Querido Javier:
Hace cinco años, cuando te sorprendió la inesperada enfermedad que dejó tan graves secuelas en ti y que, en los momentos iniciales, incluso parecía que podía abocarte a la muerte, te escribí unas sentidas “palabras” en el blog que entonces administraba en el desaparecido diario digital eldecano.es. Aquellas viejas palabras, como estas nuevas que hoy publico en GD, bien sabes que brotaron de lo más profundo de mi corazón, en el que tienes un hueco muy especial, porque muy especial es el afecto que siento por ti. En mi particular escala de afecciones y sentimientos, estás junto a mi hermano, Alfonso, al que perdí hace 21 años y cuya ausencia aún me duele como al rosal la rosa arrancada. Estás, también, junto a mi hermano Carlos, a quien quiero no sólo por hermandad, sino por amistad bien ganada. Y te considero un hermano, no sólo por mi estima personal hacia ti, sino porque mis padres también te quieren como a un hijo (en el caso de Juanjo, lamentablemente, ya en pasado) y mi hermano, Carlos, igualmente te aprecia hasta considerarte hermano.
Hermano, no sólo en Cristo, Javier: Aunque lastrado por las secuelas de aquél grave contratiempo de salud que te sobrevino cuando hacía apenas unos días que habías dejado tu/nuestra querida Diputación para incorporarte al Patronato Municipal de Cultura de tu/nuestro querido Ayuntamiento de Guadalajara como Gerente, sigues siendo un referente personal, profesional, cívico, ético y moral para la inmensa mayoría de las muchas personas que te conocemos y queremos. Y no he dicho todas porque, aunque estemos ya en tiempo de Pascua, siempre hay algún “Judas” capaz de vender/alquilar su desamor, travestido de falso querer, por un puñado de monedas que, a veces, efectivamente son euros de curso corriente, pero en otras son vanidades y envidias o, simplemente, desatinos.
Aunque, por supuesto, no sólo a mí, sino a esa inmensa mayoría de gente a la que antes hacía referencia, nos hubiera gustado seguir disfrutando de ti en plenitud, aprendiendo de tu inmensa sabiduría, conociendo tu infinito y altruista compromiso con los demás, saboreando tu creatividad y capacidad de aglutinar e ilusionar, gozando de tu extraordinaria bonhomía, deleitando tu carácter afable, debes saber que es para nosotros motivo de consuelo saber que estás ahí y que sigues haciendo muy felices a Alicia, a Rodrigo y a Diego porque pueden disfrutar, y disfrutan cada día, de su marido, de su padre, en quien siguen viendo el gran paterfamilias que siempre fuiste y a quien entregan su amor y cariño, de lo que soy testigo y disfruto cuando te visito todos los jueves.
Javier, el 22 de abril de 2014 va a ser muy especial para ti. Cumples sesenta años y en esa fecha, víspera del “Día del Libro”, se va a presentar públicamente (Centro San José.- 19,30 horas) tu obra: “Papeles de Javier Borobia (Notas de andar, sentir y soñar)”. En este libro se han recopilado un total de 128 escritos tuyos, la mayor parte artículos publicados en prensa, aunque también hay entre ellos pregones, guiones y hasta un buen puñado de poemas, que, como digo en la solapa del mismo, ponen en evidencia, negro sobre blanco, tu enorme bagaje cultural, tu guadalajareñismo militante, pero en absoluto provinciano, tu capacidad intelectual y eficacia expresiva y te acreditan como un maestro de la metáfora y poseedor de un estilo literario muy personal, realmente brillante, que, estoy seguro, va a deleitar a los lectores, incluso a quienes, como es mi caso, ya habíamos leído esos escritos cuando se publicaron por primera vez.
Como también escribo en la introducción de tu libro, en cuantas ocasiones he tenido oportunidad te he dado las gracias, no por una, sino por muchas cosas: por tu amplio, profundo y brillante magisterio, por tu hermandad afectuosa y sincera y por tu limpia y generosa amistad. Hoy también te tengo que agradecer que me hayas dado la oportunidad de releer y volver a disfrutar tu obra, que he seleccionado y compendiado con todo el cariño del mundo, al tiempo que con enorme sentido de la responsabilidad porque, estoy seguro, que “Papeles de Javier Borobia” va a ser un libro de referencia a partir de ahora, en cualquier biblioteca guadalajareña que se precie, y que va a envejecer muy bien porque, además de belleza formal de la mejor, en él hay mucha filosofía, y no precisamente barata, mucha y profunda reflexión y un ejemplo inmejorable del dominio y el ejercicio de la inteligencia emocional.
Javier, termino, como empieza tu libro, citando a Ortega y Gasset en esa frase que, me consta, siempre has considerado casi como propia y que dice: “El hombre, más que biología, es biografía”. Tú eres el más expresivo ejemplo de esta certeza.
Un fuerte abrazo, hermano, amigo.
JESÚS OREA