Para mí, hoy, no es lo mismo decir “se cierra Comillas” que “fin de la cita”, aunque puedan ser dos expresiones sinónimas en la mayoría de las ocasiones en que se emplean, sobre todo si la voz “comillas” se escribe con minúscula. Y digo para mí –o sea, que hago de ello una cuestión personal- porque, como ya dejé dicho en mi post anterior, cerrarse este año Comillas, así, con mayúscula, significa que, bien a mi pesar, se me han acabado las vacaciones disfrutadas en esta preciosa villa castellana vieja y cántabra, a la que renuevo mi afecto y fidelidad, y a la que me propongo el próximo verano volver a volver que, aunque pueda parecer un silogismo más que una redundancia, no es lo mismo que revolver, por mucho que el prefijo “re” indique repetición de la acción a la que precede. Me cito a mi mismo en una de las “125 Luces de Bohemia”: “Sólo se regresa al punto de donde se parte; a los demás sitios, simplemente se va”. Y créanme, cuando fui por primera vez a Comillas tuve la sensación de que regresaba, no de que iba por primera vez.
El lector avisado, que doy por hecho que lo son todos ustedes porque no es fácil que uno despistado se pase por aquí y, menos aún, que regrese, ya habrá intuido que no voy a escurrir el bulto por mi pasado pepero, del que ni reniego ni renegaré –y mi presente, porque mi pensamiento político liberal forma parte del ideario básico del PP aunque algunos de sus dirigentes no se enteren o no se quieran enterar, que es peor-, y que voy a volver a hablar del espinoso tema del “Caso Bárcenas”, que se está enmarañando y comprometiendo a los populares cada vez más y, especialmente, a su presidente, que es también presidente del gobierno español, Mariano Rajoy. Esa ya célebre expresión de “fin de la cita” -sinónima de “se cierran comillas” pero no de “se cierra Comillas”-, pronunciada por Rajoy en voz alta en su discurso de comparecencia ante el Congreso el pasado 1 de agosto, cuando era una acotación al margen escrita para no ser leída, es muy gráfica de la desorientación que, a mi juicio y al de muchísimos más, informan desde hace meses la actuación del PP con el follón que les está montando su “bien pagao” particular, que no es otro que su extesorero, Luis Bárcenas. Porque no me digan que no está bien pagao cobrar más de 18.000 euros al mes, como él cobraba del PP, según demostró ayer El Mundo publicando su nómina de mayo de 2012. Y lo que es peor: no es que 18.000 euros mensuales sea un sueldo obsceno por llevar las cuentas de un partido, que lo es, sino que además demuestra que el señor Bárcenas estaba en esa fecha vinculado contractualmente con los populares, con su alta en la Seguridad Social y todo, cuando Rajoy había afirmado, literalmente, en su comparecencia agosteña que, desde que él era presidente del gobierno –diciembre de 2011-, “Luis Bárcenas no estaba ya en el partido”, manipulando encima la realidad porque, efectivamente, éste había dejado de ser militante a petición propia, pero seguía siendo el empleado que más cobraba de Génova, 13 aunque ya ni si quiera era tesorero, sino simplemente “licenciado” al servicio de los populares. Cuando de las universidades españolas salen “licenciados” como churros que, o se van directamente al paro o, los que tienen suerte, a trabajar como burros por una beca de 500 euros, que el partido del gobierno pagara 18.000 euros a su “licenciado” Bárcenas clama al cielo. Y más allá.
Creo que Mariano Rajoy es una persona honrada, sensata y cabal; incluso pienso que está siendo un, relativamente, buen presidente del gobierno de España para la difícil etapa que vivimos, y que el tiempo le recompensará aciertos que hasta ahora se le niegan, pero lo que es una verdad como un puño porque está probada es que, si no ha mentido del todo, como mínimo no ha dicho toda la verdad en sede parlamentaria sobre el “Caso Bárcenas”, lo que acabará siendo un lastre muy pesado que minará su credibilidad, disminuirá su moral y la de su tropa y terminará diluyendo el rédito político que pudiera obtener en el futuro, según vaya mejorando la situación económica de España, como parece que va a mejorar si se cumplen las previsiones de la mayoría de los observadores cualificados, FMI, OCDE y UE incluidos.
Y todo este embrollo del “Caso Bárcenas”, que parece un culebrón con más capítulos que “Amar en tiempos revueltos”, se resume muy fácilmente: El PP está metido en un lío colosal por la irregular forma –les competerá a los jueces determinar si, además de irregular, fue ilegal- en que se financió en tiempos pasados y por los sueldos y sobresueldos que se pagaron en su sede.
Hoy se publica en ABC que “Rajoy renovará el PP en otoño tras el caso Bárcenas” y que “él y Cospedal preparan cambios en la estructura que podrían afectar a nombres de la vieja guardia”. Más de la “vieja guardia” que Rajoy hay pocos en el PP y más comprometidos por el “Caso Bárcenas” que él –por acción o por omisión; por hechos, por dichos o por silencios-, tampoco. Y veremos cómo sale de ésta Cospedal, aunque en su favor siempre quedará el hecho cierto de haber sido la primera secretaria general del PP que se enfrentó a Bárcenas y le quitó su poder que, por lo visto, era omnímodo pues, como decía Quevedo, “poderoso caballero es don dinero”.