Por fin va a reabrir sus puertas la vieja sala del Moderno que, antes de su cierre en septiembre de 2012 y tras una importante reforma hecha en 2005, era teatro, que anteriormente fue cine y que siempre formó parte de las instalaciones socio-culturales y recreativas que, a finales del XIX y durante el primer tercio del XX, conformaron el Ateneo Caracense, después llamado Ateneo Instructivo del Obrero. En la posguerra, la sala y el edificio anejo al Moderno fueron sede de Educación y Descanso –nominación que tuvo la acción de promoción cultural, deportiva y recreativa del sindicato vertical franquista- y, con el inicio de la democracia, pasaron a ser el Ateneo Municipal de Cultura, manteniéndose la sala como cine comercial un tiempo con el nombre que ya tenía de Moderno y, después, como espacio de proyecciones del Cine-Club Alcarreño, mientras que el edificio del Ateneo acogía a la Agrupación Fotográfica y su sala de exposiciones en la planta baja y, en las superiores, había unas salas polivalentes de exposiciones y conferencias, algún despacho del Patronato Municipal de Cultura, la cafetería y varias oficinas pequeñas que ocupaban asociaciones culturales de la ciudad, hasta que la Junta de Comunidades, propietaria del inmueble, decidió cerrar este edificio, tras concluir el convenio de cesión de uso al Ayuntamiento.
Sin duda se trata de una buena noticia el hecho de que la ciudad recupere para su actividad cultural una sala de pequeño formato como es la del Moderno. La Junta cerró el Moderno hace ya dos años y medio como una más de las acciones de recorte que adoptó Cospedal, forzada ante el rojo intenso que presentaban los números regionales que le dejó Barreda, y, ahora, tras una inversión regional de reforma en el inmueble relativamente pequeña, que ni si quiera ha llegado a los 300.000 euros, el Ayuntamiento de Guadalajara lo va a reabrir ya mismo. Una decisión acertada y que aplaudo porque la ciudad tiene ya una demanda de programación cultural para actividades en sala lo suficientemente amplia y variada como para que puedan convivir, perfectamente, la oferta del Buero Vallejo y la del Moderno; es más, ambas salas se pueden y deben complementar, sumar sinergias, diversificar la programación y ampliar la oferta y, por ende, también los públicos objetivos.
A primera vista, la programación del Moderno que acaba de hacer pública el Ayuntamiento para el próximo trimestre me parece muy buena, variada en contenidos y con nombres propios de primera línea, sobre todo en el ámbito musical. Es un acierto indiscutible, porque prima la buena música, reabrir el Moderno con Ara Malikian, el virtuoso del violín libanés de origen armenio y nacionalidad española, en dúo con el compositor y guitarrista argentino, Fernando Egozkue; también es dar en el centro de la diana el incorporar a esa programación a un extraordinario intérprete del blues como es Boo Boo Davis, o al genio de la guitarra que es Leburn Maddox, acompañado de su banda, o a la singular Carmen París, que fusiona, como si del mismo palo se tratara, la jota y el flamenco con el jazz. El teatro, tanto para adultos como infantil, también tendrá un importante hueco en el redivivo Moderno. Y la danza y el circo y la poesía y… por supuesto, el cine, con una programación “a la carta” en la que se ofrecerán películas para todos los públicos, desde el familiar (Hook: el Capitán Garfio, 101 Dálmatas, etc.), al clásico (Encadenados, de Hitchock, entre otras) y, como no podía ser de otra manera, el cinéfilo, que tendrá su propio “día”, un martes cada mes, para disfrutar de grandes películas como El Extraño caso de Angélica, de Manoel de Oliveira, en V.O., Calcuta 71, de Mrinal Sen, también en V.O., o Tierra de Abundancia, de Win Wenders.
El hecho de que se hayan agotado en apenas unas horas las entradas para el concierto de Malikian y Egozkue, con el que se reabrirá el Moderno el día 3 de marzo, y que, según me consta, esté habiendo mucho interés del público por el resto de la programación, cuando se acaba de anunciar, confirman que se ha acertado con ella, un mérito que, especialmente, tiene dos nombres propios: el de la concejal-delegada de Cultura, Isabel Nogueroles, y el del director del Buero y ahora responsable también de la programación del Moderno, Julio Gómez Taracena. Al Alcalde, Antonio Román, es justo reconocerle el mérito de haber tomado la decisión de convenir -y “conveniar”- con la Junta la cesión del Moderno al Ayuntamiento para su reapertura y conseguir de ella una limitada, pero necesaria intervención de reforma. Y a la Asociación de Amigos del Moderno, heredera de la plataforma que se organizó en su día contra su cierre, cabe atribuirle el mérito de haber hecho el ruido callejero y mediático necesarios para que esta sala esté hoy abierta y no cerrada.
Termino reclamando que, al igual que se ha hecho con la sala del Moderno, el Ayuntamiento y la Junta lleguen a un acuerdo para que, tras la inversión de rehabilitación y reforma que sea necesaria por parte del gobierno regional, se reabra el viejo edificio anexo del Ateneo como centro de cultura activa de la ciudad, especialmente dedicado a la actividad del movimiento asociativo cultural, que actualmente es acogido en el Centro Cívico Municipal, el famoso “edificio negro”, un espacio inadecuado, infradotado y con múltiples inconvenientes para que en él se haga y gestione cultura. Ese “edificio”, aunque esté sorprendentemente catalogado y protegido en el vigente POUM de la ciudad, es un auténtico “pecado urbanístico” para el que hay que realizar un acto de contrición –o sea, echar una pensada sobre qué se hace con él, sin descartar su descatalogación y demolición o, al menos, revestirle de una “segunda piel”- que después conlleve algún tipo de penitencia, que en ningún caso debe ser condenar a las asociaciones a malvivir en él.