necesario que el PP se reconstruya y renueve en torno a las tres sensibilidades que, tiempo atrás, convivieron en él perfectamente, le llevaron al triunfo electoral y a sacar a España de algunas encrucijadas: el liberalismo, la democracia-cristiana y el conservadurismo moderado. Aunque la dura crisis sufrida por España obligara a los gobiernos de Rajoy a tomar alguna decisión forzada, otras se han tomado voluntariamente, alejándose de sus propios principios ideológicos y entregándose a un supuesto pragmatismo, condicionado más bien por complejos que por certezas. Si a ello unimos la bajeza moral y golfería de algunos dirigentes y cargos electos que han llevado la corrupción hasta la misma sede central del PP en la madrileña calle Génova, es fácil entender cuáles son las principales causas que han llevado a los populares a vivir su momento crítico actual y al evidente y masivo alejamiento del partido de gran parte de su electorado e, incluso, militancia. Si al centro derecha español le va mal, a España le va muy mal porque la izquierda sigue empeñada en ganar una guerra que perdimos todos hace 80 años, se cuestiona la nación española, le acompleja su unidad, antepone el Estado a la sociedad y aún no ha entendido que el marxismo fue un fracaso.

 

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