(A Pedro Antonio Díaz, in memoriam)
Una vieja batería, marca “Honsuy”, unas baquetas y unas eternas gafas de sol de cristales verdes (“Ray-Ban” para más señas), junto a un rizado mechón de cabello pelirrojo, pueden simbolizar el efímero paso de un buen tipo, Pedro Antonio Díaz, por este “perro mundo” (como titularon Cavara, Jacopetti y Prosperi su película), del que se fue hace ya 30 años, el 12 de mayo de 1984, tras fallecer en accidente de circulación en la N-II, a la altura de Guadalajara.
Pedro era inconfundible; su aspecto, siempre personal y desenfadado, destacaba sobre el encorsetado y convencional ambiente provinciano de Guadalajara por el que se desenvolvía habitualmente, aunque no era precisamente un extraño en Madrid, sobre todo en plazas y calles donde bullía “La movida”, como la de Malasaña o Padre Xifré, o en disco-bares de mítico recuerdo en la eclosión del pop-rock español de los 80, como “Rock-Ola”, “La vía láctea” o “La Manuela”.
Nació y vivió para la música. Apenas adolescente, comenzó ya a destacar como un magnífico batería. La vieja “Honsuy” blanca de los Salesianos, fue testigo de su habilidad innata para crear y marcar ritmos. Corrían tiempos de “Beattles”, “Rolling Stones”, “Led Zeppelin”,… o de “Iron Butterfly”, cuyo mítico tema, “In a gadda da vida”, que tenía un solo de batería de 18 minutos, clavaba literalmente Pedro. A nivel nacional, eran tiempos de “Brincos”, “Bravos”, “Pekenikes” o “Canarios”, entre otros muchos grupos con teclados, bajo, rítmica, punteo y batería, pelos largos y pantalones de campana. Acababan aquellos inolvidables años sesenta, claves para el futuro de la música pop española, en la que, posteriormente, un grupo, su grupo, “Los Secretos”, también dejó escrito su inconfundible sello de forma muy destacada. Sin embargo, antes de que nuestro recordado y querido “pelirrojo” se hiciera con la batería de este importante grupo del panorama musical español, tuvo que recorrer muchas plazas de pueblos en fiestas y no sólo tocar la música que le gustaba, sino también acompasar pasodobles, rumbas, valses y “canciones del verano”. Eran tiempos de “Escarcha”. De aquéllos “España cañí” tocados sobre remolques de tractor, y tras mucho aprender a baquetear la caja, los toms y los platos, y a pisar a su debido tiempo el bombo y el hi-hat, unas veces de manera autodidacta, las más, y otras con gente que tenía mucho que enseñar, pasó a grabar en 1981 un disco L.P. con “Los Secretos”, que proporcionó importantes beneficios a la “Polydor” y que, como tema estrella, incluía “Déjame”, una canción que dejaría huella indeleble en la historia del pop español y en la que destacaba nítidamente el buen hacer de un excelente batería.
El nombre de Pedro Antonio Díaz, “Pedrito” para casi todo el mundo, estoy seguro que va a ser escrito sobre un montón de vidrios mojados y ningún niño mimado va a ser capaz de borrarlo. Espero, y deseo, que tampoco el tiempo.
Pedro: aquí todo sigue igual, aunque hay algo más entre nosotros, o peor, algo menos: antes, tu presencia; ahora, tu inolvidable recuerdo que se funde entre “Rock-Ola”, en Madrid, “Money”, en Guada, y la plaza mayor de cualquier pueblo de esta tu provincia. En todos estos lugares, y en muchos más en los que pisaste y dejaste huella, siempre habrá alguien que pida un “gin-tonic” para ti, aunque sepa que no te lo vas a terminar nunca.
Un veterano músico que sabe arrastrar a las masas a sus conciertos desde hace muchos años, Miguel Ríos, asegura que “los viejos rockeros nunca mueren”; tú, cumpliéndose la mitad de la proclama de “Jethro Tull”, eras un rockero aún demasiado joven para morir y estabas en la edad ideal para el rock and roll, aunque desde 1980, sustituyendo al mítico “Canito”, anduvieras poniendo algo de caña al pop melódico, tipo “new wave”, de los hermanos Urquijo. Me aferro a pensar que algún día podré encontrarme contigo por el “Peter” del “Moñas”, el “Money” de Ambite o el “Chaplin” de Juan Antonio Martín, o por la Concordia de todos, hablando de música o de chicas con “Foni”, el hermano que se nos fue nueve años después que tú, y con el que seguro que te has vuelto a juntar en el cielo de los “rockers” y los inconformistas.
Aunque el “Registro Civil” diga lo contrario, Pedro Antonio Díaz no ha muerto, ha ido a tocar a un concierto junto a Jimy Hendrix, Janis Joplin y John Lennon; lo más probable es que no regrese en bastante tiempo, pero ¿quién volvería después de poner ritmo a “Voodoo child” con Jimy, a “Try” con Janis o a “Imagine” con John?
Este texto fue publicado en el periódico “Flores y Abejas”, en su edición del día 6 de junio de 1984, y ha sido revisado en abril de 2014 con motivo del 30 aniversario de la muerte de Pedro Antonio Díaz y del oportuno, justo y acertado homenaje que el Ayuntamiento de Guadalajara le va a tributar el 8 de mayo, dando su nombre a la Sala de Conciertos del Espacio TYCE y con una actuación de “Los Secretos” en acústico.
Pies de foto: Superior: la portada del primer disco de Los Secretos, con Pedro en primer plano. Inferior: Foto del mítico bar de copas y conciertos de Madrid «Rock Ola», en el que nuestro autor vio actuar en vivo a Los Secretros varias veces, cuando Pedro triunfaba con ellos como batería.